Lengua, sexismo y mi día a día en todo esto
04/06/2013 en Doce Miradas
Cuando estéis casadas, pondréis en la tarjeta vuestro nombre, vuestro primer apellido y después la partícula “de”, seguida del apellido de vuestro marido. Así: Carmen García de Marín. En España se dice señora de Durán o de Peláez. Esta fórmula es agradable, puesto que no perdemos la personalidad, sino que somos Carmen García, que pertenece al señor Marín, o sea, Carmen García de Marín.
Sección Femenina: Economía doméstica, para Bachillerato, Comercio y Magisterio, 1968
He querido comenzar con esta joya de cita para hacer ver dos cosas: una, que las recomendaciones sobre cómo mostrar a las mujeres en la lengua no surgieron ayer por la tarde ni las inventó precisamente el movimiento feminista.
Y dos, que en todas, absolutamente en todas las recomendaciones de este tipo se mezclan consideraciones lingüísticas y extralingüísticas. ¿Por qué? Porque no puede ser de otra manera, porque el lenguaje no está fuera del mundo, no está nunca separado del orden social ni de nuestras ideas, imágenes y construcciones mentales.
Hasta el Antiguo Testamento cuenta que con las palabras se creó el mundo.
Dios dijo: «Hágase la luz». Y la luz se hizo.
Como me dedico a la confección, traducción y corrección de textos, a menudo tengo que atender a cuestiones sobre lengua y sexismo y resolver problemas muy concretos, muy cotidianos, muy de andar por casa, muy llanos. Por eso he querido escribir un articulito que no entre en consideraciones gramaticales (aunque me encantaría, porque la gramática me chifla) y que exprese de manera intuitiva y cercana mi muy terrenal y nada glamurosa experiencia en este ámbito. Vamos allá.
El dichoso masculino plural
Quizás la cuestión más polémica sobre lengua y sexismo es la del masculino plural. ¿A quién se refiere el masculino plural? ¿Nombra solo a hombres? ¿Incluye a las mujeres?
Para la Real Academia Española (RAE) no hay dudas: incluye a hombres y a mujeres. Os resumo lo que dice en su recomendable Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD):
[…] … los nombres apelativos masculinos, cuando se emplean en plural, pueden incluir en su designación a seres de uno y otro sexo: Los hombres prehistóricos se vestían con pieles de animales; En mi barrio hay muchos gatos (de la referencia no quedan excluidas ni las mujeres prehistóricas ni las gatas). Así, con la expresión los alumnos podemos referirnos a un colectivo formado exclusivamente por alumnos varones, pero también a un colectivo mixto, formado por chicos y chicas. […] … en la lengua está prevista la posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical masculino, posibilidad en la que no debe verse intención discriminatoria alguna, sino la aplicación de la ley lingüística de la economía expresiva.
Una vez que la RAE establece esto, añado que el masculino plural me plantea dos problemas: que invisibiliza a las mujeres y que no siempre nos incluye.
Veamos dos casos en los que el masculino plural invisibiliza a las mujeres; al menos a mí me las ocultó durante un tiempo.
Desde niña estudié que en la Edad Media europea los monjes se dedicaban a copiar manuscritos y de esa manera contribuyeron enormemente a la propagación de la cultura. Así pues, he pasado décadas pensando que los famosos monjes eran solo hombres, hasta que leí a una historiadora que afirmaba que también hubo monjas copistas; y algunas, además, muy notables, por su habilidad.
El masculino plural monjes (y el contexto, también visual, que lo acompañaba) no me hizo nunca sospechar que englobaba también a las monjas.
El segundo caso de invisibilización que os quería exponer es el de los niños soldado.
Había leído muchas veces en la prensa que en ciertos conflictos armados, principalmente de África, niños de ocho o diez años guerreaban como adultos con fusiles y metralletas. Pasé años pensando que solo eran varoncitos, hasta que un día leí que también había niñas soldado, las cuales, además, sufren una brutal violencia sexual. Como en el caso de los monjes, nada me había hecho sospechar que el masculino plural niños abarcaba también a las niñas, hasta que alguien lo declaró explícitamente.
La economía expresiva que defiende la Academia nos oculta a veces parte de la realidad.
Hay un caso muy peligroso y muy común de invisibilización mediante el masculino plural: los expertos. Es una frase hecha que aparece frecuentemente en los medios, sobre todo al tratar asuntos de corte científico: Según los expertos… Es especialmente dañino porque en la imagen que dibuja en nuestra mente los expertos siempre son hombres, con bata blanca o traje y corbata, pero siempre, siempre, quienes saben mucho de algo son hombres.
Es urgente, pues, que empecemos a sustituir ese según los expertos por otras expresiones menos marcadas, como, por ejemplo, según opiniones expertas o según voces expertas.
La segunda cuestión que me planteaba sobre el masculino plural es si nos incluye o no nos incluye. Como habéis leído, la RAE no duda: sí nos incluye. Y yo, la verdad sea dicha, cuando leo frases como Los trabajadores públicos se quedan sin paga extra o A debate el papel de los traductores, sí me siento incluida, creo que están hablando de mí.
Pero ¡cuidadito! Porque no siempre es así. A veces me creo que están hablando de mí y resulta que no. Mirad lo que leí hace poco en uno de esos periódicos gratuitos que reparten en las bocas del metro. El titular decía:
Cada vez más vascos con problemas sexuales
Yo pensé: ¡ah! Voy a leerlo, a ver qué problemas sexuales tengo. Pero luego seguía:
Aumentan los casos de disfunción eréctil
¡Anda! ¡Qué sorpresa! No estaban hablando de mí. Yo creía que ese vascos me incluía, pero luego ha resultado que no, que se refería solo a los hombres vascos. Ahí se ha producido lo que Ángel García Meseguer, en su famoso libro ¿Es sexista la lengua española?, llamaba salto semántico.
Así pues, ante un masculino plural, las mujeres nos tenemos que preguntar si estaremos incluidas o no, porque son posibles ambas cosas. Tenemos que acostumbrarnos a esa duda y, además, a una identidad cambiante, a que unas veces se nos nombre en femenino y otras, en masculino, como pasaba en mis clases de gimnasia; nada raro ni especial, por otro lado.
En las clases de gimnasia a las que asistía hace unos años, la mayoría de las veces éramos todas mujeres y la monitora, claro, nos hablaba en femenino:
Venga, chicas, todas juntas.
Muy de vez en cuando se dejaba caer por la clase algún hombre y entonces, con que un solo varón se nos uniera, ¡zas!, nuestra identidad cambiaba y pasábamos a ser chicos:
Venga, chicos, todos juntos.
Aquel solo hombre nos transformaba a todas.
A los hombres no les pasa ni una cosa ni otra: siempre saben cuándo los nombran, siempre tienen claro cuándo están hablando de ellos y cuándo no, y su identidad es firme y siempre la misma, no varía en cuanto aparece una señora.
Yo, en cambio, tengo que preguntarme si estarán hablando de mí y tengo que asimiliarme a la forma masculina. ¿Hacen eso los hombres? ¿Se incluyen en los femeninos? Las antonias celebran su santo el día de san Antonio. ¿Celebran los adrianes y adrianos el día de santa Adriana o esperan a festejar el de (nunca mejor dicho) su santo varón?
Bueno, paremos un momento para reconocer que a veces los hombres sí se asimilan a las formas femeninas, a formas femeninas que engloban a los hombres. Parafraseando a la Academia, podemos decir que en la lengua está prevista la posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical femenino, como sucede, por ejemplo, con víctima o criatura. Existe, por tanto, aunque limitadamente, el femenino genérico. Entonces, puesto que existe, ¿quebrantamos algún precepto inamovible si ampliamos su uso? ¿Qué tal si empezamos a utilizar más frecuentemente el femenino plural para grupos en los que también hay hombres, a sabiendas de que contravenimos las normas académicas, pero exploramos posibilidades interesantes en la lengua?
Ahí lo dejo. Y acabo este apartado volviendo a la economía expresiva y a la repetición. Cuando se quiere nombrar a las mujeres, cuando se las quiere considerar, se las nombra. Recordad, si no, todas las tradicionales fórmulas de cortesía de las lenguas cercanas: señoras y señores, jaun-andreok, ladies and gentlemen, mesdames et messieurs, Damen und Herren.
Requiere un poquito de tiempo, vale, pero, si quieres nombrarnos, nómbranos.
Presidentas y sirvientas: los nombres de profesión
El segundo quid gordo de la cuestión son los nombres de profesión. Y en este apartado, señoras y señores, aunque no se lo crean, debo afirmar que la RAE ha ido por delante de las costumbres sociales, pues ha dado el visto bueno a formas femeninas que no todo el mundo acaba de aceptar.
Así, por ejemplo, el diccionario académico, el DRAE, recoge presidenta y, sin embargo, todavía en abril pasado vi al pie de un escrito la presidente de la comisión y firmaba una mujer.
Contra presidenta se suele argumentar la invariabilidad del sufijo -nte, procedente del participio activo latino, que era tanto femenino como masculino. Vale, sí, pero nadie me hizo repasar la gramática latina cuando el DRAE aceptó sirvienta, dependienta, asistenta o clienta, que tienen el mismo mismísimo origen que presidenta.
¿Os dejo cinco minutos para un ejercicio de agudeza visual en el que descubrir la diferencia entre presidenta, comandanta y gerenta, por un lado, y sirvienta, dependienta y asistenta por otro? Bah, no, no hace falta.
También me he encontrado con abogadas que dicen que no, que ellas no son abogadas, sino abogados; y con arquitectas que dicen que son arquitectos, cuando no hay ninguna razón lingüística ni académica que se oponga a esas formas femeninas.
Otra batallita cotidiana la tengo con técnico y técnica. Se argumenta contra el uso de técnica que su homonimia crea confusión, ya que, además de persona que posee los conocimientos especiales de una ciencia o arte, también puede significar conjunto de procedimientos y recursos de que se sirve una ciencia o un arte.
Es cierto, hay homonimia, pero para algo está el contexto: para aclarar cuándo nos referimos a una trabajadora y cuándo a los procedimientos y recursos que emplea. El riesgo de ambigüedad no justifica que digamos, como se oye decir, la técnico.
También hay homonimia en basurero, que puede significar persona que tiene por oficio recoger basura o sitio en donde se arroja y amontona la basura. Hemos convivido siempre con esta homonimia y el contexto ha bastado para evitar toda confusión.
Para acabar, lo más sensato que puedo decir al respecto es que el uso consolida las formas. Margaret Thatcher era la primer ministro. Hoy ministra está plenamente extendida y aceptada y no escandaliza ya a nadie. Usemos, pues, las formas en femenino para hacerlas habituales.
Igualdad sí, pero así no
Esta frase del título me habría convertido en millonaria si, cada vez que me la han dicho, me hubiera caído un euro del cielo.
El así no puede significar dos cosas: a) no en el patio de mi casa; b) dediquémonos a cosas más importantes que a estas tonterías del -os/-as.
La a) la ilustra perfectamente el académico Ignacio Bosque, en su famoso informe Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer, suscrito por el pleno de la RAE, recurría a un argumento que he escuchado muy a menudo para refutar estas propuetas para una lengua sin sexismo. Se resume con el título que os he puesto: Igualdad sí, pero así no.
… la verdadera lucha por la igualdad consiste en tratar de que esta se extienda por completo en las prácticas sociales y en la mentalidad de los ciudadanos. No creemos que tenga sentido forzar las estructuras lingüísticas…
Es decir: la verdadera lucha hay que hacerla en otro sitio; dejad mi terreno tranquilo. Y se mezcla en perfecta armonía con la b), que es más frecuente: está bien luchar por la igualdad, pero hagamos otras cosas más importantes, no estas bobadas.
Para mí no son bobadas; soy lingüista y, claro, para mí la lengua no es despreciable, no es insignificante. Además, si quiero trabajar por la igualdad, tendré que hacerlo también en mi terreno, también en mi casa, y mi terreno y mi casa están aquí, son estos, los artículos, los morfemas y la estilística, aunque a alguien le pueda parecer fútil e irrelevante. Aquí tengo que emplearme. No solo aquí, pero sobre todo aquí.
Imagen de Pablo Hevia (CC by-sa)
Latest posts by Noemí Pastor (see all)
- Libertad, igualdad, sororidad - 19/05/2020
- La leona herida - 12/11/2019
- Los hombres que no sabían trabajar con mujeres - 19/02/2019
Si no me equivoco, el femenino plural es la única forma de informar -para mí el objetivo del lenguaje, y si no informa bien, en efecto, mal vamos- de un grupo de personas de sexo femenino. Así que en un «nosotras» me vais a permitir, pero me siento excluido. No hay ningún modo corto de informar de un grupo de sólo personas de sexo masculino, en cambio, y tu mismo post demuestra que la inclusión o no de personas de sexo femenino no es algo absoluto, sino que puede depender de la destinataria del mensaje.
Por otro lado, no siento ningún afán de que me incluyan semánticamente como hombre en ningún grupo del que yo no sea parte activa. Soy irunés, gordo, bajo, sibarita… Pero ésa es mi naturaleza dada, y me da la impresión de que a todos nos vendría mejor ser visibilizados por lo que hacemos, no simplemente por lo que somos. No estoy seguro de que muchos de los problemas de la mujer en el mundo tengan que ver con su visibilización como colectivo, sino -es mi opinión- con la poca participación que muchas personas le impiden en la sociedad. He aquí otra variedad de mi pensamiento: no me considero parte de esas personas. Todos somos individuos, y generalizarnos en un simple modo gramatical es igualarnos muy por lo bajo y muy por lo peor.
¿Por qué ves sólo hombres en la palabra «expertos»?¿Acabará habiendo más expertas por cambiar esa palabra? (Yo diría que el número de expertos -y también el de expertas- es consecuencia de algo,no causa). Y sobre todo, ¿serán realmente expertos sinceros y científicos o simples marionetas parlantes con hilos y voz de otros? Lo mismo sobre los «niños soldado»: no veo impedimento a entender que puede haber niñas.De hecho,cuando pienso en esa expresión me vienen a la mente imágenes de algunas niñas vestidas de forma militar en la selva colombiana.
En definitiva, para mí el castellano correcto (o sea, el de la RAE antes de su última actualización 😉 ), no es sexista, como no puede serlo ninguna herramienta.Lo somos o mejor dicho, nos dejamos serlo en mayor o menor medida, los hablantes.Todos incluidos.
La mala información -y el lenguaje sexista [que yo sitúo a otro nivel que los plurales, etc.] es información incorrecta- creo que se combate peor cambiando finales de palabras que construyendo mejor las frases.
Dejando aparte mis disensiones, me ha extrañado que no menciones algo que no sé si es sexismo o (p)(m)aternalismo, pero que me chirría mucho, porque lo que sí creo es que hay que tratar a todos los individuos igual, independientemente también de sus cromosomas sexuales: que para referirse a un hombre se emplee el apellido y el nombre de pila en alegre tuteo y compadreo para referirse a una mujer.
Yo en el femenino plural me siento incluido en la medida que entiendo que se refiere a «personas»: «¿Qué tal estáis todas (las personas que están hoy aquí)?».
De cualquier forma, es muy complicado, porque el os/as es un peñazo fino y hablando en femenino quedas muy de guay. Y para el texto escrito, leer algo con *, x, @ o = es un horror. Por eso pretendo usar indefinidos siempre que sea posible, cuesta un poco más de escribir, pero se lee cómodo y creo que nadie se siente fuera de la conversación.
Si alguien tiene trucos sobre este tema, soy todo oídos 😉
Hola, Txipi. De acuerdo con que es complicado: yo llevo años dándome diarios cabezazos contra esto y no he encontrado la fórmula mágica ni el truco del almendruco.
Lo más sensato que puedo sugerir es centrarse en cada texto y tener a mano un repertorio amplio de recursos.
Encantada de charlar con usted, caballero.
¿Y por qué, Txipi, las mujeres no se sienten incluidas en el masculino plural, si son seres humanos?Ah, que masculino es sólo «hombres»…
Te respondo yo, que ya lo digo en el post: porque la mayoría de las veces NO lo estamos y también nos sucede a veces que nos creemos que estamos incluidas y resulta que no.
Yo soy una mujer y estoy contigo. Me parece un debate absurdo. ¿Y los fisioterapeutos y los periodistos tambien han de sentirse ofendidos? Entonces los ingleses no son machistas, ¿no? El feminismo llevado a un grado estúpido. Me niego a hablar asi. Sentirse discrminada por el plural masculino es querer ver discriminación donde no la hay…
Mi querido Mak, mira que me das trabajo. En fin, vamos allá. Allons-y!
La lengua tiene más funciones que la informativa: están, además, de acuerdo con Jakobson, un clásico, la función conativa, la expresiva, la estética, la fática y la metalingüística. Según las características del texto y la intención de quien lo crea, predominará una u otra o varias a la vez. No podemos reducir, pues, el lenguaje a lo meramente informativo.
¿Te sientes excluido del femenino plural? Vaya, no me alegro, pero te doy la bienvenida al sentimiento de exclusión. Un sentimiento compartido une mucho. Seguro que es una buena base de entendimiento.
Seguro que hay modos cortos de referirse a un colectivo exclusivamente femenino. Y si no los hay y para ti es importante expresarlo, no te importará dedicarle tres o cuatro palabritas de más. La economía no lo es todo.
Será que mi mente es demasiado obtusa, pero lo de las niñas soldado para mí fue una sorpresa. A mí el masculino plural me las había invisibilizado. Y lo mismo me pasa con «los expertos». A ver quién lo lee y piensa en señoras científicas. Me gustaría que comentara más gente y contara su percepción, no vaya a ser yo la única que lo entiende así, como he dicho.
Estoy de acuerdo en que ni el castellano ni ninguna lengua es sexista, a pesar de que Ángel García Meseguer, en el libro que cito en el post, decía que sí, que algunas lenguas lo son. Yo estoy de acuerdo contigo en esto y no creo haber dicho lo contrario.
También coincido contigo en lo de la reformulación de las frases: no hay por qué poner todo el acento en el morfema de género; hay otras vías de expresión.
Me he dejado muchas cosas sin decir, Mak; todo no me cabe en un post. Que las señoras no tengamos apellido es sangrante (algo he insinuado en la cita del comienzo) y que se dirijan a nosotras, sin que medie confianza, como «bonita», «chata» o «reina» es paternalista y clasista y nos encierra en la niñez y la inmadurez permanentes. Pero algo me tengo que dejar para el siguiente post, ¿no?
Un placer, as usual.
Lo espero ansioso 😉
Más le valdría al español una buena dosis de insumisión y olvidar a la caterva de momias de la RAE (hombres en su mayoría)
Pues, como digo en el post, la caterva ha aprobado formas que mucha gente de mi alrededor sigue sin aceptar, porque yo sigo oyendo «la médico» y «la técnico». Se les ha atragantado «cancillera», pues dicen que no, que «canciller», pero en lo demás no han puesto pegas.
Yo propongo una pequeña insumisión para abrir nuevas vías expresivas, pero sin convención no hay comunicación, que no se nos olvide.
Cuando voy a la pesacadería siempre pregunto por «la última» si son señores no me contestan o dicen un «ultimOOOOO» y les respondo estaba usando el femenino genérico… jijiji Feminismo de andar por casa…
Hola, May. Es curioso cómo se ofenden algunos señores cuando los incluyes en el femenino. Sin embargo, a nosotras no nos tiene que importar que nos apliquen el masculino; como que nos suben de categoría o así.
«¿Quién da la vez?», esa frase tan machista…
No desvaríes, Mak, hijo, que eso no lo ha dicho nadie.
Era sarcasmo, Noe, y asombro de que se cifre en una rase el grado de feminismo…
Perdón, «frase».
La ironía y el sarcasmo son bienvenidos, pero leído tu comentario así suelto puede hacer pensar que alguien ha dicho eso, y no.
Qué bonito sería que, como en el latín, aceptáramos que existen tres géneros: masculino, femenino y neutro, y que este en ocasiones, no siempre, marca en «o», sin más. Así nos evitaríamos los fastidiosos discursos del «todos y todas» o, peor, la gente que usa @… Pero claro, sólo es una opinión basada en lo que a mí particularmente me pone mis pocos pelos de punta, sin ningún rigor profesional.
Lo que sí padezco habitualmente es la versión enfermiza del feminismo: trabajo en un lugar en el que habitualmente tengo acceso a cursos, libros, charlas, etc., al respecto, en un ambiente de los más «progre», y tengo que oír determinadas cosas que convierten a Rouco Varela en un adalid de la igualdad. Lo digo en serio. Determinados argumentos llevados al límite no sólo me hacen sentirme excluido, sino que invariablemente termino por sentirme insultado.
En todo caso, os felicito a todas (sin @) por abrir este espacio.
Besos
Hola, Escalones. El neutro existe también en español, aunque muy limitadamente: lo, esto, eso, aquello… Mira, en alemán está mucho más extendido y, sin embargo, también duplican: Studenten und Studentinnen, Arbeiter und Arbeiterinnen… Con esto quiero decir que el género gramatical, por sí solo, no resuelve gran cosa. Cuenta más la intención de nombrar, señalar y especificar.
No sé a qué llamas «versión enfermiza del feminismo», pero probablemente ni siquiera sea feminismo. Te digo esto porque hay cosas que a veces se interpretan como feminismo, pero en mi opinión solo son estupideces y, como tales, un insulto a la inteligencia colectiva. Por eso no me gusta que se identifiquen con el feminismo, porque el feminismo no tiene nada de estúpido ni de enfermizo. A no ser que se considere enfermizo reclamar igualdad en derechos y oportunidades, claro.
Gracias por tu aportación. Espero seguir contando contigo, porque siempre es un placer, caballero.
Auf keinen Fall! Bastante dramático es ya aprender 3 géneros en alemán, absurdos, arbitrarios… como para reivindicarlos para el español. Si queremos hacer un poco de apropiacionismo lingüístico mejor hacer un Copy-Paste del euskera, sin géneros 🙂
Nein, nein, nein.
Para empezar, el lenguaje siempre es arbitrario, como dejó claro Saussure.
Para seguir, no reivindico tres géneros, ni uno, ni cero. En español son los que son y no va a ninguna parte pedir importaciones ni apropiaciones. Cada lengua tiene sus herramientas, bien afinadas y perfeccionadas.
Además, que no haya género gramatical no quiere decir que no haya usos sexistas también en euskera, que los hay. Eso lo dejo también para otro día.
Un saludo, Íñigo.
Noemí… un poquito de ironía también le viene bien al lengüaje O_O
Pues sí, hombre, pero es que yo no me había puesto en modo ironía. ¿Existe el emoticono de la ironía? No me vendría mal, que ando un poco espesa.
Sin ser filólogo ni linguista, tengo entendido que la asimilación del néutro y el masculino en nuestro idioma viene dado por su origen latino. El español o castellano, simplificando el latín, utiliza el acusativo de la segunda declinación para el neutro y el masculino y el acusativo de la primera declinación para el femenino, que eran las formas más comunes para estos géneros en latín. Mi padre (que sí es filólogo además de machista-leninista) sostiene que en nuestro idioma existe el genérico («niño» en «Los Derechos del Niño» p.ej.), un sufijo para el plural (-s) y un sufijo para el femenino (-a), y que el masculino no tiene sufijo específico y utiliza el genérico. Aquí la señora Noemí, que es más docta en la materia, debe tener argumentos para rebatir mi explicación paterna y soy todo oidos.
Hola, Juaki:
No sé si remontarme al latín ni dónde establecer la línea temporal. Bueno, mejor vamos directamente al español actual. Hay dos géneros gramaticales, femenino y masculino, y queda un residuo del neutro. Ambos géneros tienen usos genéricos, pero ninguno de los dos lo es en sí. Ambos géneros tienen sus morfemas; ninguno usa otros prestados.
Decir que el masculino es genérico y que el femenino es femenino, es claramente androcentrista; es colocar lo masculino en el centro, en la esencia, y lo femenino en la periferia, en lo accidental. Los géneros no son así «per se»; lo son los usos que hacemos de ellos.
No sé si no lo he liado más todavía.
En todo caso, a tu disposición para cualquier otra aclaración. Muchas gracias por tu visita y tu aportación.
Noemí, muchas gracias, me ha encantado tu exposición. Siempre es un lujo que alguien exprese con tanta corrección y conocimiento esta realidad.
Me ha gustado la opinión de Makgregory porque efectivamente reafirma todo los expuesto. El femenino, ni siquiera el genérico, les representa ni un poquito, pero en cambio, no hay problema en que a nosotras nos represente el masculino
Por otro lado me doy cuenta que es victima de este lenguaje (y no parece muy consciente) porque efectivamente cree que no hay mujeres científicas, expertas…o llega a la conclusión por el lenguaje de que somos pocas.
Aunque también he de reconocer que me ha entristecido porque me hace más consciente de las dificultades que tenemos. Se ve claramente que no están dispuestos de forma individual y ya no hablamos de forma colectiva de ceder sus ventajas con lo cual la igualdad tiene muchos escollos y estos tan intrínsecos que el trabajo es ingente.
Enhorabuena por tu aportación a este trabajo. Me ha encantado.
Una puntualización: no llego a ninguna conclusión sobre las profesionales de nada por el lenguaje, sino por las estadísticas publicadas cada poco.
Muchas gracias, Natalia, eres muy amable. Me alegro mucho de que te haya gustado.
En efecto, las resistencias son tremendas; yo las veo a diario en mi trabajo. Pero fíjate que poco a poco, muy poco a poco, entre charlas desenfadadas, articulitos y recomendaciones, algo se va logrando.
Gracias Noemi por expresar lo que yo siento pues no lo se hacer así. Me ha dado que pensar.
Fíjate lo que decía mi marido a sus amigOs cuando me quede embarazada:
-«Estamos embarazadOs!»
Y esto se lo he oido a más de uno.
Para algo que si es solo nuestro…….
Ja,ja
Claramente, envidia!!!!!
De nada, Mai. Es que la única manera que tenía yo de expresar estas percepciones mías era coloquial y sencillamente. Si no, te metes en tochos teóricos que no comunican.
En principio me parece bien lo de compartir los embarazos, pero, claro, eso es asunto de cada una.
Yo tengo una teoría personal sobre la maternidad, el poder y la dominación, pero tengo que poner en orden mis ideas antes de teclearla.
Un abrazo.
Creo que voy a disfrutar con este blog 🙂
Hablando de profesiones, “modista” mantiene su posibilidad de doble aplicación pero no hubo inconveniente en incorporar “modisto” cuando hizo falta que el significado cogiera otra repercusión social.
Es cierto, el lenguaje está muy relacionado con el orden social. Añado una “anécdota” que había recogido hace algún tiempo:
En 1776 el estado de New Yersey aprobó una ley por la que se reconocía accidentalmente el derecho de las mujeres a votar, al mencionar la palabra “personas” en lugar de “hombres”. ¡Se corrigió en 1807!
Sería interesante saber en qué se ocuparon esos 11 años que transcurrieron hasta la subsanación. En mi reflexión me preguntaba si habrían sido de debate público, de puro procedimiento o simplemente el tiempo necesario para construir el argumentario formal con que disfrazar la vergüenza de un error que obligaba a restablecer derechos básicos a la mitad de la población. O tal vez fue el tiempo que les llevó comprender que, conquistados los derechos, incluso podrían querer ejercerlos.
Un saludo
Hola Isabel,
Lo curioso es que no veo ningún electricista que demande ser «electricisto». Lo que asusta (a los hombres) no es el término en sí sino la masculinidad o feminidad asociada al mismo.
Por cierto, interesante cuestión la de New Jersey. Siendo malpensado (o quizás no, tristemente) es probable que pasaran esos 11 años debatiendo si las mujeres eran personas o no y, por lo visto, su conclusión fué que sí, pero menos.
Saludos
Hola, David. Asusta la feminidad y la devaluación, la degradación que lleva asociada. Y asusta a hombres y a mujeres. Por eso una arquitecta me dijo una vez que ella no era arquitecta, sino arquitecto; porque para ella ser arquitecto es más y mejor que ser arquitecto.
Hola, Isabel.
Algo parecido a lo de «modisto» pasó con los enfermeros, que no sé si pensaron que su profesión estaba muy feminizada (ergo devaluada)y se transformaron en ATS y luego en DUE.
En cuanto a lo de NJ, ¡menuda metedura de pata! Y luego dirán que el lenguaje no es importante. Pues sí, cómo dices, sería muy interesante investigar qué sucedió en esos once años.
Esto me ha recordado a algo que suelo decir a las chicas jovencitas. Les digo: En la Revolución Francesa, cuando hablaban de sufragio universal, igualdad y fraternidad, no os engañéis: no estaban hablando de vosotras, porque las mujers no pudieron votar hasta mucho después. Además, el latín «frater» solo se refiere a hermanos varones; «hermana» es «soror» y nadie nombró la sororidad.
Pobres hijas. ¿A que soy mala?
Un beso, Isabel.
Por resumir lo que interpreto de los comentarios, la igualdad y el feminismo consisten en usar femeninos, no hacerlo es una ventaja de los varones, y lo rechazamos por solidaridad masculina. Eso pensando bien.Porque si me pongo a pensar mal, Natalia García ha venido a decir que el hecho de que yo no emplee el castellano políticamente correcto que parece preconizar es un síntoma más de supremacismo masculino. Vamos, volviendo a mi primer comentario, un ejemplo de igualar por lo peor: como hay hombres que ningunean a lasmujeres si no acato ese enolenguaje soy uno de esos hombres. No importa que no me conozca de nada,mi texto le induce a creer que mi comportamiento hacia las mujeres tiene las mismas raíces que el de un patrón que paga menos a mujeres que a hombres, o el de un maltratador. Eso,repito, poniéndome a pensar mal.
En fin, dejemos las hipérboles malintencionadas.
Primero: los varones no tenemos ninguna «solidaridad de género» a nivel mundial. Y si eso existe a mí me excluyeron en su reparto al nacer.
Segundo: me gustaría ser considerado inocente hasta que se demuestre lo contrario.Es decir: mi lenguaje en estos comentarios no es indicio suficiente para que se sospeche de mí machismo.
Hola, Mak.
La igualdad y el feminismo no solo consisten en usar femeninos gramaticales; no se reducen a eso y nadie ha dicho que así sea.
Lo que ha querido expresar Natalia García creo que lo he entendido, pero prefiero que lo aclare ella, por si acaso. De todas las maneras, ella juzga tu comentario, que es lo que conoce de ti. Saca conclusiones, nada más, a partir de lo que tú has escrito.
Y, sin saber lo que opina ella, yo, ego, mí, me, sí afirmo que las resistencias al lenguaje igualitario tienen el mismo origen que las resistencias a cualquier reivindicación igualitaria. Esta afirmación, por supuesto, no te señala como maltratador, ni como explotador, ni como monje shaolín ni nada.
Hay varones que sí ejercen la solidaridad de género y otros que no. Es tan evidente que me siento tonta al escribirlo, pero, en fin, si hace falta…
Y, para acabar, no te puedo considerar inocente, porque nadie te ha condenado.
À bientôt!
Hola Noemí
Me ha gustado tu artículo. Como comentas, las palabras, y lo que transmitimos activa o tácitamente, influyen en nuestro pensamiento y en nuestra concepción de la sociedad.
Personalmente, en mi blog, procuro trabajar con sustantivos neutros pero, a veces, el encaje es complicado dado que me dirijo de forma individual a mi comunidad. Otras veces finalizo con el ¿odiado? o/a y otras recurro a la jerga profesional y utilizo el término neutro en inglés (si Cervantes levantara la cabeza). Finalmente, sobre todo si se complica el texto (y tengo poco tiempo), recurro al masculino.
En cualquier caso, el castellano es un idioma muy rico y vivo que permite crear estructuras más inclusivas. Es solo cuestión de dedicarle un poquito de tiempo y voluntad para poder encontrar formas que incluyan a todas las personas independiéntemente del género.
Saludos y muchas gracias por tu artículo.
Hola, David. Me alegro de que te haya gustado mi postito.
Pues fíjate si será complicado que servidora de usted, que lleva años en esto, se las ve y se las desea para mantener en los textos cierto equilibrio, para que no sean plomizos y sigan siendo respetuosos. Además, hay que ir frase a frase; las solucuiones globales a mí al menos no me suelen servir de nada. Y ser sistemática es pesadísimo.
Pero, claro, recursos hay. Con unas poquitas ganas, se puede.
Encantada de charlar contigo. Hasta la próxima.
Pues estoy completamente de acuerdo. Y no entiendo porque hay tanta gente que cuando dices «jueza» se enfadan muchísimo y te dicen que es una tontería, y si es una tontería ¿por qué les molesta tanto?
Cuando iba al instituto, en mi clase había 14 chicas y un chico, un día fuimos a hacer una visita a no sé dónde y cuando nos dieron la bienvenida dijeron «Porque todas las que …». Oh, por favor, qué oprobio, qué tontería, qué risas. Y en clase de pilates, hace muy poco, lo mismo.
A ver… a las mujeres no nos ofende el nosotros ¿de verdad hace falta montar esos escándalos por un nosotras? ¿No somos ya mayorcitos? Y sí, mayorcitas también.
Curiosamente, tuve un jefe en el año 91 (que ya ha llovido) que pese a ser bastante rancio, se ponía de los nervios cuando veía que le remitían una carta firmada por «La Secretario del Club Deportivo…», o ponía secretario y firmaba una mujer y siempre lo decía
«En nuestro idioma existe el femenino de todo lo habido y por haber: alcaldesa, gobernadora… que antes se aplicaba a la mujer del que ocupaba ese cargo y ahora se puede utilizar perfectamente para la mujer que lo ocupa».
Hola, Loque, querida.
Me pongo a contar «susedidos» de estos y no paro.
Una vez tuve a una jefaza superjefaza, que era también secretaria de un consejo de superautoridades de no sé qué. Pues bien, ella siempre firmaba «La Secretario». Un día le dije:
– Oye, maja -porque de verdad era una tía muy maja-. ¿No crees que deberías firmar «La Secretaria»?
Y me contestó:
– ¡Uy! ¿Eso no es como muy feminista?
Caí desmayada allí mismo y todavía no me he levantado.
Un beso, Loque.
Me encantan tus ejemplos Noemí pero lo de La Secretario me ha dejado mal. Hasta qué punto el uso del femenino resta valor, que ni las mujeres queremos usarlo. Las muchas caras de la misoginia. O como decía Wittig: “Sólo lo masculino es lo abstracto”. NosotrAs somos lo particular.
Hace poco una amiga (lingüista también) nos contaba que aún en la REA la 2ª acepción de jueza es mujer del juez. No me lo creía pero así es: http://buscon.rae.es/drae/srv/search?val=jueza Un detalle sin importancia, restos del franquismo, cosas de las momias de la RAE, afuera el mundo es de todas y todos, jaja.
Mak, hablar en masculino no es indicio de nada. Pero despreciar la necesidad de usar un lenguaje más inclusivo sí es signo de no dar importancia a la desigualdad de género. No pasa nada. El patriarcado es el criterio más básico de organización de la sociedad (el capitalismo no le llega ni al tobillo y sino mira la URSS o Cuba o la Venezuela de Chávez). Lo normal si no se ha trabajado la perspectiva de género es no ver su necesidad porque la organización pro géneros la tenemos grabada a fuego y no somos capaces de ver lo que significa. Todas y todos nacemos a la sociedad desde el machismo, no pasa nada. Pero somos formas de vida inteligente. Practica el hablar de tí en femenino, como ejercicio, verás cómo se te retuerce la cabeza. Pues nosotras así todo el día. Y sigue leyendo docemiradas 😉
Lo último no hace falta que me lo recomiendes 😉
Pues sí, María, es triste pero es así: el femenino degrada.
En cuanto a la segunda acepción de «jueza» (que hasta hace poco era la única», como La Regenta, la de la novela, que era la mujer del regente), supongo que desaparecerá en una próxima «limpieza» del diccionario, cuando se constate su desuso total. O, si no, que la segunda acepción de «juez» sea «marido de la jueza». Sí, sí; ya, ya.
Pues sí, a todas y a todos nos han socializado sexistas, clasistas y racistas. A mi al menos así me educaron y, si no os lo creéis, un día os enseño mi libro de la escuela de cuando tenía cuatro añitos, que lo conservo cual reliquia sagrada.
Pero es que el diccionario es neutro, no es machista ni feminista sino que simplemente recoge los usos de las palabras. Y si, por una situación social concreta (franquismo, machismo y tal), hasta hace dos días no había juezas, pues la jueza era la mujer del juez. Si no voy mal lo mismo pasa con la alcaldesa, que hasta hace nada era la mujer del alcalde.
Luego los tiempos cambian, aparecen nuevos usos y otros quedan obsoletos, y el diccionario se irá actualizando. Pero no tiene ningún sentido eliminar acepciones porque reflejen cosas de la sociedad que no nos gustan. Como hace poco, que se eliminó la acepción de «gallego» como estúpido (se usa en Argentina), y todos contentos… aunque en Argentina a los tontos seguirán llamándoles gallegos.
Un par de aclaracioes: los diccionarios, como obra humana que son, NUNCA son neutrales; y machista no es lo contrario de feminista.
Dicho esto, en parte estoy de acuerdo contigo. Yo estaría de acuerdo en incluir esas palabras y definiciones «políticamente incorrectas» y ponerles una anotación que diga que son ofensivas. Y, cuando están en desuso, retirarlas o advertir que ya son poco usadas.
Por mantener el valor formativo del diccionario.
Otra anécdota del sexismo del lenguaje en la vida cotidiana. Un día (hace como unos 5 años) en la presentación de un proyecto a distintas organizaciones (económicas y sociales) como habían hombres y mujeres, al comenzar la exposición dije (para que no se sintieran ofendidos que no ofendidas) que iba a utilizar el sustantivo «persona» por lo que iba a referirme en femenino. Hasta aquí aceptado y sin ningún problema. En medio de la exposición entró un hombre que representaba a una de las organizaciones empresariales (de esas que denomino «entornos hostiles»). Cuando acabé mi exposición pregunté si había alguna duda o alguien tenía que alguna aportación, y en ese momento, el hombre que había llegado tarde levantó la mano y comentó: «yo duda ninguna, pero si quería hacer una aportación: que sepa que aquí hay muchos hombres y usted se ha dirigido en todo momento sólo a las mujeres.»
Le expliqué al buen señor que como había llegado tarde, se había perdido mi explicación (murmullos en la sala) pero que con su «aportación» había facilitado que yo le hiciera una reflexión: piense como nos hemos sentido las mujeres invisibilizadas del lenguaje durante siglos, a lo que el hombre pidió disculpas (aplausos en la sala y en un «!!!entorno hostil!!!»
Otro susedido. En unas jornadas sobre arte y mujer, las ponentes todas mujeres y el auditorio todo mujeres, salvo un hombre, amiguete mío. Las ponentes hablaron todo el rato en femenino y mi amigo me lo comentó. Yo le contesté con toda delicadeza:
– ¿Qué? ¿A que jode?
Y él me dijo:
– Sí, pero vosotras ya estáis acostumbradas a que os maltraten.
Lo peor es que tenía razón. 😉
El lenguaje es una ámbito más donde sucede y se representa el conflicto, la lucha y donde lo hace desde lo simbólico. Estoy a favor de todas las posibilidades que evidencien y retuerzan este conflicto. Nosotras hemos usado durante años el * como signo de que ahí algo pasaba. Ahora, a riesgo de ser demasiado guais como señala Txipi, nos estamos pasando directamente al uso del femenino, que nos parece como algo más natural.
Por otra parte, una pequeña anécdota. El otro día en un evento sobre empleo juvenil, uno de los próceres de la innovación vasca hablaba de como él había comenzado su carrera laboral, desde lo más bajo, teniendo que dormir en un banco (de los de madera en la calle, antes de pasarse a los otros) y trabajando de interinA, repitiendo varias veces la palabra, refiriéndose a si mismo en femenino. Eso si, cuando ascendió en el escalafón, ya pudo por fin ser ConsejerO DelegadO.
Pues sí, Ricardo, lo que decíamos del femenino reservado para lo bajo.
En cuanto a lo de ser guais, opino que todo vale, mientras no se caiga en lo incomunicativo. Precisamente las arrobas, asteriscos, barras y demás, usados con profusión y asistemáticamente, corren el riesgo de acabar por incomunicar.
Un saludo.
Cuando empezó la «moda» de los/las, yo pensé sinceramente que era una paparruchada. Una manera de complicar el lenguaje, algo farragoso e innecesario porque yo me sentía incluida en el masculino genérico, y que solo era una salida de tono de feministas con ganas de dar la nota. Yo creía que las cuestiones pendientes para la igualdad había que lucharlas en otros frentes. Pero poco a poco, personas serias, a las que no puedo tachar de sensacionalistas, me fueron dando argumentos que apuntaban a que quizá no era una tontería. Que quizá el lenguaje sea algo más que palabras, y que, si bien es un reflejo de la realidad y poco a poco se adaptará a la misma, también es posible contribuir a la transformación de la realidad mediante el lenguaje. Por eso me gusta este artículo, porque refleja bien esa idea, y porque la autora sigue siendo poco partidaria de los/las. Da algunos ejemplos que me han parecido significativos. Y como siempre, los comentarios al final del mismo son imperdibles! Un tema de tantos que me apasiona para delante de un té o una cervecita.
Hola, María. Las palabras no son inocentes y contribuyen a crear nuestras realidades. Si seguimos reservando el masculino para lo elevado y el femenino para lo «bajo», estaremos dividiendo el mundo de una manera indeseable. Y si seguimos usando el masculino genérico sin matizaciones, estaremos sobreexponiendo a los hombres e infrarrepresentando a las mujeres; y las mujeres seguiremos sin ser protagonistas ni sujetos de nada.
El los/las es una fórmula bienintencionada, pero torpe y farragosa. Se puede usar en textos muy breves y especiales(formularios, por ejemplo), pero no sin medida, porque acaba haciendo textos ilegibles.
Un abrazo.
http://www.blogdecine.com/criticas/populaire-a-la-rica-y-ligera-comedia-francesa?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+blogdecine+%28Blog+de+cine%29&utm_content=Google+Reader#c465424
No sé lo que me gusta más, que WordPress sepa más que la Rae, o lo de «movimientos feministas» que no sé yo qué pensarán que es (pero me lo estoy temiendo)
Ay, Loque, hija, disculpa, pero no estoy segura de lo que quieres decir. sorry, sorry, sorry.
A mí me parece que el uso del masculino como genérico es bastante arbitrario, y que le concedemos más valor machista o feminista del que realmente tiene, quizá porque vivimos en una sociedad machista y estamos un tanto hipersensibles con el tema. Si el usar el masculino como genérico es tan grave, ¿qué pasa por ejemplo con la formación de adverbios acabados en -mente? Porque se forman con la forma femenina, no la masculina. Vamos, que decimos «cuidadosamente», y no «cuidadosomente», como sería correcto en una sociedad machista y patriarcal donde siempre se tomase lo masculino como referencia. ¿Hay aquí también algún tipo de intencionalidad sexista oculta? ¿O es simplemente que se escogió esa manera de hacerlo de forma arbitraria, sin más?
No recuerdo muy bien los detalles, pero una vez leí que en otros países cuyas lenguas sí tienen artículo neutro se quejaban de lo contrario: que el neutro es tremendamente machista, porque anonimiza a las mujeres, y no sé qué más. De ahí que piense que, sea como sea el lenguaje, si nos sentimos discriminados siempre le encontraremos las cosquillas para encontrar algo de lo que quejarnos. Por eso prefiero centrarme en el qué se dice, más que en el cómo. Por muchas arrobas y los/las que pongamos, el que es machista lo seguirá siendo, y viceversa: el día que consigamos acabar con el sexismo, a nadie le importará un pimiento cómo hagamos los genéricos, igual que llamar negro a un negro sólo es un insulto cuando el que lo dice es racista.
El cómo es el qué, Jesús. La forma no es inocente; importa, cuenta; todo significante tiene significado.
La lengua no solo refleja el mundo, sino que también lo reproduce. Y si yo quiero reproducir, recrear, un mundo sin sexismo, procuraré que la visión del mundo que proyecto esté también libre de sexismo. Así de simple es.
Aunque no seas racista, si usas una expresión racista, estás reproduciendo, recreando y reviviendo el racismo. Lo mismo con el sexismo.
Tú dices: eliminemos el sexismo para no tener que preocuparnos por la lengua. Yo digo: de acuerdo, eliminemos el sexismo también en la lengua.
No puedo menos que aplaudir, subrayar y compartir todo lo que expones, Noemí. Realmente extraordinario. OSO OSO ONDO! BENETAN!!
Muchas gracias, Aitor. Eres muy amable. Vuelve cuando quieras a echar flores. Y a criticar también, noski.
Hw conseguido aclarar conceptos….. muchas gracias…
De nada, Idoya. Me alegro. A tu disposición.
[…] la división sexual del trabajo en virtud de la cual las tareas domésticas salen gratis?) hasta el lenguaje, pasando por la ciencia o la […]
Sí!! Cómo me alegro de leer un artículo así! Estoy hasta los mismísimos ovarios de defender siempre el lenguaje parital y que la gente no entienda que me siento ofendida cuando, siendo amistad mía, me nombra en masculino sólo porqué estoy acompañada de un varón! Invisibilizándome! O cuando ellas mismas hablan de si mismas en masculino y luego, cuando yo les hablo como si fueran varones, se indignan, como si no estuvieran haciéndose lo mismo a ellas cada momento en que aparece en escena un elemento masculino! Sea un caballo o un varón! Siendo lingüista tienes legitimidad para hablar de ello con conocimiento y propiedad. Deberías sacar un libro o un artículo con el que contrarestrar artículos o libros como los de Carme Junyent, que ya conoces http://www.vilaweb.cat/noticia/4153027/20131031/carme-junyent-sacabi-comedia-desdoblar-masculi-femeni.html Yo sé argumentarlo, he cambiado todo mi lenguaje, sé las contradicciones, hablo de los «Derechos del hombre y ciudadano» que no incluían a las mujeres, ya que Olympe de Gouges tuvo, como sabes, que escribir «Los derechos de la mujer y la ciudadana»… pero soy humanista, y una linguista machista me puede deslegitimar. Empecé siendo feminista a través del lenguaje. Empecé a darme cuenta que no me reflejaba. Empecé a darme cuenta de las contradicciones. Empecé a tirar de la cuerda y acabé con unas gafas violetas bien puestas, escandalizada de cómo era el mundo que antes veía normal…a los dieciséis, sin conocimientos aún, empecé a luchar contra el mundo para que se me nombrase. Y algo ha calado, por suerte. Cuando la gente está conmigo deben utilizar un lenguaje más o menos parital, porqué saben que si dicen «El hombre» yo ya me pierdo, no sigo el discurso. Porqué saben que si hablan de mí en masculino sólo pienso en eso. Y así, cuando murió mi abuelo, en las flores que le compramos la familia, ponía: «De les teves filles, nétes i net» Y supe que alguién me escuchaba, que a alguién había convencido, que alguién, después de tantos años de ardua lucha y eternas discusiones, me había entendido.
Enhorabuena, Madame Calvitie, por ese recorrido intelectual y vital y por esos logros.
Qué curioso que hayas llegado al feminismo a través del lenguaje, cuando el camino suele ser el inverso. Yo creo que llegué al mismo tiempo a los dos.
Recojo tu guante y procuraré ir publicando cositas aquí cuando me toque, a ver si rebato a esta señora lingüista que me enlazas.
Además, si me necesitas para algo, ya sabes dónde estoy. Hasta pronto y gracias por la visita.
Quería compartir una anécdota del año pasado que se dio en mi clase, en Bachiller. Soy de humanidades, y como suele suceder, eramos una mayoría aplastante de mujeres. En este caso concreto, habían faltado varios hombres hasta el punto de que sólo había uno en la clase. Bien, pues al entrar la profesora (de lengua) nos saludo con un «¿cómo estáis chicas?». Nadie comentó nada, pero al momento vio al hombre y pidió perdón por no haberlo incluido, y a partir de ahí la clase continuó en masculino plural. ¿Hasta que punto se considera malo ser mujer que la pobre tuvo que pedir perdón, como si le hubiese insultado?
Hola, Amaia. Es un buen ejemplo el que citas. Si tratarlo en femenino ofende y rebaja, es que las mujeres somos menos que los hombres. Esa actitud demuestra cómo la igualdad no la tenemos del todo interiorizada. En cierto discurso, sí, diremos que estamos por la igualdad y que la practicamos, pero la verdadera creencia, la que tenemos en nuestro interior y que aflora en detallitos como el que cuentas, es que no somos iguales.
Gracias por tu visita y por tu aportación. Vuelve pronto.
Aparte del problema que mencionas aquí (me imagino que ya lo habrán comentado antes), está el hecho de que hay personas que no se identifican como mujer ni como hombre, o como l@s d@s, o como una a veces y otro otras y a esa gente no les representa ninguna de las opciones. En ese caso, pienso que, como ciudadan@s y específicamente para l@s que trabajamos con la lengua, debemos trabajar en introducir una alternativa totalmente inclusiva poco a poco en nuestros textos; bien extendiendo el uso de la arroba a todos los géneros o bien haciendo el plural en «e», lo cual es bastante innovador y a much@s les rechina, pero por suerte la lengua es un elemento siempre fluido y cambiante de acuerdo con las necesidades de sus hablantes.
¡Un artículo muy recomendable! Un saludo.
Gracias, Cristina. Como bien dices, la lengua será como la construyamos. Hagámoslo con respeto y responsabilidad. Un saludo.
Muy de acuerdo en casi todo lo que dices, me temo que el problema es de difícil solución a medio plazo. Las reglas se pueden cambiar de la noche a la mañana, pero harán falta generaciones para cambiar usos y costumbres, que son lo más importante. Y eso siempre y cuando no retrocedamos como sociedad, que no está descartado.
Sólo querría hacerte una puntualización al respecto de algo que en cierto modo parece salirse del tema y a la vez pertenecer al mismo debate. Y es que, en cuanto al masculino plural, dices que las mujeres a veces os tenéis que preguntar si estáis incluidas o no y es cierto, pero quiero recordar los hombres tenemos el mismo problema: no sabemos si las mujeres estáis incluidas en el mensaje. Porque resulta que, al menos a mí, también me interesa esa información, también me sorprende y desagrada descubrir ahora los ejemplos de las niñas soldado y las monjas copistas y me molesta cuando me quedo con la duda.
Obviamente no me refiero que compartamos el problema en cuanto a ser discriminados, sino a la correcta transmisión y comprensión del mensaje. Y no sólo al leer, también al hablar o escribir yo me enfrento a los mismas dudas sobre cómo exponer de la manera más correcta sin malentendidos ni explicaciones innecesarias.
Un saludo.
Hola, Joe:
Estoy de acuerdo con lo que dices: los mensajes son imprecisos para todo el mundo. Lo que me sorprende es la poca voluntad de aclararlo por parte del emisor. Recuerdo ver en una televisión local una noticia sobre una escuela de golf que acababan de abrir cerca de Bilbao. Un señor, frente al micrófono, en la presentación a la prensa de la escuela, hablaba todo el rato de lo que «los niños» podían aprender allí y en ningún momento dijo que también podían matricularse niñas. Incluso desde el punto de vista comercial es una torpeza.
Un saludo y gracias por tu aportación.
EL MASCULINNO GENERICO TAMBIEN INVISIBILIZA A LOS HOMBRES.
Gracias por tu articulo Noemi. Queria contestarlo directamente pero no encuentro el comando (o vinculo)que me permita contestar directamente.
Hace pocos dias he tenido que revisar las guias de lenguaje no sexista tras ver en una conferencia un video donde representantes de la RAE ridiculizaban las recomendaciones de alternativas al uso del masculino generico, afirmando que en esas guias se propone (por ejemplo)utilizar estudianta cuando se refiera a mujeres o niñas (perdona pero no me funciona la tecla de las tildes). Me irrito que simplificaran y mintieran para quitarle rigor a estas guias. No solo se habla del masculino generico, sinoo que se recomienda cambiar la construccion de la frase como lo hacemos siempre que comunicamos por escrito para asegurarnos que nuestro mensaje es bien entendido. Tras la discusion que provoco el visionado de ese video, me tocaba exponer sobre empoderamiento de las mujeres y las niñas, asi que me vi obligada a revisar mi escrito. Resulta que la mayoria de las veces evitaba el lenguaje sexista simplificando la frase, omitiendo los determinantes. Por lo tanto el principio de economia del lenguaje no siempre es cierto. En cuanto a la incorporacion de terminos como fratria para referirnos a hermanas y hermanos o infantes para niñas y niños, no solo economiza sino que son terminos que han sido utilizados por la psicologia durante años y nadie se ha escandalizado como tampoco se han escandalizado academicos o academicas por la recomendaciones dela sociologia o psicologia de evitar terminos peyorativos como «negros» para referirse a personas de raza negra, moros para referirse a personas de origen magrebi o de religion islamica o subnormal o lisiado…. para referise a personas con minusvalias, y sin embargo esos eran hace años, los terminos mas comunes que encontrabamos en el lenguage coloquial. AFORTUNADAMENTE, esto ya ha cambiado, ha cambiado la percepcion de la fdignidad de estas personas y hemos cambiado la forma de nombrarlas . en cuanto la naturalidad del lenguaje, tenemos que recordar que precisamente lo natural en niñas y niños y en la poblacion en general es utilizar el marcador femenino o masculino en el lenguage coloquial, p.ej. generala, sargenta…estudianta…y es la real academia la que lo censuraba hace años como incorrecciones o lenguaje vulgar.
Pero sobre todo, el generico masculino oculta tanto a hombres como a mujeres. Si; para la documentacion de mis talleres suelo buscar experiencias que avalen desde la evidencia la efectividad de los programas, ultimamente estamos trabajando en la paternidad positiva. Pues ni te imaginas la de vueltas que tengo que dar en los buscadores para encontrar experiencias de talleres dirigidos exclusivamente a padres y tengo que especificar tecleando cosas como «subjetividad masculina y parentalidad» p.ej.,porque si no me aparecen articulos sobre educacion de padres y madres, incluso para consejos de lantancia materna, cuando lo que yo quiero es exclusivamente experiencias de grupos de hombres comprometidos con la crianza. Cosas parecidas puedo contar cuando busco informacion sobre chicas o niñas (empoderamiento de niñas y chicas adolescentes), la mayoria de las veces me salen paginas eroticas…Aqui si se invisibilizan a las niñas y las adolescentes en sus etapas evolutivas y tienden a aparecer como objetos eroticos. Y ya veras como mas de una persona todavia preguntara «¿Y que…? ¿que tiene eso de malo…?»
Hola, Rosalía. Gracias, en primer lugar, por tu aportación.
Estoy de acuerdo con todo lo que apuntas. Solo puedo añadir una experiencia parecida: recientemente anduve buscando imágenes de secretarias para no recuerdo qué y el repertorio erótico que me topé fue apabullante. Supongo que algo parecido sucederá con enfermeras y azafatas.
En cuanto a talleres para padres, me ha venido a la cabeza una iniciativa del Ayuntamiento de Portugalete. Te copio el enlace, por si te interesa: http://www.portuigualdad.info/jornadas-municipales-por-la-igualdad/taller-de-afectividad-y-masaje-infantil-para-padresç
Acabo con un mensaje de esperanza: el lenguaje sin sexismo va calando y finalmente calará; del todo calará; tarde o temprano calará. Nuestra labor es hacer que sea temprano y no tarde. Un abrazo.
[…] x ni @. Un reto complicado pero que creemos que vale la pena para que no nos quedemos nadie fuera, no tengamos que estar adivinando a quién se están refiriendo. Pero eso otro día, si no van a ser muchas polémicas para un solo […]
[…] le llega el turno a la palabra empresario, ria, que sólo en su cuarta acepción recoge (en masculino, eso sí) lo que supone más del 90 % del tejido productivo: “titular propietario o directivo de […]
[…] le llega el turno a la palabra empresario, ria, que sólo en su cuarta acepción recoge (en masculino, eso sí) lo que supone más del 90 % del tejido productivo: “titular propietario o directivo de […]
Muchas gracias por tu articulo, me encanta tu punto de vista femenino moderno, tu blog esta concientizando la web y sus visitantes. Sigue tu buena labor. Saludos desde Noruega.
[…] le llega el turno a la palabra empresario, ria, que sólo en su cuarta acepción recoge (en masculino, eso sí) lo que supone más del 90 % del tejido productivo: “titular propietario o directivo de […]
[…] […]
No me puedo creer que haya un sector, dentro del feminismo, que se entretenga con estas memeces del idioma no sexista. Lo peor de todo, es que la izquierda y parte de la derecha, ha hecho caso de estas memeces, y habla de una manera ridícula y cursi. De donde no hay, no se puede sacar. Porque para poner Escuela de Artesanía, o Colegio de Enfermería, o para escribir Señoras y señores diputados no hace falta ninguna de esas guías. O para escribir: alumno/a, o autor/a.
Y lo más alucinante es que toda esta ideología tan progre, preocupada por lo de los Reyes Magos y Reinas Magas, no ha dicho nada sobre las agresiones sexuales a mujeres en Alemania. Centenares de hombres, formando pasillos, muchos de ellos refugiados de otros países, se han dedicado a robar, sobar, violentar a mujeres. Pobres mujeres alemanas, ni una organización feminista de España ha hecho el menor comentario. Si hasta los periódicos alemanas han callado durante cuatro días.
Y esto de lo políticamente correcto es una plaga: no se puede decir que un agresor sexual es de Pakistán, o de Argelia, porque la izquierda progre de los periódicos salta, enferma de los nervios, y dice que eso es racismo. Se puede nombrar los casos de pederastia en la Iglesia católica, pero, cuidado con escribir que un extranjero ha abusado de una alemana.
Sólo hay que leer diarios oficiales, leyes, escritos en ese idioma no sexista. Es algo muy pesado y machacante de leer.
El feminismo de género, hace realidad, aquel viejo dicho machista que decía: «la mujer que piensa sola, piensa mal». Otro dicho que decía, «la mujer que sabe latín, no tiene buen fin». Habría que cambiar ese refrán y escribir: «la mujer que no sabe latín, no tiene buen fin».
Y siento mucho escribir estos comentarios, pero, lo ponen en bandeja de plata.
No tengo nada contra los extranjeros, por otro lado. Y lógicamente, hay que admitir a los refugiados que huyen de guerras horribles. Pero, las cosas hay que hacerlas bien, de manera ordenada. Y con la excusa de lo políticamente correcto, no se tratan en la prensa de temas importantes.
El delito debe ser castigado con la ley, venga de donde venga, sin importar el país de procedencia, su religión, si la tiene, o si es nacional o extanjero.
Pero, en mi opinión, lo políticamente correcto, oculta mucha hipocresía, y mucha cobardía. Algo que suele ser habitual.
El feminismo de género, y sus guías de idioma no sexista; son un disparate. Primero, porque complican mucho la lectura del idioma español, sólo hay que leer detenidamente Diarios Oficiales, y leyes. Es algo tremendamente machacante, y muy árido de leer; no me estoy inventando nada, escribo con conocimiento de causa.
Después, hay algo realmente de locura; porque el feminismo de género sabe perfectamente que con sus guías de idioma no sexista nunca va a ser admitida ninguna feminista de género, en la Real Academia Española; institución que no tiene ningún poder político, de hecho, siempre ha intentado estar fuera del alcance de los manejos de los políticos, y lo ha conseguido bastante bien.
Luego, es la pescadilla que se muerte la cola, obsesionarse por la Real Academia Española, sabiendo que nunca van a admitir lo de las guía de idioma no sexista. No es obligatorio ingresar en la Real Academia.
En la página web de la Real Academia hay libros, de autores clásicos. Uno de ellos es el del Cid. Con todo lo que está sucediendo en Alemania, en Suecia, en Finlandia; lo de leer el Mio Cid, es que viene muy bien. Hay una costumbre, muy violenta, misógina, que viene de países árabes, se llama Taharrush. Eso es machismo, y misoginia, y de forma organizada, contra las mujeres. Es algo brutal. Y lo políticamente correcto está impidiendo que en Europa se traten estos temas, de manera abierta en los medios de comunicación. No quisiera que los de Podemos llegaran nunca a la presidencia del gobierno en España.
Siempre que me meto en páginas web relacionadas con el feminismo de género, en sus diversas ramas, desde lo del idioma no sexista, lo del sangrado libre menstrual, y otras historias, me quedo atónita. Me entra siempre una sensación de neurosis, de cierto desquiciamiento, obsesión, como se quiera decir. Claro que todo ser humano siempre corre el riesgo de caer en la zona de locura. Siento opinar de esta manera, pero, es lo que estoy pensando desde hace mucho tiempo.
Claro que nadie me obliga a curiosear en páginas web de esta ideología, pero, es algo que no puedo evitar; en el castigo llevo la penitencia. Es para saber de qué pie cojea cada uno.
Y para saber si los partidos políticos en España fomentan estas neurosis, obsesiones, en mi opinión. Y, tristemente, hay que reconocer que lo hacen.
Por supuesto que hay otras páginas web que también pueden producir la misma sensación de locura, o de disparate. Pero, las sensaciones son muy personales y subjetivas. A mi juicio, hay personas que se complican la existencia, sin ninguna necesidad. Porque, son muy interesantes enciclopedias como la Historia de las mujeres en Occidente, o estudios, muy ben hechos, sobre la mujer en España, y la Sección Femenina.
Pero, hay gente, líderes de partidos políticos, en España, que van de feministas, o de feministos; y se están descubriendo lo que son realmente, porque tienen extrañas conexiones con Irán, un país, donde a las mujeres adúlteras, se las lapida, pero se las entierra en el suelo, hasta el cuello, y se las mata a pedradas. Un país donde a los homosexuales, se les pone cemento en el ano, como forma de castigo, o de tortura.
[…] intentaré no hacerlo, seguro que repetiré alguna de las ideas ya expresadas en el artículo “Lengua, sexismo y mi día a día en todo esto” publicado en este mismo blog el 4 de junio de […]
Si se puede sustituir el masculirno genérico por una expresión más general se sustituye, porque desdoblar constantemente con masculino y femenino, es algo machacan te, lían te, lioso. Ejemplos prácticos: Escuela de Artesanía, Colegio de Psicología,Colegio de Enfermería.
Ejemplo de texto retorcido, lían te, lioso: Don/Doña. El, la alumno, alumna. El Secretario, Secretaria. De donde no hay no se puede sacar. Hoy en día con los escritos por ordenador, es fácil, claro, sencillo, a mi juicio, poner, Don fulano de tal, o Doña me gana de cual, si se sabe que el susodicho es un señor, una señora, no hace falta desdoblar. Leer un certificado oficial, hoy en día, es algo imposible.
Me importa una higa lo del idioma no sexista. Es cierto que, veces ,se pueden usar expresiones más generales, como Escuela de artesanía, señoras y señores viajeros. Pero, me preocupan mucho más lo de las puertas. La gente entra y sale del trabajo, de una finca,,y, no se preocupa de las puertas
–
Las puertas de emergencia son muy especiales, hay que saber abrir con llave, porque sino, la gente sale zumbando, empuja, y, las rompe. La segunda parte viene con lo de la cerrajería, cuesta tiempo, dinero. El tema de las puertas es un mundo, muy singular. Y, esas guías de idioma no sexista, no sirven, no abren las puertas de una empresa, porque, si la puerta se rompe, el idioma ese, no sexista, y, sus guías, mejor tirarlas a la papelera, y, romperlas.
Expresiones generales, señoras y señores académicos, alumnado, profesorado, Escuela de Ingeniería, Colegio de Abogacía, señoras y señores diputados…etc.
Pero, el sentido común está para algo, si se sabe que se está escribiendo un documento oficial de un director, o de una directora, no tiene sentido, escribir, director/directora,o, viceversa, directora/director, es una forma de liar lo del idioma de una manera absurda.
Pero cuidado con las puertas, mucho cuidado, porque, o se sabe reparar una puerta que han roto, o no se sabe, y claro, tiene que ser en un tiempo razonable, y un trabajo de un profesional.
Vuelvo a escribir que me importa una higa la bobada del idioma no sexista, pero, los políticos tienen la cabeza muy dura, y esa gente, no se tiene que ocupar de ninguna puerta, ellos salen y entran, mas alguien tiene que abrir y cerrar las puertas.
En muchos locales, hay puertas, normales, de emergencia. Una puerta tiene mucho simbolismo más de lo que parece. Y, todo se acaba aprendiendo. Es todo un mundo por conocer. Puertas antiguas, modernas, giratorias.
[…] terrenos, también en el del lenguaje, de lo cual hemos dado sobrada noticia en este blog: en uno de los primerísimos artículos que publicamos y en […]
Lo de las profesiones es de traca. Ya puestos las profesiones que más dinero ganan son femeninas: futbolista, tenista, artista…
Hola Noemí,
Este artículo me abrió los ojos hace unos años, y de vez en cuando recurro de nuevo a él, cuando surje el debate, para ayudar a abrir los ojos a otra gente. Te estoy nuy agradecida.
(Qué paciencia contestando pausadamente a cada comentario).
Un abrazo.