La fábula de Concha Malpuesta
17/12/2013 en Doce Miradas
Si no lo sabéis, para esta navidad tomad nota. Tener una feminista en la familia o la pandilla levanta cualquier situación. ¿Que entre plato y plato languidece la charla? Provocad a la prima feminista. ¿Que los langostinos han quedado duros? Un buen chiste misógino y todos reirán al unísono, en cómplice fraternidad. ¿Que dos se han enzarzado por la consulta de Catalunya? Preguntad por las Femen.
En esta linea se sitúa el archiconocido yo-estoy-a-favor-de-la-igualdad-de-derechos-pero-no-soy-feminista. Un clásico del género, con el que a todas las militantes nos ha tocado lidiar en alguna ocasión.
Porque el Diálogo Antifeminista de Pacotilla, hay que saberlo, es un género en toda regla. Con sus figuras de estilo, sus tópicos, sus estructuras. Es habitual, por ejemplo, que quien provoca empiece confesando su desconocimiento (yo de feminismo no sé mucho) para a continuación hacer muestra de un aplomo a prueba de balas, convencido de que sus réplicas son originalísimas y definitivas; cuando por lo general es simplemente lo primero que se la ha pasado por la cabeza. El caso de antología es el insuperable El feminismo es lo mismo que el machismo pero al revés, cuyo autor (o autora: haylas, haylas) normalmente acompaña de una expresión satisfecha, como diciendo Ahí te he pillado, eh. Dos de cada tres Diálogos Antifeministas de Pacotilla reproducen este gag.
El yo-estoy-a-favor-de-la-igualdad-de-derechos-pero-no-soy-feminista es más sofisticado. Podría considerarse como uno de esos falsos amigos a los que se refería María Puente el otro día: parece una cosa pero es otra. Este parece una declaración a favor de la igualdad de derechos, pero en realidad es una afirmación que deslegitima la lucha por esa misma igualdad.
Decir yo-estoy-a-favor-de-la-igualdad-de-derechos es una manera elegante de no decir nada
Igualdad o derechos son términos consensuales. Pura jerga de contrato social, venida directa de la Revolución Francesa, cuya Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano era literal: reconocía derechos solo para ellos. Las mujeres tuvimos que esperar la segunda mitad del siglo XX para acceder de manera generalizada a todo lo que nuestros compañeros de revolución obtuvieron a finales del siglo XVIII. Son casi dos siglos de diferencia. Decir igualdad de derechos y punto es afirmarse en una tradición según la cual la igualdad es para los iguales y la desigualdad para los diferentes.
Marcha sobre Versalles. Jornadas revolucionarias del 5 y el 6 de octubre de 1789
Porque ¿qué significa igualdad? ¿Igualdad de partida o igualdad de llegada? ¿Igualdad formal o igualdad de circunstancias? ¿Igualdad es paridad? ¿Igualdad significa unidad, renuncia a la singularidad? ¿Y qué derechos son esos que creemos que deben ser iguales para todos? ¿Tienen las mujeres el mismo derecho que los hombres a usar libremente de su capacidad reproductiva? ¿Todas las personas tienen derecho a contraer matrimonio, con independencia del sexo de los contrayentes? ¿Y todas deben tener derecho a adoptar, con independencia de su orientación sexual? ¿Y a someterse a tratamientos de reproducción asistida? ¿Y a tratamientos hormonales? Cuando empezamos a llenar de contenido esos derechos y debatir sobre las condiciones que deben darse para que se ejerzan en igualdad, la cosa se complica.
Si estás en contra del feminismo, devuelve tus derechos
Obviedades. ¿Quiénes lucharon por el sufragio femenino? ¿Y por el reconocimiento del derecho a la interrupción del embarazo? ¿Quiénes luchan hoy de nuevo por ese derecho, cuando se ve amenazado? ¿Quiénes visibilizan la violencia de género? ¿Quiénes se manifiestan contra la esclavitud sexual? ¿Y contra la publicidad sexista? ¿Y contra la ablación del clítoris? ¿Y por la igualdad de salarios? ¿Y a favor de la ley del divorcio? ¿Y de la conciliación laboral?
Antisufragistas en Estados Unidos (1911)
A las mujeres que desprecian el movimiento feminista siempre me dan ganas de decirles que devuelvan los derechos. Que renuncien al derecho de voto, al derecho a la educación, al derecho a no ser violadas, al derecho a interrumpir el embarazo de su hija, al derecho a firmar un contrato de trabajo y abrir una cuenta bancaria, al derecho a exigir el mismo sueldo por el mismo trabajo, al derecho a reclamar medidas que garanticen un reparto igualitario de las tareas de cuidado. Que renuncien.
Los únicos movimientos que defienden los derechos de las mujeres como un objetivo en sí mismo son los que se llaman a sí mismos feministas
Más obviedades. Si hablamos de igualdad de derechos entre hombres y mujeres hablamos del resultado de la lucha histórica de grupos de mujeres organizadas que se llaman a sí mismas feministas. ¿Por qué se pretende separar a esos grupos de sus logros históricos? Para deslegitimarlos. Para que se nos olvide que ningún otro movimiento ha luchado por la igualdad de derechos entre los hombres y las mujeres. Ni el marxismo, ni el socialismo, ni el liberalismo, ni el anarquismo, ni el ecologismo, ni el nacionalismo, ni el antirracismo. Si eres mujer, tus derechos los han conseguido otras mujeres, organizadas colectivamente, que se llamaban a sí mismas feministas y que actuaban al margen (y casi siempre en contra) de las ideologías y las organizaciones políticas de su tiempo.
Manifestación por la despenalización del adulterio frente a los juzgados de Barcelona en 1976. Foto de Pilar Aymerich
Pero eso era antes. No me extiendo sobre este punto porque todos los posts de este blog contienen ejemplos de lo contrario. Afirmar que la desigualdad ya no existe es una estrategia para perpetuarla.
Solo un apunte, inevitable. Esta misma semana llega al Consejo de Ministros la propuesta de reforma de la ley del aborto que pretende sustituir la legislación anterior, basada en plazos (las mujeres pueden decidir libremente sobre la continuación de su embarazo durante las primeras 14 semanas), por otra, basada en supuestos, que limitará drásticamente la libertad de las mujeres sobre sus propios derechos reproductivos. Aunque polémica, la reforma no levanta demasiadas voces críticas en el arco parlamentario o solo de manera anecdótica. Con la que está cayendo, a quién le importa que las mujeres no puedan abortar. Si no fuera por el ruido que están metiendo las organizaciones feministas, casi podría pasar desapercibida.
La igualdad de derechos ayuda, pero no garantiza que desaparezcan los sistemas de dominación
Decir yo-estoy-a-favor-de-la-igualdad-de-derechos supone, por tanto, posicionarse en una idea formalista (y voluntariamente ingenua) de la desigualdad. Supone querer ignorar que las desigualdades más arraigadas responden a realidades estructurales; formas de organizar el mundo tan viejas y tan interiorizadas que apenas somos capaces de reconocer, que no se miden ni se cambian fácilmente, que casi nunca se dejan atrapar, que a veces ni siquiera se nombran. A diferencia de la retórica de la igualdad, que se centra en los aspectos formales, el feminismo se preocupa por las relaciones de poder y los sistemas de dominación, por los mecanismos que los sostienen, perpetúan y naturalizan.
Pongamos el caso de la maternidad. Por ley, se puede reconocer el derecho de las mujeres a ausentarse temporalmente de su puesto de trabajo, regular el plazo y las prestaciones. Pero por ley no se transforma la mentalidad de las personas. Por ley no se puede mitigar el sentimiento de culpa de las que, en ejercicio de su derecho, deciden volver en seguida a su trabajo. No se pueden controlar las normas sociales que dictan cómo debe vivirse la experiencia de la maternidad, que consideran que la responsabilidad de la madre es naturalmente mayor que la del padre y aplican diferentes varas de medir las exigencias que recaen sobre unas y otros.
El feminismo es radical siempre
Llegado este punto de la conversación, quien ha empezado con el yo-estoy-a-favor-de-la-igualdad-de-derechos-pero-no-soy-feminista, suele sentir la necesidad de aclarar: Bueno, yo con eso estoy de acuerdo, pero es que las feministas radicales… Feministas radicales somos todas. Porque no hay manera de cuestionar las relaciones de género sin cuestionarlo prácticamente todo, desde la economía (¿qué sería del modelo de trabajo industrial, basado en la jornada de ocho horas cinco días a la semana, sin la división sexual del trabajo en virtud de la cual las tareas domésticas salen gratis?) hasta el lenguaje, pasando por la ciencia o la televisión.
A esta radicalidad me refiero. La que aborda los problemas de raíz y no solo su manifestación superficial.
Che queer
Concha Malpuesta es un personaje de ficción
Siguiendo la estructura habitual de esa conversación, lo siguiente suele ser: Es que el feminismo tiene mala imagen. Volvemos al terreno de las obviedades. Tiene mala imagen porque cuestiona el status quo y quienes dominan el status quo suelen ser los mismos que controlan la formación de la opinión pública.
Para acabar, un comentario rápido sobre el argumento sexista que quiere hacer creer que el feminismo es un movimiento dogmático. Aunque muchas de sus acciones públicas se realicen a través de grupos estructurados, el feminismo no es un partido político, ni una organizacion, ni siquiera un conjunto de organizaciones. Es un punto de vista que cada cual ejerce como le da la gana.
Como se suele decir: hay tantos feminismos como feministas. En estos vídeos para Pikara Magazine Alicia Murillo y Bárbara Sánchez lo explican muy bien. Tenedlos listos en el móvil para estas fiestas. ¡Veréis qué éxito!
¿Quiénes somos las feministas? Parte 1:
http://www.youtube.com/watch?v=Xkwi56r9F64
¿Quiénes somos las feministas? Parte 2:
http://www.youtube.com/watch?v=mezbh0nlzKQ
*Concha Malpuesta es un personaje imaginado por la videoblogger Alicia Murillo. Encarna el estereotipo más extendido de la feminista como una mujer dogmática, hostil y resentida.
Foto de portada: El lugar de las mujeres es en la revolución. Autora desconocida.
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También ha habido y hay hombres, varones, como quieran llamar a las personas cuyo par de cromosomas determinantes del sexo eran o son XY; o que simplemente no son lo que en este texto se denomina como «mujeres», que han luchado por los derechos de las mujeres, o que han luchado o luchan por los derechos de la especie sin excluir a sus congéneres porque fueran o sean de diferente ambiente u origen, ya sea sexual, étnico…, de otro credo o idea, etc. Por otro lado, aclarar que hay gente que sin estar contra el sexismo apoya el aborto (en cuanto que es un método que puede servir para controlar la natalidad, lo que no siempre defiende a mujeres), véase la eugenesia cual ejemplo.
Considero que a esos hombres que lucharon por los derechos de las mujeres también los puedes llamar feministas, ningún problema, y ojalá existan muchos más.
Zorionak Ptqk!
Lo has dicho todo alto y claro. La mayoría de los derechos y libertades que tenéis las mujeres hoy en día son logros obtenidos en duras batallas, en las que tuvieron que luchar muchas otras mujeres valientes. Es de ley exigir que los devuelvan a aquellas pusilánimes que señalan con su dedo acusador a las FEMINISTAS, y cierran su discurso con un «es cosa del pasado». Lo diferente no gustaba entonces ni gusta ahora. Y mucho menos gustan aquellos que encima osan a meter ruido desde la diferencia. De todas maneras, las mujeres en constante reivindicación no sois las únicas disidentes. Hay muchos otros colectivos obligados a luchar desde la trinchera de la minoría. Pero no olvidemos que muchos pocos hacemos un mucho.
Jajajaj. Me he puesto hasta rojo reconociéndome en los comentarios. Jajajaj. La buena fé sirve como coartada? jajaj
Bien escrito. No comparto cosas; otras si.¿He de devolver mis derechos por ello? Hay que devolver la propiedad privada aunque uno la considere un cáncer social?
No quiero opinar mucho más pq parecerá que estoy rebatiendo y la verdad es que me ha gustado el artículo
BRAVAAAAAAA
Gracias por esta guía, que me pondré de fondo de pantalla del móvil para estas amenas conversaciones que se avecinan.
Echo de menos una respuesta para la manida:»¡Pues que lo llamen otra cosa! Humanismo o personismo» alegando que el feminismo quiere la superioridad de la mujer…
@Durante Questotempo.
Es verdad, hay hombres que luchan por los derechos de las mujeres. Aunque que luchen activamente y por esos derechos de forma particular, contra la forma específica de discriminación que es la discriminación sexista, hay pocos.
Insisto en lo de esa «forma específica de discriminación que es la discriminación sexista». Creo que el tuyo es el argumento «personista» al que se refiere May. De verdad que lo siento pero el Personismo es una cosa que solo se manifiesta como argumento anti-feminista. Si tienes algún ejemplo de persona o movimiento que se diga personista y actúe contra la discriminación sexista, mándalo por favor.
@Iñigo: Sí.
@Javi. Yo creo que te estás liando. Estas mujeres que se dicen no-feministas no están en contra de los derechos que tienen, están súper a favor. Están en contra de los movimientos sociales que pelean por esos derechos. Estarás de acuerdo en que es un poco de locos.
@May. Es que el argumento personista es tan… tan… eso sí que es mala fé.
Felicidades por el post. Me he sentido muy identificada porque en muchas ocasiones me he visto en la necesidad de discutir los tópico que enumeras con las argumentaciones que explicas. Ánimo!!!
Enhorabuena por este genialérrimo artículo. Desgranas todos y cada uno de los «novedosos» argumentos para intentar hundir el feminismo. Me viene muy bien ahora que se acerca la navidad y la época de reencuentros y conversaciones banales de opinología.
Por cierto, me encanta que el primer comentario sea un «pues los hombres también». Que síiii, que muchos hombres, toditos, vamos, solo se salvan los maltratadores y Gallardón, pero los demás, todos feministas, dedicados 100% a la causa, vaya. ¡Cansineo!
qué bien me he sentido leyendo este post. Precisamente el fin de semana pasado tuve que aguantar que mi propia familia dijera que soy una feminista extremista porque creo que uno de los elementos que debemos cambiar poco a poco es el lenguaje. En lugar de día del trabajador, por ejemplo, día del trabajo. En lugar del día del niño, decir el día de la infancia. Y millones de cosas más. Sobre «yo creo en la igualdad de derechos pero no soy feminista», la he tenido que oir constantemente, y me cansé y planteé un ejercicio bastante bueno: crees en el derecho de las mujeres a trabajar? crees que las mujeres tenemos el mismo derecho que los hombres para hacer o no hacer cualquier cosa? crees que somos suficientemente autonomas como para decidir cuando queremos ser madres? Crees que las mujeres podemos decidir libremente nuestra carrera profesional? Crees que los hombres también tienen responsabilidades domesticas y se deben compartir las tareas de la casa? Crees que los hombres tienen la misma responsabilidad paternal, con los derechos y obligaciones que conlleva? Crees que es positivo que, si te divorcias de tu pareja, puedas tener la custodia compartida de tus hijos o hijas? Sí respondes a todas estas preguntas afirmativamente, eres feminista. Porque un animal con cuatro patas que dice guau es un perro, aquí, en china, ahora y dentro de 100 años. O los dejas sin palabras, o se enfadarán y volveran a soltar la frasecita dichosa. Aunque me etiqueten y a veces me critiquen, muy orgullosa de definirme como feminista.
Entre todas podemos 🙂
Genial explicado, zorionak!! Y gracias por hacer un estupendo recopilatorio de cosas que unas explicamos peor y otras mejor. Este link va a ser comodín 😉
Estupendo artículo. Resume muy bién como vé la gente el feminismo y los hombres en particular.Lo peor de todo es que muchas mujeres creen que el feminismo es cosa de lesbianas y de las que no tienen pareja, ellas las » normales » piensan que yá está todo hecho. Casi ninguna conoce el artículo 28 del estatuto de los trabajadores » a igual trabajo igual salario «.Menos mal que los hombres inteligentes saben que la igualdad les beneficia a ellos también. Me sorprende que muchas mujeres sigan pensando que las opiniones de los hombres son más serias que las nuestras. Eso de : se lo preguntaré a mi marido…. se oye todavía demasiado.Siendo la mitad de la población, nuestros derechos y nuestro poder debería ser más fuerte. No queremos luchar contra ellos, sólo caminar juntos con los mismos derechos y las mismas obligaciones. Como personas. En cuanto al lenguaje, no podemos pasar ni una, ni chistes machistas, ni risitas, cero tolerancia. Queda mucho por conseguir, pero lo conseguiremos.
[…] Y le llega el turno a la palabra empresario, ria, que sólo en su cuarta acepción recoge (en masculino, eso sí) lo que supone más del 90 % del tejido productivo: “titular propietario o directivo de una industria, negocio o empresa”. Pero en realidad no sé si debo criticar este sesgo concreto de la RAE cuando, tras años de “militancia” en las organizaciones empresariales (sectoriales, geográficas, grandes y pequeñas), en ocasiones he tenido callar ante reproches que señalaban que luce más apuntarse a saraos que a cargos de representación. Sí, a algunas habría que pedirles que devuelvan sus derechos. […]