Sobre la desnaturalización de los estereotipos de género y otras cuestiones
29/09/2015 en Miradas invitadas
María Silvestre (@_mariasilca). Según dice mi perfil de twitter: socióloga, feminista y ciudadana. Son tres palabras que me definen en lo profesional, lo vital y en lo esencial. Soy profesora en la Universidad de Deusto, me gusta enseñar, investigar, aprender, escribir, leer y conversar.
Hace tiempo que les debía a mis admiradas Doce Miradas, una “mirada invitada”, y me pongo a escribir la mañana del 27 de septiembre, cuando por el rabillo del ojo ando pendiente de lo que ocurre en mi querida Catalunya. Bien podría comentar algo sobre soberanías agraviadas, discursos políticos vacuos y ciudadanías ilusionadas, desengañadas y maltrechas. Pero esta mañana, tal y como me comprometí, voy a centrar mi reflexión en comentar los resultados de un estudio del Centro Reina Sofía dados a conocer por “InfoLibre”.
¿Qué opina @_mariasilca? El 33% de los adolescentes no permiten que sus parejas vean a sus amigos http://t.co/bcvQy9sEN2 vía @_infoLibre
— Doce Miradas (@DoceMiradas) septiembre 11, 2015
Este tuit fue escrito el pasado 11 de septiembre… de nuevo Catalunya… Tengo la sensación de estar recibiendo “señales” para que escriba de otra cosa… pero voy a resistirme.
Los datos del citado estudio hablaban de un control recíproco en la pareja a través del móvil y de limitar las relaciones sociales del ser “amado/a”, hablaban de un discurso de igualdad teñido de estereotipos de género y de determinismo biológico. Vayamos por partes:
¿Por qué necesito controlar si amo?
Chicas (63%) y chicos (59%), según el estudio, controlan el móvil de su pareja. Al controlar el móvil pretenden controlar el “estado” del otro (con quién habla, de qué habla, dónde ha estado, cuál es la última foto que ha subido a Instagram…). El afán de control es un afán de posesión aprendido del mito del amor romántico que cosifica a los amantes y los transforma en poseídos/poseedores que deben defender la exclusividad de su propiedad a través de los celos, que no se entienden como una manifestación patológica de la relación ni como una falta de confianza en la pareja, sino como una manifestación de un amor exclusivo y excluyente.
Otra cuestión distinta, que no aclara el estudio, es qué uso dan chicos y chicas a ese control del móvil. Me temo que dado que la necesidad de control nace de la idea equivocada de que amar es poseer, la forma y uso de dicho control se manifestará de forma distinta en chicas y chicos, puesto que ese “amor romántico” si bien nos posee y nos hace poseedores, define muy bien los roles de género y convierte al chico en el poseído/poseedor activo (controla para imponer y castigar) y a la chica en la poseída/poseedora pasiva (controla para conocer y sufrir). Puesto que no está recogido en el informe, lo planteo como hipótesis.
Creo que es importante insistir en la pervivencia de la violencia que algunos hombres ejercen sobre las mujeres como una violencia específica, identificada, verificada y de carácter estructural, con raíces en el patriarcado y en la todavía vigente desigualdad entre mujeres y hombres. Desigualdad y violencia que persisten a pesar de que las chicas controlen el móvil de sus novios.
No me importa por qué soy diferente
Perviven los estereotipos sexistas y muchos de estos estereotipos se alimentan del determinismo biológico, camuflado a veces en los hallazgos de la neuropsicología, tratando de naturalizar las diferencias y, con ello, las desigualdades. Al margen de que discrepo de cualquier manifestación determinista (sea biológica, genética, neuropsicológica o histórica), no creo que sea un argumento legítimo para negar la reivindicación feminista de la igualdad. No me importa la razón por la que soy como soy, lo que me importa es que el hecho de ser mujer (diferencia) no se construya como desigualdad (discriminación, maltrato, violencia.) Que perviva el discurso del determinismo biológico como matiz condicionante del discurso de la igualdad, sí me preocupa. Es como si aceptáramos un gran “pero” en la vindicación de la igualdad. Y no hay peros que valgan… Por cierto… ¿cómo va lo de Catalunya?
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Lo de Catalunya muy liado, María, así va el partido.
Respecto a esto del control del móvil estuve investigando sobre el particular con mi alumnado de Berriz y Mallabia. Esa generación hoy ya estará en 2º de Bachillerato, pero en 4º de ESO, 16 años, con sus novias y novios, esa fue mi pregunta: ¿Dejas controlar el móvil a tu pareja? Será cosa de la Bizkaia profunda, pero el 100 % de las chicas afirmaron que ni se les ocurría, que su novio ni tocaba su móvil, mientras que el 100 % de los chicos tenía la actitud contraria, le dejaban a su novia el móvil como «garantía» de que no tenían nada que ocultar, de que eran las únicas. Bueno, el móvil y cualquier clave informática que pudieran pedir sus chicas, esto era así con 16 años, ¡vete tú a saber ahora!