Sexy y mandada

20/05/2014 en Doce Miradas

Acompañadme en este recorrido intelectual y sentimental por el que he transitado en las últimas semanas: una novela me ha llevado a las it girls, de ahí he pasado a las flappers y ya veremos a dónde nos lleva esta reflexión mía sobre las mujeres en la historia y en la cultura popular.

 Todo empezó con una novela

La novela es Betibú, de Claudia Piñeiro, una escritora argentina que cultiva, entre otros, el género negropolicial. Betibú es su décima novela. La publicó en 2011.

La protagonista de Betibú es Nurit Iscar, una escritora en horas bajas que tiene que aceptar un trabajo puramente alimenticio, contratada, además, por un examante que no se portó bien con ella y le puso el sobrenombre de Betibú porque, según él, se parecía a Betty Boop, el dibujo animado creado por Grim Natwick en 1930.

Betty BoopBetty Boop

(commons.wikimedia.org)

Piñeiro dedica un par de páginas a hablar de Betty Boop. Una de las amigas de la protagonista dice de ella que encarna el prototipo de mujer “sexy y mandada” y, como me ha hecho gracia la expresión, la he puesto en el título del artículo.

¿En quién se inspiró Betty Boop?

Hay quien dice que, para crear a Betty Boop, Natwick se inspiró en la actriz Helen Kane y así lo defiende Piñeiro en la novela;  hay quien dice, en cambio, que se inspiró en otra actriz: Clara Bow.

En realidad, pudo haberse inspirado en las dos, pues, además de parecerse físicamente, Kane y Bow llevaron vidas bastante paralelas.

Las dos eran neoyorkinas (Bow nació en Brooklyn y Kane en el Bronx) y coetáneas (Kane nació un año y seis días antes que Bow y murió un año y un día después), fueron tremendamente conocidas y populares en su época (Bow llegó a recibir 45.000 cartas de admiradores en un mes; en cuanto a Kane, se comercializaron muñecas que llevaban su nombre y se organizaban  concursos de imitadoras de su aspecto) y las dos se comportaban pública y privadamente de manera “escandalosa”.

Bow, además, fue la primera it girl de la historia (la empezaron a llamar así después de protagonizar la película It)  y tanto ella como Kane, por sus papeles de “marimacho” y desenvueltas, encarnaron el espíritu flapper de la época.

¿Qué fueron las flappers? ¿Qué fue de ellas?

Copio y adapto de Wikipedia una definición básica de flapper:

Flapper es un anglicismo que se utilizaba en los años 1920 para referirse a un nuevo estilo de vida de mujeres jóvenes que usaban faldas cortas, no llevaban corsé, lucían un corte de cabello especial (denominado bob cut), escuchaban música no convencional para esa época (jazz) y  también la bailaban. Usaban mucho maquillaje, bebían licores fuertes, fumaban y conducían. En general, su conducta suponía un desafío a lo que entonces se consideraba socialmente correcto.

Las flappers, además de una disidencia estética, que ha sido la que más ha perdurado, también supusieron una disidencia ética, un profundo cambio en el estilo de vida de las mujeres, porque hablaban abiertamente de sexo y de contracepción y ponían el pie en lugares públicos, lúdicos y laborales, que hasta entonces habían sido solo de y para hombres.

Pero su apuesta ética, que fue poderosa y nada desdeñable, se ha diluido, hasta perderse, diría yo, pues de ellas en el imaginario colectivo ha quedado poco más que las faldas, los collares largos y los tacones; han quedado reducidas a lo accesorio. Quizás porque su “reinado” acabó abruptamente, en 1929, con el crash de Wall Street, la subsiguiente Gran Depresión de los años 1930, su reacción conservadora y el despertar del extremismo religioso, tan dañiño todo ello para las libertades, especialmente las de las mujeres.

¿A qué os suena esto?

Salta a los ojos el pareacción susan faludiralelismo con lo que vivimos hoy en día. Por eso me he acordado irremediablemente de un libro que en su época marcó mi formación emocional: se trata de Reacción, de Susan Faludi, y habla (o hablaba, porque se publicó en Estados Unidos en 1991, hace ya un tiempecito) de esto mismo, de cómo en los años 1980 “antes de que los logros feministas llegaran a consolidarse en un auténtico cambio institucional, se desató un vasto e insidioso contraataque, en muy diversos frentes”. Uno de esos frentes, muy virulento, fue la cultura popular.

Susan Faludi, que cumple años el mismo día que yo, maneja y defiende brillantemente la tesis de que varias veces en la historia, cuando las mujeres estamos a puntito de lograrlo, de consolidar nuestro poder, ¡zasca!, viene una ola reaccionaria que vuelve a ponernos «en nuestro sitio”.

He vuelto a hojear Reacción (Backlass) y he redescubierto con sorpresa que la cuarta parte se titula “Repercusión de la reacción sobre la mente, el trabajo y el cuerpo de las mujeres” , uno de sus apartados “Los salarios de la reacción: sus repercusiones para las mujeres empleadas” y otro “Los derechos reproductivos bajo la reacción: invasión del cuerpo de la mujer”.

En fin, todo este recorrido mío ha sido para concluir en algo que ya sabíamos: que los avances en la conquista de la igualdad no han sido continuos ni lineales, que hemos conocido épocas de progreso y épocas de retroceso. Y es evidente que ahora nos toca recorrer lo ya andado y, en parte, volver a empezar. ¿Desde la casilla de salida?

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De la Margen Izquierda de la ría de Bilbao. Soy lingüista, teleadicta y peliculera. Creo, por encima de todo, en la libertad individual. No renuncio a la utopía.

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