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Los hombres que no lloraban

04/11/2014 en Miradas invitadas por Doce Miradas

Juan Carlos MeleroJuan Carlos Melero (@jcmelero) es psicólogo. Durante 25 años ha trabajado en instituciones públicas y organizaciones sociales del campo de la promoción de la salud, especialmente en la prevención de las adicciones. Aburrido de escribir al dictado, publica desde febrero de 2014 su propio blog profesional: Notas sobre drogas, salud e inclusión social. Algo más informal, publica en Tumblr Ex-Centricidades – Anotaciones a vuelapluma desde un rincón de la periferia. Desde que descubrió Instagram disfruta con la fotografía, aunque es de las personas que piensan que donde esté una palabra bien puesta, que se quiten mil imágenes.

 

Vivimos en una época definida en gran medida por la importancia (al menos teórica) concedida al mundo de las emociones. Aunque el asunto viene de lejos, hay que reconocerle a Daniel Goleman el mérito de divulgar esta dimensión humana, tradicionalmente ninguneada, con sucesivos best sellers desde que en 1995 publicara la primera edición de su archiconocido libro «Inteligencia emocional». Desde entonces proliferan los estudios, investigaciones, ensayos, programas educativos, “gimnasios emocionales”, blogs… que destacan la necesidad de que todas las personas, hombres y mujeres, establezcamos una mayor sintonía con nuestras emociones para gozar de una vida más plena.

Sin embargo, en ocasiones, sobre todo en textos dirigidos al mundo empresarial, da la sensación de que la apuesta por la «inteligencia emocional» tiene, sobre todo, un carácter instrumental. Banalizando un poco, se viene a decir: «puede que tengas un coeficiente intelectual elevado, pero como sigas siendo un zoquete emocional estás condenado al fracaso». Seguramente será cierto, sobre todo para determinadas profesiones y funciones corporativas. Pero la relevancia de las emociones va más allá del éxito profesional. Lo que está en juego es la felicidad, de la que una vida profesional más o menos brillante puede ser un ingrediente importante, pero no la clave.

Educar las emociones

La inteligencia emocional forma parte de esa batería de competencias que en el mundo del management se conocen como soft skills. Una denominación equívoca porque, en la práctica, se trata de competencias decisivas para que una persona pueda organizar su vida con una razonable capacidad de autocontrol y bienestar. Estas competencias no vienen de serie grabadas en el código genético, ni se aprenden hojeando un par de libros de autoayuda. La competencia emocional se educa desde la primera infancia. Por acción u omisión. Se educa en la familia, naturalmente. Entre otras cosas desterrando estereotipos y prejuicios que siguen manteniendo socialmente que “eso de las emociones” es cosa de chicas (salvo esa parte ya comentada que sirve, dicen, para vender más y venderse mejor). La inteligencia emocional se educa ayudando a los chicos a reconocer, experimentar y expresar su propia vida emocional. «Nenaza», «los chicos no lloran» y perlas por el estilo, todavía forman parte de la (des)educación sentimental de muchos niños que pueden acabar padeciendo de mayores serias limitaciones emocionales, y reproduciendo en sus vidas criterios discriminatorios de similar pelaje. La inteligencia emocional se educa también en la escuela que, de hecho, pocos aprendizajes podrá alentar que sean más necesarios para estimular el bienestar emocional de chicas y chicos.

doce miradas

El Lágrima, de Roberto Corralo.

Aprender a sentir

La desigualdad de género que sigue marcando en buena medida el modo en que nacemos, aprendemos, convivimos…, nos impone a menudo a los hombres un lastre emocional que condiciona nuestra capacidad para disfrutar de la vida en todas sus dimensiones. A veces basta con ver llorar a un hombre para imaginar las mil trabas que su educación ha puesto a la expresión de las emociones. ¡Esos lastimosos hipidos entrecortados, que parecen más un ronquido o un rebuzno! Más vale que eduquemos a las futuras generaciones con otro estilo, para permitir el desarrollo en chicas y chicos de una mayor intimidad con su universo emocional. De otro modo, seguiremos reproduciendo situaciones de desigualdad que, si bien se ejercen especialmente sobre las mujeres, también a los hombres nos condenan a una mutilación emocional que genera no poco malestar.

Al estilo de la risoterapia, será cuestión de organizar talleres para que los hombres aprendamos a llorar. ¡Nos quitaríamos tanta presión! Se me ocurre un título: “¡Échate una lagrimita, hombre!”.

Conversando con una mirada comprometida

28/10/2014 en Doce Miradas por Mentxu Ramilo Araujo

Aprovecho mi ronda de publicación en Doce Miradas para conversar con una persona que lleva trabajando muchos años en Euskadi, América Latina y África tejiendo redes de solidaridad y espacios de encuentro entre gentes de distintas edades, procedencias y miradas diversas de la realidad.

JuanRa

JuanRa

Juan Ramón Etxebarria Borobia (JuanRa en adelante) es uno de los ocho hermanos de la familia Etxebarria&Borobia. Nació en Urbina (Álava) y creció “asilvestrado” y ágil gracias al contacto permanente con la naturaleza. Hoy en día, los ocho hermanos cuidan de su madre, Rosario, quien con sus ochenta y ocho años, sigue siendo referente para ellos por su actitud positiva y por su sensibilidad.

Desde que conozco a JuanRa, me ha transmitido su gran pasión por las personas: escucharlas, interesarse por sus vidas, ayudar en la medida de lo posible, de manera proactiva, con discreción y atención personalizada.

JuanRa es el cura del valle de Kuartango. Un cura rural que habla con sencillez, desde el corazón y animando a la acción. En sus homilías le he oído hablar de Facebook, donde comparte con 1400 amistades de todo el mundo (me creo que sean personas conocidas de verdad) imágenes, reflexiones, lecturas, vídeos, siempre con un toque de justicia social. También tiene un blog para difundir algunas de las muchísimas presentaciones de fotografías, pinturas y reflexiones que envía por correo electrónico a sus amistades.

Sé que no le gusta demasiado que hablen de él. Pero no he dado más que unas pequeñas pinceladas, o puesto unas teselas del mosaico de su vida que, sin duda, completaríamos muchísimo mejor todas las personas que le queremos. A continuación podéis leer una versión resumida de nuestra conversación. La entrevista original espero que JuanRa se anime a compartirla en su blog.

Háblanos de tu etapa de misionero en Ecuador, JuanRa.

Con veintiséis años fui a Ecuador, donde permanecí treinta años. Vivía y trabajaba en una extensa zona, sin comunicaciones. Recorría a pie todos los caminos. Me gustaba llegar a los lugares remotos y descansar en una hamaca con una taza de café bien negro, conversando con la gente sencilla. Siempre he disfrutado escuchando a la gente humilde y sabía. Tuve la oportunidad de recorrer todas las provincias de Ecuador. Siempre me ha apasionado conocer la cultura de cada lugar, descubrir sus raíces, ir al fondo de la vida de los pueblos. Las simplificaciones y los estereotipos no me dicen nada, me aburren soberanamente.

Cuando llegué a Ecuador, nos decían los compañeros que ya llevaban años allá, que había que estar por lo menos un año en silencio, escuchando, aprendiendo, para no meter la pata y después poder ser eficaz en el trabajo. Recuerdo que me pasé más de dos años escuchando, hasta que me dijeron: “¡JuanRa, ya es hora de que empieces a hablar!” Bueno, es simplemente una anécdota. Con ello quiero decir que desde el principio me apasionó aquel estilo de vida y de trabajo, muy desde abajo, desde las gentes más pobres; en coordinación y en equipo; escuchando mucho, muy ordenado y sistemático, donde tú no eras el experto que tenía la última palabra, sino que participabas en un proyecto colectivo. Un proyecto muy utópico y, al mismo tiempo, muy real, de mucha entrega y de una catarsis profunda que supone estar en silencio, morderte la lengua y escuchar horas y horas a las personas más pobres y a los demás compañeros y compañeras del equipo. Una verdadera catarsis para quienes, desde Europa, creemos saberlo todo.

Grandes profetas y maestros orientaron este caminar nuestro, como el obispo de los indios Proaño, el pedagogo brasileño Paulo Freire con su “Pedagogía del oprimido”, Pedro Casaldáliga, Oscar Romero, Gustavo Gutiérrez, Jon Sobrino… Todos incidían en lo mismo: un proyecto de cambio profundo, de liberación. Al mismo tiempo, una metodología de mucha escucha, de caminar conjuntamente, de participación de todas las personas. Y una teología desarrollada desde abajo: la teología de la liberación. Con estos principios trabajamos haciendo comunidades y organizaciones. Se logró dar un cambio de la realidad, poco a poco. No se politizó el proceso tempranamente ni se buscó llegar aceleradamente al poder para cambiar las cosas. Pero los cambios que se están dando en Ecuador -y, también, en otros países de América Latina-, se deben, sin duda, a este trabajo largo, callado, muy de base, de las comunidades de base, de las organizaciones indígenas y de muchos grupos populares.

Grupo de Danza Montubia

Grupo de Danza Montubia

Esta cercanía a la gente y a sus raíces, me llevó a interesarme por la Cultura Montubia. El hombre y la mujer de la Costa ecuatoriana, mezcla de indio, negro y blanco, ha creado la cultura montubia. Una cultura, que tiene identidad propia, pero que, en general, ha sido desconocida y poco valorada. Hicimos con los compañeros de Manabí investigaciones sobre las manifestaciones de la cultura montubia.

Cuando estuve en Baba (Los Ríos) realizamos con la gente un trabajo muy interesante, creamos un ballet de danza montubia, que aún existe, compusimos canciones, etc. Fue todo un despertar montubio, que ha marcado un hito en Baba y en la provincia de Los Ríos.

¿Qué significa África para ti?

Quería conocer África, un viejo sueño de la infancia, para descubrir mejor las raíces del ser humano. Me interesaba acudir a las fuentes de donde surgen los valores más profundos en los que creo: la familia, la comunidad, el pueblo. Y me seducía muchísimo descubrir los colores, las formas, que en África me las imaginaba más puras y originales.

Al llegar a África, vi todo el horror y toda la violencia que es capaz de generar el ser humano. Vi campos de refugiados donde se hacinaban cientos de miles de personas, una pobreza extrema, desnutrición infantil, una represión enorme. Y todo ello, porque en esa zona hay el maldito coltán, ese mineral de los móviles y de esos aparatitos que tienen a medio mundo adormecido. Mientras en Congo y Rwanda el pueblo se desangra, las multinacionales se enriquecen; y los gobiernos poderosos del mundo sostienen esta espiral porque les viene muy bien aliarse con gobiernos represores y tener aquí a la gente absorta dándole a la maquinita sin tener conciencia de la sangre y la muerte que hay detrás.

Pero como he dicho antes, lo que me interesaba era conocer a la gente sencilla que resiste con tremenda dignidad todas esas miserias. Me interesaba conocer también a las personas que están ahí, junto a quienes más sufren, dando la vida, ayudando y sirviendo. Quería conocer cómo viven, cómo sienten, cómo piensan. Porque creo que ahí está la raíz para enfrentar los males que les acechan. Y de verdad que pude conocer aquello que me interesaba y que me ha marcado para siempre. Tengo rostros de personas, imágenes, ojos brillantes, historias, vivencias, danzas, cantos de África, guardados dentro de mí para siempre.

Acogida en Rwanda

Acogida en Rwanda

Una de las veces que fuimos a Rwanda, llegamos de noche. Al amanecer del día siguiente, vimos una multitud de mujeres con sus vestidos multicolores, sus parasoles protectores y sus bebés a la espalda, que venían danzando. Venían a darnos la bienvenida. Eran las madres de los niños y de las niñas con desnutrición, que habíamos apoyado desde Kuartango. Ellas eran un derroche de vida, de alegría y de amor. Esa imagen que se ha quedado grabada en mi retina, de la gente más pobre luchando por su vida con una hermosura profunda, ilumina mi visión de África.

Recuerdo uno de los campos de refugiados que visité en R. D. de Congo, que tenía como doscientas mil personas hacinadas. Después de ver las tiendas de campaña amontonadas, nos acogieron en una pequeña cabañita, donde estaríamos más de treinta personas apretadas y nos explicaron su vida, sus problemas y esperanzas, con tal dignidad, que desde entonces todo lo demás que hay en el mundo me parece relativo.

Me gustaría que me hablaras de tres mujeres que hayan sido referentes para ti

SILVINA CAGUA, la conocí en Pedernales (Ecuador) en el año 1980. Una mujer muy pobre, vivía en la loma de Chiquimble. Me admiraba su fortaleza, hacía carbón y caminaba horas para venderlo y atender a sus cinco hijos. Tenía unas piernas recias de caminar. Su marido, Eugenio, la mayor parte del tiempo la pasaba borracho.

Silvina formó el primer grupo con el que comenzamos las comunidades y la organización de las personas pobres. Eran sólo cuatro: tres varones y ella. No faltaba nunca a las reuniones. Casi no hablaba, pero era muy firme en el trabajo. Era la primera en aquel trabajo comunitario de una cuadra de maíz, que hicieron para formar la primera bodega comunitaria. Fue el arranque de todo un proceso de liberación de las personas más pobres de Pedernales.

La última vez que la vi estaba a punto de dar a luz a su sexto hijo. Estaba en su casa con dolores, pero tenía dificultades. Llegó Eugenio, borracho como siempre. Y Silvina le pidió que fuera a buscar una partera. Eugenio le dijo: “Anda, no me jodas, siempre has parido sola, y ahora me vienes con parteras”. Y tirada en el suelo como estaba, el marido la pateó, hasta que murió desangrada. Su niña quedó viva y fue atendida por las vecinas. A Silvina siempre la seguimos recordando en todos los encuentros y reuniones. Ella fue nuestra primera mártir de aquella tierna organización que estaba comenzando.

VILMA VÉLIZ, estoy convencido que con un grupito de mujeres como Vilma Véliz se puede cambiar el mundo. Con Vilma, que en este momento es la presidenta de la UOCASI (Unión de Organizaciones Campesinas de San Isidro, Ecuador), está garantizada la pervivencia de las comunidades de San Isidro. Aquel trabajo apasionante que llevamos todos los misioneros durante más de treinta años de creación de comunidades eclesiales de base, continúa adelante gracias a Vilma y a buen grupo de personas muy valiosas y muy convencidas.

Vilma pertenece a un gran clan familiar, muy comprometido en la creación del nuevo Ecuador. Tanto su esposo Gualberto, como sus cuatro hijos Héctor, Gualbi, Pilar y Yéssica, y ahora sus yernos, nueras, nietos, nietas, además de sus hermanos y hermanas y todos los sobrinos y sobrinas, comenzando por sus padres Félix y Zeneida que aún viven, forman parte de la comunidad de Piquigua. Viven veinticuatro horas al día de dedicación plena a la causa de la liberación de las gentes más pobres.

Reunión de Piquigua

Reunión de Piquigua

Llevan infinidad de acciones y compromisos: trabajos comunitarios, caja de ahorros, huertos orgánicos, misiones, catequesis, reuniones de la comunidad, etc., con una constancia y fidelidad grandes. Han estudiado en horas nocturnas y se han capacitado para servir mejor a su pueblo y ahora, también, muchos de ellos son profesores y profesoras en diversas instituciones educativas. Todo ello lo hacen muy en comunidad, sin renunciar en ningún instante a sus raíces y a su identidad montubia.

A Vilma la conocí cuando era muy joven, con veinte y pocos años y los cuatro hijos tiernitos. En todo encuentro, en toda reunión, yo esperaba las palabras de Vilma, porque siempre eran como una luz radiante para alumbrar los acontecimientos de la vida. Sentía que en ella se unía la clarividencia, el coraje y la ternura.

Para mí fueron treinta años apasionantes buscando caminos en la organización de las personas pobres. Haber conocido y compartido con gentes como Vilma es un regalo, cuya herencia te queda para siempre. Vilma, la verdad, era única, especial. Pero parecidas a Vilma hubo muchas, cada una con sus dotes de coraje, de entrega, de compromiso, tanto mujeres como hombres. Su organización y su comunidad continúan firmes.

Podía seguir nombrando otras mujeres, de cada una de los cuales podría relatar una larga y apasionante historia, como Enriqueta Salvatierra, Elena Bravo, Estrella Marcillo, Vicenta Vélez. Pero he querido solamente nombrar a Vilma Véliz, pues ella representa muy bien a todo un grupo de personas, en las que creímos profundamente y con quienes hicimos juntos un camino de liberación muy importante.

MUKAMANA GAUDENCE, mi visión de las mujeres africanas está mejor expresada en mis pinturas que en cualquier relato que pueda escribir. Pero mostraré con pocas palabras a nuestra mejor amiga en África, Mukamana Gaudence. El primer impacto de la profundidad de su vida lo recibes desde que la miras por primera vez. Su piel es de un negro absoluto y sobre su negrura destacan unos ojos brillantes y vivos y una dentadura totalmente blanca, de la que enseguida brota una carcajada.

Gaudence y JuanRa

Gaudence y JuanRa

La palabra gaudence significa alegría y Mukamana Gaudence es la alegría encarnada. Luego, te cuenta su vida y te quedas sobrecogido. Vivió la guerra del 94 en Rwanda. Mataron a varios familiares suyos. Huyó del país con sus padres y hermanos, vagando durante semanas por las montañas y cargando lo imprescindible sobre la cabeza. En el campo de refugiados de R. D. de Congo vivió dos años y cuando se acabaron los campos y la mayoría de las personas refugiadas regresaron a Rwanda, sus padres seguían amenazados y comenzaron huyeron al Congo. En ese momento, Gaudence decidió dedicar su vida a los más pobres de su país. Se hizo religiosa, se capacitó durante cuatro años y estudió enfermería.

Ahí fue que la conocimos y nos contagió su pasión por ayudar a la gente más pobre. Y nos la contagió, casi sin palabras, con su alegría vital. Nos dijo: “Mi alegría nace de la misión que estoy realizando, porque es engendrar la vida. Lo veo en tantos niños malnutridos que se curaron y hoy son felices, en tantos niños discapacitados: que no andaban y hoy andan; tenían epilepsia y hoy ya las crisis están controladas; los ciegos escondidos en sus casas hoy día van a la escuela; sordomudos que hoy estudian, etc. Verlos contentos, me llena el corazón. Soy feliz y la gente que sirvo son felices, a pesar de otros problemas que tengan”.

Pero la anchura de la sonrisa de Gaudence, tenía una espina clavada dentro. Sus padres, muy mayores, llevaban ya catorce años rodando por Congo, huyendo. Gaudence, venciendo ese punto profundo de repugnancia hacia la persona que amenazaba a sus padres, logró hablar con él y que desistiera de su amenaza. Se fue a Congo a buscarlos. Después de un mes recorriendo el país en camionetas, los encontró. Y regresaron a Rwanda.

Después de visitar Rwanda y haber visto una realidad trágica de niños y niñas con desnutrición, sin familia, etc., me escribieron una carta desde allá, que me tocó el corazón. No pude menos que sacar ciento cincuenta copias y repartirlas a la gente de Kuartango. Así fue naciendo nuestra colaboración y nuestro hermanamiento con Kayenzi, en Rwanda.

Cuando desde Kuartango compartimos un poco con Gaudence, para que ella pueda ayudar a los niños y niñas con desnutrición y discapacidad, comprar animales para las familias y ayudar a los niños y las niñas huérfanos o sordomudos, no estamos haciendo más que ser un poco más conscientes de las situaciones terribles de este mundo y embebernos un poco más del coraje de las mujeres ruandesas.

¿Qué actividades destacarías de todas las que realizáis en el Valle de Kuartango?

En el ámbito de la cooperación y la solidaridad, desde el movimiento “Kuartango Solidario” que va mucho más allá de la ayuda económica. Hemos podido adentrarnos en la realidad de otros pueblos, de otras culturas. Nos está ayudando a superar el miedo a lo distinto. Hoy, todas las personas que participamos en este proyecto somos interiormente más ricas. Nos ayuda a no tragarnos “las historias oficiales”. Conocemos mejor la historia que hay detrás del “coltán” y de los minerales de los móviles, la implicación de nuestros países poderosos en las injusticias que allá se viven.

Organizamos lo que llamamos “Noviembre: mes solidario en Kuartango”. En 2013 lo dedicamos a conocer y profundizar sobre el continente africano: charlas sobre África, talleres lúdicos, con toda la gente y, también, con el alumnado de la Ikastola y con los grupos de mayores, terminando con la cena solidaria. Y en 2014 queremos conocer y comprometernos con el Comercio Justo. El cambio que queremos conseguir comienza en nuestras decisiones: cambiando los hábitos de consumo, exigiendo relaciones comerciales más justas y equitativas.

Cada año también acogemos a “Las Voces del Sur”, nos han visitado personas inmigrantes de Ecuador, Perú, Angola, Rwanda y compartimos con ellas sus experiencias profundas de vida y de trabajo y nuestras inquietudes y deseos de superarnos.

Llevamos todas estas actividades coordinadamente con todas las instituciones que componen el Valle de Kuartango. Nos reunimos permanentemente representantes del Ayuntamiento, la trabajadora social, la animadora sociocultural, la Iglesia, Cáritas, la asociación sociocultural, para ponernos de acuerdo y coordinar todos los proyectos.

Con Marieli y Jesús (Cáritas) en el homenaje a Sebastiana por sus 100 años Foto: Luis Salgado

JuanRa con Marieli y Jesús (Cáritas) en el homenaje a Sebastiana por sus 100 años Foto: Luis Salgado

Además, mantenemos encuentros habituales dinamizados por Cáritas con las personas mayores del Valle. En estas reuniones se recogen experiencias, historias. Se habla un poco de todo. La gente se ha ido soltando y cogiendo confianza. Terminó resultándome muy interesante. Fui componiendo para mí el tupido árbol genealógico de Kuartango y rellenándolo de anécdotas.

Entre las iniciativas que hemos desarrollado con las personas mayores destacaría, la recogida de miles de fotografías antiguas, un sencillo juego que aún continúa y no sabemos hasta dónde llegará. El objetivo era documentar la imagen hasta el último detalle. Podíamos tirarnos horas con una foto. Salían historias, anécdotas y personajes detrás de cada foto. Parecía que aquel trozo de papel en blanco y negro empezaba a coger movimiento como una película.

Nos pareció que todo este bagaje no podía quedar oculto. Así que decidimos difundirlo: en una exposición (permanente en las paredes del Ayuntamiento de Kuartango), con un vídeo disponible en Youtube y grabado en un DVD. Y estamos terminando  un libro fotográfico y literario: El ayer y el hoy de Kuartango realizado con las contribuciones de más de treinta personas mayores de Kuartango con las que nos reunimos y que escriben el libro con la pluma del corazón. Ellas son las autoras intelectuales de todo este trabajo.

Otro de los grandes hallazgos que hemos tenido en Kuartango, y que también ha nacido de una idea muy simple, son los encuentros intergeneracionales. Nos reunimos un día las personas mayores con las niñas, niños y adolescentes, quienes, después de un año de ensayos, mostraron a sus mayores los bailes que estaban aprendiendo. Y las personas mayores echaron a volar sus recuerdos y rescataron historias, cuentos, canciones y juegos de su infancia. Fue un intercambio entrañable y simpático. Al año siguiente, otros grupos y generaciones del Valle, sintieron envidia sana y quisieron participar. Y desde entonces no ha dejado de crecer la participación. Este encuentro tiene magia, todo el mundo pone lo mejor de sí.

Además de viajar, aprender y escuchar a las personas, otra de tus pasiones es la pintura. ¿Cómo comenzaste a pintar?

Primeros dibujos

Primeros dibujos

Todas estas vivencias que estoy contando de Ecuador fueron las que desataron en mí un deseo de dibujar y de pintar. Empecé con un lápiz y un rotulador de punta fina. Llegaba de las visitas del campo, de las reuniones, de las misiones, a casa, de noche, y a la luz de la vela, me ponía a dibujar. A expresar la realidad que veían mis ojos, el trabajo esclavo de las haciendas, la explotación de los patrones y de los comerciantes. Pero, sobre todo, con los dibujos trataba de exponer los sueños y proyectos que mostraban los hombres y las mujeres del campo en aquellas reuniones casi clandestinas.

Además, esta gente sencilla, muchas veces analfabeta, expresaba sus ideales con una alegría contagiosa, que yo trataba de revelar en aquellos dibujos rudimentarios, pero que luego los exponíamos en las mismas reuniones y despertaban muchas reflexiones y comentarios sabrosos. Me tocó colaborar en cantidad de folletos y publicaciones populares, donde el dibujo era un arma pedagógica de mucha fuerza. Hice varias colecciones de postales con pinturas naifs muy simples y mensajes utópicos, que expresaban muy bien el contenido de nuestros trabajos y vivencias con la gente.

Recuerdo el primer encargo que me hicieron: hacer los dibujos para un libro de alfabetización, basado en la pedagogía de Paulo Freire, que se basaba en palabras generadoras y arrancaba cada tema con un dibujo de la realidad, que se analizaba entre todas las personas alfabetizadas. Recuerdo los primeros dibujos: la casa, el machete, el agua, el trabajo, etc. Y otro encargo que me hicieron, las ilustraciones para un libro de oraciones populares. Con el tema del nacimiento de un bebé, me imaginé la fuerza de la vida, de la sexualidad, de la pareja, en aquel entorno profundamente vitalista y tropical. Me pareció que la pintura era mágica.

Alguien podrá pensar que estoy hablando de una pintura profesional, pero era la cosa más simple del mundo. Dibujos infantiles, ingenuos, para mostrar la vida de la gente: el trabajo esclavo de las haciendas, la explotación del comercio, la familia, la vida de la comunidad, las casitas de caña sobre postes de madera, etc. El mérito que tenían no era la perfección de los trazos, sino que quizás eran los únicos dibujos que mostraban la realidad de la Costa ecuatoriana, que estábamos profundamente empeñados en transformar.

Mosaico de Peli Romarategui

Mosaico de Peli Romarategui

La primera experiencia de la magia del dibujo y de la pintura, la tuve al día siguiente de llegar a Ecuador. Llegué un 19 de abril de 1977 a Guayaquil. Vinieron los compañeros a recibirme y viajamos más de diez horas para llegar a Bahía de Caráquez, en la provincia de Manabí. En Bahía, me recibió Peli Romarategui, al que ya había conocido en Vitoria. A la mañana siguiente me invitó a su taller. Era un local inmenso, con miles de tarros llenos de pequeñas teselas de mosaico y de vidrios de colores. Y en el centro del taller, unas grandes mesas donde Peli hacía mosaicos y vitrales. Esa posibilidad de grabar la vida de la gente, sus luchas y esperanzas, en un mural, me pareció algo mágico.

Siempre me iba al taller a ver a Peli hacer sus obras de arte y a ayudarle. El trabajo de las personas misioneras creando comunidades y proyectos de liberación con las personas más pobres; y Peli plasmando estos sueños utópicos en sus murales, me parecía una síntesis muy sugestiva. Peli y el embrujo de sus murales influyeron fuertemente en mi decisión de dedicarme a la pintura.

La vida y el trabajo de Peli siempre me han parecido apasionantes. Llenó Ecuador de obras de arte, tenía predilección por dejar su arte en los lugares más pobres. Los compañeros del grupo me encargaron recoger su vida y sus obras en un libro, que se tituló: “Ecuador, la cara oculta de la belleza. Vida y obra artística del misionero vasco Peli Romarategui”.

En un momento decidí permanecer tres años en Vitoria, para estudiar pintura. Hice la carrera de ilustración. Quería tener herramientas para expresar más profundamente la esencia de la vida. Desde entonces he seguido aprendiendo con distintos pintores.

Acuarela Solidaria

Acuarela Solidaria

Cuéntanos qué pretendes con tus Acuarelas Solidarias

Aquel sueño, que venía desde la infancia, de conocer África, que cumplí hace cinco años, no pude menos de plasmarlo con la pintura. Quizás en estos trazos se expresa algo de aquel niño que soñaba con África: la aventura, el misterio, lo lejano. África era lo que había imaginado y muchísimo más, era un mundo nuevo, distinto de Latinoamérica, los colores, la luz, los olores. El alma de sus gentes. Sus valores, también.

Tuve la gran oportunidad de presentar las pinturas africanas dentro de todo un proyecto solidario. La primera exposición de las pinturas fue en Donosti al celebrar el décimo aniversario de la muerte del misionero vasco Isidro Uzkudun, que pagó con su vida la entrega al pueblo ruandés en junio de 2000. De ahí vinieron diversas exposiciones en los tres territorios de Gipuzkoa, Bizkaia y Araba. Y todas ellas dentro de proyectos o campañas solidarias.

¿Por qué pintas generalmente figuras femeninas en tus acuarelas?

Acuarela Solidaria

Acuarela Solidaria

Es lo que hay: ellas son el motor de la vida cotidiana en los poblados. Cuando haces algo para mejorar la vida de la gente, una reunión sobre la escuela, la organización de la comunidad, la atención a los niños y las niñas con desnutrición o una fiesta para celebrar los avances de la comunidad, el noventa por ciento de las participantes son mujeres.

Trato de mostrar a estas mujeres, que yo las veo hermosas, orgullosas, serenas. Por eso, las muestro caminando, llevando su bebé a la espalda, transportando una carga en la cabeza. El movimiento, la danza, el color, ese halo de luz que ellas arrastran, quiere indicar la marcha del continente africano hacia la libertad.

Ése es mi desafío: mostrar la esperanza que hay en África. O dicho de otra manera, reflejar a las personas que, frente a las tragedias que viven, ofrecen dignidad y resistencia. Esa África es real, existe. Yo la he visto, y la veo. Esa África es posible. Y lo será más claramente si logramos una justa distribución de la riqueza.

Con estas pinturas deseo que afloren las sensaciones vitales y solidarias que nos aporta del continente africano. Esperanza sí, pero con justicia.

Eres una persona muy inquieta y activa ¿Qué otros proyectos tienes en mente?

Libro "El corazón de África"

Libro «El corazón de África»

Libro "Pinturas para la Utopía"

Libro «Pinturas para la Utopía»

He preparado un par de libros digitales. Uno se titula “Imágenes para la utopía desde Ecuador” y el otro “El corazón de África. Acuarelas solidarias”. Como ya lo dicen los títulos, ambos recogen algunas de mis pinturas, a las que he puesto comentarios y explicaciones, mostrando cómo veo la realidad de estos países desde una visión utópica, artística y solidaria. Me gustaría editarlos en papel, como una forma de compartir con mucha gente, que yo sé que piensa y siente igual. Vamos a ver si se puede.

Siempre me ha interesado el tema de la cultura de cada pueblo. En Ecuador, me he acercado, en los diversos lugares que estado, al tema de la Cultura Montubia. Ahora quiero hacer algunos estudios en Antropología, para tener mejores herramientas a la hora investigar y profundizar en las raíces culturales.

Sigo bastante dedicado a la pintura. Cada vez más personas, como tú Mentxu, se interesan por mis acuarelas solidarias. Así que tengo que pintar, algo que me encanta hacer. Es una forma de expresar valores y sentimientos, en los que creo profundamente. Me han hecho propuestas de exposiciones y proyectos solidarios. Y siento que aún me falta mucho por hacer.

Sí, JuanRa, me encantan tus acuarelas. ¡Muchas gracias por compartir en este blog tu mirada y tu experiencia de vida!

Y tú, querida mirada lectora, si has llegado hasta aquí y te apetece, puedes compartir, vía comentarios, qué proyectos tienes en mente para escuchar, mirar y construir realidades que transformen tu vida, tu entorno más cercano y/o tu entorno más lejano para lograr que tu vida y otras vidas merezcan la pena ser vividas, en igualdad y con justicia social.

Ya sois iguales ¿qué más queréis?

21/10/2014 en Miradas invitadas por Doce Miradas

Iñigo LaExteriores 056marca es ahora Ararteko en funciones, 10 años después de que fuera nombrado Defensor del Pueblo Vasco allá por 2004. En el desempeño de su responsabilidad al frente de la Oficina del Ararteko, Lamarca ha puesto particular énfasis en la evaluación de las políticas públicas, en la defensa de los derechos sociales, de la inclusión y cohesión sociales, y del respeto a la diversidad y la diferencia, así como en la atención y protección de los colectivos que tienen obstáculos o algún elemento de vulnerabilidad para ejercer en términos de igualdad sus derechos.

 

Esta expresión la he oído alguna vez en ocasiones en los que ciertos hombres se sienten en condiciones de hablar desde lo más profundo de su pensamiento y cargan contra las demandas de igualdad real entre mujeres y hombres con el argumento de que aquéllas ya son iguales ¿Qué más quieren?- braman a modo de corolario de su razonamiento corto desprovisto de datos.

La Constitución española tuvo el gran acierto de distinguir entre la igualdad formal ante la ley y la igualdad real y efectiva. Dice el artículo 14 de la citada carta magna que todas las personas somos iguales sin que quepa discriminación alguna por razón de sexo, raza, nacimiento, religión, opinión o cualquier otra circunstancia personal o social (es decir, orientación sexual, identidad de género, pertenencia a una minoría cultural, etc.) Pero hay una disposición anterior, la novena, que proclama la igualdad real y efectiva entre todas las personas para lo cual fija un deber para todos los poderes públicos: remover los obstáculos que impidan ejercer plenamente ese derecho. De aquí deriva la obligación de que existan políticas públicas eficaces con el fin de derribar los obstáculos que están impidiendo el derecho a la igualdad real y efectiva de las mujeres.

Hay numerosos datos estadísticos que sostienen las afirmaciones que voy a formular seguidamente y por tanto no veo necesario aportar información. Me voy a centrar en el ámbito laboral, en el que las mujeres tienen empleos más precarios, salarios más bajos, y tienen más dificultades para acceder a puestos directivos. Las fotografías de las reuniones de los consejos de administración de las empresas más importantes del Ibex 35 de la Bolsa resultan demoledoras: la presencia de las mujeres es insignificante. Pero también lo es en las reuniones del Ecofin europeo, del Foro Anual de Davos, del G-20, del Consejo de Seguridad de la ONU, de los mediadores y verificadores del proceso de paz de Euskadi, de los defensores del pueblo o de los rectores. Es cierto que se han producido avances pero la ocupación de puestos de la máxima responsabilidad en el mundo de la empresa, de cargos públicos de alta relevancia o la promoción interna en el ámbito laboral-profesional es todavía, en gran medida, cosa de hombres. Y, sin embargo, en los estudios universitarios o en las oposiciones muchas mujeres están obteniendo resultados magníficos, en numerosas ocasiones superiores, en términos porcentuales, a los de los hombres. La pregunta correcta no es, pues, ¿qué más quieren? sino ¿qué está fallando?

Ministros de Hacienda y presidentes de bancos del G20. Fuente: RTVE

Ministros de Hacienda y presidentes de bancos del G20. Fuente: RTVE

A mi modo de ver, no están funcionando debidamente dos ámbitos que son esenciales para la consecución de la igualdad real y efectiva para las mujeres. El primero de ello es el relativo a la educación en valores. Hay que reconocer que en la escuela se han producido avances muy importantes y que la Administración educativa vasca, junto con los berritzegunes y con los excelentes maestras y maestros, profesoras y profesores que trabajan en las escuelas vascas, ha creado programas y materiales para incidir en la promoción de los valores de igualdad. Pero no es suficiente a la luz de los datos que arrojó el informe sobre valores del Ararteko en 2009. El sexismo y los roles de género siguen estando presentes, en un porcentaje muy significativo, en los valores y en la visión del mundo de nuestros niños, niñas y adolescentes en la Euskadi del siglo XXI.

El citado informe analiza, además de ofrecer datos de un amplio cuestionario hecho a niños y niñas de entre 8 y 16 años, las vías de transmisión de valores y concluye que de los cuatro ámbitos que inciden claramente en la transmisión y aprendizaje de valores (a saber, la familia, la escuela, los grupos de iguales –amigos y compañeros de escuela y de actividades extraescolares-, y los medios de comunicación y el mundo de internet y de los videojuegos) la familia sigue ocupando un papel central.

Hay que reconocer que desde las políticas públicas no se puede intervenir en el ámbito privado de las familias, pero hoy día hay dos elementos que forman parte de las familias, con los que los niños y las niñas interactúan más, en muchos casos, que con sus padres o madres: la televisión e internet. Es seguro que los poderes públicos pueden hacer más para que los contenidos de los programas televisivos, de los dibujos animados, de los videojuegos, o de las páginas web erradiquen por completo cualquier signo de sexismo y de machismo y, por el contrario, promuevan valores de igualdad entre mujeres y hombres. Se me podrá objetar que en la inmensa mayoría de los casos esos contenidos son creados por empresas privadas y que el mercado es libre para hacer lo que quiera. Contraargumentaré diciendo que los poderes públicos pueden –y deben- condicionar la actividad de las empresas privadas en el ámbito que estamos comentando poniendo límites mediante la ley, regulando las emisiones de contenidos que pueden visionar los menores de edad, introduciendo en las políticas fiscales la variable del respeto y promoción del valor de la igualdad entre mujeres y hombres, mediante la política de subvenciones, etc.

Resulta, por otra parte, muy importante (por el efecto que tiene en la pedagogía social) que las mujeres ocupen el lugar que les corresponde en ámbitos de fuerte impacto social: me refiero al deporte y a las fiestas populares. Se puede y se debe hacer más para que los niños y niñas vean que es tan importante, por lo que a su presencia mediática, pública y social se refiere, una deportista o un equipo femenino que un deportista o un equipo masculino. Soy consciente de que el fútbol practicado por hombres acapara un porcentaje muy elevado del espacio social y mediático que tiene el deporte, pero seguro que se puede hacer más para darles mayor proyección social y mediática a las mujeres deportistas.

En el espacio público de las fiestas de los pueblos y ciudades se visibiliza ante los chavales y chavalas el papel que los hombres y las mujeres desempeñan en la sociedad. Si las mujeres no pueden portar una escopeta, tocar el tambor o participar en una comida popular, difícilmente podrán, en el imaginario que van construyendo los menores de edad, ocupar un lugar equiparable a los hombres en la familia, en la empresa o en las instituciones públicas.

Me he referido anteriormente a dos ámbitos muy importantes para la igualdad entre mujeres y hombres. Podríamos seguir hablando del primero de ellos, pero no me quiero extender mucho y deseo abordar el segundo de ellos. Se trata de la conciliación entre la vida familiar y personal y la laboral. Es constatable que, aun cuando muchos padres de las generaciones jóvenes han asumido con ganas –o se muestran dispuestos a hacerlo- las tareas derivadas de la corresponsabilidad parental, todavía son las madres las que se ocupan, en una proporción mayor, de la crianza de los hijos e hijas. Ello repercute negativamente en las condiciones laborales de muchas mujeres. En el campo del trabajo por cuenta ajena, abundan las contrataciones a tiempo parcial, o no se opta a puestos de responsabilidad. Por lo que se refiere a las profesionales autónomas o empresarias, cabe decir que en muchas ocasiones se sacrifica la maternidad o la progresión profesional o se reducen los ingresos y las posibilidades de crecimiento empresarial o profesional por la limitación de la jornada laboral para hacerla compatible con la vida familiar.

El Ararteko ha hecho público recientemente un informe extraordinario sobre las políticas familiares, en el que la conciliación ocupa un lugar central. Se analizan las políticas públicas de otros países y se formulan propuestas concretas para mejorar las condiciones de la conciliación, relacionadas con los permisos de maternidad y paternidad, con las escuelas infantiles de 0 a 3 años, con el cuidado y la crianza de los niños/as, con las políticas fiscales, etc. Debiéramos asumir que la crianza de los niños y niñas, como ocurre en muchas tribus sabias de África, es responsabilidad de toda la comunidad, de toda la sociedad, por tanto de cada uno de nosotros y nosotras a través de una herramienta fantástica creada en la Europa del Estado social: las políticas públicas.

entremujeres.clarin.org

Fuente: entremujeres.clarin.org

El trabajo en pro de la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres no se circunscribe a los ámbitos a los que me he referido en los párrafos precedentes. Me propongo finalizar esta colaboración para no superar una extensión razonable, pero no quiero dejar de mencionar, en relación con el derecho a la igualdad real y efectiva de las mujeres, los siguientes temas: la violencia machista, abominable y terrorífica o terrorista; la necesidad de poner más medios para la investigación y el tratamiento de determinadas enfermedades (la fibromialgia, la fatiga crónica y algunas de las denominadas enfermedades raras) que afectan sobre todo a las mujeres; el porqué de la casi invisibilidad de las mujeres lesbianas en el foro público; la necesidad de garantizar la libertad y la autodeterminación de las mujeres en relación con los embarazos, permitiendo el aborto según una ley de plazos y profundizando en la educación sexual; o las cuantías insuficientes de las pensiones de la gran mayoría de las mujeres mayores.

Y quiero también mencionar la necesidad de trabajar en el campo de la defensa de los derechos más básicos de las mujeres en muchísimos países del mundo donde su dignidad es mancillada y pisoteada cada día, donde viven en condiciones de semiesclavitud o donde se practica el feminicidio. España debería ser más activa en esta materia en los foros europeos e internacionales y debería, en el plano interno, ampliar y facilitar el derecho de asilo para las activistas o las mujeres amenazadas de muerte o que son perseguidas.

Deseo felicitar, finalmente, a las mujeres que gestionan este magnífico blog y agradecerles que me hayan ofrecido aportar a Doce Miradas esta colaboración.

¿Para qué estudiamos las mujeres?

14/10/2014 en Doce Miradas por Arantxa Sainz de Murieta

Mujeres en la universidad

En ocasiones, me sorprendo –y creo que no soy la única- al escuchar ciertas conversaciones sobre la “innegable situación de igualdad” alcanzada por las mujeres en las últimas décadas. Los estereotipos de género han quedado obsoletos, el reparto de tareas en el hogar es equilibrado, las mujeres accedemos a las carreras universitarias que deseamos y desarrollamos nuestra carrera profesional con éxito, si así lo deseamos. He de confesar que más de una vez he sentido muchísima pereza al tener que (des)argumentar ante afirmaciones hechas con tanto desparpajo.

Si todo esto pertenece al presente, si creemos que los estereotipos de género han quedado obsoletos, me gustaría acercarme al pasado y repasar los imaginarios sociales de hace 30 años. Seguro que sólo con visualizar alguna película o spot publicitario de aquel momento reconocemos atributos asociados a hombres y mujeres.

Por ejemplo, ella se encargaba de los cuidados de la casa y los niños, él desempeñaba labores técnicas y de fuerza en el hogar; ella se (pre)ocupaba de las relaciones familiares y sociales, él ofrecía estabilidad económica y tomaba las decisiones importantes; ella poseía buenas habilidades comunicativas, él capacidad intelectual y de razonamiento; ella era discreta, prudente, sumisa y obediente, él era dominante, independiente, atrevido y competitivo; a ella le pertenecía la esfera privada y le resultaba difícil tomar control de sus emociones, a él le pertenecía la esfera pública, el éxito y la fuerza emocional; ella personificaba la retaguardia, él la vanguardia. ¿Podemos coincidir en este reparto?

Es gratificante y esperanzador observar el gran avance logrado por la mujer en lo que se refiere al acceso a estudios universitarios. Si la educación es la palanca para el cambio social, observemos entonces si persiste el sesgo de género en la elección de estudios y cómo influyen los estereotipos en la elección de las carreras denominadas “femeninas” o “masculinas”. Según datos ofrecidos por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, del total del alumnado matriculado en el curso 2013-2014 -casi 1.200.000 personas- un 55,32% son mujeres. Sin embargo, esta escalada del acceso femenino a la universidad no conlleva una distribución homogénea en matriculaciones por ámbito de estudio universitario. El total de estudios universitarios se estructura en torno a ocho ámbitos diferenciados; cada ámbito lo conforma una serie de carreras asociadas:

  • El ámbito de la (I) Educación es el de mayor presencia femenina, con un porcentaje que asciende al 78,44% de las matriculaciones. Si nos fijamos en los estudios educativos para la Formación de docentes de enseñanza infantil, el porcentaje se dispara hasta un estrepitoso 94%. Con este dato tan contundente podríamos establecer una relación directa entre el estereotipo asignado a la mujer, en cuanto a la dedicación y educación de los niños, y la elección de su profesión. Este es un dato ofrecido por el Ministerio pero resulta fácilmente contrastable si hacemos un escaneo rápido a los profesionales de los centros escolares de nuestro alrededor. Son mayoritariamente mujeres excepto en los puestos de dirección, informática y mantenimiento del centro.
  • El ámbito de (II) Salud y Servicios Sociales ocupa el segundo lugar en mayor número de matriculaciones de mujeres (71,88%). A las aulas de la carrera de Trabajo Social concurren, en su mayoría, mujeres (81,94%); algo parecido ocurre en las aulas de la carrera de Enfermería (79,54%). Este dato refuerza la hipótesis de relación entre estereotipos de género y elección de estudios universitarios. La sensibilidad ante los problemas de las personas más desfavorecidas y los cuidados de las personas que conforman el hogar, pequeños, mayores y enfermos, son atributos asociados al género femenino.
  • En el ámbito de las (III) Artes y Humanidades el 60,44% de las matrículas formalizadas son femeninas. En esta rama, las carreras más demandadas por las mujeres son Diseño (70,69%) y Bellas Artes (69,06%); las menos demandadas Historia y Arqueología (34,49%). Volviendo a los estereotipos femeninos, podemos afirmar que también los aspectos relacionados con la belleza, la armonía, la observación y la estética ejercen una potente atracción a la hora de que las mujeres se decanten por unas u otras carreras. ¿Alguien cree que todo esto es una cuestión de capacidades? ¿O de gustos?
  • Sigamos con los datos. El ámbito con mayor equilibrio en matriculaciones por sexo es el de las (IV) Ciencias Sociales, Educación Comercial y Derecho, en el que el porcentaje de mujeres matriculadas es del 56,27%. Entre todas las carreras que pertenecen a este ámbito, Periodismo e Información es la de mayor afluencia de mujeres (69,80%) y Economía la de menor afluencia (41,26%). Recordemos “ella habilidades comunicativas, él capacidad de razonamiento”.
  • También el ámbito de la (V) Agricultura y Veterinaria presenta unos índices de matriculaciones homogéneos (46,52%); sin embargo, hay un dato que destaca y es el de la carrera de Veterinaria en el que el porcentaje de matriculación de mujeres se eleva al 70,09%. Volvemos a la preocupación por ayudar, a los cuidados y la salud, en este caso animal.
  • Esta tendencia al alza en la elección de estudios universitarios se rompe en el ámbito de las (VI) Ciencias, en el que el número de mujeres matriculadas desciende al 36,15%. Pudiera parecer que el rigor y la intelectualidad no va bien con el género femenino; tampoco parece que las mujeres estemos capacitadas para desenvolvernos con algoritmos o lenguajes de programación, como se desprende del poco atractivo que tiene la carrera de Ciencias de la computación, a la que tan sólo asiste un 12,86% de mujeres. Aprovecho la fecha de hoy, 14 de Octubre, para celebrar el Día de Ada Lovelace, matemática británica reconocida como la primera programadora.
  • Y la caída es todavía mayor en el ámbito de la (VII) Ingeniería, Industria y Construcción, en el que la presencia femenina alcanza el 27,71%. Es indudable que a muchas mujeres les abruma la presencia altamente masculina en estas opciones profesionales; las programaciones sociales, construidas a través de mensajes directos e indirectos, hacen que una mujer se sienta fuera de lugar cuando aspira a profesiones tradicionalmente masculinas. Haciendo un ejercicio de inversión, en términos generales los hombres que optan por estudios “femeninos” son quienes ostentan los cargos de mayor responsabilidad cuando acceden al mercado laboral. Nada que ver con la realidad de las mujeres.
  • Por último, en la categoría de (VIII) Servicios, llama poderosamente la atención que sólo un 18,42% de mujeres opta por estudios universitarios en torno a Deportes. Estoy por creer que las mujeres no tenemos condiciones para la actividad física. Volvemos a “ella debilidad, él fuerza física; ella pierde el control de las emociones, él personifica la fortaleza”. Es notorio que los deportes femeninos tienen un peso e impacto inferior a los masculinos, incluso en la misma categoría. Si, además, echamos un ojo a los entrenadores, son mayoritariamente hombres aunque las entrenadas sean mujeres. Y, por lo que parece, a nadie le sorprende.

Ustedes disculpen pero, al hilo deportivo, me viene a la cabeza las declaraciones de Toni Nadal, entrenador de Rafa Nadal, sobre la incomodidad de tener a una mujer, Gala León, como capitana de la Copa Davis. Ahí queda eso.

Ahora, 30 años después, estos son los datos y que cada cual saque sus propias conclusiones. ¿Creemos de verdad que los estereotipos de género han quedado obsoletos? ¿Pensamos que no influyen en la elección de los estudios? ¿De verdad desarrollamos nuestra carrera profesional como queremos? ¿Alguien ha oído hablar alguna vez de los techos de cristal?

Emprender siendo mujer

07/10/2014 en Miradas invitadas por Doce Miradas

Jone ZugazagaJone Zugazaga es diseñadora (de superficies y gráfica) e ilustradora. Licenciada en Bellas Artes por la UPV/EHU, ha trabajado como diseñadora gráfica y creativa durante años. Hace 4 años se embarcó en un nuevo proyecto laboral como freelance en diseño gráfico. Sus trabajos y proyectos han ido evolucionando y hace 2 años inauguró un nuevo espacio creativo llamado Dubidibú en Vitoria-Gasteiz.

No es un secreto que os diga que siendo mujer, el mercado laboral te sorprende con ciertas dificultades, pero cuando una decide ser mujer y empresaria a la vez… ¡eso ya es la monda!

Después de trabajar y aprender mucho trabajando como diseñadora gráfica y creativa en diferentes empresas, tuve muy claro que la  forma de expresarme mediante mis creaciones era muy particular y estaba muy definida. Fue entonces cuando empecé a soñar con lo que hoy en día es una realidad.

Cuando las cosas se tuercen y prefieres volver por el camino recorrido para coger otro diferente que crees que te hará más feliz, eso se llama apostar fuerte y ser valiente. Y eso es lo que decidí hace años: apostar primero por mí, por mis capacidades y por mis sueños. ¡¡Un aplauso!! Plas, plas, plas.

Empecé trabajando desde casa como diseñadora gráfica y con el tiempo aposté más fuerte aún y abrí un jonezugazagapequeño estudio creativo en la Calle Pintorería, 52 de Vitoria-Gasteiz con el nombre Dubidibú (www.dubidibu.com). En este rincón trabajo como diseñadora gráfica y de superficies delante de mi ordenador e imparto talleres creativos mientras expongo y vendo ropa, complementos y creaciones propias y de otras mujeres diseñadoras y artesanas. ¿Por qué mujeres? Por el mismo motivo que elegí el nombre Dubidibú: porque me da la gana. Porque valoro nuestras capacidades creativas y porque apuesto por trabajar en red, por crear conexiones en clave femenina y por tejer redes de solidaridad entre nosotras. Olvidándonos de alguna manera de la palabra “autónoma” que nos sumerge muchas veces en un individualismo que nos afecta más que enriquece, y trabajar la in(ter)dependencia como nueva forma de tejer nuevas formas de desarrollo laboral. ¡¡Otro aplauso!! Plas, plas, plas.

El camino a recorrer está siendo divertido, intenso, difícil , enriquecedor, satisfactorio… y así, como ilustradora que soy, os dejo un vídeo ilustrado que describe en clave de humor y esquemáticamente mi andadura como mujer emprendedora. Con altibajos, con miedos y alegrías, pero sobre todo… con ganas.

¿Oye… Y por qué Dubidibú? ¡No lo van saber pronunciar! ¡Es muy complicado! Du…di…bu….di…. ¡me rindo!. Lo explico: “Dubi” porque es divertido, creativo, tiene vida, movimiento… y “dibú” de “dibujo”. Dubidibú. Si lo dices tres veces, sale sólo. Inténtalo.

MultitaskingY así, tres veces seguiditas, como quien pide un deseo pronunciando las palabras mágicas, repito día a día “¡Dubidibú, Dubidibú, Dubidibú!”. Cruzando los dedos para poder seguir adelante, diciendo “virgencitaquemequedecomoestoyomejor”,  creyendo que el constante proceso “ensayo/error” es un aprendizaje acelerado que no te ofrece ni el mejor Máster del mundo, y sobre todo… desarrollándome como mujer, laboral y personalmente y sobre todo creyendo en mí como persona. Consciente de estar participando en la creación y construcción de una nueva era laboral “en femenino”, que necesita de píldoras de positividad, dosis de paciencia, chutes de colaboración y gotitas diarias para enriquecernos también por dentro, sin olvidarnos de cuidarnos a nosotras mismas. ¡¡Otro aplauso!! Plas, plas, plas.

¿Y por qué me aplaudo? Porque aunque en el camino he encontrado apoyo, comprensión, colaboración y estupend@s acompañantes de aventura, yo me lo he guisado, yo me lo estoy comiendo y yo misma me felicito. Así que me sigo animando con aplausos dirigidos a mí misma. Plas, plas, plas.

 

La ley del unicornio o cuando la palabra mujer se usa para ocultarnos

30/09/2014 en Doce Miradas por Lorena Fernández

¿Conocéis la ley del unicornio? La primera vez que yo tuve conocimiento de este particular principio pensé que vendría asociada a que en determinados ámbitos somos como animales mitológicos: ni estamos ni se nos espera. Pero no… tira más bien para otro lado. Fue formulada a través de un tuit por la tecnóloga Emma Jane Hogbin y dice lo siguiente:

If you are a woman in Open Source, you will eventually give a talk about being a woman in Open Source.

Si eres una mujer en el mundo del software libre, es muy probable que impartas una charla sobre ser una mujer en el mundo del software libre.

Y ahí que mi cabecita se rompe en dos, con la usual dicotomía que se me presenta en estos terrenos. Porque, si das la charla, mejoras la visibilidad de las mujeres en ese ámbito. Pero… ¿realmente estás ocupando el lugar que quieres ocupar? Es decir, el de experta en tecnología no por tu sexo sino por tus conocimientos o por tus aptitudes. Por no hablar de los congresos que aprovechan esto para rellenar con mujeres su cartel, en vez de que estén allí para hablar de la temática central del mismo.

Esto mismo lo vi más claro recientemente con el nombramiento de la nueva directora de la BBC: Rona Fairhead. Sí, porque tiene un nombre: Rona Fairhead. Y es que en la mayoría de medios se obvió esa parte (además de su espectacular currículum), quedando oculta bajo el titular de «Una mujer dirigirá por primera vez la BBC«. Por no hablar de los que optaron por definirla basándose en su descendencia: «Mother of three poised to lead the BBC«. ¿Os imagináis estos mismos titulares con hombres como protagonistas?

Titular de The Telegraph

Titular de The Telegraph

Buscando en el principal buscador de internet la frase «primera mujer», fijaos cuáles han sido los resultados sugeridos por el mismo (para echarse a llorar):

google

Entonces me he puesto a pensar en cómo la etiqueta mujer ha sido usada en nuestra contra a lo largo del tiempo. Antes como “mujer de…” para ocultarnos tras un hombre y ahora como “la primera mujer en… ” para ocultar nuestras capacidades. Porque de hecho, muchas personas aún usan esto como arma arrojadiza indicando que ese mérito o respeto es solo porque se trata de una mujer.

Por supuesto, para romper con la ley del unicornio, no hay que dejar de luchar por los derechos de las mujeres. Cuantos más espacios públicos ocupemos, mejor. Pero tendremos que estar alerta sobre los espacios que nos ganamos y que, sin embargo, parece que nos dan por ser mujer y no por nuestras capacidades. La próxima vez, intentaré no preguntar a una mujer qué se siente al ser mujer en su desempeño laboral en vez de interesarme directamente por lo que hace y cómo lo hace. Escribir o hablar sobre esas mujeres no es malo. Lo malo es que directamente digamos que lo hacemos porque son mujeres y obviemos sus capacidades.

La mirada cómic-a de Pernan Goñi

23/09/2014 en Miradas invitadas por Doce Miradas

Pernan Soy Pernan Goñi, @pernan, un dibujante freelance que vive y trabaja en Bilbao. Me gustan la pintura y el dibujo, los fanzines y los temas de innovación social. Mi labor consiste en idear y conceptualizar historias basadas en imágenes, realizar graphic recordings, dibujar ideas en reuniones, desarrollar story-boards y animaciones, participar proactivamente en proyectos donde el lenguaje visual sea importante. He realizado trabajos para EiTB, Lan Ekintza-Bilbao, Gobierno Vasco, Museo Guggenheim Bilbao… Y también para un montón de amigas y amigos que lucen sus caricaturas por las redes sociales.

 

Por @Pernan

Bechdel Test – Por @Pernan

 

Martxismo – @Pernan(en) eskutik

(Traducción libre del cómic “Postmoderno Xelebreak / Matxismoa)
Las cuitas de los jóvenes postmodernos
Aventuras y desventuras de artistas que fuimos a Bellas Artes hace tiempo
MACHISMO

Entre los estudiantes de Audiovisuales, los chicos quieren ser directores de cine y las chicas, actrices.

Las mujeres tienen menos oportunidades en el mundo del arte, ya que en un momento de su vida dejan el arte para formar una familia.

Las tías buenas son la obra de arte más grande del mundo.

Las chicas vienen a estudiar Bellas Artes para pillar con un marchante o galerista rico.

En Historia del Arte no damos trabajos de mujeres porque las labores del hogar no son interesantes.

Follar con las de Bellas Artes es más fácil que con las otras.

Sí, sí, alumnos y profesores de Bellas Artes nos regalaron con estas perlas no hace tanto.

Tengo un plan

16/09/2014 en Doce Miradas por Pilar Kaltzada

Con la llegada de septiembre, me enfrento a mi reválida. Quedé en dibujar, y en recorrer, mi particular Ruta de la Igualdad, ¿recordáis? (Supongo que no: han pasado muchas cosas desde entonces. Aquí está mi compromiso: «Navajas de doble filo«).

El caso es que creo que he suspendido, o en el mejor de los casos, voy por un aprobado raspado.

Los objetivos que me fijé en este plan eran, a priori, sencillos de conseguir, porque me propuse a mí misma dejar de tirar balones fuera y analizar qué cosas puedo hacer y / o dejar de hacer para que, al menos en mi entorno, las desigualdades que tanto me molestan se reduzcan y crezcan, en paralelo, espacios de respeto e igualdad. Ya sabéis: se trataba de fijarme más en lo que puedo hacer que en lo que los demás no hacen, y de ponerme manos a la obra para cambiar el pequeño trocito de mundo en el que habito. Si sólo depende de mí, me dije, nada me impide cambiarlo.

Error.

No había contado con una de las fuerzas físicas más potentes que existen: la inercia. Si recuerdo un poco de lo que aprendí en física, los cuerpos tienden a m317806_4722649061481_67290471_nantener su posición (ya sea movimiento, ya sea reposo) de forma natural, y sólo una fuerza externa puede hacer que esta tendencia cambie. ¿Es la mera voluntad una fuerza suficiente para hacernos modificar nuestra posición? A veces sí, y a veces no. Vivimos en un tiempo en el que se ha magnificado la voluntad; se nos habla de que “querer es poder” cuando en muchas ocasiones, hace falta mucho más que la fuerza de nuestros riñones para mover las cosas. Ciertos cambios pesan mucho, y necesitan de la contribución de muchos riñones. 

Éste es mi Informe de progreso. 

Me está costando mucho deshacerme del sentido de “responsabilidad” mal entendido. Es un enanito saltarín que llevo encima de mi hombro derecho, y me engaña constantemente. Me dice que tengo que poder con todo («¡qué menos!»), que merece la pena llegar reventada a la cama si has sido capaz de cumplir con una sonrisa con las dobles jornadas. Me engaña y me torea, porque me hace sentir culpable si me regalo un par de horas de tiempo para mí, para cuidarme o para abandonarme a mi suerte, qué más da. Este dichoso enanito vive a gusto en la inercia y en mi hombro.

Convivo con dos pre-adstop-beauty-madness-belleza-como-combatirla-1olescentes chicas, y también ahí, qué queréis que os diga, me veo regular, a punto del suspenso. ¿Les acompaño a comprar ropa a esas tiendas diseñadas por psicópatas del photoshop? ¿Me siento frente a los escaparates con una pancarta para denunciar las tallas imposibles? (Esta campaña merece un vistazo: #stopthebeautymadness, me parece). ¿Les invito a que experimenten con su libertad de horarios y espacios en las fiestas del pueblo, a pesar de saber que los riesgos son reales, o me camuflo detrás de las farolas para vigilarlas? Juntas hemos aprendido a descifrar algunos códigos muy evidentes, como los estereotipos de las series de televisión y de la publicidad, pero cada vez que cazamos uno, lo debatimos, lo criticamos y cambiamos de canal, ¡zas!: nos encontramos otra barbaridad aún mayor. ¿Suprimimos la televisión, Youtube e Instagram de nuestras vidas? 

Son sólo dos de mis asignaturas. Tengo más, pero no quiero aburrir a nadie.

«¡Es la inercia, estúpida!». No es suficiente querer que, a igual responsabilidad, mujeres y hombres tengamos  igual salario; lo dice la Comisión Europea, ojo.  No es suficiente querer que reconozcan nuestra valía profesional para evitar que nos pregunten de forma sistemática cómo vamos a resolver nuestros (sic) conflictos familiares y domésticos en las entrevistas de trabajo. (Para muestra, un botón). No basta con cumplir a rajatabla el horario laboral cuando las decisiones se toman, por inercia, con una copa tras una cena el viernes. No es suficiente querer estudiar cuando la religión que gobierna mi país dictamina que las chicas no podemos acceder a la escuela. (¿Sabe alguien qué ha pasado con las niñas secuestradas en Nigeria o, en su defecto, cuándo dejó de importarnos?) No basta con querer jugar a fútbol para que nos acepten en el equipo del colegio. No es suficiente pensar que toda esta basura publicitaria es vomitiva para que retiren estos anuncios. (Gracias, Arantxa, por ponerlo tan clarito: Mujer y Publicidad)

Cuando la posición es cómoda, cuando todo a nuestro alrededor nos lleva a dejar las cosas como están, la voluntad individual es condición necesaria, pero no suficiente. Yo al menos, me muevo bien con las listas de tareas que concretan la voluntad en hechos… Soy fan de las listas, e incondicional de los hechos. 

Por eso, estoy diseñando un Plan de Acción. Por el momento está en fase borrador, pero ya contiene cuatro acciones concretas de obligado cumplimiento, por mucho que insistan mis enanitos. A saber.

  • Voy a ser egoísta dos veces al día. Voy a pensar en mí. En mis prioridades, en lo que quiero y en lo que me mueve por dentro. Dedicaré un rato cada día a perderme en mis interiores, y ya veremos si se cae el mundo. Igual resulta que esa responsabilidad es, simplemente, otra forma de engaño. Dos veces al día, «capitana de mi alma».

  • Voy a ser intransigente las 24 horas del día. Ni un sólo comentario machista o denigrante para mí, ni para las mujeres que pasan a mi lado. Intentaré extender esta intransigencia a todas las mujeres, a todos esos «cómo os ponéis por tonterías». A veces será sencillo, y bastará con decir “eso que comentas resulta hiriente para muchas mujeres, o al menos, lo es para mí”. Otras veces habrá que levantarse de una reunión, por ejemplo, cuando alguien te mire a ti para servir el café. Iré perfeccionando el “modo respuesta” para que resulte constructivo, pero me propongo escapar, para siempre, del silencio cómplice.

  • Voy a dotarme de un detector de violencias. Las de alta intensidad me escandalizan (como a cualquier persona, hombre o mujer, que merezca denominarse como tal), pero existen infinitas expresiones violentas que la inercia ha ido disfrazando a lo largo del tiempo, y me resultan casi invisibles. Violencia es «cosificar» a las mujeres, equiparar mujer con cuerpo, con ama de casa, con pareja de tal, con … Violencia será, a partir de este momento, todas esas situaciones en la que una deja de ser quien un ser entero para convertirse en la etiqueta obligada de nadie. (El informe de la UE me dará algunas pistas).

  • No voy a consumir productos que me ignoran, insultan, denigran o faltan al respeto. Y voy a hacer todo lo que esté en mi mano para que nadie más lo haga. Atención señoras y señores  creativos: algunas «gracias» no tienen ni gota de gracia. Ni el modelo de coche en colores femeninos que incorpora un asa especial para el bolso (sic), ni los yogures probióticos que me consideran enferma una vez al mes.

La lista de acciones irá creciendo. Tendré que cambiar cosas, moverlas de sitio. Dicen que para generar un movimiento sólo hay que empezar a moverse. Que las cosas se cambian cambiándolas. Necesitaré aplicar una fuerza extra para vencer la inercia. Se me ocurre que muchas mujeres juntas podríamos hacer una lista aún más larga, aún más potente, y de paso, un mundo mejor.

Y se me ocurre que muchos hombres querrán echar una mano.

Si me ayudáis con esta lista y pedaleando, es posible que el próximo septiembre tenga alguna respuesta más para las muchas preguntas que me seguiré haciendo.

Éste es mi plan: «Change«, Tracy Chapman

No somos culpables de nuestras violaciones

09/09/2014 en Miradas invitadas por Doce Miradas

Belén PeraltaBelén Peralta, , comenzó como locutora y redactora en la Cadena SER en 1984 y, a partir de ahí, ha desarrollado toda su carrera profesional en torno al mundo de la comunicación y el periodismo, siendo los estudios de género uno de los temas en los que se ha especializado. En la actualidad se encuentra escribiendo su próxima novela, Olor a tarta de manzana, y prepara un proyecto para crear una gestora cultural, La Alquería, que prestará especial atención a las mujeres maltratadas y en riesgo de exclusión social, entre otros colectivos.

Poco podía imaginarme que el día en que comenté en mi Facebook un fragmento de las desafortunadas declaraciones del alcalde de Valladolid, -Francisco Javier León de la Riva (Valladolid, 1945)- sobre las agresiones sexuales a mujeres, se originaría tal cúmulo de opiniones y un debate vivo, abierto, y repleto de testimonios de chicas que habían vivido en silencio, algunas, como yo, durante muchos años, el viento de su desgracia, como le ocurrió a la cándida Eréndira de García Márquez.

Sensaciones encontradas
violencia contra las mujres Doce Miradas

Esto produjo en mí sensaciones encontradas. Por un lado, me sentía felizmente abrumada por la respuesta que se generó y que provocó una ola de empatía entre todas las mujeres que aportaban testimonios, y aquellos y aquellas que leían y comentaban. Eso sí, el porcentaje masculino era tristemente muy inferior al femenino, no sé -o no quiero pensar- por qué. Se supone que este tema tan doloroso, tan triste, también debe afectarles a ellos ya que las atacadas son sus mujeres, sus hijas, hermanas o amigas. Pero también por un simple sentimiento de empatía. Sin embargo, solamente fueron tres o cuatro hombres los que comentaron y dieron al “Me gusta”, siendo la mayoría abrumadoramente femenina. Me dio la impresión de que, en este tema, como ocurre en tantos otros, seguimos luchando solas. Unidas unas a otras, sí, de forma colectiva, pero sin el apoyo de los hombres. Son compañeros de vida (padres, hijos, hermanos, amigos, pareja), y nos sirve su opinión. A mí, al menos, me interesa.
Decía que esta avalancha de comentarios relatando duras experiencias de agresiones sexuales me provocó sensaciones encontradas. Si la primera fue de satisfacción por el debate que se abrió y la empatía que se palpaba, la otra fue de desolación absoluta. Era sobrecogedor leer uno, tres, siete y más testimonios de mujeres que un día vieron cómo se les atacaba en su libertad, no solo sexual sino personal, es decir, a todos los niveles.

Agredida sexualmente
Yo misma fui protagonista de una agresión sexual en forma de intento de violación a manos de dos desgraciados indeseables. Tenía 18 años y trabajaba en la radio, en la cadena SER como locutora. Era muy temprano cuando me encaminaba hacia la emisora por una calle desierta -aunque daba a la avenida principal de la ciudad- y todavía estaba oscuro. Dos tíos repugnantes me atacaron por detrás y me agarraron de las muñecas mientras uno de ellos me desabrochó el pantalón y empezó a bajármelo junto con la ropa interior. El otro, mientras, me obligó a ponerle mi mano sobre sus genitales que estallaban por debajo de su vaquero. El siguiente paso, obviamente, hubiera sido la violación de no ser porque, a pesar de que el pánico me atenazaba, logré sacar fuerzas de no sé aún dónde -la adrenalina es lo que tiene- y pegué un alarido horripilante, horrísono. El terror, el espanto, se me escapaba en esos momentos por la boca. Y debí hacerlo de maravilla, porque aquellos dos cerdos salieron pitando por un callejón adyacente. No conseguí verles el rostro, ni la ropa, ni prácticamente pude fijarme en su complexión. Solamente recuerdo que uno de ellos era rubio, o al menos, así me lo pareció. Sé que eran jóvenes, poco más. Eso pasó a las ocho menos cuarto de la mañana y eran las dos de la tarde y aún tenía las señales en las muñecas y el horror instalado en mi cuerpo. Porque eso sí, tiré hacia adelante y seguí hacia la emisora, donde cumplí con mi jornada laboral. Cometí un error tremendo que ahora no hubiera repetido. La inexperiencia de mis por aquel entonces 18 años hizo que, como no había posibilidad de identificarlos, desechara la idea de la denuncia. Craso error. Por pocos datos que hubiera dado, considero imprescindible no callarse, denunciar, primero por la posibilidad de poder atrapar a esta gentuza, pero además porque así ayudas a otras mujeres y evitas futuras agresiones. Jamás sabré si volvieron a atacar a alguna otra chica. Espero que no.
El contar mi caso en Facebook, al hilo de las declaraciones del alcalde de Valladolid en el que a las mujeres nos tacha poco menos de incitadoras de agresiones sexuales -reales o inventadas-, provocó una avalancha de comentarios y testimonios, algunos de ellos realmente estremecedores. Uno de los contertulios masculinos me impactó con su comentario, que venía a decir que no podía imaginarse que hubieran tantos casos de agresiones sexuales en su entorno, que tenía conocimientos de estos casos a través de los medios de comunicación, pero que no se figuraba que tantas mujeres hubieran sufrido esta desgraciada situación y que no se conocieran sus historias.

Mi catarata de reflexiones sobre el tema
Mujer, denuncia tu violación.Esto provocó en mí varias reflexiones: ¿por qué callan las mujeres ante este tipo de ataques? ¿O realmente no callan pero los medios no se hacen tanto eco como debieran e invisibilizan estas situaciones en la medida que les es posible? ¿Cuándo dejarán algunas mentes -no ya retrógradas, sino cavernícolas- de acusar a la víctima y no al violador? Porque no he contado un “pequeño” detalle: lo primero que me preguntó mi novio fue que qué ropa llevaba puesta. Lo miré con asombro y le dije: “Unos pantalones vaqueros y una camisa ancha de manga corta”. Creo que jamás debí contestarle, sino mirarle con desprecio, darme media vuelta y decirle adiós para siempre. Quizá lo hice porque tenía 18 años. Ahora, con 47, afirmo que no me volvería a pasar. Las víctimas no somos culpables de nuestras violaciones, que les quede claro a los y las que piensan así. Sí, por desgracia también hay mujeres que lo creen. Aunque parezca inaudito.

Venciste, mujer, con no dejarte vencer

02/09/2014 en Doce Miradas por Begoña Marañón

Las mujeres del Valle de Hushé, una región de alta montaña del norte de Pakistán, aceptan la tiranía de la sociedad en la que viven como un antojo imperturbable del destino. Se levantan a las cuatro de la mañana y sus días se extienden sin aliento durante dieciocho horas sin fin. Suyo es el cuidado de niños y ancianos, el del campo y el ganado. También la recogida y el transporte del agua.

1 ibon azpilikueta

Fotografía de Ibon Azpilikueta

Baltistan Fundazioa —ONG de cooperación internacional al desarrollo impulsada por montañeros vascos en recuerdo de Félix Iñurrategi— lleva muchos años impulsando el desarrollo integral de las personas de esta comunidad, con especial hincapié en sus mujeres. El objetivo es que éstas adquieran conciencia de sus derechos y comiencen a ejercerlos. Que ese destino imperturbable cambie. Y mi objetivo hoy es acercaros la labor que esta organización desarrolla allí.

El Valle de Hushé es una zona de viviendas frágiles que habitualmente sólo disponen de una habitación compartida por todos los miembros de la familia: abuelos, padres e hijos. Sus habitantes viven de una agricultura de supervivencia basada en el cultivo del trigo, la producción de verduras para el autoconsumo, albaricoques y algunas otras frutas. “Son las mujeres las que soportan el mayor peso de esta economía; agricultura y ganadería son atendidas por ellas, así como las personas ancianas, niñas y niños”, relata Sarai Martín, responsable de Género de Baltistan Fundazioa.

Fotografía de Ibon Azpilikueta

En una sociedad que casa a sus hijas a los doce años y que desalienta a las familias para que no las envíen al colegio, en Baltistan Fundazioa saben que la educación es precisamente la llave de su presente y su futuro. De ahí la importancia de los centros de mujeres que promueven en la zona con el objetivo de ofrecerles formación, facilitar reuniones y otras actividades colectivas sobre agricultura, higiene, nutrición, manualidades… Lugares en los que poner en común sus necesidades y también sus sueños. En los que aprender a progresar en su autonomía y crecimiento personal para poder liberarse de los valores tradicionales y conservadores que rigen sus vidas.

3 Centro de formación de mujeres en Machulo

Centro de formación de mujeres en Machulo. Fotografía de Xabier Bañuelos

Nada mejor para profundizar en lo que estos centros están haciendo posible que conocer la historia de algunas de estas mujeres que han cambiado su destino gracias a ellos. Mujeres llenas de coraje y valentía, que no se han dejado vencer. Próximamente se editará un libro con sus historias, no con sus fotografías: no pueden ser fotografiadas ni su imagen pueden ser reconocida en los medios. Van ahora algunas pinceladas de la vida de cinco de ellas; suficiente para dibujar la crudeza de su realidad.

Haleema es la más joven. Su historia se desarrolla en el umbral de la pobreza. Con 13 años estudia tercero de Bachillerato y cuida del ganado: la base de la economía familiar. Inteligente y trabajadora, sus asignaturas favoritas son el urdu y el inglés, idioma que aprovecha para practicar si algún turista llega a la aldea. Ahora su sueño es convertirse en profesora y todo lo que necesita para conseguirlo es que alguien la siga guiando en ese camino que ha emprendido para cambiar su destino.

Zubaida tiene 23 años y, a diferencia del resto de las chicas del valle, está muy preparada. Su padre, propietario de una tienda, quiso que sus hijos alcanzaran la educación que él no había tenido. Un medio que los alejara de la pobreza. Lamentablemente, su muerte temprana hizo que su hija tuviera que asumir las responsabilidades domésticas, impidiendo que continuara con sus estudios superiores. Pronto, a pesar de la oposición de su propia madre, Zubaida abrió una tienda de mujeres: una habitación alquilada en la calle principal. Una calle donde hasta la fecha sólo los hombres habían abierto tiendas. Más tarde supo de las clases de costura y punto de Baltistan Fundazioa, y hoy día se gana la vida bordando y es una mujer de referencia en su pueblo.

Kulsum, 55 años, se casó a los 10 con su primo Haji Ali, que entonces tenía 12. Dio a luz a cinco hijas y dos hijos. Sólo tres de ellos sobrevivieron. Una de sus hijas murió siendo un bebé de meses, el mayor de los varones murió a los siete y el pequeño a los tres. En el primer aniversario de su muerte, su marido se casó con otra mujer porque ella ya no podía darle otro varón para llevar el apellido de la familia. Tras una vida dedicada al campo y a la crianza de sus hijos, hoy día Kulsum es una de las primeras mujeres con plaza en el Consejo del Valle; algo poco habitual en una sociedad regida por hombres, cuyas normas desalientan a las mujeres a participar en política, frenando así su desarrollo y avance.

La vida de Zakia Bi, 60 años, es una historia de sufrimiento y lucha que ella misma resume como de una esclava. A Zakia Bi la casaron con 12 y tuvo dos niños y una niña. A costa de saltarse una comida diaria, pudo proporcionales la educación que ella no había conocido. Gracias a la formación de sus hijos, la situación económico-familiar —siempre unida al procesamiento del albaricoque— fue mejorando sustancialmente, hasta que el primero de ellos murió de cáncer y la vida dio un giro. Cinco años más tarde lo hizo el segundo y poco después, su marido… Su vida iba a la deriva hasta que BF la ayudó a crear su propio vivero con más de 33 albaricoqueros. Zakia Bi pudo alcanzar un imposible.

4 curso de secado del albarocoque

Curso de secado del albaricoque

Abida Khatoon es un claro ejemplo de valentía y fuerza interior. A pesar de que, vivió su infancia confinada en una pequeña habitación debido a la poliomielitis que pasó a los 5 años, llegó a educarse y auto-empoderarse, contribuyendo de forma muy activa a la economía familiar. Fue su padre quien hizo que recibiera clases con el sastre del pueblo; también fue él quien —tras mucho sacrificio y esfuerzo— le compró una máquina de coser. Ella tenía 16 años y, desde entonces, su costura se convirtió en una valiosa fuente de ingresos para la familia. El apoyo de BF le permitió contratar y formar a otras mujeres en labores de corte y confección, empoderándolas para convertirse en miembros activos de su sociedad.

5 mujeres cocinando en Machulo

Mujeres cocinando en Machulo

Uno de los mayores éxitos conseguidos por Baltistan Fundazioa ha sido que las mujeres contribuyan a la economía familiar creando sus propios negocios. Sólo por esta aportación económica que realizan y no por el convencimiento de que es su derecho, la sociedad en general y los hombres en particular, van dejando espacio a las mujeres, permitiéndoles acceder a la educación y a los centros de mujeres. Un rayo de luz al final del túnel.

Desde este nuevo empoderamiento, las mujeres podrán a continuación implicarse en la política local y ser ellas mismas quienes desde este nuevo status promuevan la independencia político-social de las mujeres en sus comunidades.

Ya lo dijo Calderón de la Barca en el siglo XVII: “Venciste, mujer. Con no dejarte vencer”.

Mi agradecimiento a Sarai Martín y Jon Mancisidor.