Não basta dialogar: é preciso concretizar
20/10/2015 en Doce Miradas
No recuerdo la fecha exacta, pero sé que hace muchos años de aquel viaje. De hecho, fue en el siglo pasado. Lisboa estaba hermosa y decadente (como hoy). Y era un ciudad reivindicativa, «en la lucha», como nos gustaba decir entonces. Los tranvías lucían viejos y en sus laterales, y en las banderolas del alumbrado público de la Plaza del Comercio, un slogan que aquellos días hacía furor me cautivó:«Não basta dialogar: é preciso concretizar». Vagamente recuerdo que se trataba de una negociación sobre los derechos laborales, entonces bastante pisoteados (como hoy).
Nota al margen: si alguien pudiese decirme cómo hacerme con uno de esos carteles, le quedaré muy agradecida.
Si trasladamos esta llamada a la concreción al tema que nos ocupa, a la igualdad de entre mujeres y hombres, aquella frase tiene pleno sentido. Tengo la impresión de que en muchas ocasiones nos enzarzamos en una dialéctica eterna sobre motivos o excusas que perpetúan las desigualdades, y que, agotadas en esta dialéctica, llegamos exhaustas al momento de concretar. O abandonamos el viaje a medio camino, sin lanzarnos a dar el paso que ayude a avanzar de forma eficaz. Ya lo decía Ernest Hemingway: «Never mistake motion for action».
Somos la generación bisagra que debió heredar de la anterior la igualdad entre hombres y mujeres (gracias a la lucha de ellas, dicho sea de paso), y que sin embargo todavía no puede darla por lograda, y menos aún, asegurársela a la siguiente generación. Me fijo sobre todo en nuestra realidad inmediata, en lo más cercano, aunque soy consciente de que esta afirmación no sirve en gran parte del mundo.
El testigo se nos ha ido cayendo de las manos en esta larga, larga carrera. Hemos avanzado en el plano formal, y hemos avanzado mucho (frente a la falta de derechos de nuestras madres, por ejemplo), pero el subsuelo de esa igualdad plastificada sigue en precario equilibrio sobre las arenas movedizas del patriarcado.
Recuerdo lo que dijo el astronauta Buzz Aldrin hace unos años, cuando le preguntaron si el futuro que imaginaba cuando pisó la luna se parece a la realidad: «Me prometisteis colonias en Marte. Y, en lugar de eso, tengo Facebook». Algo parecido siento yo.
¿Concretamos?
Una pregunta muy sencilla: ¿La desigualdad es un tema central para esta sociedad? O mejor aún: ¿La desigualdad es un tema central para ti? Si la respuesta es no, acabo aquí mismo este escrito: caso cerrado. Pero si contestamos “sí”, deberemos demostrarlo en medidas concretas.
Y por abrir el melón de lo concreto, aquí van algunas ideas:
• Para quienes tienen la responsabilidad de organizar nuestro dinero y ponerlo al servicio del bien común. Sin recursos, los objetivos políticos son papel mojado. Dotarlos de recursos no garantiza el éxito, pero no hacerlo es garantía del más estrepitoso de los fracasos. Necesitamos una perspectiva de género que garantice la coherencia de las dotaciones presupuestarias. Coherencia y números que la soporten, euros contantes y sonantes, porque los cada vez más exiguos presupuestos para «mujeres» (¡qué desatino denominarlo así!) son insuficientes para avanzar en la destrucción de las desigualdades latentes en todos los ámbitos públicos. Si queremos más mujeres en Ciencia, será el presupuesto de Ciencia el que tenga que dotar esas iniciativas, no la cada vez más diminuta bolsita de dinero para la “promoción de la igualdad”.
Si os apetece ver un algunos ejemplos concretos y un análisis sobre esta cuestión, podéis echar un vistazo al manifiesto–propuesta realizado por más de 70 asociaciones feministas con motivo de la presentación de la propuesta de presupuestos generales del Estado en agosto de este año.
• Para quienes pueden ayudar a construir, desde otras bases, una sociedad igualitaria: familias, profesorado, comunidad educativa, medios de comunicación, etc., (y por lo tanto, yo misma me incluyo entre las estructuras señaladas con el dedo). No somos meras correas de transmisión; tenemos una gran responsabilidad y no podemos delegarla en leyes, normas o prohibiciones.
– No consumamos entonces productos televisivos basura, que banalizan o directamente insultan a las mujeres al convertirlas en trozos de carne en alquiler. (Tantos ejemplos… )
– Fomentemos la diversidad de oportunidades en las aulas; necesitamos hombres psicólogos y profesores, tanto como mujeres ingenieras y torneras. Necesitamos que todos y todas ejerciten, desde la igualdad, su derecho a ser diferentes.
– En casa, no alentemos los roles que llevamos tatuados en el cerebro; luchemos contra ellos. Ni las mujeres nacemos sabiendo planchar, ni ellos disponen de cualidades intrínsecas para reparar un enchufe.
Por si no queda suficientemente claro, insisto: no se trata de adoctrinar, sino de ofrecer herramientas para que las y los jóvenes piensen y actúen desde el respeto para con los otros y para con ellos mismas. Para que, desde esta igualdad real, podamos ser diferentes.
• Para cada uno de nosotros y nosotras: atrévete, atrevámonos a dar un paso al frente.
– Pinchemos las burbujas del supuesto “humor inocente”.
Contemos y recontemos en voz alta para denunciar que las mujeres no estamos representadas como nos corresponde en la esfera pública. (mirad de qué manera gráfica tan clara se puede ver en este vídeo)
– Hazte un regalo: ponte unas gafas moradas. Recuerda que no son un mero complemento, que son la manera de ver, de ser y de estar que necesitas para entender que lo que vemos no es lo que existe, que hay una realidad mucho más diversa, rica, divertida y completa esperando a ser descubierta y mostrada.
– Haznos a todos y a todas un regalo: ayúdanos a completar esta lista. Ya seas hombre, ya seas mujer, puedes elegir qué hacer y qué dejar de hacer. Desde la denuncia a la propuesta, desde la determinación a la acción. ¿Nos ayudas?
Bonus track:
Concretar significa avanzar. Paso a paso. Atreverse a hacerlo. Mirar al frente y disfrutar del nuevo paisaje, porque eres capaz de dejar atrás el recuerdo de las veces en las que retrocediste. O recordar las veces que tuviste el valor de hacerlo. Como hoy.
Pilar Kaltzada
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Hola Pili, me quedo con todas las propuestas de concreción y acción. Sin acción, pequeña o grande, no hay cambio, eso ya lo sabemos. Por eso me enamoran las declaraciones que nos llevan a la acción. Y de tu post de hoy me quedo también con la idea de que es importante disfrutar del paisaje que se va desplegando… y contagiar y mostrar ese disfrute, porque desde todo lo positivo que se genera con la igualdad, de eso es de lo que nos podemos nutrir para seguir en la misma dirección. «Aceptar» lo que ya ha sido y no podemos cambiar, y pelear sin descanso y con paciencia por lo que sí podemos cambiar en el futuro del que somos protagonistas.
Gracias por la compañía, Ane. No se me ocurre mejor tarea en la que emplear el tiempo: disfrutar de la transformación que soñamos llevar a cabo. Por eso, porque queremos disfrutar y transformar, propongo concretar, actuar, llevar las palabras a los hechos, y viceversa. Si somos capaces de contagiar el «movimiento», todo será más rápido, más fácil… y más divertido.
Abrazo fuerte
Hoy leía en un artículo de El Correo, el caso islandés, la manera en la que lograron la implicación de la gran mayoría en el movimiento hacia la igualdad. Sería tan estupendo poder ser un segundo ejemplo en Europa!!!!!! Beste Besarkada bat zuretzat.
Sería estupendo ser capaces de concretar tantas y tantas buenas ideas y acciones que están esperando su oportunidad. Y, ciertamente, sería fantástico tener la ambición de hacerlas posible.
Gracias por la pista… y por el soplo!
PK