La bruja que llevo dentro

14/07/2015 en Doce Miradas

“Si eres mujer y te atreves a mirar dentro de ti, eres bruja”

Después de dos años en Doce Miradas ya digo sin complejos, alto y claro, que soy feminista. Segura de que con ello hago justicia a todas las mujeres que han luchado desde hace tanto tiempo por nuestro reconocimiento como iguales, con derechos y oportunidades que conquistar.

Y cuando digo tanto tiempo, digo mucho, mucho tiempo. Aunque los señores que han escrito y divulgado nuestra historia nos hayan querido despistar cuando han contado a su manera y en su propio interés.

¿Qué sabemos de las brujas? A mí siempre me han fascinado. Incluso cuando no sabía que era feminista ☺ Ellas, precisamente, fueron las pioneras; las hermanas que dieron sentido al concepto sororidad, que tanto utilizamos hoy. La historia oculta de la liberación de las mujeres dio comienzo con las brujas, primeras en rebelarse contra la opresión y la sumisión pretendida por los hombres y el control sobre sus cuerpos y su sexualidad.

Pagaron cara la osadía, porque la respuesta a su empoderamiento se tradujo en persecución de millones de mujeres inocentes acusadas de brujería; un estigma que las señalaba peligrosamente por cometer acciones –herejías- que iban desde volar por los aires o provocar tormentas quitándose las medias, hasta amamantar sapos, fabricar ungüentos con entrañas de recién nacido, pasar por el ojo de una cerradura o copular con el demonio.

Por estos hechos, las sumergieron en aceite hirviendo, les arrancaron los pechos o las quemaron vivas. La gran mayoría eran sanadoras al margen de la fe religiosa, curanderas, acusadas de ejercer su sexualidad sin fines reproductivos, de estar organizadas y de poseer conocimientos médicos y ginecológicos.

El poder combatió con furia las diferentes herejías de estas rebeldes e inició así una contrarrevolución, que se tradujo en la expulsión de las mujeres de los espacios públicos y la consideración de que representaban un peligro para el nuevo orden social. Las consecuencias de esta misoginia manifiesta supusieron la degradación de las mujeres, su “domesticación”, la redefinición de conceptos como masculinidad y feminidad y un ataque brutal a la autoestima de las mujeres.

La quema de brujas fue el feminicidio institucionalizado más grande de la historia. Este lamentable y largo episodio tuvo una gran importancia a la hora de entender el papel de la mujer en la sociedad actual. Las brujas fueron mujeres que dieron un paso al frente por su liberación, alejándose del modelo establecido y desafiando la estructura de poder patriarcal.

Aquellas valientes aportaron, además de su coraje, un valor incalculable al feminismo: la hermandad; la convicción de que para ser fuertes es necesario tejer redes con otras mujeres. Ése es el secreto para resistir y avanzar. Las brujas eran poderosas, transgresoras, dueñas de su vida y creencias; buscaban la sabiduría dentro de sí mismas y la compartían con sus hermanas.

brujas

Aunque la definición de bruja lleva, aún hoy, incorporado el estigma de “mala mujer”, somos muchas las mujeres que reivindicamos la trascendencia de las brujas y su determinación en la lucha por el cambio social.

Recuperar a las brujas

Contra la extendida creencia de que la caza de brujas tuvo lugar en la Edad Media, lo cierto es que ésta se produjo fundamentalmente durante los siglos XVI y XVII, mientras se asienta el capitalismo y da comienzo la Edad Moderna. En la represión orquestada por el nuevo sistema económico capitalista y patriarcal participaron activamente la Iglesia y los poderes civiles. Silvia Federici, escritora y activista feminista, afirma en su libro “Calibán y la bruja”, que la caza de brujas fue un elemento fundacional del capitalismo que supuso el nacimiento de la mujer sumisa. El cambio de modelo social y económico impuso la división sexual del trabajo y, con ello, una concepción devaluada de la posición social de las mujeres, ahora en subordinación al hombre.

En la pretensión cómplice de Iglesia y Estado de contener la fuerza de las mujeres unidas, la persecución, tortura y ejecución de millones de mujeres fue minimizada en el relato de la historia y recogida como algo folclórico, producto de la ignorancia y de supersticiones rurales.

No se prestó mayor atención a la masacre de la caza de brujas hasta los años 70, cuando el Movimiento de Liberación de la Mujer rescató del ninguneo este importante capítulo de nuestra historia. El movimiento feminista abanderó la causa de las brujas y la identificación con aquellas mujeres que se alzaron contra el poder patriarcal.

Son los años en los que surgieron en Estados Unidos guerrillas feministas que defendían una completa revisión de la historia de las mujeres. Fueron pioneras las W.I.T.C.H. (Conspiración Terrorista Internacional de las Mujeres del Infierno. Nueva York, 1968): mujeres que asumieron la estética de las brujas urbanas y el arte feminista y fueron las primeras en atacar a los partidos de izquierda, por pretender un nuevo modelo de sociedad sin tener en cuenta el feminismo y conformarse con pequeñas concesiones a las mujeres.

El radicalismo de las W.I.T.C.H. se propagó a través de una intensa actividad: boicots de eventos, hechizos, aquelarres y lectura de comunicados. La editorial Felguera ha reeditado recientemente todos sus textos, comunicados y hechizos en castellano, dándonos así la oportunidad de recuperar su legado ideológico y descubrir algunas de sus consignas: “Cuando te enfrentas a una de nosotras, ¡te enfrentas a todas! Pasa la palabra, hermana».

witch

Muy pronto prendió la mecha de las guerrillas feministas en otras ciudades americanas convirtiéndose en uno de los ejemplos más fascinantes del activismo de los años 70, por la radicalidad de sus acciones provocadoras, combativas y sobrecogedoras.

“Radical” proviene del latín y significa “perteneciente o relativo a la raíz”. El objetivo del movimiento radical feminista es ir a la raíz misma de la opresión y contribuir a visibilizar muchos problemas de las mujeres que, a finales de los años 60, se consideraban privados, personales o naturales: el derecho al aborto, al placer y la diversidad sexual, la información sobre anticoncepción o la violencia machista.

La feminista Robin Morgan creó, también en el 68, Bruja. Un grupo que utilizaba público de teatro de calle para llamar la atención sobre el sexismo. Fue Morgan quien acuño el término herstory para reinterpretar el significado de la palabra historia y dar nombre a una nueva historia escrita desde una perspectiva feminista.

Las brujas en nuestros días

Las W.I.T.C.H. son precursoras de las Guerrilla Girls, las Femen o las Pussy Riot. Estas células posteriores asumieron su estrategia de subversión sirviéndose también de conjuros y hechizos mágicos, el arte feminista y la acción directa.

Las Guerrilla Girls (Nueva York, 1985) expandieron su activismo a lo largo de los años a la industria del cine, la cultura popular y la corrupción en el mundo del arte. Denunciaron con posters en las calles de Nueva York el desequilibrio de género y racial de los artistas representados en galerías y museos. Las integrantes del grupo originario siempre llevaban máscara de gorila. Se distinguieron por su ejercicio del feminismo en clave de humor descarado y divertido.

Las Femen (Kiev (Ucrania), 2008) son un grupo de protesta cuyas activistas realizan acciones con el torso descubierto y garabateado con denuncias o consignas. Atacan a las dictaduras, a la Iglesia, la prostitución y la trata, y enarbolan la bandera de la desobediencia civil para encararse frente a las leyes que consideran injustas.

La mayoría de sus acciones terminan con detenciones policiales. No siempre son comprendidas y a menudo reciben reprobación social por su osadía e irreverencia. Pero, desde mi punto de vista, es justo reconocer a las Femen su valentía por la forma en la que se exponen para dar visibilidad a reivindicaciones feministas; independientemente de que se pueda estar más o menos de acuerdo con las formas, los lugares o las denuncias que visibilizan utilizando sus cuerpos como pancartas.

El programa En la Caja, de Cuatro, dedicó uno de sus capítulos, el pasado mes de septiembre, a poner al publicista Risto Mejide -crítico y polémico donde los haya- frente al ejército de jóvenes mujeres de Femen en España. Sin duda, una oportunidad para forjarse una opinión, buena o mala, pero fundamentada, tras el acercamiento a sus protagonistas y al propio movimiento Femen.

En el mismo año 2008, un colectivo feminista madrileño organizó un aquelarre en la noche de San Juan, inspirándose en las acciones de las hermanas W.I.T.C.H. Se hicieron llamar El Grito de las Brujas y llevaron a cabo un ritual en torno a la hoguera para que “arda el heteropatriarcado”:

“Por el poder que nos hemos auto conferido, invocamos a todas nuestras hermanas brujas, las primeras guerrilleras y luchadoras de la resistencia, a través de todos los tiempos y reivindicamos: la sabiduría femenina, la maldad femenina, la fealdad, la rareza, la extravagancia, el bizarrismo, la hipertrofia y la multiformidad (…) Reivindicamos nuestro derecho a quemarlo todo, a crearlo todo, a ser las mujeres que nos dé la gana, a inventarnos y reinventarnos una y otra vez. Reivindicamos nuestro derecho a no sentir miedo, a provocar miedo, a subvertir, transgredir, desordenar, desbaratar. Reivindicamos nuestro derecho a desobedecer. Reivindicamos nuestro derecho a equivocarnos, a garabatear nuestro deseo cómo y las veces que nos dé la gana (…) Reivindicamos ser antipáticas, el ser amorosas, ser duras como las piedras o blandas como los mocos, firmes como una verga erecta, suaves y resbaladizas como la sangre menstrual. Porque la brujería es rebelión, porque la brujería es poder, porque la brujería es nuestra historia. ¡Porque brujas somos todas!”.

Las activistas del grupo punk ruso Pussy Riot pasaron en prisión casi dos años, por escenificar en febrero de 2012 una plegaria punk en la catedral de Cristo Salvador de Moscú, en la que rezaban a la Virgen María para que echara a Putin del Kremlin.


Comparten con las W.I.T.C.H. el uso del disfraz, las performances y la importancia ritual de la palabra. Como las brujas, las Pussy Riot reivindican una feminidad fuerte, porque una cosa es ser femenina y otra ser feminista, sin que sea incompatible una cosa con la otra.

Hace un par de años, en 2013, surgió en Brooklyn, Moon Church; colectivo que bebe también de las W.I.T.C.H. en la concepción de la hermandad como marco imprescindible para el encuentro con otras mujeres, la vulnerabilidad, la sanación colectiva y el empoderamiento femenino. El grupo creció con rapidez y hoy en día se encuentra también en Los Ángeles.

“Si eres mujer y te atreves a mirar dentro de ti, eres bruja”

Esta frase puede encontrarse en un manifiesto de las W.I.T.C.H. que invita a todo tipo de mujeres a unirse al movimiento. Comparto este enunciado y animo a esa mirada hacia el interior de nosotras mismas que nos permita descubrir nuestra esencia bruja: rebelde, libre, poderosa.

Me siento en deuda con todas aquellas pioneras del movimiento feminista; mi compromiso por la igualdad vuela en escoba y se crece en el encuentro con otras.

Hay una bruja en mí y la reivindico. Estoy agradecida a mis hermanas, a todas. También a aquellas con las que no comparto formas ni lenguaje y, a veces, ni siquiera mensaje. Las admiro por su determinación y valentía; porque se alzaron –y se alzan- contra quienes no quisieron mirarlas en toda su potencialidad y -por qué no- en toda su magia; porque supieron ver la fuerza en la suma de mujeres que comparten historia, objetivos y destino.

«¡Pasa la palabra, hermana!»

 

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Debería dejar de correr, pero no me da tiempo. Sentirme responsable mueve mis pies, altera mi corazón y provoca mis palabras. La prepotencia me subleva. Añoro el sol que nos escatima el Norte.

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