Big Little Lies, la sororidad en tiempos difíciles
03/10/2017 en Doce Miradas
Confieso que no soy de series televisivas. A no ser por una buena recomendación nunca hubiera visto ‘Big Little Lies’, una miniserie de siete episodios y una de las ganadoras en la última gala de los Emmy. Y menos aún hubiera pasado del primer capítulo en el que se presenta a tres mujeres ricas con vidas aparentemente perfectas en el marco incomparable de Monterrey, un pueblo al norte de California en el que nada es lo que parece.
Lo que, aparentemente, pintaba una aburrida historia sobre los problemas cotidianos de estas tres madres, Madeline, Celeste y Jane, ha dejado ocupada una parte de mi cerebro con flashes intermitentes de escenas dulces y amargas. Hace mucho que no disfrutaba (o sufría) con un drama como el de esta miniserie. ‘Big Little Lies’ es, sin duda, un relato sobre las mujeres, las relaciones entre ellas y la violencia de género.
Este primer círculo se abre a un círculo más amplio de mujeres -cuyo nexo de unión es el colegio público (algo surrealista) al que llevan a sus hijos e hijas- para tratar el tema de la maternidad, las diferentes formas de enfrentarla, los roles tradicionales, las relaciones de poder y las luchas por imponer criterios. La línea divisoria entre estas mujeres está entre aquéllas que dejaron sus carreras profesionales para dedicarse a su familia y las profesionales ‘triunfadoras’.
La rivalidad entre mujeres, una creencia muy extendida en nuestra sociedad, está presente a lo largo de toda la serie. Como también lo están los lazos de amistad, la empatía, la ayuda o el mirar sin juicio que surge entre ellas; también esto ocurre en nuestra sociedad, aunque haya quien se empeñe en enfatizar más la rivalidad que la sororidad porque nadie ve las cosas tal y como son, las vemos como somos nosotros/as.
En esta serie los personajes son complejos, con inquietudes y contradicciones, como lo es el personaje de Celeste, genialmente interpretado por Nicole Kidman. Celeste guarda un oscuro secreto, sufre violencia de género en el hogar; duele conocer la historia de una mujer y sus contradicciones, esas que no le permiten identificarse a sí misma como víctima. ‘Big Litlle Lies’ sabe contar la transversalidad del abuso y la violencia machista, que se ceba con mujeres de cualquier edad, sexo, raza o religión, solo por razón de género. En lo que llevamos de año, 43 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas; o lo que es lo mismo, una mujer es asesinada cada cinco días por violencia de género (sin olvidar que cada ocho horas se produce una violación).
Detrás de cada una de estas mujeres hay una vida, hay una historia como la de Celeste. Y por eso duele tanto, porque esta es una historia de verdad, una historia amarga que ocupa mayor espacio por conocer su vida, sus relaciones, sus hijos, sus intereses y sus miedos. Y ese espacio no lo ocupan las 43 mujeres asesinadas durante este año (un día después de publicar este artículo son 44); conocer nos hace daño y no conocer nos protege de sufrir y, al mismo tiempo, nos hace abandonar un poquito a quien sufre y dejar que la realidad continúe oculta y silenciosa. La sororidad es doblemente útil en tiempos difíciles.
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He oído muchas veces decir «prefiero no saber» , «lo paso muy mal oyendo/ viendo/leyendo sobre estas cosas»… pero es verdad, hacer como si no existieran es darle la espalda a la realidad, por dura que sea, y contribuir a que continúe, oculta y silenciosa.
Maite, gracias por dejar tu comentario. Nos pasa en muchas ocasiones, no queremos ver porque lo que vemos nos hace daño. Y eso nos hace seguir sufriendo; mirar, conocer, dar la cara a la realidad es una buena práctica.
A mí me ha dolido Celeste, quiero que me siga doliendo ella y el resto de mujeres. NO quiero darles la espalda.
Saludos
Celeste no es reflejo de lo duro que es dejar esa vida. Es rica (o al menos maneja el dinero de su marido), con una profesión y no está aislada. Tiene un posible pasamanos al.que agarrarse. Pero si me gustó, porque rompe clichés y tópicos. La violencia es contra las mujeres. Sean quienes sean. Gracias por el post.
Es cierto que Celeste está en condiciones de privilegio, tanto formativas como económicas, pero también ahí rompe muchos estereotipos que se construyen en torno a las violencias machistas. Lo que me parece fundamental de esta serie, como resalta el artículo, es el mensaje de sororidad frente a otras producciones (la mayoría) que insisten en el mensaje patriarcal de competencia femenina. Estamos viviendo una tendencia muy positiva en cuanto ficciones con perspectiva feminista!
Lara, Patricia, estoy de acuerdo con vosotras. Aunque es evidente que la posición social de Celeste le brinda posibilidades de salida imposibles para otras, las contradicciones y el sentimiento de no ser víctima puede ser común en muchas mujeres.
Y, Patricia, como bien dices, el mensaje de sororidad es claro; pienso que tenemos que enfatizarlo en mayor medida y acabar con el tole tole de que las ‘mujeres somos las peores enemigas de nosotras mismas’. Es algo que me revuelve cuando lo escucho y es que lo escucho en demasiadas ocasiones.
Hoy otra mujer ha vuelto a ser asesinada, son ya 44. En Doce Miradas nos vestimos de negro y cambiamos el imago como acción simbólica. Este gesto nos hacer ser más conscientes de la cantidad de asesinatos por violencia de género que hay en el Estado.
Algún día conversaremos más largo…
Gracias a las dos por dejar vuestros comentarios.
Abrazos sororos.
[…] mantra sin cuestionarlo. Bien, no es cierto. Cuando por fin tomas conciencia de en qué consiste la sororidad, comprendes también el enorme regalo que supone ser parte de un círculo que compartes con el […]