Abanico de colores

11/03/2014 en Doce Miradas

faviconEste post es el resultado del debate interno abierto en Doce Miradas. Recoge las opiniones de las mujeres que nos liamos la manta a la cabeza para sacar adelante este blog.

No todo son rocas. No todo son pilares inamovibles, inflexibles. No todo es blanco o negro, ni tan siquiera gris. Hay rojos; y marrones; y amarillos… Y azul marino. Aunque se compartan los rumbos, mirando siempre de frente y en la misma dirección, hay muchas formas, con diferentes miradas, para llegar a un mismo destino. A veces con grandes zancadas, otras con pequeños pasos. Pero siempre avanzando, aunque sea con rodeos. Y siempre con la intención de no ir hacia atrás.

La ley que pasará a la historia, si nadie lo remedia, con el nombre de Ley Gallardón significará desandar el camino. O al menos así lo creemos las que formamos parte de esta aventura que se llama Doce Miradas. Volver atrás, pasar a la clandestinidad. Formar parte de nuevo de lo prohibido, del delito.

De debates viejos y otras historias

De eso, de derechos, de su respeto y de la regresión que supone esta ley hablan las Doce Miradas. “Cualquier ley que nos coloque en situaciones anteriores a 1985 es retrógrada en sí misma. Si el Tribunal Constitucional ya se pronunció entonces respecto al aborto, haríamos bien en no discutirlo de nuevo ahora”, asegura Ana Erostarbe, una de las componentes de Doce Miradas. En la misma línea se manifiesta María Puente, a quien preocupa la merma de derechos de la mujer que la nueva ley comporta: “Estamos ante un retroceso descomunal e intolerable”.

Por su parte, Mentxu Ramilo considera que el diseño de esta ley “ha seguido un proceso oscurantista y nada transparente; no se han tenido en cuenta las diversas y plurales voces y miradas que vivimos en la sociedad. Y sus consecuencias serán un retroceso en libertades y garantías para las mujeres”. Arantxa Sainz de Murieta no solo habla de retroceso, sino que califica la ley Gallardón de “disparate mayúsculo, por no decir tomadura de pelo. Mientras se recortan derechos y ayudas sociales, educativas o sanitarias, nos venden un modelo de protección a la mujer y su derecho a ser madre con una postura unilateral, mal argumentada e impuesta. Recorte de derechos, rendibú a la derecha más conservadora, privatización de la sanidad y oportunidad política mal entendida son algunas de las ideas que rodean este asunto”, opina Sainz de Murieta, y toca el tema que levanta ampollas: aborto sí o aborto no.

No todo es blanco. “Sin ninguna duda, estoy a favor del derecho al aborto con todas las garantías exigibles de las instituciones públicas. Con esta ley, Gallardón y el gobierno Popular continúan ampliando la brecha por la que las mujeres ricas mantienen todas las garantías mientras que las pobres se enfrentan a riesgos innecesarios por falta de recursos”. Noemí Pastor también es rotunda: “Estoy por el derecho de toda mujer a decidir sobre su cuerpo y su maternidad, sin intromisiones, sin tutelas paternalistas, como adultas que somos, dueñas de nuestras vidas. Sin controles ajenos, sin imposición”.

Por su parte, Pilar Kaltzada se muestra partidaria “de un aborto libre y soportado en una sanidad pública y de calidad. Y también de regular supuestos razonables que garanticen el derecho a decidir de las mujeres y respeten la diversidad de circunstancias que puede conllevar una decisión de este calado. De igual manera que respeto la vida digna de las y los niños que éstas puedan alumbrar. Me temo”, continúa, “que cualquier posible ajuste que se consiga introducir sobre este proyecto, en mi opinión regresivo y cargado de pasado, implicará una rebaja en las condiciones y garantías que hasta hace muy poco estaban mayoritariamente aceptadas por la sociedad”.

No todo es negro. “Como el propio anteproyecto reconoce en su inicio, ante un embarazo no deseado se produce un conflicto de derechos: los de la madre y los de la vida que se inicia. Desde la adolescencia he creído que, si me encontrara en una situación semejante, mi educación y mi sentido de la responsabilidad me llevarían a no abortar”, reconoce Ana Erostarbe. “Pero también he creído siempre que debería tener derecho a decidirlo. Y que, debidamente legislado, este tendría que ser el derecho de todas las mujeres en tal situación, sin importar sus circunstancias o motivos. Responsabilidad individual, no tutela”. Y de ello, y de adolescencia, también habla Miren Martín: “Yo creo que hay vida desde el mismo momento de la concepción. Y todo este debate me ha removido profundamente, porque aún teniendo muy claro esto, también sé qué le aconsejaría a una adolescente en una situación así. O a una persona con un feto con una malformación. ¿Soy una incongruente? Probablemente. Pero no puedo decir a nadie que no haga lo que su conciencia le pide. A nadie. No soy quién”.

No todo es gris. María Puente afirma que “la ley Gallardón ha despertado al dragón. Reabre un debate delicado y doloroso que casi nadie deseaba. Como la mayoría de las mujeres, no quisiera jamás tener que plantearme abortar. Como la mayoría de las mujeres, llegado el caso, no sé qué decisión tomaría. Como la mayoría de las mujeres, me resultaría terriblemente insoportable que una decisión tan íntima me viniese dada por un señor tan ajeno a mi vida como el ministro Gallardón”. Pero, al mismo tiempo, “eludo entrar en la disquisición a favor o en contra del aborto, porque el debate correcto debería centrarse en estar o no a favor de la libertad de las mujeres a decidir sobre su maternidad. La decisión última la debe tomar la mujer, con el asesoramiento de su médico y con las personas de confianza que ella estime. Es algo tan íntimo y personal que considero contra natura que una mujer deba acatar una decisión exógena. No se puede ser madre por obligación, por ley ni por decreto. Gestar, parir, criar, educar y querer a un hijo requieren que la mujer esté a favor de todo ese proceso con todo su ser. Considero una crueldad hacer vivir todas esas fases, o parte de ellas, a quien no puede o no quiere”.

Tampoco Lorena Fernández quiere caer en esa trampa de un tema superado hace ya tiempo: “El debate está mal enfocado a propósito. Se ha tratado de hacer una reducción simplista de aborto sí o aborto no. Pero no se trata de eso, porque no creo que nadie salga dando brincos de alegría tras abortar. Si se aprueba, además del dolor físico y mental, también nos criminalizarán por ello. Prohibir no hace que el número de abortos se reduzca. Educar sí. Pero claro, prohibir siempre es más fácil que luchar contra las razones que empujan a las mujeres a abortar”.

Todas las Miradas coinciden en la desigualdad a la que lleva esta ley. Lo dice Noemí Pastor: “que toda mujer que decida abortar pueda hacerlo en condiciones dignas, sea cual sea su nivel económico o social”.

Educación y políticas sociales

De prohibiciones también habla María Ptqk: “la manera de reducir el número de abortos no es ilegalizar el aborto. Así no se reducen los abortos. Así se aumentan los abortos clandestinos que ponen en riesgo la salud de las mujeres (y la vida muchas veces)”. Y es que, como asegura, “para reducir el número de abortos hay que hacer políticas sociales y luchar contra el sexismo. Empoderar a las mujeres, que tengan autonomía económica, que se repartan las tareas de crianza, que el Estado asuma servicios sanitarios, que haya un sistema de educación pública que funcione. Que puedas tener descendencia y seguir trabajando. Que puedas tener acceso a una vivienda para criar a tus hijos. Centrar todo el debate en el feto invisibiliza todos esos factores, que son los que empujan a una mujer a abortar. Es una medida contra la independencia de las mujeres. Todas las cosas por las que luchamos no sirven de nada si vivimos en una sociedad en la que ser madre es una condena a la pobreza. Y ahora en España lo es para una gran mayoría de las mujeres en edad fértil. Ese es el debate”.

Mentxu Ramilo afirma que “la ley Gallardón dice que pretende proteger la vida del concebido y los derechos de la mujer embarazada, pero las políticas sociales están mermadas. Habría que reforzar los programas de anticoncepción y educación afectivo-sexual, mejorar la red de escuelas infantiles, ampliar los permisos de paternidad y maternidad, mejorar la atención a la dependencia y poner en valor los cuidados a las personas para garantizar lo que supuestamente pretende esta ley”.

Ana Erostarbe es rotunda al afirmar que “intencionadamente y con ahínco se ha tratado de confundir el foco: no hablamos de aplaudir a las mujeres que eligen abortar, sino de no condenarlas con penas legales y no generar desigualdad de oportunidades entre unas y otras, en función de sus recursos individuales”.

Derechos

En tiempos de crisis nadie sabe por qué se recortan también las libertades, lo único que no cuesta dinero. Aunque a veces el precio haya sido pagado en lágrimas. “Los derechos a veces duelen. Y a mí me duele perderlos por un juego de equilibrios e intereses políticos. También me duelen las simplificaciones de estos tiempos, de todos contra todos, el uso maniqueo de situaciones que merecen el máximo de los respetos”, afirma Pilar Kaltzada. Dice que no sabe si Gallardón lo piensa, pero sí dijo que “la maternidad libre hace a las mujeres auténticamente mujeres”. Por eso considera que Gallardón “ha llevado a los derechos de las mujeres a un callejón sin salida. Solo dos supuestos se libran de la quema inquisitorial de esta ley: el riesgo vital para la madre y los embarazos tras una violación. Solo en esos casos el Estado nos permitirá serseres “legalmente incompletos”, solo en esos dos casos, pertinentemente documentados, tendremos la fugaz sensación de ser libres de crear vida. Libres para crear, incluso, una vida cruel de malformaciones y privaciones, porque esos otros supuestos han desaparecido”.

Miren Martín introduce otro elemento: “No creo que en esta lucha contra la ley tengamos que estar solas. Que no se nos olvide que también se recortan los derechos de los hombres que quieren o no ser padres. A ellos también se les obliga. Aunque, claro, en esta historia siempre hemos tenido las de perder. Pensaba que los gobiernos estaban para eso. Para que precisamente no tuviéramos siempre que perder las mismas”.

Otra integrante de Doce Miradas, May Serrano, decidió acudir al Registro de la Propiedad a inscribir su cuerpo como señal de protesta. Se trataba de pasar a la acción.

mi cuerpo es mío

Cortina de humo

Si la ley es retrógrada, si ataca a los derechos de las mujeres, si ha creado una gran movilización pública, ¿de dónde viene?, ¿quién la ha promovido?, ¿quién quiere esta ley, cuyo debate en el Parlamento coincidió con la fecha de nacimiento de Clara Campoamor?

Ana Erostarbe cree que “las razones son exclusivamente políticas y que ese es un mal inicio para cualquier debate en nombre de la sociedad. A la política le sobran preocupaciones de índole social a las que dar salida, si lo que de verdad busca es liderar el avance hacia el bien común”.

Miren Martín al principio pensó que “esto era como esas cosas de Wert, que sacaba lo de las notas de las becas y los Erasmus para que no se hablara de economía y de crisis. Y lo creía porque era una ley que nadie, absolutamente nadie, había pedido. Pero ahora creo que esto es muy serio. Se están recortando derechos conseguidos por mujeres después de muchos, muchísimos años de lucha”.

Mentxu Ramilo habla de “cortina de humo”, considerando que “puede servir como excusa, en primer lugar, para desviar la atención de temas importantes sobre los que el gobierno está tomando decisiones que nos afectarán a diario en nuestras vidas (modelo energético, educativo, sanitario, económico, de relaciones laborales, etc.); y en segundo lugar, y más importante, «para que muchas mujeres nos paremos a reflexionar (individual y colectivamente) qué papel queremos desempeñar en nuestras vidas (lideresas activas, gestoras, administradoras, apagafuegos, sumisas pasivas, NS/NC), informándonos, reflexionando, compartiendo nuestros puntos de vista, enriqueciéndonos con otras miradas y actuando de la manera en la que nos encontremos cómodas para defender los derechos, libertades (y también deberes) que como mujeres y ciudadanas reivindicamos en el espacio público, participando en manifestacionesperfomances, firmando manifiestos o recogidas de firmas (AvaazChange) y, también, en nuestro ámbito privado”.

A Begoña Marañón la preocupa que Gallardón justifique su reforma con el cumplimiento del programa electoral”. Y es muy clara: “Qué despropósito. Qué desfachatez. Qué manera tan burda de pasar el programa electoral por encima del derecho de las mujeres. Vayamos entonces al programa electoral del partido en el gobierno para ver qué decía: “La maternidad debe estar protegida y apoyada. Promoveremos una ley de protección de la maternidad con medidas de apoyo a las mujeres embarazadas, especialmente a las que se encuentran en situaciones de dificultad. Impulsaremos redes de apoyo a la maternidad. Cambiaremos el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida, así como de las menores”. Poco que añadir, ¿verdad? ¿Se corresponde el programa electoral con la Ley Gallardón? Quizá se pensaba en cálculos electorales para no expresar las verdaderas intenciones. Pero ahora resulta que, como el gobierno tiene una gran preocupación por la falta de consenso en su propio partido, como es una ley contestada por la gran mayoría (colectivos de mujeres, la Organización Médica Colegial y un largo etcétera), ahora de nuevo, pensando en el posible daño electoral, parece que el Presidente del Gobierno abre la puerta a recuperar algún supuesto como el de la malformación del feto. ¿De nuevo el cálculo electoral? Como decía Iñaki Gabilondo, “esta ley es un monumento a la hipocresía: desampara mujeres y ampara hipocresías”.

Acabemos con las palabras de Arantxa Sainz de Murieta: “Señor Galladón, señoras y señores del Gobierno, somos personas maduras. Merecemos que se nos trate con respeto”.

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