La batalla por el tiempo

marzo 26, 2019 en Miradas invitadas

Julen Iturbe-Ormaetxe, @juleniturbe, licenciado en Psicología y doctor en Empresariales, en la actualidad es consultor independiente, creador del proyecto Consultoría Artesana en Red. También es docente e investigador en Enpresagintza, Facultad de Empresariales de Mondragón Unibertsitatea, y en MIK.

A menudo oímos decir que la gente no tiene tiempo. Aunque la esperanza de vida crece y las conquistas sociales nos han proporcionado ocio, la queja se repite: no tengo tiempo para nada. Así, el tiempo para nuestra propia vida, un tiempo de calidad, se convierte en objeto de deseo. Alguien parece habernos robado ese tiempo que el progreso, se supone, nos iba a proporcionar para ser felices y disfrutar de la vida.

Judy Wajcman es una australiana cercana a los 70 años, catedrática de Sociología en la London School of Economics. Con una buena colección de libros publicados, su investigación se ha centrado en las relaciones entre el género y la tecnología. En 2015 salió a la luz Pressed for time: the acceleration of life in digital capitalism, un libro traducido al español en 2017 como Esclavos del tiempo y publicado por Paidós. Y, claro, cuenta cosas muy interesantes. Cosas sobre el tiempo, sobre nuestro tiempo.

La perspectiva de género está presente en toda la obra. A veces, de manera explícita; otras, en cambio, Wajcman deja la puerta abierta para que quienes leemos pensemos por nuestra cuenta. Porque al leer con sosiego no hay duda de hasta qué punto el género condiciona la disponibilidad de tiempo en esta sociedad contemporánea repleta de hiperactividades.

Cuando pensamos en “falta de tiempo” es fácil que acuda a nuestra mente un encorbatado señor con elevadas responsabilidades en su trabajo, volcado en su progreso laboral e implicado hasta la médula en el desarrollo de su carrera profesional. Semejante estilo de vida no le deja, por supuesto, tiempo para nada. Sus horas están dedicadas a servir de sustento principal a una familia en la que su abnegada pareja, trabaje o no fuera del hogar, dedica parte de su tiempo a los cuidados.

Ya, que este es un arquetipo que no se corresponde con la realidad, que los dos miembros de la pareja trabajan fuera y comparten responsabilidades en los cuidados de puertas para dentro. Sí, un arquetipo. Pero a lo mejor conviene ir a los datos empíricos. Y aquí es donde importa prestar atención a investigaciones como la de Wajcman, porque nos aportan datos. En los países económicamente avanzados trabajan ambos progenitores en aproximadamente el 60 % de las familias biparentales con hijas o hijos menores de 18 años.

Para entender nuestra experiencia de vivir en una sociedad de la aceleración debemos considerar, pues, cómo las familias organizan su vida laboral y no laboral, y atender a las diferencias de género en la falta de tiempo.

Cuando pensamos en el bienestar personal, es clave la relación con la posibilidad (o imposibilidad) de gestionar nuestro tiempo. Wajcman recoge una cita muy esclarecedora tomada de Discretionary Time: A New Measure of Freedom:

Cuando decimos que una persona “tiene más tiempo” que otra, no pretendemos decir que su día tenga literalmente una vigesimoquinta hora. (…) más bien que esa persona tiene menos restricciones y más opciones a la hora de decidir a qué dedica su tiempo. Tiene un mayor “control autónomo” sobre su tiempo. La “autonomía temporal” consiste en tener un control “discrecional sobre nuestro tiempo”.

Pues bien, de otra investigación recogida en Changing Rhythms of American Family Life, resulta que el 57 % de los padres que trabajan dicen que disponen de “demasiado poco tiempo” para sí mismos. Y esa cifra asciende al 75 % cuando se trata de las madres que trabajan.

No vamos aquí a resumir el libro de Wajcman. Podéis leerlo. Ah, perdón, que no tenéis tiempo para leer lo que quisierais. Disculpas, no me acordaba. El caso es que me parece muy pertinente colocar sobre la mesa la cuestión de género para analizar hasta qué punto disponemos o no de soberanía sobre nuestro tiempo. Si buena parte del bienestar pasa por pilotar nuestro tiempo, debemos profundizar en la diferencia entre géneros.

El asunto se complica cuando introducimos la variable eficiencia en la gestión del tiempo. En un mundo competitivo se nos obliga a pensar en cómo hacer las cosas en menos tiempo. Pero ¿tiene sentido dedicar menos tiempo al cuidado de una persona mayor porque hemos conseguido una atención más eficiente? Existe un cierto tiempo, tradicionalmente feminizado, que no se rige por la eficiencia clásica: no tiene sentido dedicar menos tiempo a ciertas actividades que se mueven en el plano emocional. En este sentido, el tiempo de los cuidados es mucho más complejo de medir. El mantra de que lo que no se puede medir no se puede mejorar no aplica o, si lo hace, es unos términos diferentes a los habituales.

En esta sociedad acelerada parece que todo el mundo quiere más y más tiempo. Si eres mujer, es muy probable que parte de ese tiempo se dedique a actividades tradicionalmente no productivas. Este es un tiempo oculto en gran parte, poco investigado desde el punto de vista de la racionalidad. Los sentimientos desbordan el análisis y chocamos contra la idea de dedicar menos tiempo a nuestras hijas e hijos. Seríamos malos progenitores; nuestra conciencia nos lo recriminaría.

El bienestar pasa por la soberanía sobre nuestro tiempo. Es una conquista todavía por acometer. Parece que progresábamos adecuadamente, pero en algún lugar perdimos la línea de progreso real. Wajcman introduce la tecnología como un elemento complejo, construido socialmente, que puede ayudar a recuperar esa soberanía. Con muchos claroscuros y con una necesaria visión crítica. Las gafas de género son aquí también muy útiles para avanzar en esa recuperación de la soberanía sobre el tiempo.

Y, para terminar, una bola extra: puede que convenga explorar lo que se deriva de la hiperpaternidad, ¿no? Pero vamos a dejarlo para otro artículo.

ENCIMA DE MACHISTAS, TONTOS

marzo 19, 2019 en Doce Miradas

#Propuesta “…retrasar los trámites de expulsión de las mujeres inmigrantes sin papeles en el caso de que den a sus hijos en adopción.”

#Concepto Patriarcado Fascista interseccional: dígase del pensamiento totalitario antidemocrático que ensalza la patria, la raza y la autoridad ejercida por el varón jefe para movilizar las masas.

 

Cuando dicen que tenemos los políticos que nos merecemos, me aterra tanto la respuesta positiva como la negativa. Si la respuesta es sí, es que somos machistas y tontos. Y, si es que no, ¿qué diantres estamos haciendo tan tranquilas y tranquilos?

A ver si lo he entendido.  A ese al que al 57% de su partido (corrupto) votó en las primarias porque prometía un giro (más) a la derecha, ese con un máster falso y un postgrado de Aravaca, a ese se le permite hacer propuestas de gobierno basadas en una ocurrencia “torera” tomando una caña después del curro o garabateadas en la parte de atrás de un sobre

Me lo estoy imaginando, tal vez sólo, o rodeado de sus coleguis, que jalean sus elucubraciones:

“¡Eh! ¡Chavales! ¡Se me ha ocurrido una forma de matar a más de un pájaro de un solo tiro! Fijaos, tenemos un problema de Derechos Humanos. Nos acusan de expulsar ilegalmente a migrantes de África, Latino América… ya tal. ¿Pero qué hacemos con las embarazadas? Sabéis que mogollón de mujeres “se embarazan” a propósito para “anclarse” aquí, que el bebé nazca aquí. Lo calculan. Y luego se traen a toda la familia con lo del agrupamiento familiar. Y eso trae crimen. Mi amigo Trump ya lo dijo, son “anchor babies”.  En serio, slo dijo en Twitter.

De una forma u otra acabaremos con la llamada “Ciudadanía por derecho de nacimiento”, que cuesta a nuestro a país miles de millones de dólares y es muy injusto para nuestra ciudadanía. No lo cubre la 14ª enmienda por las palabras “sujeto a la jurisdicción sobre ello”. Muchas personas que estudian leyes concuerdan.. Harry Reid tenía razón en 1993, antes de que él y los Demócratas se volvieran locos y empezaran con las “cosas” de Fronteras Abiertas (que trae un tremendo crimen). No olvidéis ese término tan repugnante “Anchor Babies”. Yo mantendré nuestro País seguro. Este caso se acordará en el Tribunal Supremo.

… Esas mujeres son la mayoría, por mucho que digan que han sido violadas… o que simplemente se nieguen a dar una explicación –¡Como si quedar embarazada fuera supernormal, aunque no vivas en un piso de 80m2 y ni tengas un buen marido! ¡No, eso no es normal!

Encima las nuestras están procreando suficiente. Y los tratamientos de fertilidad son muy caros. Así que se podrían quedar con el bebé de la inmigrante, ¿no? ¡Mira! Reduciríamos la espera, abarataríamos todo el proceso. A las inmigrantes las dejamos que se queden… ¡Seguro que aceptan! Y, ¡estaríamos cumpliendo con los Derechos Humanos de las inmigrantes, refugiadas o lo que sea, no expulsándolas! ¡Ah! No os olvidéis, estamos salvando a ese pobre bebé ¿no os parece?”

— Pero, Pablo, ¿entonces? Vamos a tener más negras y más bebés negros, más familias negras que vengan. ¿Qué ganamos?

— Tíos! ¿Es que no me habéis entendido? Solo digo no expulsarlas inmediatamente, o sea, solo “retrasar” (imagen de Casado extendiendo los brazos con gracia y doblar dos dedos a cada lado a modo de comillas). ¡Salvamos al niño, añadimos a la tasa de natalidad, dejan de darnos la matraca con los Derechos Humanos, damos bebés a tantas de nuestras pobres mujeres que no pueden reprimir su instinto maternal … todos tan contentos!

Luego las expulsamos. ¿No veis? Los familiares no van a poder venir. El bebé, al ser adoptado, queda legalmente desvinculado de su verdadera familia. Hombre, nos quedaran muchísimos bebés de otras razas, pero bueno, tampoco está tan mal. ¿Alguien tiene que seguir limpiando nuestras casas y pavimentando las carreteras no? ¡Brillante!

¡Anda, Mari Pepi! ¿Has tomado nota? Pues, para mañana me redactas todo en bonito para una nota de prensa y luego rueda de prensa… que lo voy a anunciar.

 

FIN

… RIIIIIIIN (sonido de alarma) ¡Ah no! No ha sido una pesadilla. Mira lo que pone en el periódico:

Tras otro 8 de marzo, en 2019 ¡nos hemos hecho oír!

marzo 12, 2019 en Doce Miradas

Y aquí va otro post colaborativo, el último de la temporada, lo prometemos. Recogemos nuestras impresiones individuales sobre este pasado 8 de marzo, los días previos y los posteriores. Mucho que contar y mucho que compartir.

Incluimos, además, los enlaces a los artículos que la semana pasada seis de nosotras publicamos en El Correo.

Mujeres en la mina
El feminismo es incómodo y molesto
Feminismo: un movimiento transversal
Huelgas, cuidados y sexos
(R)evolución
9 de marzo: vientos de cambio

Fotografía de Pilar Kaltzada @pkaltzada

Cada generación tiene sus letras, y yo recuerdo con mucho cariño unas palabras que sonaban en casa a menudo, cuando era más jovencita: “Harta ya de estar harta, ya me cansé”.

No podía evitar escucharlas por dentro cuando, compartiendo calle, lluvia y alegría, muchas amigas hablan de los motivos. Y se me iba formando uno principal, entre todos, el más poderoso: porque queremos. Porque nos vamos cansando de tener que explicar lo obvio. Porque en un día no se nos pasará, pero .. .¡qué bien sienta tener este día para hacerlo, en voz alta, en voz coral, a viva voz. Porque queremos, porque lo merecemos y porque estamos hartas de sentir que la melodía del feminismo solo se tolera si va por lo bajo.

Harta. Porque sí.

El día 8 de marzo y todos los días del año.

Pilar Kaltzada

 

Otro 8 de marzo más y seguimos sin ponernos de acuerdo: unas a la huelga y otras a trabajar; unas en las calles y otras en casa, de compras o en la cafetería; unas por el aborto libre y otras no; unas pro regulación de la prostitución y otras pro abolición o pro prohibición; unas con el feminismo anticapitalista y otras con el liberal; unas contra los vientres de alquiler y otras a favor de la gestación subrogada…

Seguimos sin ponernos de acuerdo y ni falta que hace. Somos diversas y contradictorias porque el feminismo está vivo. No somos un bloque de piedra; más bien un río con meandros, presas, corrientes y balsas. Algo que fluye y empapa, salpica e incluso embarra.

Y actuamos sin autocomplacencia, pero sin látigo también. Con ambición y con humildad al tiempo. Con dignidad siempre. Con la vida en el centro. Con lo personal encaramado a lo político.

Porque mañana también es 8 de marzo. Y pasado mañana. Y al otro. Y al otro.

Noemí Pastor

 

Suelen decir que lo complicado no es llegar sino mantenerse. Todas estábamos expectantes a qué nos depararía este año (y seguras de que muchas personas andarían con la calculadora para alegrarse de que el movimiento se desinflara). Pero no. El viernes las calles se llenaron de nuevo de jóvenes y mayores, mujeres y hombres, de aquí y de allí. A partes iguales reivindicación y celebración. Pero debo reconocer que me aterra que esto también se convierta en “tradición”. Un día para que salgamos a las calles y que luego no se traduzca en cambios. Como dice nuestro mantra, “las cosas se cambian cambiándolas” y no dejaremos de hacerlo el resto del año.

Lorena Fernández

Fotografía de Lorena Fernández @loretahur

En el equilibrio reside el éxito, en el compromiso desde el trabajo constante y el aprendizaje. Inspirando, avanzando, la voz de la desigualdad se escucha ya en todos los rincones del planeta. Días como el #8m significan esperanza, hablamos de unión de personas en pro del cumplimiento de Derechos Humanos. Desde el respeto por todas las opiniones, recordando que la RAE define FEMINISMO como el 1. “Principio de Igualdad de derechos de la mujer y del hombre” 2. “Movimiento que lucha por su realización efectiva”, cuesta entender que aún haya muchas personas que siguen tiñendo el término en negativo como homólogo al término machismo. Diseñamos un futuro en equidad, construyendo raíces desde la re-educación y la transformación de la cultura.

Virginia Gómez

 

Un pañuelo a modo de cinta de de pelo y unas pequeñas uñas pintadas del mismo color que horas después volvería a teñir las calles. Son los gestos con los que una niña de diez años decide ir al colegio la semana del 8 de marzo; gestos que suponen la necesidad de significarse y mostrar a tu entorno que tu causa, la de las niñas y la de las mujeres, debe ser vista y reconocida. Un color que esconde un sustrato lleno de propiedades que alimenta otra manera de entender el mundo. El 8 de marzo, como fecha simbólica en la que demostramos que el feminismo, desde siempre, vive empeñado en mejorar el mundo, hacerlo más justo, más equitativo, más respetuoso y donde la corresponsabilidad se ejerce desde todas las esferas de la vida. El 8 de marzo como hito, el resto del año como reto.

Eva Silván Miracle

Fotografía de Eva Silván Miracle @evasilmi

Un 8 de marzo lleno de vida, diversidad y alegría. Un día en el que se encontraron en las calles, melodías y reivindicaciones, juventud y veteranía, fuerza y dulzura, alegría y tristeza. Una expresión inagotable de valores complementarios que se suman unos a otros, como las gotas que forman este océano feminista.

Ese fue el sentir del 8 de marzo. Por delante,  otros 364 días en los que la fuerza de esta ola nos  llevará imparables a nuevas orillas. Y aunque la travesía se tope con machismos y neomachismos, lo mismo me da, y sintamos corrientes de hartazgo e incredulidad, furia y asco, vergüenza y frustración, no cambiaremos el rumbo.

Por un viaje lleno de coraje, dignidad y certezas.

Eunate Encinas

Fotografía de Eunate Encinas @eunateencinas

¿El éxito de este #8M? Una alegría y un alivio. Un retroceso respecto a lo sucedido en 2018 habría sido un bajón. Sin embargo, no he sentido la emoción del año pasado. ¿Por qué? Porque tuve la sensación de que aquella jornada histórica supondría un antes y un después. Y ya hemos visto que no. En el momento, me encantó ver al entonces presidente del gobierno, Mariano Rajoy, verse obligado a cambiar su discurso. Casi parecía feminista. El mismo que unos días antes, junto a su equipo de gobierno, tachaba la convocatoria de huelga de insolidaria e irresponsable. El mismo que al ser preguntado por un periodista sobre la brecha salarial contestaba con aquel famoso “Eso no toca ahora”. Prometedor.

Pero llega 2019 y estamos en las mismas. ¿Cuántas jornadas históricas tenemos que poner sobre la mesa para entrar en la agenda política? No deberíamos regodearnos en la autocomplancencia del éxito de movilización. El objetivo no es instaurar una fiesta pintoresca como si esto fuese el año nuevo chino o el Mardi Gras de Nueva Orleans. Por encima de lograr una foto aérea espectacular, las manifestaciones son un medio para conseguir unos objetivos.

El año pasado me gustó ver cierta tensión y preocupación entre la clase política, sobre todo en la detractora. Este año no percibo eso. Han visto que podemos llenar las calles y continuar todo igual. Este gobierno inestable y con un pie fuera no ayuda. Nadie se siente especialmente interpelado, aludido. La responsabilidad se difumina y eso nos perjudica. Pero deberían tomar nota todos los gobiernos. Los autonómicos y el central. Los de ahora y quienes vengan mañana. Estamos esperando.

María Puente

 

No soy (demasiado) inocente, y a pesar de los miedos, los peros y los peligros de esta emocionante revolución, elijo quedarme con lo bueno. Las mujeres hoy estamos más unidas que ayer. Más y mejor comunicadas. Y, sobre todo, estamos cada vez más preparadas para ocupar el terreno, sea cedido o sea tomado.

Porque las mujeres hoy entendemos mejor lo que merecemos y lo que queremos. Queremos ocupar el centro de lo público y de lo privado. No la graciosa periferia de lo uno ni el cansado protagonismo de lo otro. Y nos queremos vivas… Queremos igualdad sin ambages y sin vendas. Queremos evolución, y la queremos ahora.

Ana Erostarbe

 

El mismo 8 de marzo me crucé con una vecina en el portal, la saludé y le comenté con una sonrisa: “Qué día más emocionante, ¿verdad?”.

Me miró como las vacas al tren y me dijo antes de irse: “Este día me parece una chorrada”. Os podéis imaginar cómo me quedé: ¡ojiplática! Desde entonces me pregunto qué es lo que le parecía “una chorrada”: ¿el hecho de hacer huelga como instrumento de posicionamiento y reivindicación, o la propia lucha feminista?

Se lo preguntaré, no tengáis la menor duda.

Me cuesta entender y me duele escuchar a las propias mujeres hablar así, no lo puedo ocultar. Pero si de algo estoy segura es de que esta lucha va a ir a más y que estamos frente a una revolución. Y yo estaré ahí luchando, reivindicando y posicionándome cuando y donde haga falta para conseguir la igualdad para todas las mujeres, incluso para aquellas que piensan que todo esto es “una chorrada”.

Naiara Pérez de Villarreal

 

Este año me ha tocado vivir el #8M desde otro lugar, desde otro país. La revolución que protagonizamos las mujeres es internacional y tenemos que aprovechar la posibilidad de establecer redes y alianzas entre millones de mujeres alrededor del mundo. Reclamamos, simplemente, lo que nos corresponde. El feminismo es un movimiento político para cambiar las estructuras de poder, para poner la vida en el centro; es un movimiento que exige, por medio de acciones noviolentas, la igualdad para la mujeres en un mundo determinado por hombres. Y es que ¡ya está bien!

Al mismo tiempo que las mujeres alzamos la voz, las posiciones más reaccionarias ponen la maquinaria en marcha para intentar desprestigiar una lucha legítima y justa. El año pasado lo hicieron tímidamente y entre confusiones; este año, sin tapujos. Solo les voy a decir una cosa: no vamos a dar marcha atrás. Exigimos cambios ya. Sí, los exigimos.

Arantxa Sainz de Murieta

 

 

 

 

 

Fotografía de Christina Werckmeister @cwerckmeister

A las puertas de otro 8 de marzo, ¡nos van a oír!

marzo 5, 2019 en Doce Miradas

Le hemos cogido el gusto a esto de los posts colaborativos. Ahí os va otro. Es nuestra reflexión colectiva ante esta semana fantástica y su remate el próximo viernes 8 de marzo. Qué expectación.

El año pasado

El 8 de marzo de 2018 nos atrapó a todas la ola. Nos pilló por sorpresa, de sopetón. Bendita ola y bendita sorpresa.

Esperábamos que sucediera algo, sí, pero no tanto.

Fue un chute de energía, un subidón tremendo.

De aquellos polvos vinieron ciertos lodos, pero, en fin, ¡que nos quiten lo bailao!

 

Por qué también este año

Este año volvemos a la carga, a las calles, a las redes, el 8 de marzo, porque las razones que nos llevaron a la protesta del año pasado siguen ahí, intactas.

Siguen ahí la brecha salarial, el techo de cristal, el de hormigón armado y el suelo pegajoso.

Siguen sin participar en pie de igualdad las mujeres en los alardes de Irun y Hondarribia.

Siguen celebrándose eventos y congresos que invisibilizan la participación profesional y social y hasta la existencia misma de las mujeres.

Sigue el acoso en redes sociales.

Siguen siendo espeluznantes las cifras de la violencia sobre las mujeres.

Esta año también volvemos a la carga porque estamos en un momento de renuncia y visibilización y también de reconocimiento de los logros conseguidos hasta ahora. Porque la lucha por la igualdad no es tendencia, no es una moda ni algo momentáneo ni puntual.

Y porque a todas esas razones se nos ha sumado una más: el involucionismo neomachista ha tomado fuerza y cuerpo político y amenaza con asentarse firmemente en la agenda institucional. Lanza, así, globos sonda sobre reformas de la ley del aborto, sobre la abolición de la ley de violencia de género… Y han conseguido alertarnos. En los próximos meses tenemos varias urnas que rellenar. Y nos jugamos mucho

 

Ilustración de Maddi Lapitz Kaltzada

 

¿Qué va a pasar, pues, este año?

Se oye y se lee de todo: que hay menos movimiento previo, menos presencia de la huelga en los medios… ¿Será que, estando como estamos a las puertas de varias citas electorales, hay medios a los que les interesa silenciar esto? ¿Será que esas actitudes de boicot que se han detectado en las redes responden a un intento más ambicioso de neutralizar el movimiento? ¿Será que el año pasado los medios le hicieron casito pensando que sería algo anecdótico, pintoresco y hasta chusco, y este año, viendo que va en serio, prefieren ningunearlo? ¿Será que ha dejado de ser noticia y novedad y los medios, ya se sabe, necesitan materia nueva? ¿Será que tras la ola viene la resaca?

Sea como sea, los diferentes movimientos feministas, en ciudades, en comarcas, en barrios,  llevan meses preparando esta jornada de huelga y la  proponen no solo en el trabajo productivo, sino también en el reproductivo, lo cual incluye cuidados y consumo. Y hacen también recomendaciones a los hombres sobre cómo deben amoldarse a ese día en el que (¡oh, novedad!) no son protagonistas.

Al mismo tiempo, ya tienen publicados sus programas de actividades tanto para el mismo día 8 como para los precedentes, en plan ensayo y precalentamiento.

Lo que es seguro es que este 8 de marzo no será tan espontáneo ni inesperado como el del año pasado. Este año, si vuelve a ser la leche, no nos sorprenderemos.

Porque puede que vuelva a ser la leche en bote. A ver, pensemos: las que participamos el año pasado vamos a repetir todas o casi todas; no conocemos a nadie que en este año haya dado marcha atrás y se haya arrepentido. Y las que el año pasado no participaron, animadas por el eco y la resaca de lo sucedido, es probable que en este 2019 se animen. Puede que este año haya un 8M en sitios donde el año pasado solo llegó mediáticamente.

Y, sobre todo y por encima de todo, porque, como decimos, las razones que nos llevaron el año pasado a la huelga y a la movilización siguen intactas. Y tenemos razones nuevas.

Así que, hermanas, vamos a parar para que pare el mundo y volverlo a poner en marcha a nuestra manera, con la vida en el centro. Nos van a oír.