Nosotras somos Antzasti
25/02/2020 en Miradas invitadas
Somos Cristina y Elena Amezaga, dos mujeres, hermanas, madres y emprendedoras en el difícil terreno de la cultura. Ambas, licenciadas en Sociología, máster en Museos y actualmente al frente de un museo de carácter antropológico dedicado a la casa. La casa, un territorio compartido por todos los miembros de la familia, pero con un marcado e indiscutible significado femenino. Si en algún lugar podemos encontrar la historia real de las mujeres que nos antecedieron, sin duda, es entre las paredes de las casas.
Antzasti-Euskaldunon Etxea es una realidad con un largo, muy largo recorrido, no menos difícil y, a veces, simplemente doloroso. Ha formado parte de nuestras vidas en los últimos diez años. Somos ya parte indisoluble de esa realidad que nos ha engullido; por eso nosotras somos Antzasti. Lo que comenzó siendo una afición heredada por recuperar, mantener e investigar, es hoy un espacio cultural abierto al público. Uno de nuestros objetivos fundamentales consiste en poner en valor el inmenso trabajo silencioso realizado por las mujeres dentro de las casas y abarcar, en la medida de lo posible, las muchas facetas de esa labor que, a su vez, conforman un crisol de innumerables dimensiones.
Sin duda, es del todo necesario reivindicar nuestro espacio en la esfera pública, social, política empresarial… pero también es del todo imprescindible para hacernos justicia a nosotras mismas y, especialmente a todas nuestras abuelas, el reconocimiento a la gran aportación de todas las mujeres que nos precedieron y que, entre los humildes muros de las casas y sin hacer ruido, trabajaron arduamente sin pedir explicaciones a nadie ni por nada de lo que les pasaba. A nuestro entender, la sociedad es deudora de una memoria histórica que ponga en valor su figura, ahora que parece ser el momento de los relatos, del reconocimiento y de reescribir muchas partes olvidadas o maltratadas de la historia.
Nuestro museo, que como os decía ya es arte y parte de nuestras vidas, echa la mirada atrás a nuestra historia reciente, a ese momento en el que la revolución industrial a finales del XIX y principios del XX trajo consigo el cambio de roles más importante de la historia entre hombres y mujeres. Ese momento en el que los asuntos modernos, es decir, aquellos que mueven los hilos del devenir de la historia como la industria, la empresa, la banca, la acumulación de capitales, la política moderna, la ciencia moderna… recaen en manos de los hombres. Ese momento cuando las mujeres se ven relegadas de la sociedad en todos los ámbitos estratégicos y en todas las capas sociales; más aún, cualquier paso a nivel social o administrativo requería del consentimiento del hombre de la casa, padre o marido. Ese cambio de roles es el que aún hoy mantiene sus resonancias y marca nuestros ritmos de vida.
Y entre los muros de las casas todo esto es fácilmente adivinable, fácilmente deducible, casi respirable porque está plasmado en ellas. Por eso hemos querido que nuestros visitantes entren dentro de los cuartos que conforman las casas y que tengan una perspectiva de 360 grados, en espacios que parezcan estar vividos. Ponemos en paralelo los dos modos de vida contemporáneos de esta época de nuestra historia reciente: la vida tradicional y la modernidad, de forma que quien nos visita entra en una cocina de caserío pero también en una de la modernidad, en un cuarto y en otro, en una sala y en otra… Y en estas estancias es donde descubre los espacios, los ambientes, las condiciones en las que madres, cocineras, reposteras, planchadoras, amas de cría, agricultoras, ganaderas, costureras, modistas… trabajaban incansablemente.
Qué mejor forma de reivindicar el hoy, que recuperándonos a todas.
Nosotras estamos decididas a continuar en el empeño de divulgar la historia de la casa, entre otras cosas, porque nos permite contar la historia de estas mujeres. Los cambios fundamentales que se producen con la revolución industrial cambian espacios y tiempos, y también dibujan una nueva fisonomía en el paisaje exterior y en el interior de las casas y de sus habitantes. Los muros domésticos son permeables y nos dejan ver con claridad muchos porqués pasados que nos permiten entender muchos “hoy”s.
El camino que hemos elegido no está siendo fácil. ¡Que la suerte nos acompañe!
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Merece la pena ser visitado: es una grata sorpresa. El museo en si y ver cómo Elena y Cristina trabajan con una gran ilusión tratando de explicar el paso del caserío al entorno urbano y a la industrialización. Realidades ce cómo los baserritarras iban diariamente a trabajar al Puerto o a Basauri para volver y así todos los días excepto los domingos. En fin la rueda de la vida. Todo ello de una forma amena te irán adentrando poco a poco en un cambio vital que ha pasado en nuestro entorno (Arratia) no hace excesivo tiempo. Cristina eta Elena animo eta Eutsi goiari