La Red Álava, la red de mujeres invisibles

17/07/2018 en Miradas invitadas

Ane Azkue Zamalloa. Bilbao, 1985. Comunicación Audiovisual (UPV, Leioa). Trabajé en programas de televisión, en cadenas locales después… hasta que la productora Baleuko me dio la oportunidad de participar en mi primer documental. Guerra civil, espionaje, solidaridad, presos… y como hilo conductor 4 mujeres. Acepté, y gracias a ello he tenido la oportunidad de cocinar a fuego lento y con mucho mimo, una historia de mujeres, de heroínas que yo, ignorante de mí, desconocía.

 

¿Por qué cuando se habla de Guerra Civil, nunca se habla de mujeres? La mujer siempre es la gran olvidada de aquella guerra civil que encarceló y fusiló a centenares de mujeres. Las expulsó de sus pueblos, les robó sus casas y hasta sus hijos e hijas, les prohibió trabajar, las ridiculizó antes sus vecinos rapándoles el pelo y haciéndoles beber aceite de ricino… y así podríamos seguir enumerando barbaries hasta aburrirnos.

Pero aún así, cuando se habla de Guerra Civil siempre aparecen ELLOS, los gudaris, los encarcelados, los fusilados. Si buscamos motivos, en un intento de dar alguna explicación lógica a esta situación, alguien nos diría que se debe a la división machista y sexual que del trabajo se hacía en aquella época. Esto es, la esfera pública era terreno de hombres y la privada de mujeres. Las mujeres en casa, los hombres en el bar. Las mujeres hablaban de cómo criar a sus hijos. Los hombres de política, economía y cultura.

Y sin embargo, fueron…

Pues esta explicación que puede ser válida en algunos casos, no lo es para hablar de las protagonistas del trabajo que nos ocupa.

Itziar Mujica, soltera y sombrerera de profesión; Teresa Verdes, trabajadora en la imprenta familiar y mujer amante de la lectura; Bittori Etxeberria, propulsora de la Ikastola y biblioteca de Elizondo entre otras muchas cosas, y Delia Lauroba, mujer valiente e inteligente a partes iguales, no eran amas de casa. Su trabajo no se limitaba al cuidado de sus hijos, que por cierto no tuvieron, si no que eran mujeres con peso y presencia en el ámbito social, pero así todo, su labor fue silenciada y nunca reconocida.

Sin querer menospreciar la labor de nadie, no es mi intención, me gustaría que se hiciese este pequeño esfuerzo. ¿Cuántos nombres de gudaris y dirigentes políticos de la época conocemos? ¿Y cuántos de esos nombres son de mujeres? Empezando desde el mismo Agirre, Ajuriagerra, Landaburu… todos son hombres. ¿A qué se debe esto? En mi modesta opinión, a una educación, religión y cultura machistas que han hecho que las mujeres no valoremos nuestros esfuerzos ni nuestros logros. No lo hacemos ahora, imaginemos hace 80 años. «Es lo que había que hacer. Nosotras no tenemos nada que contar, solo hicimos lo que nos tocó» ¿Cuántas veces hemos oído repetir estas palabras en boca de mujeres luchadoras, que lo dieron todo por una causa, por unas ideas que ellas entendían como justas? En el caso de Bittori, Itziar, Delia y Tere, ni sus propias familias conocían lo que habían hecho. Cuanto menos, resulta sorprendente. Los hombres nunca dicen: «¡era lo que teníamos que hacer, nada más!” Ellos no. Ellos saben poner en valor su lucha y darle una dimensión de grandiosidad que las mujeres todavía, no hemos aprendido a hacer.

Bittori Etxeberria lideró una red que fue capaz de sacar y meter información de las cárceles franquistas y hacer llegar esta información hasta el Gobierno Vasco en el exilio. Bittori, Delia, Itziar y Tere, lideraron una red que movía valiosísima información desde Santoña hasta Baiona, desde Burgos hasta París. Burlando controles policiales, militares y carcelarios. Por cierto, que esta red se bautizó como la Red Álava, en referencia y homenaje a su coordinador general, Luís Álava. ¿Es raro que el coordinador sea hombre y que la red lleve su nombre? Muy raro. O no tanto.

Pero volviendo a la labor de «las cuatro vascas», creo que el hecho de ser mujeres, jóvenes y de buena presencia, aunque suene contradictorio, de alguna manera les benefició. Los carceleros, guardias, militares, jueces… no sospecharon de unas pobres mujeres, no vieron peligro en ellas, y esto les ayudo a seguir con su labor. Muchos de los testimonios recogidos en el documental apuntan a que si se libraron del fusilamiento fue por ser mujeres. A la «injusticia» franquista le resultaba demasiado fusilar a mujeres católicas. Bueno… si esa fue la causa, podemos decir ¡qué no hay mal que por bien no venga!

El reconocimiento y la visibilización han llegado, tarde, pero han llegado. Decía Txema Montero en el documental que, «la historia de estas cuatro mujeres le había fascinado y que si esto hubiese ocurrido en Francia estarían en el «Panteón de la resistencia». Si es así, me alegro de saber que en otros países las cosas se han hecho mejor.

 

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