La dictadura del pensamiento positivo. ¿También en el feminismo?
29/11/2016 en Doce Miradas
Cayetana Guillén Cuervo entrevistó en octubre pasado a la periodista, escritora e historiadora Ángeles Caso en su programa Atención obras, con motivo de su último libro Ellas mismas. Autorretratos de mujeres, un volumen que rescata del olvido a 79 artistas relevantes que lograron el éxito pese a los obstáculos de la época, pero cuyos nombres y logros la Historia borró -no olvidemos que la Historia es un relato de construcción humana, de hombres, para más señas, de historiadores que no consideraron importante incluir a estas mujeres en los libros-. Ángeles Caso apenas había comenzado a explicar el contenido y las razones de su obra, con su templanza habitual, su magnífica voz modulada durante años de carrera televisiva y radiofónica, cuando Cayetana Guillén Cuervo, aprovechando una pausa de la escritora, dijo: «vamos a respirar hondo, ¿vale?, para no estar enfadadas.» «Nooooooo, no no no, no hay que estar enfadadas», se apresuró a contestar Àngeles Caso. Y yo, la verdad, me quedé estupefacta. En primer lugar, Ángeles Caso no se había mostrado enfadada en ningún momento. En segundo lugar, ¿qué habría tenido de malo mostrar enfado ante una injusticia como la que se estaba comentando? En tercer lugar, tal vez Cayetana se refería a ‘vamos procurar no enfadarnos porque este tema del que vamos a hablar es para enfadarse mucho’. De ser así, ¿por qué autocensurarse ese sentimiento tan legítimo?
Y entonces pensé, ¡horror!, ¿estará llegando la dictadura del pensamiento positivo también al feminismo?
No sé desde cuándo soy consciente de la invasión del pensamiento positivo en nuestras vidas. ¿Tal vez 8 años? Primero lo noté en el mundo laboral, con la proliferación de coaches, gurús y oradores motivacionales difundiendo su mensaje a través de sus libros, blogs y lucrativas turnés de charlas, conferencias, cursos, talleres y dinámicas varias. Son esas personas que te sueltan alegremente que no hay situación laboral mala, sino mala actitud por tu parte. Porque con una sonrisa y una buena actitud puedes convertir una situación laboral deleznable en un bello jardín de oportunidades. Y si te despiden, mejor aún. Es una oportunidad que te da la vida para avanzar. No te quejes. Seguro que os suena. Después lo noté en el mundo de la salud. Hoy en día son legión quienes aseguran que con la actitud adecuada se pueden vencer las enfermedades. Ergo quien enferma o quien no consigue curarse es por su mala actitud. Y así, con esa ligereza y simpleza de miras, culpan a la persona enferma, por si no tuviera ya bastante con su enfermedad. Y poco a poco, este pensamiento positivo a ultranza va cuajando en todos los espacios de nuestras vidas. Para mi disgusto he ido viendo cómo consigue adhesiones a pasos acelerados sin apenas oposición crítica. ¿No estar de acuerdo con el nuevo culto al positivismo a ultranza supone apostar por el pesimismo, el negativismo sistemático o la abolición de la alegría? En absoluto. Supone rechazar el positivismo obligado. Estoy a favor de la alegría real, del buen rollo verdadero y del sentido del humor. Pero también tenemos derecho a estar tristes y enfadadas, a considerar que una situación es negativa, a no ver el lado bueno de algo, porque a veces el lado positivo no existe, te pongas como te pongas. Creo que es sano.
Hay que reconocer que el movimiento del pensamiento positivo a ultranza se vende muy bien. Brinda a la gente una ilusión de control sobre sus vidas que cualquiera desearía. Y todo con unas simples recetas. Apenas hay oposición porque se considera inofensivo. A mí me parece peligroso. Promueve el individualismo y el egoísmo. Todo vale si con eso YO soy más feliz. Al cuerno los demás. ¿Escuchar a las personas que tienen problemas? No, apártalas de tu vida, son personas tóxicas y negativas. Y pobre de ti si no eres una especie de ambipur del buenrrollismo en el trabajo, porque algún fanático del movimiento podría considerar que generas mal clima y adiós, muy buenas.
Necesitada de comprender un poco mejor todo esto que estaba notando a mi alrededor, recabé información y di con Barbara Ehrenreich y su libro ‘Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo’, en el que critica este movimiento que viene de Estados Unidos y que en su opinión podría estar incluso en el origen de la crisis económica de 2008. Esa idea infantiloide de si crees mucho en algo, si lo visualizas, lo conseguirás. Si eres una persona positiva no tienes nada que temer, todo te irá bien en el futuro. Esa manera de pensar, ilusa y pueril, puede estar detrás de las hipotecas basura, según Ehrenreich. Además, ella vivió en carne propia la tiranía del pensamiento positivo cuando le detectaron un cáncer de mama. Los grupos de apoyo para la enfermedad se mostraban implacables con quienes recaían. Y en su delirio positivista, había quienes llegaban a agradecer la enfermedad y considerar el cáncer como lo mejor que les había pasado en sus vidas. Encontrar esa mirada crítica de Ehrenreich fue reconfortante. Últimamente, he sabido de otras voces discordantes desde la literatura, el ensayo y la filosofía como, por ejemplo, la de Daniel Ruiz García, que en su novela La gran ola, premiada con el Tusquets, hace una sátira del coaching o la de nuestra última mirada invitada, Toño Fraguas, con un artículo sobre el ‘felicismo’ y el libro ¿Existe la felicidad?, así como las de Fernando Savater y Victoria Camps que manifiestan que la autoayuda ha desplazado a la filosofía. Parece que hay esperanza y que la dictadura del positivismo encontrará oposición.
Volviendo a nuestro tema, al feminismo, me pregunto en qué punto estaría ahora mismo la igualdad entre mujeres y hombres si a comienzos del siglo XX aquellas mujeres que lucharon para conseguir el voto de la mujer no se hubieran enfadado con la flagrante discriminación que padecían. Si se hubieran puesto a buscar el lado positivo, como por ejemplo, ‘qué bien, una preocupación menos que tenemos, que la política da muchos quebraderos de cabeza’, aún estaríamos sin derecho al voto. La situación de la que disfrutamos las mujeres en la actualidad –con muchas carencias, mucha discriminación aún y mucho trabajo por hacer, como recordamos constantemente en este blog- no sería posible si millones de mujeres a lo largo de la historia no se hubieran enfadado. ¿Dónde estaríamos sin el enfado y el inconformismo de las pioneras? Estaríamos aún viéndole el lado positivo a no poder trabajar, a no poder ganar nuestro propio dinero, a no poder votar, a no poder controlar la maternidad…
El libro Ellas mismas no se habría escrito si la propia Ángeles Caso no hubiera sentido cierto enfado ante la injusta omisión de esas grandes artistas por parte de los historiadores. La idea de ese libro, rechazada por las editoriales, no habría visto la luz si Ángeles Caso se hubiera conformado y no hubiera puesto en marcha una campaña de crowdfounding para financiar la publicación de su obra. Su campaña de micromecenazgo no habría triunfado si 1.600 mecenas no se hubieran contagiado un poco de ese enfado ante la injusticia. La interesante entrevista en el programa de La 2 no habría tenido lugar si Cayetana Guillén Cuervo y el equipo de Atención Obras no hubieran sido sensibles a ese enfado… Y casi me olvido. Nuestro blog, Doce Miradas, recientemente premiado con el Airea Saria de GetxoBlog, no habría nacido si Ana Erostarbe no se hubiera enfadado –junto a otras 11 mujeres- al fijar su atención en aquel congreso en el que casi todos los ponentes eran hombres. Con frecuencia, el enfado es el germen de grandes logros.
María Puente
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Hola, María:
Estoy de acuerdo contigo, creo que esa visión del «todo es positivo —y si no lo ves es porque no estás mirando bien—, la negatividad está en tu mente» es muy dañina. Pero el problema, no es la psicología positiva, sino el fanatismo. Saber mirar el lado bueno de las cosas nos ayuda a ser más felices, pero hay situaciones en las que conviene centrarse en su lado malo y trabajar por cambiarlo. ¡Y claro que tenemos derecho al enfado! De la rabia y la ira bien canalizadas pueden surgir cosas maravillosas.
Hace un tiempo escribí un artículo titulado «No todo depende de cómo lo mires», te dejo el enlace por si te apetece leerlo: https://conconciencia.com/no-todo-depende/
¡Un saludo bloguero!
P.S.: Me ha encantado eso del «ambipur del buenrollismo».
Gracias, Iñaki. A también me ha gustado tu artículo. Me da tranquilidad ver que hay más personas que se están percatando de que tanto positivismo se nos está yendo de las manos. Parece como si de un tiempo a esta parte cualquier emoción negativa estuviese prohibida. Hay que ser la persona más positiva del lugar y demostrarlo. Y como bien dices, hay infinidad de situaciones en la vida, como el ejemplo que comentas de los desahucios, con el desamparo y el miedo que deben sentirse, en que lo de ser positivo, en fin. Eso no quita para que haya que sacar fuerzas de donde sea para no hundirse y tratar de sobreponerse, como siempre nos han enseñado. Pero de ahí a dar las gracias por la gran oportunidad de empezar de cero, va a ser que no. Gracias por leer Doce Miradas y hasta otra.
Pensamiento mágico pendejo… https://www.youtube.com/watch?v=_AFej0-nUe0
Jajaja, gracias, Idoia. Muy bueno lo del pensamiento mágico pendejo. No conocía esta faceta de este actor. ¡Gracias!
La reflexion sobre el positivismo en una epoca de crisis es una forma de acallar las malas conciencias de las clases que nos dirigen.Es tan importante el quejarse y saber decir No , como el contentárse y ser conformista diciendo siempre Si.Me gustan mas las persona que son libres y pueden criticar para transformar la vida que les rodea ,que el pasotismo de la gente que lo vee todo maravilloso y tapa lo negativo de su vida como un acto reflejo.Siempre no estamos bien , un ole por las mujeres valientes que saben enfadarse y luchan por cambiar la sociedad desde una critica ala misma, fuera dictaduras de pensamiento positivo
Una crisis parece terreno abonado para el triunfo de este pensamiento positivo mágico. En el libro que menciono en el artículo, el de Barbara Ehrenreich, la autora afirma que el pensamiento positivo es una forma de control social. No te quejes y no busques responsabilidades en el gobierno o en el sistema económico porque tú y tu actitud son los únicos factores responsables de cómo te va en la vida. Es un silenciador estupendo y muy conveniente para las clases dirigentes. Gracias Fátima por seguirnos y por comentar. Ole también por ti.
Me impresionó tanto este ensayo que lo he reseñado en varias ocasiones. Hay que contrarrestar tanto silencio en torno a una reflexión tan lúcida. Enhorabuena por tu artículo, con el que estoy cien por cien de acuerdo, y viva la positividad.
http://tertulectos.blogspot.com.es/2013/10/sonrie-o-muere-la-trampa-del.html?m=1f
http://unlibroaldia.blogspot.com.es/2013/11/barbara-ehrenreich-sonrie-o-muere-la.html?m=1
http://orlandiana.blogspot.com.es/2013/11/sonrie-o-muere-la-trampa-del.html?m=1
Conocía la crítica de Un libro al día, blog que suelo seguir. Enhorabuena por el blog. Estoy terminando de leer el libro de Ehrenreich y me está resultando interesante y, aunque aquí estamos aún lejos de las situaciones alucinantes que se relatan en el libro, veo bastantes similitudes. La atmósfera está empezando a ser cargante. ¡Gracias Molina de Tirso!
Muy bueno, me ha recordado a las reflexiones de Byung-Chul Han. Gracias
Menuda comparación. Me interesaré por ese filósofo a partir de ahora. Gracias por el apoyo y por darme nuevas pistas para reflexionar. ¡Un saludo, Iñaki!
Llego al final de tu estupendo post, María, y encuentro mi nombre. Sorpresa 🙂 Te agradezco mención, aunque bien sabes que este proyecto es transversal como pocos. Yo os contagié la rabia, jaja. Coincido mucho con los últimos párrafos, que entiendo, son el motor de tu argumentación. Admito, sin embargo, que los anteriores me despiertan dudas, y me haces preguntarme porqué.
Totalmente de acuerdo en que el enfado es bueno. Es un estupendo termómetro de injusticias. Ni que decir el espanto que sería este mundo si nada nos soliviantara; si miráramos la realidad como quien mira una pantalla de televisión, ajenos a nuestra capacidad de acción. Mira mi post anterior, ensalzando el activismo de Islandia. El de sus mujeres y, en realidad, el de su sociedad en general. Una sociedad formada, madura, que no está dispuesta al descaro ni al abuso. Por aquí nos comemos ambos con patatas.
Y se me ocurre que quizá la palabra clave es «madurez». Porque si el enfado es el termómetro de las injusticias que nos tocan, la madurez es la medicina, para primero, ayudarnos a comprender y a asumir, y después, a actuar. Porque el enfado solo es bueno si te ayuda a cambiar, con ambición de mejorar. Es sano, es muestra de humanidad como cualquier otra emoción, y paso previo en cualquier proceso de cambio profundo. Pero es eso, una etapa, parte de un proceso. Tras el enfado, que merece más reconocimiento del que tiene, es importante saber reconducir. Sin pedir perdón por haber sentido ni la incomprensión ni la rabia que, como bien apuntas y por fortuna, deben distinguirnos a los seres humanos.
Gracias, Ana. Si nos contagiaste la rabia fue un buen contagio. A todas nos bullía ya todo eso en la cabeza y tú impulso e iniciativa fueron claves para conectar conciencias. En cuanto a mostrar enfado o emociones negativas, voy aún más allá de lo que digo en el post y de lo que tú comentas. Creo que aunque ese enfado no sea el motor de nada, aunque no provoque una transformación positiva, aunque no lleve a nada, tiene un sentido en sí mismo. No creo que sea bueno reprimir siempre las emociones. Expresarlas puede tener un valor en sí mismo. A ver, si estás enfadada full-time pues, sí, desde luego tienes un problema. Si pierdes el control al expresarlas, seguramente tendrás también un problema. Pero con todo esto del positivismo a troche y moche creo que hay mucha falsedad y mucha hipocresía. Un abrazo, Ana, y a vivir con alegría.
Aire fresco, gracias! Nos rodea una lobotomización generalizada que a mí a su vez me genera una mala ostia que no me la aguanto ni yo. Me rodean amigas que están todo el día haciendo cursos de energia para llenar su ser de luz, mandar serees a la luz y todo es luz y color. No puedo con esto, a veces me supera. el otro dia una amiga , que lleva como 15 años aguantando una historia de maltrato a base de cursos y cursos de pensamiento positivo, me dijo que había ido a un curso y le habían dicho que a su marido lo tenía que visualizar y mandar a la luz. Me salió del alma decirle: «¿y qué tal si lo mandas a la mierda? No sé, la verdad no me acabo de ver comprendida…Prero al leer esto, ya me siento más reconfortada. abrazos
Toda esta seudofilosofía de todo a 100 sólo sirve para generar conformismo ante situaciones como la que comentas, y otras muchas. Y diría que no es casualidad que el auge de todo este buenrrollismo coincida con el declive de la religiosidad formal, porque en el fondo predican lo mismo: la resignación y el conformismo con el statu quo. La religión ha dejado un vacío que ha sido rápidamente ocupado por otra versión de lo mismo. Por lo visto, a mucha gente le gusta vivir engañada. En fin.
Sí, yo también creo que todo este movimiento tiene que ver con el declive de la religiosidad, aunque no quería abrir un melón tan grande, pero sí, estoy contigo, Aitor. Las personas, creyentes o no, tenemos una necesidad de espiritualidad, de ahondar en nuestras emociones y sentimientos, y este culto al positivismo ha sabido encontrar su hueco y aprovecharse. Encima es mucho más facile y divertente, así que tiene más fans que Bisbal. Y creciendo, me temo. Un saludo y gracias por entrar a comentar.
Cómo me alegra leerte, Mari Cruz. Te sientes sola cuando ves a tu alrededor con qué mansedumbre y alegría se acogen esas charlas, libros y pseudopsicología vende-humos. Constatar que hay personas resistentes, que hay gente con espíritu crítico como tú, que no aceptan cualquier superchería, es un consuelo y un alivio. De verdad. Si a ti te ha reconfortado leer el artículo, a mí me reconforta tu comentario. Excepto la grave situación que comentas de tu amiga. Creo que los cursos de positivismo empleados para que una mujer acepte con buen ánimo el maltrato de su marido es un ejemplo extremo del grado de perversión al que se puede llegar con esto del positivismo obligado. ¡Un abrazo!
En el comienzo fue Disney, mostrando a la infancia un mundo idílico totalmente falso. Luego llegó Paulo Coelho, para vendernos la misma milonga a las personas adultas. Y al final, esa plaga de libros de autoayuda (autoengaño, más bien) y de seudocoaches (nada que ver con el auténtico coaching) que nos asedia por tierra, mar y aire.
Contra eso sólo nos queda enfadarnos, pero con un enfado positivo que sea motor de cambio. Porque cuando el enfado no se queda en pataleta pasajera y va más allá, surgen cosas tan positivas y valiosas como este blog.
Gracias Aitor. A Paulo Coelho lo he leído muy poquito y de reojo. En algún artículo de alguna revista y poco más. Me pareció lo que a ti. Y bueno, el auténtico coaching ahaha! Eso daría para mucho. ¿Quién dice cuál es el auténtico?
Gracias María por tu post tan de verdad. Actualmente vivimos en una sociedad en la que hay que ser positiva sí o sí. Hay «positivos» que opinan que, hasta de lo peor que pueda sucederte, se aprende. Seguro que aprendemos, pero a superar los miedos, a pelear y a seguir siempre hacia adelante, pero no comparto la idea de ser siempre una «feliciana». Pienso que debemos ser realistas, aunque siempre con alegría y nuestra mejor sonrisa. Un abrazo muy fuerte
Gracias a ti, Pilar, por seguir el blog. Seguro que hasta de lo peor se aprende, lo que pasa es que malditas las ganas que tenemos de aprender así. Me gustó una reciente entrevista a Andrés Aberasturi en la contraportada del Correo a propósito del libro que ha escrito sobre su hijo Cris, con parálisis cerebral. Decía eso mismo, que si había aprendido algo con el sufrimiento de la enfermedad de su hijo, que maldecía ese aprendizaje. Me gusta su postura. Quiere con toda su alma a su hijo pero dice sin paliativos que es una putada. Eso de andar diciendo que es un regalo del cielo, pues como que no. Un beso, y gracias!!
Alucinante artículo. Enhorabuena sin paliativos. Hace poco leí otro en la misma línea. Aquí te lo dejo por si te apetece echarle un vistazo:
https://juanmunozflorez.wordpress.com/2016/10/06/el-falso-triunfo-de-la-voluntad/
Ciao!
Muchas gracias, Carlos. Me alegro de que te haya gustado. A mí también me ha gustado el artículo que me recomiendas. Estoy con Juan Muñoz, desde luego. Nuestra voluntad tiene su importancia pero hay muchas otras fuerzas actuando como son el azar, las voluntades ajenas que muchas veces chocan con la nuestra, etc. Así que lo de si quieres puedes, pues a veces. Es bueno intentarlo, claro, pero tener esa frase como un mantra infalible y sin matices puede ser bastante insano, entre otras cosas, como dice también el artículo de Muñoz, porque te convierte en un juez severo e injusto para con los demás, ya que a quien no le vaya bien en la vida lo achacarás a su falta de voluntad, a que esa persona ‘no quiere’. Lo dicho, Carlos, un placer y gracias por seguir Doce Miradas. Hasta otra.
Gracias María. Que satisfacción !!!! Por fin veo escritas las ideas que hace tanto me acompañan. «
Qué bien, Josune. Conozco ese sentimiento de satisfacción cuando lees o escuchas a otra persona decir lo que a ti te andaba rondando por la cabeza. Veo que somos unas cuantas y unos cuantos los que nos rebelamos. Un abrazo.
Soy feminista.
Estoy estudiando Inteligencia emocional y coaching para poder dedicarme el día de mañana a que las personas puedan ser conscientes de sus creencias limitadoras para ir a donde les pida el cuerpo ir y hacer de su vida lo que deseen.
El coaching no te dice «piensa en positivo/cambia tu actitud», mas bien al contrario: escuchate, permitete equivocarte, perdonate, enfadate, llora, vomita,… sacate de encima creencias absurdas, imposiciomes sociales, represion y estereotipos y sigue adelante sin miedo.
El pensamiento positivo no sirve si se basa en vivir en una irrealidad absurda.
Sólo queria dejar el buen coaching en el lugar que le corresponde y no en meros encantadores de serpientes.
🙂
Hola Gemma. Seguramente hay algo bueno en el coaching. No lo conozco tan a fondo, entre otras cosas porque he puesto mucho de mi parte para manterme fuera del alcance de sus tentáculos. Quedé horrorizada por una sesión que me pilló desprevenida (ahora ya no me pillan así como así en esas) en la que los ‘dinamizadores’ pusieron papelitos en el centro de la mesa con el nombre de todas las personas allí presentes y tenías que sacar un papel y decir algo bueno y algo malo de aquella persona. Personas con las que trabajaba. A mí me parece una locura. ¿Qué sucedió? Que por fortuna la gente no dijo la verdad porque, de lo contrario, eso puede acabar como el rosario de la aurora. Pero lo peor fue cuando nos pusieron a todos sentados en círculo y nos dijeron que habláramos con la lengua fuera. Sacar la lengua como un perro y tratar de hablar. No tengo palabras. A partir de ahí me planté y siempre ‘declino’ las invitaciones a tales sesiones. Después propusieron un payaso-coach y ‘saca el payaso que llevas dentro’, pero ya te digo que en esa ya no me pillaron. Gracias, Gemma, por leer el post y comentar. Hasta otra.
Ha puesto palabras a lo que pienso. Soy positiva, de nacimiento. Pero contraria a esa obligatoriedad, e imposición. Los libros de autoayuda son un fraude. Sonriamos al saludar, ayudar…. Pero manifiestemos, gritemos, enfademonos con muchas de las cosas que se permiten hoy en dia
Gracias, Pili. Me alegro que digas que eres positiva de nacimiento porque cuando criticas este positivismo impuesto, tan de postureo, del que creo que las redes sociales también tienen la culpa parece que defiendas el lado oscuro de la vida y no es eso. Y además es posible ser positiva e inconformista. Y veo que tú eres un buen ejemplo de eso. Sigue leyendo y comentado en Doce Miradas. ¡Saludos!
Gracias Gemma, yo también soy feminista y tengo la suerte de que mi hija graduada en Historia esta haciendo un master de género. Soy piscóloga. Experta en Coaching personal y educativo. También practico midnfulness y lo difundo siempre que puedo en talleres, jornadas, charlas, etc. Y por supuesto siempre teniendo a mano la base de la Inteligencia Emocional. Defiendo la flexibilidad por opuesta a la radicalidad, tan de moda hoy en dia. No me gustan los charlatanes (los que no tienen ni idea y se creen que saben mucho) ni del positivismo y ni del «quejismo».
También recuerdo a los grandes pensadores y filósofos de todos los tiempos.
Defiendo la queja y el derecho a manifestar enfado sin taparlo, no hay que resignarse a las injusticias porque un mundo mejor es posible y debemos ser responsables en procurarlo.
Salgo en las manifestaciones que piden justicia, igualdad y libertad. Pero recuerdo a Gandhi y también a los manifestantes profesionales de la bronca que revientan y desvirtuan el espíritu de algunas reivindicaciones.
Así que por favor un poquito de más leer y de más positivismo. Que no confundir con el oportunismo que siempre ha estado presente en la humanidad
Hola Carmen. Bien por ti. Gracias por leernos y comentar.
Totalmente de acuerdo con el post. Profundo y certero. No se trata de pesimismo, término con el que atacan al que no sigue la corriente «positiva», sino de realismo; de ser REALISTA y actuar en consecuencia y en conciencia.