Mujeres en política y política de mujeres
18/11/2013 en Doce Miradas
Andaba estos días dándole vueltas al asunto de por qué en tantas historias que se organizan hay una infinita mayor presencia de hombres que de mujeres y por qué a algunos les molesta tanto que se reclame una representación femenina en ellas, al menos en un porcentaje similar al que existe en la sociedad, cuando me di cuenta de que de nuevo habíamos caído en una trampa: nos sentíamos unas agustinas de Aragón enarbolando la bandera de la justicia y pidiendo lo que para nosotras parecía evidente, cuando en realidad no se trata de una mera reivindicación sino de una denuncia sobre una auténtica ilegalidad, porque no se está cumpliendo la ley. Y es que en realidad, se trata de eso: de un absoluto y completo incumplimiento de la legislación vigente, incluso, denunciable ante los tribunales. Así que estas acciones de denuncia que llevamos a cabo un «hatajo de mujeres histéricas, exageradas, mediocres, que no tenemos otra cosa que hacer y a las que nos gusta tocar las narices al personal» (y lo pongo entre comillas porque así es como nos siente una parte de la sociedad, sobre todo masculina pero en algunos casos también femenina), lo que en realidad hacen es denunciar ilegalidades y, quizás si nos ponemos un tanto exquisitas, hasta delitos. Porque eso es lo que hace alguien cuando se salta la ley: que comete un delito.
Así que vamos a liberarnos de esa trampa en la que nosotras mismas hemos caído pensando que hacemos algo con tintes que podríamos definir incluso de «románticos», pongamos los pies en el suelo y seamos conscientes de que estamos exigiendo que se cumpla una ley que hizo un gobierno y aprobó un parlamento: la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres. De ella ha trascendido sobre todo el tema de la paridad, tanto en la composición de las listas electorales como en las de los consejos de administración de las empresas. Pero en realidad consta de 8 títulos, 11 capítulos, 78 artículos, 31 disposiciones adicionales, 11 disposiciones transitorias y 8 disposiciones finales, haciendo referencia a cuestiones que abarcan desde el acoso sexual, la educación, principio de presencia equilibrada, el desarrollo rural, políticas urbanas, medios de comunicación (tanto públicos como privados), conciliación, empleo, fuerzas armadas, vacaciones, responsabilidad social de las empresas o los criterios de actuación de los poderes públicos, entre otras cuestiones.
Esta Ley ha cumplido ya 6 años y si bien en un principio todo fueron aplausos, palmaditas en la espalda y felicitaciones, porque suponía un importante avance en políticas de igualdad, y es que en realidad el papel todo lo sostiene, lo cierto es que su desarrollo deja mucho que desear. Por poner un ejemplo, la Ley indicaba que las empresas tenían un plazo de 8 años para «incluir en su Consejo de Administración un número de mujeres que permita alcanzar una presencia equilibrada de mujeres y hombres» a la vez que estipulaba que, las organizaciones con más de 250 empleados, tenían que elaborar un Plan de Igualdad. Pues bien. A día de hoy sólo el 10,57% de las empresas obligadas al Plan de Igualdad cuentan con más de un 40% de mujeres en sus Consejos de Administración. En las empresas del Ibex asciende al 12,10% y en las que tienen participación del Estado al 32,56%, según informa.es.
Y de todo esto, lo que más alarma es que sea precisamente el Estado el que esté pasándose por el arco de triunfo su propia legislación. Que sea el primero en no cumplir, por lo que poca legitimidad tiene para exigir. Pero ni lo hace el Estado ni tampoco los diferentes partidos políticos. El texto obliga a estos a que sus listas electorales sean paritarias, es decir, a que el número de personas de cada sexo no sea superior al 60% ni inferior al 40%. Y hasta ahí vamos bien, si a ir bien se le considera que siempre se busca que la presencia femenina no sea inferior al 40%, dándose por sentado que nunca se dará el caso de que sea superior al 60. El problema se da -y el truco, claro, y la discriminación, evidentemente- en el puesto de las listas en el que se coloca a hombres y mujeres. Ellos a las primeras filas y ellas, una vez cumplida la ley en los primeros escaños, a las siguientes. ¿Consecuencia? Que de los 350 diputados que se sientan en el Congreso, 226 son hombres y 124 mujeres, dándose la paradoja de que en el año 2004, último proceso electoral en el que no se aplicó la Ley de Igualdad, el número de féminas que ocuparon escaño fue de 125. ¿Se avanzó con esta Ley? A todas luces no. ¿Que la evolución ha sido notable en las últimas 11 legislaturas de la democracia? Evidentemente, sí. Pero ¿es suficiente el avance? Pues claramente no. Y yo no soy de las que doy un sí claro a las políticas de discriminación positiva, ni mucho menos. Pero en este caso no se trata de discriminación. Ni positiva ni negativa. Se trata de igualdad. Y no hay nada más que ver cómo ha evolucionado la presencia de las mujeres en el Congreso de los Diputados para ver lo que se ha hecho y realizar una lectura crítica para saber lo que aún falta por hacer.
Porque la historia tiene su miga. Un decreto de mayo de 1931 reconocía a las mujeres el estatus de «elegibles» por lo que Clara Campoamor, Victoria Kent y Margarita Nelken fueron las tres primeras parlamentarias españolas. Y lo consiguieron en plena República cuando aún las mujeres no podían votar (ni tan siquiera a sí mismas) ya que fue la propia Campoamor quien, nada más hacerse con su escaño, llevó el debate al Congreso aprobándose el derecho al voto de la mujer en España en octubre de 1931, con 161 votos a favor y 121 en contra, haciéndose efectivo en las generales de noviembre de 1933.
Mirando hacia atrás parece que todo queda muy lejos y que el camino recorrido ha sido provechoso. Sin embargo, aunque el contexto social evidentemente no es el mismo, toca hacer, como señalaba anteriormente, una lectura crítica. ¿Toma con normalidad la sociedad que haya más hombres que mujeres en política? Sí, sin ningún género de dudas. ¿Se comprende que se hagan políticas que favorezcan la presencia de la mujer en estos foros? Muchas veces no. Quién no ha oído el comentario de «está ahí por ser mujer porque no tiene preparación para ello» sin plantearse que a muchos hombres les ocurre exactamente lo mismo. Que no tienen formación. Yo, que he a lo largo de mi vida profesional como periodista he tenido que sufrir muchas horas de contacto con el mundo político, he visto a mujeres que no sabían por dónde les daba el aire pero también a muchos hombres que difícilmente sabían hacer la o con un canuto. De estos últimos más, sencillamente porque hay más personal del género masculino. Me ahorro, como comprenderéis dar nombres aunque la lista es larga. Ellas estaban en esos puestos en la política por eso, por ser mujeres, y ellos precisamente por lo contrario: por no serlo. Pero si es el señor el que no tiene ni idea de qué va el tema, casi ni se comenta. Pero si es la señora, el ataque es feroz. A ella y de rebote a su todo su género. Cómo no. El hombre es poco válido individualmente. La mujer lo es de forma colectiva. En éste y en otros muchos ámbitos de la vida. Atribuyen una frase a José Luis Sampedro en la que decía que se llegará a la auténtica igualdad cuando mujeres mediocres ocupen puestos de responsabilidad. Es decir, ni más ni menos que lo que ocurre y ha ocurrido a lo largo de la historia con el género masculino.
Hablaba hace 2 semanas Ana Erostarbe de mujeres y medios de comunicación y yo no me resisto aquí a engancharme a ese hilo. Porque cuando las mujeres llegan a la política, el análisis que se hace de muchas de ellas tiene más que ver con lo físico y superficial que con sus capacidades intelectuales y la habilidad que tengan para desempeñar su trabajo. Todos hemos leído crónicas en las que se habla de su forma de vestir, de su peinado, de si están gordas o delgadas y hasta de partes muy concretas de su anatomía. Descripciones que vemos todos los días en los medios de comunicación: he leído un reportaje de dos páginas en un dominical de un periódico que se tiene por serio, sobre las chaquetas de Ángela Merkel. En el mismo diario se hablaba de las operaciones de estética, de los presuntos amantes y de las «calzas» de Cristina Kirchner. Se han visto crónicas serias en las que se mencionaba el color y tipo de ropa que llevaba una parlamentaria en un debate sobre política en Euskadi, se trataba sobre los tacones y zapatillas de alguna concejala de cultura, de los sombreros que llevó una temporada Rosa Díez cuando fue parlamentaria vasca o del físico agradecido de Aintzane Ecenarro. Incluso asistí atónita a una conversación sobre el vestido que llevaba Arantxa Quiroga el día de su nombramiento como Presidenta del Parlamento Vasco cuando jamás había oído, y creo que no lo oiré salvo que se vista de mimo, de ningún otro político hombre vasco. Y creo, de verdad que lo creo, que Clara Campoamor y otras como ella, no se dejaron la piel en el camino para estupideces como éstas, si se me permite la expresión.
Pero por otro lado, me sorprende también mucho que existiendo ya mujeres en puestos de responsabilidad en política, no realicen ni el más mínimo trabajo y esfuerzo en favor de la igualdad. No debaten, ni mucho menos proponen, medidas para la conciliación familiar, para la no discriminación salarial, para la paridad en consejos de administración, en eventos, en conferencias, seminarios y jornadas, para evitar que la pobreza siga teniendo nombre de mujer, para promover políticas activas para la igualdad en la educación, para evitar que siga habiendo tantas muertas por la violencia de género. Para la supresión de imaginarios, para el acercamiento de las mujeres a espacios que hasta ahora teníamos vetados socialmente y que ahora nos prohibimos nosotras mismas. Para tantas y tantas cosas que podrían llevar a cabo y de las que no se preocupan porque, probablemente, les llevarían al enfrentamiento con sus compañeros y, quizás, a perder puesto, trabajo y sillón. En temas de gran trascendencia, como el aborto, siguen la doctrina marca por el partido, como si ellas no fueran mujeres, y poco más. Y es una actitud que me indigna. Profundamente.
Creo, simplemente creo, que las reivindicaciones sobre los derechos no tienen que correr a cargo únicamente del sector que se encuentra desfavorecido. La igualdad la tienen que defender tanto hombres como mujeres. Pero si nosotras mismas no batallamos para que se cumplan las leyes que nos equiparan en tantos y tantos ámbitos de la vida, difícilmente conseguiremos implicar a quienes les roza por la tangente. Hay mujeres políticas que están trabajando para eliminar desigualdades. ¡Claro que las hay! Pero bajo mi humilde punto de vista, es mucho mayor el número de las que lo obvian: por dejadez, porque nos las tachen de, por falta de concienciación o por otras muchas razones. Señoras, el camino se recorre andándolo. Léanse la Ley de Igualdad. Tienen dos años por delante para ponerse, y poner, las pilas. Mientras tanto, y si no les importa, algunas seguiremos batallando.
Miren Martín
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Zorionak! Me alegra mucho que alguien denuncie la falta de cumplimiento de los Planes de Igualdad a casi siete años de la aprobación de la Ley de Igualdad (LOI) del 2007. Igualdad formal, mucha pero real muy poca.. y si nos descuidamos hasta empezarán a cargarse las Leyes, como se cargaron el Ministerio de Igualdad, o como se van a cargar la Ley del aborto… Está claro que la Igualdad es un tema perentoriamente cíclico y que depende de quien esté en el poder. Hasta cuando?
Carmen Muñoz
Hola Carmen,
Buena reflexión sobre lo cíclico de los temas de igualdad. Y qué razón tienes en lo que dices porque he visto algo en redes sociales sobre que se van a producir recortes también en temas de igualdad. Creo que algún programa de televisión se va a hacer eco de ello en breve.
He intentado dar un toque de atención «a quien corresponda». Espero que algunas personas se den por aludidas y pongan manos a la obra.
Y gracias por comentar!
Miren
Hola. Hemos creado dos estereotipos (los dos negativos) de mujeres políticas: una es la tonta inútil y otra la bruja malvada. Seguro que se os ocurren nombres para los dos. Y en ambos estereotipos caben las que están ahí por sus padres, maridos, hermanos, etc.
Los medios, la opinión pública en general, es mucho más cruel con las mujeres políticas, les tolera menos cosas que a los hombres. Es lo que sucede con la famosa frase de Sampedro o de quien sea: que a los hombres les toleramos la mediocridad, pero a las mujeres no, porque en nuestras vísceras todavía queda un resto de «están en un lugar que lo les corresponde». A los hombres, sin embargo, les corresponden todos los espacios de manera natural.
Volviendo a lo que decía de la crueldad mediática, ¿creéis que Margaret Thatcher, si no hubiera sido mujer, se habría convertido en icono del pop? ¿Qué me decís de los tartazos a Barcina? ¿No es Merkel heredera directa de la bruja que quería comerse a Hansel y Gretel?
No tengo respuestas claras. Pregunto para seguir reflexionando. Besos.
Pues es para reflexionar, Noemí, y mucho. Pero es lo mismo que cuando una mujer llega a un puesto de responsabilidad en una empresa. Inmediatamente se piensa que está ahí por sus dotes sexuales o porque es una auténtica bruja. Parece que las mujeres tenemos que demostrar una y mil veces que estamos porque existimos y porque, sencillamente, tenemos los mismos derechos. Y ya es triste que tenga que ponerlo una ley a estas alturas! pero más que la ley no se cumpla y que nadie se preocupe de ello.
Un beso…
El parlamentarismo no entiende de hombres o mujeres, quien entra en el juego acepta la artimética de los partidos. Dices que «ellas» acaban haciendo o no haciendo lo mismo que «ellos», porque a fin de cuentas todos hacen lo que manda el partido (se podría descender ese escalón y analizar los partidos, pero a día de hoy el porcentaje de unos y otras en el Congreso es, seguramente, representativo, no de la sociedad, claro, sino de las élites dirigentes), así que ¿qué gana la sociedad disminuyendo el número de vagos-y-maleantes-aforados y subiendo el de vagas-y-maleantes-aforadas? No es una pregunta trampa, me gustaría una respuesta pragmática y documentada, por ejemplo en base a lo que ocurre en otros parlamentos.
¿Mujeres poderosas? Me da igual el cromosoma sexual de quien esté en posición de sojuzgarme,aplastarme, arruinarme. Siempre estaré en contra. Porque ese cromosoma no tiene ni una miga de influencia sobre lo que alguien con poder podrá hacerle a alguien sin poder que no esté encarrilado en sus intereses. Y sin salirse de la democracia: una mujer es la que está hundiendo a la Europa del Sur, sin nada que achacarle, pues sólo hace lo que cree mejor para su país.
Creo que se ha pecado de una visión algo miope con esa ley que citas. Queréis porcentajes, pero girarlos no cambiará las políticas que se llevan a cabo. Me pregunto por qué no se pensó en un partido sólo de mujeres feministas. Esa ley ahora mismo lo prohibiría, pero cualquier grupo que quiera poder parlamentario para sus ideas tiene esa pieza para jugar. Las mujeres ya no.
Añado otro detalle: los parlamentos no tienen por qué ser representantivos de la sociedad. ¿Cuántos inmigrantes, gordos, ciegos, enfermos crónicos, etc., hay? ¿Acaso debería haber un cupo? ¿Debería haber un cupo, por ejemplo,y lo pongo así para «epatar», de representantes heterosexuales? Los parlamentos cuentan con representantes clasificados -muy imperfectamente- por sus ideas, no por sus características personales. ¿Hay una ley que dice lo contrario de este párrafo? Bueno, pues a cumplirla, pero será energía desperdiciada.
Varias cosas Mkgregory:
-Si los parlamentos no tienen por qué ser representativos de la sociedad, apaga y vámonos. No tenemos nada que debatir.
-Gracias por equiparar a las mujeres con sectores como los inmigrantes, gordos, ciegos, enfermos crónicos, etc… como si ser mujer fuera una excepcionalidad en la sociedad, como si fuéramos un grupo minoritario o como si ser mujer fuera una minusvalía. Creo que has estado poco acertado.
-Te preguntas que si el parlamentarismo no entiende de hombres y mujeres, ¿por qué hay tanto hombre y tan poca mujer? Entiende, claro que entiende. Sobre todo de hombres y nada, o muy poco, de representatividad de mujeres.
-¿Que qué gana la sociedad disminuyendo el número de vagos y aumentando el de vagas? Por favor… te ruego que nos tengas por un poco más inteligentes, a las políticas, a los políticos y a las mujeres y hombres que luchamos contra de cualquier tipo de discriminación. Si no estás de acuerdo con la existencia de parlamentos, gobiernos, «poderosos» y demás, ése es otro debate. No es éste. Aquí no hablamos de si debe o no haber parlamentos, si no de una ley que no se cumple. Y si quieres respuesta documentada, consulta la página web del Parlamento europeo: http://www.europarl.europa.eu/news/es. Ahí la tienes.
-Y de lo que cuentas de la mujer que está hundiendo a los países del Sur te digo 2 cosas: de los demás países se habla del gobierno: el gobierno griego, el gobierno francés, el gobierno finlandés, el gobierno español. Del alemán, se habla de «la Merkel», como si el resto del gobierno (mayoritariamente masculino, creo)no existiera. Y la segunda cosa: aunque «la» Merkel (hasta el moño del articulito delante del nombre para dar a todo un tono despectivo) estuviera hundiendo ella solita a los países del Sur, atención pregunta: enumera nombres de presidentes hombres de los diferentes países de los distintos continentes que estén haciendo políticas para favorecer a su país o a ellos mismos, hundiendo a otros países y a otros ciudadanos. Un, dos, tres, responda otra vez: Cientos de respuestas a 25 pesetas la respuesta son…
Gracias por intervenir. Pero vamos a debatir en serio, no crees?
Miren
En España hay un número significativo de inmigrantes sin derechos políticos. Es una pena que los creas menos dignos que «las mujeres». También es una pena que no nos consideres sujetos políticos a los enfermos crónicos, o que creas que los políticos están por encima del resto de la sociedad. Debatamos con seriedad, considerando una persona un voto,y nadie más que otros. Eres tú en tu post la que mete a todos los políticos en el mismo saco, la que constatas que las políticas no están haciendo nada especial por la mujer, y la que de paso crees menos dignas, repito, a personas -hombres y mujeres- que forman un conjunto superior en número al de mujeres en España y que sin embargo, en unos casos nadie sugiere que tengan un mínimo en los parlamentos y en otros ni siquiera pueden votar.
Es verdad que aun existen prejuicios para que las mujeres alcancen puestos de responsabilidad, pero creo que hay otras razones, muchas mujeres muy validas no quieren estar en ese lugar, deberíamos preguntarnos el por qué y atajar el problema.
Yo creo que es por las reglas del juego, son hechas por hombres y para hombres. Cuando una mujer llega a cierta posición, lo ve y se dice, allá os quedais con este juego, porque yo así no participo. Claro que hay mujeres que las aceptan, pero como las aceptan tampoco hacen nada por cambaiarlas, ya les está bien.
Por eso es importante que los diputados sean mitad hombres y mitad mujeres, porque nuestras leyes deben ser para todos. Ojalá un día no sólo hablemos de los padres de la constitución, sino que también haya alguna madre.
Hola Gazmira,
Las Cortes de 1977, que son las que elaboraron la Constitución de 1978, contaron con 27 mujeres, 21 diputadas y 6 senadoras. Algo harían, digo yo. El año pasado el Congreso les rindió un homenaje con motivo del estreno de la película «Las Constituyentes». Y ello me lleva a diferentes reflexiones: mujeres hubo. Pocas pero hubo. Pero de ellas no se habla. No hay «madres» de la Constitución, tienes toda la razón del mundo. Y algo aportarían, no? Pues no sabemos nada. Ni tan siquiera de Dolores Ibarruri de quien dudo mucho que se quedara de brazos cruzados. La segunda idea que me viene a la cabeza es que menos mal que se hizo el documental porque si no el Congreso hubiera pasado olímpicamente de ellas. Y la tercera es que se les rindió homenaje por ser mujeres, no por la labor que realizaron. Es decir, se sigue obviando su trabajo. Floreros y números. Nada más,
Y sobre lo que dices de que muchas no van porque no quieren jugar a ese juego en el que imperan las leyes hechas por mujeres, creo que puedes tener razón. El problema es que hay que superar esos imaginarios y que debemos acercarnos a terrenos que hasta ahora eran mayoritariamente masculinos y cambiarlos. Las profesiones han tenido género, y siguen teniéndolo, en este país, Pero fíjate quede yo estoy convencida de que esa labor la tenemos que hacer fundamentalmente nosotras mismas? Qué ahí hay que dejarse la piel, en cambiar estereotipos. Y para eso también es fundamental el apoyo de la las leyes.
Un saludo Gazmira. Y muchas gracias.
Miren
Gracias por darme a conocer este documental.
Muchas gracias por tu post y coherencia.
Lo que no entiendo es por qué molesta tanto que las mujeres reivindiquemos la igualdad de derechos y oportunidades. En cuanto una mujer alza la voz para reclamar esa igualdad, siempre, pero SIEMPRE, sale alguien diciendo que a ver por qué no has mencionado a otras razas, a los niños, a los gordos, enfermos etc. Pues porque somos mujeres y en este momento y en este foro estamos para eso, ese es nuestro objetivo y de eso va el tema que estamos tratando aquí. Además, me gustaría recordar a makgregory y a tantas personas que tienen ese mismo tic, que las mujeres también somos inmigrantes, gordas, ciegas, enfermas, etc. Cuando hablamos de mujeres y hombres, toda la posible diversidad de mujeres y de hombres está implícita. Es una obviedad, pero por lo que veo es necesario decirlo. Nadie está excluyendo a nadie. Qué manía con tapar la voz de una mujer con ruido extemporáneo.
En efecto. Hay mujeres y hombres en la inmigración, en el conjunto de los crónicos, y en todos los grupos humanos. Pero insisto: los parlamentos son crisoles de ideas, no de características físicas.
Cuánta razón tienes Maria! Yo tampoco lo entiendo. De verdad que no. Y siempre pasa lo mismo. Siempre. Tengo una amiga que diría que es «cansino». Y ya cuando lo veo en sectores y en gente que va de «modernetes» me parece un sin sentido. Y también tienes razón en lo que comentas que mujeres inmigrantes, gordas, ciegas, etc. también las hay. Como si eso también fuera cosa de hombres. Pero me molesta profundamente cuando se utiliza ese argumento. Es como si ser mujer fuera una minusvalía.
¿Sabes a qué me recuerda ese no aceptación? A cuándo se decía que las mujeres se tenían que quedar en casa porque quitaban el trabajo a los hombres o a que había paro porque las mujeres trabajaban. ¿Y sabes de dónde surge ese argumento? Del miedo. A las propias capacidades. De ahí mismo.
Abrazo
Miren
Con todo el respeto,no tengo ningún miedo sobre mis capacidades. Siempre he sabido y entendido que miles de mujeres son más que yo en otras tantas facetas. Y de hombres. De aquí y de fuera. No, no tengo ningún miedo, ni me importa lo más mínimo el sexo de quien me ordene en el trabajo. Simplemente tengo otro punto de vista, algo a lo que cada vez veo mayor intolerancia por aquí.
Mak, no es intolerancia; es vehemencia.
En ningún momento, en ninguno, he dicho que los enfermos crónicos no tengan los mismos derechos que las demás personas a ocupar un puesto en política. Es más, lo que yo defiendo a lo largo de este post, es el derecho a que todas las personas tengan las mismas posibilidades. Y hablo de discriminación en función del sexo. Si tú lees otra cosa, eso ya es una interpretación tuya. Yo jamás lo he dicho y además me ofende. No es verdad. Y siento que consideres que aquí somos intolerantes. Lo que pasa es que lo mismo que tú estás en tu derecho a discrepar sobre lo que alguien pública en un post, quien lo escribe tiene el mismo derecho a discrepar sobre lo que tú opinas. Las opiniones van en los dos sentidos. Y la intolerancia también.