Una humilde mirada desde Mundaka. Emprender la vida sin tiempo a tener miedo
23/06/2020 en Miradas invitadas
Soy Ziortza Olano Astigarraga, @olanoziortza. Soy muy de pueblo, con una raíz muy bien marcada a mi entorno. Ello me ha permitido crecer, soñar y darme cuenta de que, si quiero, puedo; eso sí, siempre con esfuerzo. Mi experiencia profesional está relacionada con la Dirección y Gestión de equipos en entidades de Economía Social: formación; innovación social y desarrollo de personas. Actualmente soy parte del equipo de Team Coaches en Mondragon Team Academy y colaboro con entidades varias, impulsando proyectos que provoquen cambios. Me mueven la curiosidad, la búsqueda y la participación en proyectos que puedan contribuir y mejorar nuestro entorno más cercano. Cambiar el mundo a través de pequeños o grandes proyectos.
En primer lugar, quiero dar las gracias a Doce Miradas por dejarme aportar otra mirada que no pretende ser más que la mía, desde un pequeño pueblo abierto al mundo: Mundaka, anteiglesia de tradición marinera, una comunidad a la que la mar ha ayudado emprender, desde la pesca al surf. Tantas cosas nos ha dado la mar que hoy quería rendir homenaje a todas aquellas mujeres que, desde la sombra o, incluso tras la sombra (la verdad, es difícil decir desde dónde), marcaron tanto nuestra esencia y nuestra forma de afrontar la vida como mujer: rederas, sardineras, amamas, amumas, amas, hermanas, tías…
Nadie puede hacerte sentir inferior sin consentimiento.
Eleanor Roosvelt
Emprender la vida sin tiempo a pensar en el miedo
Mujeres luchadoras, nacidas en casas muy humildes, que, tras haber vivido una guerra y una posguerra, tuvieron que afrontar la vida y emprenderla con las posibilidades que la vida les ofrecía. Todo ello adaptándose constantemente a las nuevas circunstancias y trabajando siempre desde el servicio a la comunidad; creando interconexión entre diferentes miembros de la familia y liderando siempre desde el servicio.
Quería destacar la fuerza de dichas mujeres y el poderío con el que se enfrentaban a todo lo que les sucedía, además de subrayar tres de las competencias con las que hacían frente a todo ello. La primera es la resiliencia, la capacidad de afrontar la adversidad, de superar algo y salir fortalecida. La segunda, el sacrificio, la capacidad de superar las dificultades con esfuerzo para alcanzar un beneficio mayor, venciendo los propios gustos, intereses y comodidad. Y la tercera es la adaptación, la capacidad de vivir y trabajar sin bloquearse ante el cambio, encontrando siempre el mejor camino entre las circunstancias del momento.
El miedo no las paralizaba; el miedo les daba la fuerza suficiente para seguir adelante siempre con humildad y sin perder el humor necesario para disfrutar de la vida.
¿Y ahora yo qué?
El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños.
Eleanor Roosvelt
Ahora desde la coordinación de Bilbao Berrikuntza Faktoria (BBF), apoyando a jóvenes emprendedores-as y a empresas jóvenes, echo la vista atrás con la intención de no perder nunca de vista el legado que todas esas mujeres han dejado en mí: valores, competencias y formas de hacer que me acompañan en este viaje del emprendimiento. Emprender un proyecto de vida o profesional con personas diversas y en equipo; aprender a ser la protagonista de mi vida y, en caso de ser necesario, reinventarme sin miedo a cambiar, sin miedo a soñar. Siempre con mente abierta y global teniendo en cuenta nuestro entorno más cercano.
¡Qué suerte la mía, poder soñar y crear! He de honrar el sacrificio de todas aquellas mujeres que no tuvieron la suerte de poder elegir y que con su lucha consiguieron que yo sí pueda decidir. Mantengo viva la llama de aquellas que impregnaron en mí la fuerza de una mujer de costa.
¡Qué orgullo haber tenido ese tipo de mujeres cerca! Gracias a ellas soy quien soy; gracias a ellas asumo ser protagonista; gracias a ellas elijo coger el timón de mi vida.
Asumo que, si yo no lo hago, nadie lo va a hacer por mí.
Quería terminar este artículo con fuerza y he elegido una frase de Rigoberta Menchú, líder indígena guatemalteca, que nos ayudará a terminar soñando y visualizando todo aquello que aún está por crear. Tenemos la responsabilidad de hacerlo con ilusión; yo al menos así lo haré. Va por aquellas que, aun siendo desconocidas, con humildad y mente abierta lo supieron hacer.
Una mujer con imaginación es una mujer que no solo sabe proyectar la vida de una familia, la de una sociedad, sino también el futuro de un milenio.
Rigoberta Menchú
Puedes leer este artículo también en euskera y en inglés.
La traducción al inglés es de Nerea Olano Astigarraga.
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Pues sí, no hay duda de que somos quienes somos porque hubo antes muchas mujeres que supieron salir adelante con muchos menos recursos de los que ahora disponemos. Gente que pasa anónima por la historia y que solo si las recordamos se hacen presentes. Ahí en la costa hay muchos ejemplos. En el interior pasa igual, en la historia de las minas, en los caseríos, en los trabajos alrededor de las fábricas había mucha mujer que hacía posible que nuestras vidas progresaran. Qué menos que reconocer que somos porque ellas fueron. Toca no defraudar y mirar hacia delante para dejar un mundo mejor. Sea por las criaturas recién nacidas o por las que vengan después 😉
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