El año en que once diplomáticos europeos fueron explotados sexualmente
22/07/2014 en Doce Miradas
En 1996 once miembros de los cuerpos diplomáticos de Alemania, Francia y España fueron interceptados por un equipo de asalto cuando viajaban por el país galo en misión diplomática. El conductor del vehículo resultó herido de gravedad y las autoridades francesas perdieron la pista de los once diplomáticos, de los que no se supo nada hasta pasados 455 días en que fueron rescatados por la policía española en una operación conjunta con la Europol. En sus declaraciones a los agentes, los once hombres relataron su año y medio de pesadilla, retenidos contra su voluntad, en un burdel de la carretera Madrid-Burgos, a escasos 45 kilómetros de la capital de España. Durante 455 días estos hombres fueron explotados sexualmente y sometidos a todo tipo de vejaciones. «Algunos días eran sodomizados por hasta 30 hombres», explicó el comisario encargado del caso, que rogó se respetara la intimidad de las víctimas que por aquel entonces se encontraban en tratamiento psicológico para superar el trauma causado por su terrible experiencia.
Imposible que algo así haya sucedido alguna vez, te estarás diciendo. De ser cierto, te acordarías perfectamente. Efectivamente, la característica hombre + alto estatus de los protagonistas hace que resulte muy difícil mantener la verosimilitud de esta historia más allá de unos segundos. Si las protagonistas fueran mujeres sin estatus relevante, la noticia no nos extrañaría lo más mínimo. Conocemos con frecuencia noticias de mujeres retenidas contra su voluntad, obligadas a prostituirse en clubes que, lejos de estar ocultos, se anuncian con luces de neón y carteles luminosos parpadeantes cuyo objetivo es precisamente ese: pregonar que están ahí. No son zulos ocultos, vaya. Esas noticias me provocan una mezcla de rabia, tristeza y sorpresa. Si, sorpresa. Porque ¿tan difícil puede ser liberar a esas mujeres cautivas en locales que están a la vista de todo el mundo? Es cierto que de vez en cuando hay detenciones y las consiguientes liberaciones pero, casi siempre, después de muchos meses o años de soportar torturas. No sé si falla la legislación, la falta de voluntad política, policial o social. Pero algo falla.
Espero que no se malentienda el ‘fake’ inicial. Quede claro que no deseo que ningún ser humano padezca agresiones ni abusos sexuales. Pero la inversión de roles siempre resulta efectiva para poner de relieve una injusticia. A veces una falsedad sirve para revelar una gran verdad. Y la verdad aquí es lo poco que importan estas mujeres a casi nadie.
Con ese convencimiento comencé a escribir este artículo hace ya muchos meses, pero entonces, en abril, secuestaron a 200 estudiantes adolescentes nigerianas. Y la comunidad internacional se indignó. Se dijeron grandes palabras. Los Obama, tanto el presidente Barack como la primera dama Michelle, encabezaron la indignación internacional y por un momento pensé que esta ignominia contra la mujer no iba a quedar impune. Sin embargo, la indignación no ha dado paso a la acción. Las mujeres continúan secuestradas. De hecho, después han secuestrado a más. Comprendo que no sea fácil negociar con un grupo criminal radical religioso que intenta a toda costa impedir que las niñas reciban educación en las escuelas y que las mujeres accedan a la universidad. Las tibias y blandengues advertencias de la ONU no hacen mella en los secuestradores. Pese a mi indignación puedo entender la enorme dificultad de manejar y solucionar esta vergüenza internacional. Pero cuando hablamos de mujeres secuestradas en garitos cercanos a nuestras casas, en carreteras por las que pasamos en coche con nuestras familias rumbo al trabajo o a cualquier destino vacacional, y resulta que esto no sucede en Nigeria, sino en un país considerado primer mundo, ¿qué excusa existe?
Se distingue la trata (contra la voluntad de las afectadas) de la prostitución (dicen que ejercida libremente). La primera se rechaza mayoritariamente, pero la segunda se suele defender en aras de la libertad, ¿la de quién? La prostitución, la ejercida por mujeres y consumida por hombres, es decir, la mayoritaria, tiene su origen en la dominación del hombre sobre la mujer, es incompatible con una sociedad que abogue por la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres y, por ello, debería ser erradicada por los gobiernos que lleven colgada la medalla de la igualdad.
Me gustaría compartir algunas consideraciones y reflexiones propias acerca de la prostitución:
-‘Desprettywomanizar’ la prostitución. Hay quienes no ven la prostitución en toda su crudeza. Películas como Pretty Woman o Irma la dulce, buenas o malas, nos hayan gustado o no, edulcoran la realidad y hacen de esta forma de esclavitud contemporánea un asunto menor. Este vídeo protagonizado por la actriz Emma Thompson puede ser un buen antídoto.
–No es el oficio más viejo del mundo. Utilizar la palabra ‘oficio’ dota a la prostitución de una dignidad de la que carece. Como tantas veces repetimos en este blog, no nos dejemos llevar por la inercia tan fácilmente. Cuestionémonos también las frases que llevamos oyendo desde siempre.
–No es inevitable. Con expresiones como la anterior se nos quiere convencer de lo irremediable de su existencia. Como si formara parte de la naturaleza, como los océanos, las montañas y las catástrofes naturales. Es una estrategia evidente para desactivar y desmovilizar a sus detractores. Pero insisto, debemos cuestionarnos todo aquello que se nos vende como verdades inmutables.
–Legalizar la prostitución no es una postura progresista. En algún tiempo también creí que era la mejor opción, pero ahora estoy convencida de que regularla y legalizarla supone la institucionalización de esa forma de esclavitud que es la prostitución. Quienes defienden su regulación están convencidos de que ya que es un mal inevitable, al menos que se ejerza ordenadamente y con ciertas garantías sanitarias para las prostitutas y sus ‘clientes’. Con la pederastia a nadie se le ocurre decir, ‘ya que algo tan horrible va a suceder de todos modos, al menos pongamos orden en el asunto, facilitemos unas instalaciones e higiene adecuadas, unos buenos psicólogos para los niños, unas revisiones médicas periódicas…” Me escandalizo sólo con escribirlo. Pero recordemos que muchas de las mujeres atrapadas en los prostíbulos son menores de edad.
–Aceptarla cuando es voluntaria. Cuestiono mucho la libertad de elección que hayan podido tener las mujeres que ejercen la prostitución. Que no fueran obligadas con una pistola en la sien no quiere decir que fuesen libres. Más bien creo que responde a situaciones de supervivencia, contexto en el que la libertad escasea. En todo caso, se baraja que el 90% de las mujeres que ejercen la prostitución lo hacen obligadas.
–El papel de los medios de comunicación. El pasado 4 de julio, Televisión Española emitió en un Telediario un reportaje que era toda una apología de las geishas. Con las geishas se eleva a cultura lo que no es más que prostitución. Quitemos el decorado, el delicado y sublime kimono, la parsimonia al preparar y servir el te y la tradición milenaria que sostiene todo el montaje y el resultado es prostitución sin ambages.
–Afirmar que es un trabajo como otro cualquiera, es pura pose. Jamás he sabido de persona alguna que comente con naturalidad o cierto orgullo que su madre, su mujer, su hija o su hermana son prostitutas. Y mucho menos que las recomienden para aumentar su clientela, como es práctica habitual cuando de verdad hablamos de un trabajo como otro cualquiera. Seguramente, porque en realidad nadie cree que sea un trabajo como otro cualquiera.
En España el proxenetismo, aún con ciertas ambigüedades, está permitido y despenalizado. En este artículo se explica con detalle. En julio, los inspectores de Hacienda solicitaron la cotización de dicha ‘actividad’. Las mujeres sometidas a explotación sexual importan muy poco, las ingentes cantidades de dinero derivadas de su esclavitud que circulan sin control importan mucho. De momento, el debate se ha apagado tan repentinamente como empezó, pero en mi opinión la cosa pinta mal si tenemos en cuenta la tentación que supone para el gobierno incrementar el PIB a costa de lo que sea y la excusa de que es una normativa comunitaria de obligado cumplimiento.
Según un informe de la ONU de 2010, Europa tiene a 140.000 mujeres esclavizadas en la prostitución, aunque hay asociaciones que hablan de 500.000 mujeres obligadas a prostituirse en España. Inaceptable, en cualquier caso. Señala el informe que la mayoría fueron engañadas, amenazadas, chantajeadas o coaccionadas y provienen sobre todo de los Balcanes, de la antigua Unión Soviética, de Suramérica, Europa Central, Àfrica y Asia Oriental para terminar prostituidas en Alemania, Holanda o España. En cuanto a los ‘consumidores’, que bien podríamos llamar violadores, en España, según el mismo informe de 2010, un 39% de hombres reconocía haber pagado por sexo alguna vez en su vida. Una cifra atípica en Europa, por lo elevada, según la ONU. Paradójicamente, la ONU se ha mostrado últimamente partidaria de la legalización. Un grupo de mujeres supervivientes de la trata y asociaciones y ONGs discrepan y así se lo hicieron saber en septiembre de 2013.
¿Once diplomáticos europeos secuestrados y explotados sexualmente durante 455 días? Imposible. Esa tortura está reservada para las mujeres, que están ahí mismo, en cualquier carretera o polígono industrial de nuestra geografía. De verdad, ¿tan difícil es liberarlas?
María Puente
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Sabías que te iba a caer este comentario ;-P
Me ha gustado el «fake» inicial. Efectivamente, hubiera tenido mayor repercusión mediática y un tratamiento diferente. Igual que están estos días teniendo tratamientos diferentes las muertes palestinas frente a las muertes israelíes, o los sucedidos de personas célebres frente a las anónimas. Me temo que aquí no es una cuestión de género… o eso creo. El rapto de hombres para explotación sexual también hubiera tenido repercusión por lo novedoso. Pero una cosa que pasa en los medios es que lo que se repite, deja de sorprender. Y lo que no sorprende, no es noticia. Así de duro :-(.
Pero ahora, a lo que venía: el tema geishas ;-). Creo que tú misma has caído en la trampa Pretty Woman. Es decir, crearte una imagen o idea a través de los ojos de Hollywood. La figura de una geisha no es para nada lo que se nos vendió en «Memorias de una Geisha» (en la que lo único relacionado con Japón fue una corta escena en Fushimi Inari). No venden su cuerpo sino todo lo contrario, venden su intelecto (cantan, bailan, conversan, hacen arreglos florales, la ceremonia del te, …). De hecho, el primer kanji (gei) significa arte y el segundo (sha), significa persona. Por cierto, originalmente la mayoría eran hombres. Recomiendo esta lectura.
Y otro tema peliagudo en el que no termino de tener una opinión propia clara: le legalización o no de la prostitución. Coincido contigo en la mayoría de reflexiones que expones, pero por otro lado creo que no ponemos en solfa cuando otras mujeres venden su cuerpo, como es el caso de las modelos. No sé si es que aún el sexo es un tabú mientras que otras prácticas no. Quiero debatir por aquí para ver si mi opinión se forma de manera más sólida.
Con la inversión de roles no pretendía hacer hincapié en la posible diferencia de repercusión mediática, sino en que esa situación jamás se habría dado. Esos hombres no habrían pasado ni 24 horas en un burdel de la carretera Madrid-Burgos. A ellos los habrían buscado con sensores térmicos hasta en el fin del mundo.
Sobre las geishas, me temo que la que ha caído en una trampa eres tú, la trampa del embrujo oriental. Vale, son cultas, bailan, cantan. En el fondo, prostitutas que conversan y hacen arreglos florales. Prostitución con atrezzo. Infieres mucho al decir que saco mi idea de esa película que sólo he mal visto a fragmentos, porque siempre me ha resultado soporífera y le tengo paquete desde su estreno en cartelera. El embrujo de oriente no puede camuflarlo todo.
Respecto a la legalización, no me extraña que dudes. Es un debate abierto con defensores y detractores por igual. La verdad es que apenas he encontrado información sobre los resultados obtenidos en países como Holanda. Al menos, recientes. En este artículo se comentaba que dos años después de la legalización las mafias y la trata continuaban. http://elpais.com/diario/2002/10/11/sociedad/1034287208_850215.html Pero también tenemos páginas entusiastas como esta sobre el barrio rojo de Amasterdam que, bajo el epígrafe de ‘entretenimiento para adultos’, poco menos que describe a la prostituta como‘una emprendedora’. http://www.amsterdam.info/es/barrio-rojo/
Gracias por comentar, Lorena.
Hola, María. Comparto, en general, tus argumentos y añado uno: la prostitución se asienta sobre lo que se ha dado en llamar «el mito del sexo», del sexo masculino, claro, que se supone que es un imperativo animal, un impulso irrefrenable e inaplazable al que hay que dar satisfacción inmediata. Falso. Y la prueba de que es frenable y aplazable es que, de hecho, se frena y se aplaza hasta llegar al prostíbulo.
También es importante el asunto del estigma: cuando una es puta, aunque lo haya sido durante cinco meses en su vida, lo es para toda su vida, no se quita el nombre nunca y más le vale no hablar de ello. Cuando un hombre es putero, en cambio, es solo un cliente y no constituye ninguna marca infamante, no se encierra en una categoría vergonzante; puede hablar de ello.
De nuevo el silencio es cómplice de la opresión.
Y ahora, para dar un poco de caña, te resumo algunos de los argumentos de Virginie Despentes contra el abolicionismo. Afirma Despentes que lo que no se soporta de la prostitución es que las mujeres cobren por algo que se supone que deberían hacer gratis. Hay muchas otras profesiones degradantes con salarios miserables, hay mujeres sin techo, que llevan décadas en las calles, y a nadie parece importarle. La prostitución no es degradante en sí, intrínsecamente; solo lo es cuando se practica en determinadas circunstancias; por ejemplo, en zonas periféricas en las que sería peligroso incluso vender pan. Intercambiar servicios sexuales por dinero, en buenas condiciones y voluntariamente, no atenta contra la dignidad de las mujeres. La prostitución es una forma de ejercer poder sobre los hombres, de utilizar el poder que da el poseer algo que desean.
Dice más cosas, pero por ahora ya vale.
¿Qué opino yo? Pues teóricamente no hago nada más que dudar. En la práctica, empecemos por acabar con el tráfico de seres humanos.
Gracias, Noemí, por agitar el debate :)Estoy muy de acuerdo con lo que dices sobre el mito del sexo masculino. Esa animalidad que siempre se le atribuye al hombre y que parece que explica y excusa cualquier conducta deleznable está siempre sobrevolando cuando se habla de este tema. Si yo fuera hombre me molestaría muchísimo que me redujeran al mero instinto animal, sin mayor control que un gorila de la selva. ¿En dónde queda la educación, la civilización? Supongo que hay hombres que se ofenden y se rebelan contra esa etiqueta de animal incontrolado.
En cuanto al estigma, estoy de acuerdo a medias. No me parece a mí que el putero tenga muy buena prensa. Aunque es cierto que el hecho en sí no le deja marcado.
Respecto a los argumentos de Despentes contra el abolicionismo, en mi caso lo que me molesta es que se trate a la mujer como un trozo de carne, que se puede comprar y por ello poseer. Es cierto que hay muchas otras situaciones degradantes, trabajos en los que se humilla a mujeres y a hombres… pero eso no quita para que protestemos contra la prostitución que, sin duda, se lleva la palma en cuanto a degradante. Sigue siendo degrandante aunque se practique en las mejores condiciones. Será más tolerable, no digo que no, pero la degradación no desaparece.
Pero con lo que discrepo más de todos los argumentos de Despentes es con la afirmación de que la prostitución en una forma de ejercer poder sobre los hombres. A esta última no le veo ni un pase. No veo el poder por ninguna parte. Yo desde luego renuncio a ejercer ese más que dudoso poder. Más bien veo a mujeres que su trabajo como prostitutas les coloca a los pies de los hombres, vulnerables ante el abuso de cualquiera que crea que, por el hecho de pagar, esa mujer es una mercancía, su objeto. Que el hombre desee a una mujer y pueda comprarla no sitúa a esa mujer en ninguna posición de poder. Vamos, que no me convence nada ese argumento. Gracias, Noemí, por tu punto de vista.
[…] El año en que once diplomáticos europeos fueron explotados sexualmente […]
En algunos puntos, puedo esta de acuerdo, pero considero que la legalización de la prostitución debe ser una obligación, como todo actividad económica.
Legalizándolo no se esta institucionalizando esa forma de «esclavitud» como tu dices, se esta legalizando una opción libre de trabajo con todos sus derechos y obligaciones.
Con lo que si estoy totalmente en contra es con la explotación laboral , ya sea trabajos sexuales o de otro tipo, ¿o un estatuto para las costureras legaliza la explotación de chicas hacinadas en sótanos obligadas a trabajar 16h diarias por un misero sueldo (si es que lo tienen)? Es la explotación laboral lo que hay que perseguir indistintamente de la profesión.
La gente tiene que tener la libertad de elegir aunque a ti no te guste su profesión y me parece demagogia recurrir a la pederastia, en ese caso lo niños nunca son libres de elegir, precisamente por su condición de niños, por lo que necesariamente son obligados, convencidos, engañados , etc. En el caso de los adultos ya se nos considera responsables de nuestras decisiones.
Aunque solo un 10% de las prostitutas lo ejerzan libremente (dato mas que dudoso), ese 10% tiene todo el derecho del mundo a poderlo hacer y no criminalizarla.
Bueno, un debate no es un verdadero debate hasta que alguien no lanza una acusación de demagogia, así que gracias, Sergio. Todo son opiniones y formas de entender y ver la vida. Para mí la prostitución no es sin más una actividad económica, así que imposible ponernos de acuerdo en ese punto. Coincido contigo en que se debe perseguir la explotación laboral, aunque, una vez más, la prostitución no me parece una profesión, así que estamos en las mismas. Dices que la gente debe tener la libertad de elegir y precisamente hago hincapié en que cuestiono seriamente que las mujeres que ejercen la prostitución hayan tenido libertad. Más bien creo que les faltaron oportunidades para escapar de lo que me parece debe ser una de las peores formas de ganarse la vida. Siempre se ha utilizado la expresión popular ‘mujeres de vida alegre’ con lo triste que debe ser. Pero es más fácil banalizar y quitar hierro a esas existencias dramáticas, ya que todos, como sociedad, lo estamos permitiendo. Pero entiendo que no pienses como yo. Intuyo que la tuya es una opinión mayoritaria. Sigue leyendo el blog y participando. Es un blog colaborativo y muy plural en el que caben puntos de vista muy diversos.
¿Entonces como justificas la existencia prostitución masculina?
Añado….¿como haríamos frente a los problema sanitarios de las personas que ejercen la prostitución? La represión, violencia y abusos genera mayor prevalencia del Vih, de hecho las cifras de este virus son mucho más altas en prostitución masculina y trans que en mujeres….si un policia confisca un preservativo porque lo considera prueba de delito, ¿qué proponemos?
La prostitución masculina es mayoritariamente para hombres.
Roberto, no justifico la prostitución masculina. En el post he hablado sobre la prostitución femenina porque las noticias sobre desmantelamientos de clubes, redes y liberaciones que me han provocado escribir sobre este tema siempre dan cuenta de mujeres explotadas sexualmente. Es el tipo de prostitución más extendido y además en el blog Doce Miradas nos centramos más en las cuestiones que afectan a las mujeres. Sin embargo, estoy en contra de la explotación sexual de seres humanos, sean hombres o mujeres. Un saludo, Roberto, gracias por leernos y comentar.
Ostras, María. Leo tu artículo y me pongo a re-pensar y a preguntarme qué pienso yo de todo esto.
Te comento que en mi novela «Un hombre de pago» abordé la prostitución masculina, que también existe, que todavía es más invisible y que cuenta con una demanda creciente. Sí: las mujeres también contratan servicios de alterne.
En fin, gracias María por animarnos a la reflexión.
Gracias Neus, un placer saber que con una entrada en un blog puedes hacer que algunas personas reflexionen y se pregunten sobre su opinión al respecto. Se parece bastante a lo que me ha pasado a mí al escribirlo. El deseo de escribir sobre la prostitución vino provocado por esa sensación de hartazgo e impotencia al leer el goteo de noticias sobre detenciones de proxenetas y liberaciones de mujeres, que sospecho se producen pocas y llegan siempre muy tarde. Y como digo en el post, esa incredulidad al ver que esas terribles experiencias de explotación sexual suceden en lugares que no están escondidos. No tiene sentido, ¿no? A partir de ahí, empiezas a tirar de la madeja, a pensar y re-pensar y, como decía el otro día en un tuit, al escribir este post he descubierto que soy abolicionista, que hasta desconocía que se utilizaba ese término para definir a quienes abogan por la eliminación de la prostitución.
En el caso de hombres prostitutos, pienso igual que en el caso de las mujeres. En el post me refiero especialmente a las mujeres por ser la forma más extendida de prostitución, pero me parece igual de triste en el caso de los hombres. Un saludo, Neus, y gracias por informarnos sobre el tema de tu libro.
Hola María, mi primer comentario va para Lorena y para ti. Historia de una geisha es un libro impresionante del que después se hizo una película que no he visto. Tengo la sana costumbre de no dejar que la industria cinematográfica prostituya el libro que ya he leído, sobre todo si me ha apasionado. Y sí, ser geisha era un auténtico arte: bailaban, cantaban y tocaban instrumentos musicales. Eran la belleza en persona. Daban charla, compañía y hacían del mero hecho de servir el té, una ceremonia como nadie sabía hacer. Y nunca se prostituía. Pero el problema de la geisha, no sé si esto se ve en la película era que, esa señora de compañía solo para hombres, acababa siendo la amante de cualquier señor adinerado cuando se hacía mayor porque, apartada de su familia desde niña, no se había casado ni tenía hijos varones que la mantuvieran. El fin de la mujer era ser esposa y madre o ser la entretenedora oficial del género masculino para lo cual se preparaba durante años en una severa lucha por ser la mejor. Total para acabar sola y pobre o aguantando a un señor que la ponía un piso en la Gran Vía. Triste final.
Y desde luego, entro al trapo del debate. No comparto para nada lo que dice Despentes. Pocas mujeres ejercen la prostitución libremente. Es el propio dinero, mejor dicho su falta, la que les obliga a ello. Y cuando leo que la prostituta ejerce poder sobre el hombre, se me ponen los pelos de punta porque para estoy convencida que ser prostituta te tiene que degradar moralmente. Recuerdo que una vez le contesté a alguien que dijo que la prostitución era una profesión digna, que para mi, es una profesión respetable pero nunca digna. Y ni ejercida en buenas condiciones ni en malas.
Y tampoco entiendo, como dice Maria, que sea tan difícil identificar donde se produce trata de blancas. Si no saben buscar, les doy una pista: son lugares que están ubicados, generalmente, en las carreteras. Sigan las luces de neón. Les llevarán a ellos.
Y por último decir que o estoy a favor de la legalización de la prostitución. Estoy a favor de generación de políticas sociales que contribuyan a que nadie tenga que hacer lo que no quiera para poder comer. Como decía Rousseau, «que nadie sea lo suficientemente rico como para comprar a otro y nadie lo suficientemente pobre como para venderse».
Hola Miren, creo que voy a dejar lo de las geishas porque no soy una estudiosa ni erudita del tema. Siempre he sentido antipatía por el tema de las geishas y por cómo nos lo cuentan siempre con esa dulzura, envuelto en papel de seda y no sé si me quedo muy convencida por lo que me cuentas, pero lo dejo estar, que tampoco es mi intención centrar el debate en ese punto.
Y coincido plenamente con todo lo demás que comentas. Veo que te cabrea tanto como a mí la aparente incapacidad para localizar los lugares en donde se produce la trata. Es que clama al cielo. Y como bien dices, el desarrollo de políticas sociales para que nadie tenga que recurrir a prostituirse para ganarse la vida. Nos llamarán utópicas, pero oye, en este blog de Doce Miradas podemos serlo, ¿no? Gracias por comentar, Miren.
Acabo de conocer por informativos Cuatro una de esas noticias a las que aludo en el post, de esas que tanto nos enfadan, Miren. No queda claro cuánto tiempo han pasado explotadas sexualmente, pero 4 meses mínimo y ni tan mal. Otras veces son años. Y me pregunto, aunque sé que será harto complicado, ¿no debería encarcelarse también a los ‘clientes’/violadores que hayan tenido las víctimas de trata? Aunque solo consigan detener a uno, creo que valdría la pena considerarlo. http://www.elmundo.es/espana/2014/07/24/53d0c48eca47419b608b456e.html
[…] de la costumbre parece haber hecho mella. Así, María Puente nos recordaba en su gran artículo ‘El año en que once diplomáticos europeos fueron explotados sexualmente’, que en el Estado español el proxenetismo, aún con ciertas ambigüedades, está permitido y […]
[…] a mujeres. ¿En serio se les puede llamar empresarios? Como decía María Puente en el artículo “El año en que once diplomáticos europeos fueron explotados sexualmente”, legalizar la prostitución no es una postura progresista. Y continuaba diciendo algo que […]