Mujeres más visibles en India gracias a #24HourProject

junio 26, 2018 en Miradas invitadas

Idoya Nanín

Mi nombre es @IdoyaNanin. Nací emprendida en una familia de emprendedores en mayo de 1971. Mis gafas llevan el filtro morado para desprogramar los roles de género en mi entorno; esa es mi aportación constante a una vida más igualitaria. Trabajo como consultora de marketing digital. Paseo por todas las redes sociales, pero vivo en Instagram, donde diseño contenidos y campañas digitales. Mi primer teléfono tenía cable, la cámara llevaba carrete para veinticuatro fotos y procesaba los textos en papel blanco con boli bic.

 

 

Todas conocemos la realidad social en la India. A nadie sorprende la situación de desigualdad que vive la mujer en cualquier ámbito que esté marcado por la pobreza. En la séptima edición del 24 Hour Project nos hemos centrado en documentar historias de mujeres de todo el mundo para dar visibilidad al problema y trabajar por sus derechos en colaboración con Shakti Vahini, organización sin ánimo de lucro de la India.

Hoy la imagen pesa más que la palabra. Para empezar, Renzo Grande y Smita Sharma impartieron un taller de tres días en Palkot, con el fin de impulsar la presencia y el reconocimiento de la mujer en la sociedad india. Hicieron entrega de cámaras y conocimientos para poder hacer fotos y documentar historias. El resultado está disponible en #24hr18_Palkot.

Por otra parte, 4280 fotógrafos principiantes, fotodocumentalistas y creadores visuales desde 850 ciudades de 104 países nos unimos altruistamente (algunos durante 24 horas ininterrumpidamente) para documentar la condición humana. Los embajadores de todo el mundo hemos difundido a los cuatro vientos la importancia de este evento. Estos son los países más destacados, por orden de participación:  Irán, Indonesia, USA, México, India, Filipinas, Italia, Perú, Reino Unido y Australia.

Un grupo de Bilbao, con su embajador David Guerrero (@instajaqs), documentó durante las 24 horas del día siete de abril las historias de las mujeres en diferentes zonas a través de 235 fotografías. #24hr18_Bilbao es una interesante galería de fotos con mensajes sinceros e imágenes inesperadas.

La cifra de fotografías etiquetadas mundialmente en Instagram es impresionante: son  25.723 imágenes que narran historias de mujeres de todo el mundo y forman parte de exhibiciones, conferencias, talleres y fotolibros para seguir colaborando con diversas ONG.

Mi colaboración con el proyecto comenzó como embajadora, pero por una lesión no pude estar haciendo fotos en la calle. Solamente pude hacer una. Por ello colaboré en las labores de curación de la cuenta de instagram. A turnos y por parejas visualizamos y seleccionamos las imágenes según se recibían en tiempo real. Conforme avanzaban las franjas horarias y se incorporaban países, también cambiaban los paisajes, las historias y las desigualdades a las que se enfrenta la mujer. Algunas de las imágenes me hicieron llorar. En otros momentos sentí satisfacción por colaborar con mi tiempo y energía a que las cosas cambien.

Cuando me paro a analizar los grupos de personas que hacen las fotos para seguir y admirar su trabajo, encuentro pocas mujeres. Esperaba estos datos en algunas zonas del mundo, pero no en el País Vasco. Empiezo a preguntar en mi entorno a profesionales del mundo de la imagen y la comunicación y llego a una triste conclusión: las mujeres debemos ser más visibles también aquí.  Me refiero a visibilidad como autoras y creadoras de contenido. Debemos romper el dichoso techo de cristal y estampar nuestra firma en los trabajos, para dejar de ser simplemente el objeto de la fotografía.

 

¿Quieres recorrer el mundo desde Instagram y conocer historias de mujeres?  Puedes hacerlo en el hashtag #24hr18, con más de 25.000 fotografías. La web del proyecto ofrece información general sobre todas las ediciones. Sigue y apoya a esta iniciativa en Instagram, Facebook, Twitter o Tumblr.

¡Juntas vamos a dar voz y reconocimiento a mujeres de todo el mundo!

 

Veinte años de un Alarde de la alegría y empoderamiento

junio 19, 2018 en Miradas invitadas

Rosario Arribas Diez. Nací en Mecerreyes, un pueblecito de Burgos. Llevo 46 años viviendo en Irún. Estoy ligada al feminismo desde principios de los 80. Pertenecía al grupo de mujeres que planteamos la reivindicación de participar en el Alarde. Desde entonces estoy en la Junta que organiza el Alarde igualitario que se celebra cada 30 de junio. Estos 22 años de conflicto han sido muy importantes y toda una experiencia en lo político, personal y vital.

 

Este año se cumplen 20 años del primer Alarde con mujeres en Irun.

Nos han preguntado muchas veces cómo fuimos tan atrevidas de meternos en este fabuloso lío, viendo lo que teníamos enfrente, y siempre respondo igual. No teníamos ni idea, pensábamos que no iba a ser fácil, pero ni idea de lo que se nos venía encima.

En un primer momento no fuimos valientes. Valientes tuvimos que ser después, cuando tuvimos que hacer frente a las consecuencias. En un primer momento fuimos ingenuas, atrevidas, un tanto inconscientes y jóvenes, 22 años mas jóvenes que ahora. Pensábamos que teníamos la razón y también la ley de nuestro lado y desconsideramos las fuerzas que teníamos en contra.

Como 22 años de conflicto, con sus procesos judiciales, rupturas sociales, familiares y personales, es algo muy prolijo y largo de contar, me voy a referir a algunas claves que en mi opinión han sido determinantes.

En este momento en Irun se celebran dos alardes: uno igualitario que organizamos un grupo de particulares con la financiación de Emakunde y la Diputación Foral, y otro, que parte del Alarde que se venía celebrando desde hace más de 100 años, que era municipal y multitudinario, y que consiguieron privatizar para así eludir la sentencia del TSJPV que obligaba a integrar a las mujeres, y donde las mujeres seguimos sin poder participar.

A menudo me he preguntado cómo es posible que una demanda que afecta a la igualdad entre hombres y mujeres resulte tan controvertida y lleve a un enquistamiento semejante y a una fractura social difícil de imaginar en pleno siglo XXI.

No me puedo extender con los antecedentes, porque sería muy largo, así que me voy centrar en un par de factores que en mi opinión han sido claves.

La posición de la institución municipal y la estigmatización de que fuimos objeto el colectivo que encabezamos la reivindicación.

En Irun el gobierno municipal del Partido Socialista PSE, con la aquiescencia de PNV y PP, ha sido incapaz de tener una postura de compromiso y proactiva a favor del derecho de las mujeres a participar en el Alarde. Más bien han mostrado de manera clara e inequívoca su apoyo al Alarde discriminatorio, esto incluso con una sentencia judicial en firme a favor de la reclamación de las mujeres. El cálculo electoral, o sea, el miedo a que una postura favorable a las mujeres se tradujese en una pérdida de votos les ha llevado a aliarse con el sector más tradicionalista y machista de nuestra ciudad, y a día de hoy, estas fuerzas políticas, con el alcalde a la cabeza, el día 30 de junio reciben desde el balcón del ayuntamiento al Alarde que no permite la participación de las mujeres y se ausentan cuando llega el Alarde igualitario.

Es evidente que cuando los poderes públicos y las instituciones se ponen a la cabeza y lideran estos procesos de cambios sociales, se acortan los tiempos y se evitan a menudo quiebras y fracturas sociales como la que hemos vivido en nuestra ciudad.

Como se ha demostrado en la gestión de situaciones semejantes, no caben equidistancias ni neutralidad en casos como éste y mucho menos de responsables políticos. El mensaje a la sociedad ha de ser claro y diáfano: o se está con la igualdad y las personas que la defienden o se está con quienes piensan que hay espacios donde a la mujer se la puede seguir discriminando.

El otro factor es la estigmatización de la que fuimos objeto  las integrantes del grupo promotor.

No es entendible que una reivindicación como la igualdad y la no discriminación no haya estado apoyada por sectores más numerosos de nuestra ciudad, ni siquiera los llamados progresistas, si no es por el proceso de estigmatización al que se nos sometió al grupo que planteó la reivindicación.

Desde el minuto cero, el sector más reaccionario y misógino pone en marcha una campaña de acoso que se concreta en cosas como pasquines que pedían el boicot a nuestros comercios, hacer público por medio de hojas la condición homosexual de personas concretas, llamadas telefónicas amenazantes, señalamiento en los colegios de nuestras hijas e hijos y un largo etcétera. De este modo, ante el clima que se genera y el precio que hay que pagar por apoyar la reivindicación, cualquier intento de ampliar nuestra influencia y recabar apoyos entre la ciudadanía está abocado al fracaso.

Fue un proceso rápido, y más rápido en cuanto que la institución municipal nos dio la espalda. De hecho, personas que habían mostrado su apoyo inmediatamente dieron un paso atrás y se retiraron. Hacía falta mucho valor para dar la cara en una situación semejante.

Como bien sabemos, una vez que se ha estigmatizado a un grupo, es muy difícil conseguir que sectores importantes de la sociedad se acerquen a él y hagan suya la reivindicación, por muy justa que ésta sea.

El ganar sociedad en estas condiciones ha sido un proceso lento y largo, pero no tenemos la menor duda de que la nuestra es una causa ganada y, aunque nos ha costado muchísimo trabajo, todo esto está siendo una revolución para esta ciudad.

Cada año miles de personas discuten sobre la igualdad, tienen que interrogarse sobre dónde y con quién quieren estar el 30 de junio, cientos de chicas jóvenes que salen por primera vez tienen que peleárselo en casa, en la cuadrilla, en el trabajo, y cada persona que ese año da un paso al frente es una persona que ha tomado conciencia de la importancia de la igualdad entre hombres y mujeres.

Yo he salido desde el primer año, he sufrido las consecuencias, porque tengo un negocio, pero cada 30 de junio, cuando veo las filas y filas de jóvenes, sobre todo mujeres, cuando las veo emocionarse, llorar de alegría, disfrutar y poner tanto empeño en hacerlo bien para ganarse el respeto del público, también yo lloro de alegría, doy por bien empleado todo lo que he hecho y también pienso que algunos de nuestros gobernantes no se merecen estas ciudadanas.

En la actualidad hacemos un Alarde magnifico, compuesto por unas 1.300 mujeres y hombres que desfilan y algunos miles en las aceras que nos aplauden y apoyan. El nuestro es un Alarde de alegría, de empoderamiento, de valientes, de resistentes. Ya han pasado los años en los que éramos unos pocos cientos protegidas por un cordón policial para evitar que nos agredieran, éramos el blanco de los insultos más groseros y machistas y cientos de personas nos daban la espalda. Ha sido duro, ha sido largo también, yo he oído insultos de todo tipo mientras desfilaba, pero también he visto a mujeres y algunas muy mayores gritándonos ¡valientes! y llorando de la emoción a nuestro paso.

Por último, este 21 de junio vamos a celebrar una gala de reconocimiento a tantas personas que hemos sabido resistir para sacar esto adelante, con la asistencia de las instituciones que nos han apoyado, como Emakunde, el Ararteko y la Diputación Foral.

Para más información:

Página web: www.alardepublico.org

Instagram: @irungoalardepublikoa

Facebook: Irungo Alarde Publikoa

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Gestos de mujeres contra la historia única

junio 12, 2018 en Doce Miradas

Toni-Morrison«Si hay un libro que quieras leer, pero no se ha escrito todavía, debes ser la persona que lo escriba”. Toni Morrison, escritora.

Hace unos meses un silencio llamó mi atención, fue el silencio provocado y medido de Emma González, joven estadounidense superviviente del tiroteo de Parkland, EE.UU, en el que 17 personas fueron asesinadas y 15 resultaron heridas. Al inicio de su discurso, Emma González calló, provocando un enorme silencio de 6 minutos y 20 segundos, el tiempo que duró el tiroteo. No fue un hecho improvisado ni casual, fue un acto medido, directo y contundente que impactó de lleno en la sensibilidad y la conciencia de miles de personas en todo el mundo. Así es el activismo cuando suelta los resortes: directo y contundente. Fue un acto pensado como homenaje,  y como reivindicación, que nos interpelaba en relación al debate sobre el acceso a las armas en EE.UU.

Emma González no ha sido la única mujer joven que, en los últimos tiempos, nos revuelve del asiento, nos conecta con su mensaje y nos llama la atención para denunciar situaciones injustas y vulneraciones de derechos.

Otro caso con gran repercusión en redes fue el de Naomi Wadler, activista estudiantil de tan solo 11 años, que en el corazón del Capitolio puso nombre y rostro a las mujeres afroamericanas, víctimas también de la violencia de las armas: «Estoy aquí hoy para reconocer y representar a las chicas afroamericanas cuyas historias no salen en la portada de los diarios nacionales, dijo.

Las palabras de la joven Naomi me hicieron recordar el libro ‘El peligro de la historia única’ de la gran escritora nigeriana, Chimamanda Ngozi Adichie, donde nos cuenta cómo la historia se ha utilizado para poseer, calumniar, ocultar y negar realidades. Quién se ha encargado, y se encarga, de ofrecer la historia única, ha sido el poder: patriarcal, económico, religioso, cultural, pero el poder. La ocultación de realidades y la generación de estereotipos son las dos grandes victorias de la historia única, o lo que ahora se llama “el relato único”.

Las dos jóvenes americanas de las que hablaba al principio, Emma y Naomi, cansadas de escuchar una historia contada por otros en la que no se veían reflejadas, alzaron la voz (y en esta ocasión su silencio), para captar nuestra atención e invitarnos a ver la realidad desde otra perspectiva, la suya, la de dos chicas que se expresan para desmontar el relato dominante.

Movimientos como #MeToo, #TimesUp o el más reciente y cercano #SiConMujeres, impulsado para forzar la participación de mujeres expertas de ciencias sociales en congresos y jornadas, han llamado nuestra atención para ofrecernos una realidad vivida por las mujeres, pero ocultada por quienes construían la historia única: la realidad de las violaciones, los abusos y la invisibilidad de las mujeres en tantos espacios.

Pero no es cierto que todo se haya desencadenado ahora como una gran explosión surgida de la nada. Muchas mujeres antes han protagonizado gestos que han supuesto cambios trascendentales. Para mi, uno de los más representativos fue el protagonizado por Rosa Parks, que abanderó con un solo gesto la lucha contra la segregación racial en EE.UU cuando se negó a ceder su asiento en un autobús público de Alabama. En aquellos años, lo población negra sufría la humillación de no poder compartir con los blancos los mismos lugares públicos. Las leyes Jim Crow, heredadas de la esclavitud del siglo XIX, fueron diseñadas para que los y las afroamericanas se sintieran inferiores y así mantenerles marginadas de la sociedad. Hasta que Rosa Parks dijo NO. “Aquel día estaba fatigada y cansada. Harta de ceder”, diría después en sus memorias.

Así han respondido tantas y tantas mujeres a lo largo de la historia que, cansadas de ceder, eliminaron barreras y rompieron estereotipos. La revolución de las mujeres lleva tiempo fraguándose, no me llegan los dedos de las manos de las Doce Miradas para enumerar a todas las mujeres que con pequeños-grandes gestos, cada una en su ámbito, desmontaron el relato, se convirtieron en pioneras y nos dejaron la huella por la que seguir caminando.

Un exquisito quinto aniversario

junio 5, 2018 en Doce Miradas

El 29 de mayo celebramos nuestro quinto aniversario en Icaza Colaborando, un espacio acogedor ubicado en Bilbao que resultó perfecto para llevar a cabo la dinámica del ‘cadáver exquisito’. Para este reto de creación colectiva conseguimos liar a más de 5o personas: caras conocidas y amigas… ¡Qué emoción!

Sobre las 17:30h. ya teníamos casi todo listo. La gente iba llegando, tomaba un vino, picaba algo y charlaba momentos antes de empezar el ejercicio de pensamiento colectivo que habíamos diseñado.

Hubo incluso quien quiso unirse en el último momento.

Entre las muchas emociones de la jornada, destacamos el reencuentro con tres exmiradas, que siempre formarán parte de la docena honorífica. Macarena Domaica, Mentxu Ramilo y Miren Martín. ¡Qué subidón tenerlas cerca de nuevo!
Por supuesto, tuvieron su lugar en nuestra presentación del acto…

Ante las miradas expectantes de nuestra exquisita audiencia, comenzamos a explicar en qué consistía la dinámica del cadáver exquisito y cómo podían comenzar a dar rienda suelta a su creatividad. «Importante -recalcó Christina Werckmeister- no pensar». Y es que el automatismo era clave para lograr un resultado interesante y genuino.

Las miradas cómplices se pusieron manos a la obra. Distribuidas en siete mesas comenzaron a jugar con sus collages y textos. Revistas, tijeras y la imaginación desbocada. Nadie sabía cuál podía ser el resultado porque cuando algo se basa en el inconsciente…

Mientras, en las mesas bullía la creatividad; las Doce Miradas rondábamos atentas y, con unas cámaras polaroids que sacamos del baúl de los recuerdos, fotografiábamos el avance del trabajo. Las instantáneas (nunca mejor dicho) iban siendo pegadas en un mural. Se trataba de reservar un lugar especial a las verdaderas protagonistas de la jornada.

Fotografía realizada por Virginia Gómez.

Fotografía realizada por Virginia Gómez.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tras una hora de dinámica, recogimos los trabajos de cada mesa…

y el resultado fue inmejorable.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Guardamos este trabajo como oro en paño; sabemos que la diversidad es clave para seguir avanzando y ¡os queremos cerca! Ahora, tenemos mucho que hacer.

Eskerrik asko!