Me gusta conducir

julio 25, 2017 en Miradas invitadas

Miren Larrea Madrazo (Lazkao, 1969). Mujer, madre, amiga, hija, hermana, compañera, maestra…siempre en femenino. Licenciada en ciencias de la información y diplomada en magisterio. Desde 2004 me dedico a la docencia. Imparto clases a jóvenes de entre 12 y 16 años en un colegio concertado y sigo disfrutando con mi trabajo. Me gusta vivir despierta. Soy feliz en contacto con la naturaleza y me gusta la comunicación, relacionarme y aprender. Adoro la música y bailar. Me encanta coger el volante bajo un cielo despejado, poner la música a todo volumen y conducir sola.

 

Definición del diccionario de la RAE. Conducir: guiar un vehículo automóvil. Lo he dicho en mi presentación. Me gusta. Buena música, carretera y manta. La palabra conducir tiene también otra acepción algo más completa: “guiar o dirigir a alguien o algo hacia un lugar, un objetivo o una situación”. Esta es buena. Me ha costado, la verdad. A mis 47 años no ha sido fácil aprender a conducirme en la vida. “La teórica” me la sabía bien, supuestamente. Pero tanto tiempo de copiloto….tanto dejarme llevar… En fin, está claro que no queda otra que practicar y que aprender de la experiencia. He aprendido tarde y me he chocado unas cuantas veces, pero…¡Dios! ¡Cómo me gusta conducir sola (también en este sentido)!!

Sin embargo, no vivimos solos. Vivimos en sociedad e interactuamos con diferentes agentes. Y lo hacemos todos, yo, tú, ella, nosotros, vosotras y ellos. Es decir, que la mayoría de las veces llevamos a alguien en el carro; guiamos o dirigimos a alguien hacia algún lugar… Y, aunque no lo llevemos, nuestra forma de conducir incide y tiene su repercusión en quienes nos rodean. Sobre todo en los más jóvenes. La responsabilidad es incalculable.

Salgamos por un momento de la metáfora y adentrémonos en la realidad. Aunque no seamos docentes, todos y cada uno de los adultos que formamos la  sociedad somos educadores de nuestros menores. Y, por desgracia, últimamente, da la sensación de que la sociedad ha delegado casi en exclusividad la educación de sus jóvenes en la escuela. Y la escuela no da abasto. Necesita más conductores instructores.

Es verdad que la misión de la escuela es preparar a los jóvenes para la vida. La escuela está para desarrollar conocimientos y habilidades, para favorecer la integración en la sociedad, para transmitir conocimientos, para enseñar a trabajar de forma individual y en equipo… Y también es cierto que no es la escuela la que se tiene que adaptar a la sociedad para cumplir con su misión de cambiar y mejorar la sociedad (mal iba a andar si lo hiciera!), sino todo lo contrario. Pero… ¡demonios! ¿No sería mejor que participáramos todas y todos? La escuela no lo puede hacer todo. La escuela intenta hacerlo todo; intenta llegar a todo… pero a veces no consigue alcanzar todo lo que se propone o todo lo que se le exige. Simplemente no llega, porque es mucho lo que hay por hacer y parte de ese mucho hay que hacerlo, además, contra corriente.

En un mundo en el que aún impera el machismo, la escuela trabaja por sentar las bases de una sociedad igualitaria y paritaria. Una sociedad que devasta montes y océanos, exige a la escuela que enseñe a sus jóvenes a respetar el medio ambiente. Una sociedad violenta pide a la escuela que trabaje por la convivencia en paz. Una sociedad puramente competitiva reclama a la escuela que forme jóvenes que sepan cooperar. Una sociedad que no lee, demanda a la escuela que forme jóvenes lectores. Una sociedad que, cada vez más, recurre a la comida precocinada o incluso a la comida basura, exige a la escuela que enseñe a sus alumnas y alumnos a llevar una dieta saludable…  Todo esto y mucho más. Porque la última novedad es que la escuela pronto tendrá que impartir clases de educación cívico tributaria.  Para que nuestros jóvenes, ya desde cuarto de la ESO, interioricen y aprehendan que…-a ver si se me entiende bien- no hay que defraudar a Hacienda! Todo esto además de enseñar idiomas, matemáticas, ciencias…. enseñar a escuchar, a estar bien sentado, a no comer en clase y a respetar los turnos al hablar. Por decir algo.

Es mucho trabajo. Pero hay que hacerlo y es mi deseo hacerlo. Aunque sea contra corriente,  enseñar, educar y coeducar es nuestra labor. Me gusta enseñar idiomas, literatura, música o historia a mis alumnas y alumnos. Me gusta enseñarles a conducir su propia vida y  mostrarles las herramientas, los vehículos y los caminos para poder hacerlo. Deseo dotarlos de espíritu crítico y que aprendan a no dejarse llevar. Es decir, no pretendo quejarme de la tarea. Sólo reivindico cooperación, compromiso y toma de conciencia. Porque lo que educa es el ejemplo. Y el ejemplo no está únicamente en la escuela. Está en casa, en la familia, célula principal de la sociedad; está en la calle, en los medios de comunicación, en las instituciones, en las empresas…

Un ejemplo. Desde la visión de género. Cuando pregunto dentro del aula: ¿Qué preparó ayer el aita para cenar? y los alumnos y alumnas responden con normalidad, sin poner cara de asombro, la cosa va bien. Eso, probablemente, quiere decir que el aita prepara la cena; es un hecho normalizado. Cuando pregunto por la profesión de los padres y me responden “mi ama no trabaja”, la cosa no pinta bien. Con bastante probabilidad, el trabajo de esa ama de casa no es valorado en su justa medida por ninguno de los miembros de esa familia. El panorama se pone realmente feo si los chicos del aula llaman puta a una niña de 13 años porque habla mucho con muchos chicos. Y se pone más feo aún, si el resto de las niñas callan ante semejante inaceptable barbaridad. Y nos preguntaremos….: ¿Dónde vivencian los chavales esos ejemplos, el de juzgar abusiva y arbitrariamente, o el de callar ante las injusticias? ¿Esto lo puede solucionar sólo la coeducación? ¿Sólo la escuela?

Educar en igualdad es imprescindible y luchar por la equidad, la justicia el respeto y la visibilidad es tarea de la escuela. Pero no sólo de la escuela. No lo puede hacer sola. Para conducir a nuestros jóvenes, para guiarlos y dirigirlos hacia ese algo en el que creemos, hacia ese objetivo que perseguimos (llámese igualdad, justicia, cooperación, solidaridad, conciencia ecológica, etc.), es necesario no sólo conducir, sino co-conducir. Cooperación, compromiso, conciencia. Co-, con-, com-. Prefijo. Del latín cum. Indica o significa unión o compañía. ¡Ea! Pongámonos pues a co-conducir. “La teórica” está bien. Pero lo que realmente funciona y enseña es la práctica. El ejemplo. Y la coherencia.

¿Dónde están las mujeres?

julio 18, 2017 en Doce Miradas

La primera vez que esta pregunta captó profundamente mi atención fue hace ya algunos años en el Teatro Campos Eliseos de Bilbao. No importa tanto el acto, quienes asistieron lo recordaran, pero importa que quedó en la retina de muchas de nosotras y, afortunadamente también, de algunos de ellos. De hecho, podríamos decir que aquel acto nos dio el empujón definitivo a algunas de las Doce Miradas para decir, “algo tendremos que hacer”.

¿Dónde están las mujeres? Esa fue la gran pregunta que nos formuló el entonces director general de Cadenas Vicinay, Luis Cañada, cuando se dirigió al público tras recoger uno de los premios que se concedían en aquella ocasión. En su discurso de agradecimiento y, con esa forma extraordinaria que tiene Luis de contar historias, nos trasladó a todos esta pregunta que, en más de una ocasión, le hacían representantes de empresas y organizaciones noruegas cuando venían a trabajar a Bilbao: ¿Dónde estás las mujeres?

Que esta pregunta empiece a formularse en los diferentes actos, seminarios, eventos  y conferencias que se organizan por todo el mundo y, por supuesto en Euskadi, es una buena noticia. Que la formule un hombre tiene el doble de valor. Porque muchas veces hemos comentado que la falta de igualdad entre mujeres y hombres no es un problema de las mujeres, es un problema de toda la sociedad.

Sentirse incómodo

Y lo tuvo que hacer porque se vio en un escenario rodeado por hombres, solo hombres, hombres premiados, con premios entregados por hombres, lo que debió de resultar para él algo muy incómodo. Con esa sensación y viendo que también las primeras filas del auditorio, las que son ocupadas por autoridades y representantes empresariales, Luis Cañada nos lanzó la pregunta. Y esta es para mí una de las claves más relevantes que encontramos en este agotador camino hacia la igualdad real entre hombres y mujeres. Que fuese un hombre el que se atreviese a formular en alto, en público, lo que muchas veces pensamos. Pero por favor, ¿dónde están las mujeres?

Así que volvamos a la pregunta. Al hecho de que alguien pueda formularla. Y que ese alguien sea un hombre, aunque las mujeres también debemos seguir ajustando la mirada, porque queda mucho trabajo por delante. La clave es que alguien se dé cuenta y que le dé importancia. Que la ausencia de mujeres llame la atención, que sorprenda, que moleste, que no se dé por buena, que se cuestione, que incomode, como incomodó a Luis Cañada verse en aquella situación.

En Doce Miradas nos seguimos sorprendiendo con eventos celebrados en Euskadi muy recientemente donde llega a darse una absoluta ausencia de mujeres entre las voces expertas. Que si es difícil, que si no hay mujeres en determinados campos, en fin, excusas que nos llevan a comprender que, en muchas ocasiones, ni siquiera los organizadores se dan cuenta.  No les incomoda, no les llama la atención, no les molesta o, lo que sería peor, no les importa.

#FaltanMujeres

De hecho, en los debates internos de Doce Miradas, ya hemos comentado en alguna ocasión que vamos a preparar un hashtag especial para todas aquellas situaciones en las que se vea que la mujer no está representada o no está suficientemente representada. Pero tampoco seremos pioneras en esta ocasión. Ya circula por twitter desde hace unos años el hashtag #ManPanels al que se le antepone la frase “Di no”. Es decir: invitan a decir que no a los participantes de actos donde solo aparecen hombres.

Problema global

Pero como ya se dice que una imagen vale más que mil palabras, veamos algunas imágenes que ilustran a la perfección  nuestra pregunta.

Todo parece indicar que se están dejando claramente a la mitad de la sociedad, ¿no les parece?

 

 

 

 

 

 

En el mundo de los transportes y las infraestructuras deben tener serios problemas para encontrar mujeres expertas.

 

 

 

 

 

 

 

Ésta es especialmente interesante, tratándose de un encuentro global sobre mujeres en París.

 

 

 

 

 

No tengo ninguna duda de que en Euskadi vamos avanzando. Aunque de vez en cuando tengamos notables recaídas, vamos progresando. Pero todavía podemos hacer mucho más. Así, la Ley para la Igualdad en Euskadi ha contribuido a elevar el nivel de exigencia de la ciudadanía en estos años. De hecho, los resultados de la Evaluación de la Ley para la Igualdad presentados por Emakunde han revelado que existe una  valoración positiva de la Ley como instrumento sensibilizador y como instrumento jurídico útil y eficaz que ha permitido consolidar avances. Entre sus logros, se destaca su contribución a la arquitectura de la igualdad en el ámbito público. Aunque todavía las mujeres ocupan solo la mitad de los mandos de Osakidetza pese a ser el 79% del personal. Entre los retos, sus limitaciones para incidir sobre el sector privado.

Necesitamos gestos

Hace unos días volví a escuchar a Luis Cañada, en la actualidad, presidente de Novia Salcedo, hablando sobre los pasos que nos quedan por delante para alcanzar la igualdad real. Él nos hablaba de la necesidad de hacer gestos y nos remarcaba una frase que él precisamente aprendió de una mujer, de una periodista: “Haz gestos, que los pequeños gestos son poderosos”. ¿En qué se traducen esos gestos? Un sencillo ejemplo. Cuando le invitan a una mesa, a una charla,  lo primero que pregunta es si ésta será paritaria. Y si no es así, él dice simplemente y llanamente que no, que no cuenten con él. Solo discrepo en una cuestión. No me parecen pequeños gestos, me parecen grandes, inmensos, necesarios y oportunos, porque además, vienen de un hombre. Gracias Luis.

¿Por qué?

julio 11, 2017 en Miradas invitadas

Fatima Hamed Hossain. Ceuta. Nací y crecí en una de esas barriadas tan entrañables como azotadas por el olvido de quienes podían y no querían cambiar las cosas. Eso y los tiroteos, la marginalidad, la proximidad a la prisión y el permanente abandono institucional que nos rodeaban me llevaron a querer ser abogada para luchar por los demás. Licenciada en Derecho por la UNED. Especialista universitaria en Mujer y Derechos Humanos, Igualdad de Oportunidades y formada en mediación. Irremediablemente implicada y activa en la vida política de Ceuta, desde 2015 soy Portavoz del Grupo Municipal Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía (MDyC). Incurablemente idealista y en constante evolución. Facebook: Fatima H. Hossain Mi twitter es: @FatimaHHossain Instagram: fatimahhossain

 

¿POR QUÉ?

Vivo constantemente preguntándome cosas.

No lo puedo evitar.

A veces es ante determinadas situaciones y otras, simplemente, porque mi mente viaja más rápido que yo.

Tal vez una de las preguntas que con más frecuencia ronda mi cabeza es un aparentemente sencillo e inocente «por qué».

Aparentemente sencillo, porque la respuesta ni es sencilla ni es inocente. Y porque los por qué, dan auténticos quebraderos de cabeza.

 Y dentro del por qué, tal vez mi ranking personal lo encabeza el por qué de determinados comportamientos del ser humano. 

Cómo es posible que se odie a quien no se conoce sólo por lo que parece representar? Cómo es posible que existan hombres que lleguen a hacer tanto daño a quienes fueron sus mujeres?

Por qué tanta maldad? 

Últimamente me hago esa pregunta con demasiada frecuencia.

Cada vez más.

Treintaymuchos años dan para muchas vivencias.

Aunque realmente no sé si es cosa de la edad o de la madurez o tal vez es sólo porque tomas mucha consciencia de situaciones que ves, que te cuentan en primera persona, porque te importan los demás, sin más, porque quieres que todas las mujeres puedan vivir en libertad.

Vivir en libertad, en plena libertad. 

Pocas palabras las de la última línea, pero con un denso contenido.

Vivir en libertad debería ser algo tan simple y sencillo como hacer lo que te de la gana, decir y expresar libremente tus opiniones sin miedo a contrastarlas con otras igual de respetuosas aunque sean diametralmente opuestas, vestir como te de la gana o ir a donde te de la gana y que nadie, te cuestione por ello.

Y de veras que algo tan sencillo como respetar y que te respeten todas y cada una de tus decisiones, hoy por hoy, en ocasiones parece algo transgresor y rebelde.

Seguimos cuestionando las decisiones, de las mujeres especialmente, sobre todo si son en ámbitos claramente masculinizados: deporte, política, ciencia….

Seguimos en 2017 con titulares acerca de la «la primera mujer que…»

Seguimos siendo juzgadas por nuestra forma de vestirnos, de peinarnos, de sentarnos…demasiado observadas por el envoltorio tal vez para ningunear, conscientemente, todo el bagaje interior. Un bagaje que asusta a más de una mente machista que no acaba por concebir ni aceptar la valía de las mujeres y que se siente en la obligación de buscar y ofrecerse algún «pero» para excusar sus pensamientos machistas.

 

Seguimos en un mundo donde pese a ser mucho lo andado, queda mucho más por andar.

Y si vivo y siento lo que expreso como puede vivirlo y sentirlo cualquier otra mujer del siglo XXI he de decir, pese a costarme muchísimo reconocerlo que las dificultades con las que nos encontramos algunas mujeres por el hecho de ser musulmanas son bastante notables. Reconozco que me cuesta admitirlo, por mi forma de ser y de entender las cosas y muy especialmente porque rehuyo cualquier asociación al victimismo que alguna mentecilla privilegiada quisiera ver. Pero creo que las cosas hay que visibilizarlas y reconocerlas públicamente sobre todo por quienes, por nuestra situación pública, tenemos alguna posibilidad más de que se nos oiga o se nos lea.

Desde que te pregunten si sabes leer antes siquiera de haber abierto la boca, a que te pregunten si te dejan hacer esto o aquello, a preguntarte si tienes el pelo corto o largo, pfff qué aburrimiento de verdad y que triste tiene que ser eso de tener una mente tan «cortita». 

Las principales víctimas de los sentimientos islamófobos que azotan gran parte del mundo, somos los propios musulmanes, un mundo donde la ultra derecha aprovecha la más mínima ocasión para criminalizar a millones de personas en el mundo con su sucio dedo acusador, donde las personas de bien están demasiado calladas, donde algunos musulmanes con poder para influir al menos mediáticamente prefieren mirar a otro lado, y donde los musulmanes y musulmanas de distintas partes del mundo nos encontramos permanentemente señalados. Como decía, si eres mujer estás expuesto a un escalón superior de los de las fobias a todo lo diferente.

Cada vez que ocurre algún trágico atentado se giran hacia ti esperando disculpas por algo que ni entiendes ni compartes. 

Si lo haces, parece que te estás justificando. 

Si no, parece que lo estás justificando. 

Así que nos encontramos, hagamos lo que hagamos, en el punto de mira.

Y por supuesto, la población musulmana española, no está exenta de todo ello.

Lo fácil siempre es pensar eso de que todos y todas son iguales. 

Supongo que es lo cómodo para mentes que no están dispuestas a replantearse su forma de entender algunas cosas, sus prejuicios, posiblemente porque haría que se tambalearan las bases de su yo más íntimo y personal.

Porque me lo dice la tele, porque todas las bombas (espero que no se estropee mi ordenador al usar esta palabra) las explotan ellos, los musulmanes, o, qué leches, los moros esos que vienen nada más que a invadirnos, a violar y someter a nuestras mujeres, que por lo visto tienen unas cuantas, que son todos unos machistas y todas unas sumisas, qué me va a contar a mi una mora de libertad, que se vaya a su país a ver si la dejan….

Y por qué (malditos por qué) decantarse por lo fácil? 

Por qué no pensar, reflexionar y evitar meter a millones de personas en el mismo saco?

Supongo que porque da miedo.

Debe dar miedo a quien se cree en posesión de la verdad absoluta ser consciente de que los demás, sean musulmanes, judíos, hindúes, cristianos o no se identifiquen con ningún credo, sufren a diario las mismas alegrías y penas, comparten aficiones, sufren el mismo saqueo de las arcas públicas por sus malos gobernantes,  y las mismas subidas de precios…..y así hasta un sinfín de cosas.

Debe dar miedo salir de la zona de confort, de lo que se enseña abierta o encubiertamente, romper esas cajoneras mentales que facilitan encasillar a las personas por su color o por su nombre, para darte cuenta de que allí donde nos pinchen, nos duele igual, porque ante todo y sobre todo, deberíamos ser humanos.

Tal vez mis fantasías, ilusiones e ideales sean los que me llevan a mi y a muchísimas otras mujeres en el mundo a plantearnos tantos por qué, porque nos enseñaron a no tener techo y a valorar a las personas y sus ideas, siempre que sean respetuosas, por encima de todo.

Acabo como solemos acabar de hablar muchas veces los musulmanes, con un AlhamduliLah (Gracias a Dios) por mis fantasías, ilusiones e ideales por un mundo mejor, tal vez no para mi ni para ti, si no para los que vienen y muy especialmente por las que vienen, que necesitan crecer y vivir sin miedo del otro.

 

                                                                           Ceuta, 9 de julio de 2017

Violadores reincidentes. ¿Quién les deja la puerta abierta?

julio 4, 2017 en Doce Miradas

1976. Una mujer regresa a casa con su bebé cuando un hombre la aborda en el ascensor de su casa y la viola bajo la amenaza de clavarle un cuchillo a su bebé en el cuello. Desde ese momento, a Pedro Luis Gallego, que entonces tenía 19 años, se le llamó el ‘violador del ascensor’. Esta mujer tuvo la terrible mala suerte (seguramente habrá también otros factores) de cruzarse con un psicópata sexual.

El dolor, tortura, sufrimiento y muerte que causó este asesino violador a partir de aquí, ya no puede achacarse a la mala suerte. Pedro Luis Gallego cometió el resto de sus crímenes con la ayuda del código penal, de los servicios psiquiátricos penitenciarios y de la abolición de la doctrina Parot.

Con toda esa ayuda jugando a su favor, este violador y asesino ha ido dejando un reguero de víctimas. Con 33 años fue condenado a 273 años de prisión por matar a las jóvenes Leticia Lebrato y Marta Obregón en 1992. Para entonces ya había violado a 18 mujeres. Redujo su pena a 21 años siendo un recluso ejemplar. Es decir, realizaba labores de limpieza, asistía a clases de la ESO y de aerobic. Para reírse si no fuera todo tan triste.

Excarcelado en 2013 volvió a violar

Cuando en noviembre de 2013 fue excarcelado con motivo de la abolición de la doctrina Parot, volvió a hacer lo que cabía esperar de un violador en serie. Hace pocos días, el 14 de junio, lo volvían a detener acusado de ser el presunto autor de dos brutales violaciones y otras dos en grado de tentativa a jóvenes de entre 17 y 24 años.

Confiemos en que esta vez no le dejen salir de la cárcel, aunque todo es posible. Desde la reforma del código penal de 2015 existe la figura de la prisión permanente revisable para ciertos casos, como el de los violadores reincidentes.

Pero ¿qué sucede con todo el daño que ha hecho y que podría haberse evitado?¿Quién se hace responsable además del violador? En una ocasión, fueron 3 psicólogas quienes permitieron que saliera de una cárcel psiquiátrica porque lo consideraban ‘curado’. La última vez, su coladero fue la anulación de la doctrina Parot pero, no nos engañemos, esto solo adelantó 5 años la tragedia. Este violador peligroso y reincidente habría salido de todos modos unos pocos años más tarde y habría vuelto a violar igualmente.

La prisión permanente revisable y sus detractores

Desde la reforma parece que hay un asidero legal para impedir que hombres así sean soltados en sociedad. Habrá que ver si se aplica. Hay una corriente progresista que considera inhumana la existencia de la prisión permanente revisable. Aseguran que es un eufemismo para encubrir la cadena perpetua. Entienden que es un fracaso al negar la posibilidad de reinserción social. Personalmente, creo que lo progresista es defender a las víctimas actuales y a las potenciales. Y que estos hombres no pueden ni deben vivir en sociedad. Qué fácil es mantener tu pensamiento progresista intacto e inmaculado, a costa de sacrificar para ello a unas cuantas mujeres que serán agredidas, violadas y tal vez asesinadas por un criminal como este. Para defender las segundas oportunidades de estos criminales (Gallego lleva ya quemadas muchas oportunidades) se sacrifica a mujeres que caminan confiadas por las calles y entran en sus portales cuando regresan de sus trabajos, del cine o de una noche de fiesta. Son daños colaterales que esta sociedad acepta con tal de que una persona peligrosa y cruel siga teniendo segundas, terceras y cuartas oportunidades.

¿Y qué pasa cuando se ha violado una vez? En ese caso, como no hay reincidencia (aún) no se aplicaría la prisión permanente revisable y, sin embargo, esas personas también son un peligro potencial en la calle. En ese supuesto debería tomarse al menos alguna medida de vigilancia. Siempre se habla de pulseras telemáticas y medidas de control tecnológicas pero realmente ¿existen? ¿se utilizan? Deberían.

El daño que causa una violación es terrible e irreparable. Qué decir del asesinato. Y sin embargo, qué barato sale este crimen. Con qué ligereza las ‘personas expertas’ deciden que un violador tiene buen comportamiento y puede salir de la cárcel. Absurdo. Es bien sabido que violadores de mujeres y niños tienen buen comportamiento en prisión porque no tienen a su alcance mujeres ni niños a los que violar.

El otro día en el programa de Julia Otero, Julia en la Onda, hicieron una proyección interesante. Aunque no hay muchos estudios al respecto, se estima que en los países occidentales la tasa de reincidencia en estos casos es del 20%. En España hay actualmente 2.515 delincuentes sexuales que cumplen condena. Según la tasa de reincidencia, unos 500 podrían reincidir (no es un dato, es una proyección). ¿Estamos dispuestos a asumir ese riesgo sin tomar medidas para evitarlo? Ya hemos visto el daño que puede causar uno solo de estos delincuentes sexuales.

Cuando Gallego salió de la cárcel en 2013, no salió solo. Además de delincuentes diversos, con la derogación de la doctrina Parot salieron más violadores conocidos como ‘el del estilete’, ‘el del portal’ y un tercero que violaba en Cataluña. Y los tres reincidieron y fueron detenidos. Gallego ha sido el cuarto pero no el último. Ayer mismo, 3 de julio, detuvieron al que se conoce como ‘el loco del chándal‘ por intentar asesinar a dos hermanas. Ya van cinco.

La gran labor de la asociación Clara Campoamor

La asociación Clara Campoamor, siempre al quite en la defensa de mujeres y niñas, ya ha anunciado que se personará como acusación contra Gallego y pedirá la prisión permanente revisable. Su presidenta, Blanca Estrella, es a la única persona que habla de buscar responsabilidades. ¿Cómo es posible que no se busquen responsabilidades entre quienes abren la puerta a estos violadores reincidentes? Confiemos en que las personas encargadas del ‘revisable’ apliquen la sensatez, la prudencia y el sentido común. Psiquiatría y psicología han demostrado la misma capacidad que el horóscopo para predecir el comportamiento de estos criminales.

Tras la detención del ‘violador del ascensor’, el ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, se mostró favorable a la prisión permanente revisable para este caso, pero pidió prudencia antes de reclamar “en caliente” otras medidas como la castración química o las pulseras telemáticas. La primera medida dicen que es ineficaz. Pero pulseras telemáticas ¿por qué no? Por otra parte, siempre se arguye que no hay que legislar en caliente, pero los crímenes de Leticia Lebrato y Marta Obregón datan de 1992. El problema es no actuar ni en frío ni en caliente. Justicia para las víctimas actuales y protección y prevención para evitar más víctimas.