20 años después, la lucha continúa

07/02/2017 en Miradas invitadas

En el año 1996 un grupo de mujeres intentaron desfilar en el Alarde de Hondarribia. No les dejaron y aquellas que defendíamos la causa, pensamos que un primer paso podría ser crear una compañía donde las mujeres participáramos. La compañía Jaizkibel se formó en el año 1997 y todavía hoy, no ha conseguido su propósito.

Marian Emazabel, miembro de Jaizkibel Konpainia

 

En este tiempo, si bien es verdad que el ambiente ha mejorado, y con mejorado quiero decir: poder bajar al centro a comprar, a pasear, a potear, mezclarnos el día 8 de septiembre con el resto de integrantes de otras compañías fuera del desfile, poder relacionarnos con personas que opinan diferente a nosotras y nosotros en el día a día… el Alarde sigue siendo a día de hoy, un tema tabú en el pueblo.

Los 10 años iniciales de este conflicto, han sido muy duros; años de incomprensión, de sentimientos de soledad, de desplantes, de gritos cualquier día de la semana, de miedo por encontrarnos con alguien que de alguna manera pudiera agredirnos, de dolor por la pérdida de amistades o de familiares… Y sobre todo de confusión total y de dolor por todos nuestros seres queridos que, por apoyarnos y querernos, han sufrido consecuencias nefastas en sus relaciones. Hablo de nuestros padres y de nuestras madres, de nuestros hijos y de nuestras hijas, nuestras sobrinas y sobrinos, nuestros hermanos y hermanas, que aún sin haber participado, les han hecho responsables de nuestra decisión. Esto ha supuesto una doble carga para aquellas y aquellos que decidimos defender los derechos de las mujeres, ya que, no solo nosotras, sino también nuestros seres queridos, han sufrido día a día, insultos, vejaciones, malas caras, desprecios,…. Este es el caso de aquellos y aquellas menores que de forma silenciosa, han tenido que abandonar el colegio o el instituto e irse a estudiar a otro colegio y a otro pueblo para poder volver a empezar: hacer nuevos amigos, recuperarse de tanto daño, y seguir viviendo sus jóvenes vidas libres de dolor y amenazas.

A día de hoy, y 20 años después, estamos orgullosas y orgullosos de que las nuevas generaciones que han empezado a participar en la compañía Jaizkibel, no sientan el miedo que todavía las veteranas y veteranos sentimos. Estamos orgullas y orgullosos de que en estos 20 años hayamos pasado de ser 36 participantes a casi 500. De que cada vez más personas nos miran, nos saludan y nos felicitan.

Esta es la imagen de chicas jóvenes que se instalan en la Calle Mayor desde la víspera, para boicotear con plásticos e insultos el desfile de la compañía Jaizkibel. Mientras, los chicos disfrutan de la fiesta.

A pesar de que consideramos que hoy en día la vida díaria en el pueblo es más fácil para las personas que desfilamos en Jaizkibel y para los de nuestro entorno, todavía no podemos hablar de una situación de normalización. Y síntoma de ello son los plásticos negros que, año tras año, el 8 de septiembre se erigen a manos de las jóvenes que pasan la noche anterior ocupando la Calle Mayor.

 

 

 

 

 

 

 

Esto demuestra que aunque han cambiado las formas, no ha variado el fondo. Las mujeres seguimos reivindicando un derecho a participar en las fiestas en igualdad de condiciones que se nos sigue denegando. Detrás de nuevas caras sonrientes que nos saludan al pasar, el Alarde discriminatorio se sigue celebrando cada año bajo la protección de los responsables políticos y de todas aquellas personas que no reaccionan ante esta situación que sufrimos.

Tenemos clara la responsabilidad de los políticos en la resolución de este confllicto, porque en 20 años no han creado ni facilitado ninguna vía que garantice que se cumplan nuestros derechos. Derechos de las mujeres que son responsabilidad de todos y todas, más allá de las fronteras hondarribitarras. El Alarde camufla bajo su disfraz y su música una cuestión universal: la intolerancia y la falta de respeto hacia los derechos de la mujer.

 

 

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