La mirada del padre, una revolución en potencia
25/10/2016 en Miradas invitadas
Marta Aburto Fierro. Getxo 1962
@martaaburtofier
Desde hace 26 años, empresaria dentro de la Industria Aseguradora.
Trabajo activamente por la igualdad desde Community of insurance @CommuInsurance en Mujer Igualdad Emprendimiento #ForoMIE «Conjura en Bilbao por la igualdad de la mujer» ow.ly/m9kk301Epce
Cuando en los años 80 las mujeres de mi generación nos incorporamos al mundo laboral, comenzaba una época de creciente igualdad, creíamos que el camino estaba abierto y que la igualdad era imparable. Treinta años después, seguimos conviviendo en una sociedad que mantiene viejos modelos de participación femenina que permiten y aceptan condiciones de existencia y convivencia intolerables para la mujer.
Las mujeres de mi generación no hemos sabido atacar la desigualdad desde su raíz y, por eso, nuestra cultura social sigue asignando el trabajo del cuidado a las mujeres, y a los hombres, el trabajo productivo.
La división sexual del trabajo no es un orden natural contra el que nada puede hacerse, sino una construcción mental, una visión del mundo que transmitimos a nuestros hijos desde su nacimiento, sin consciencia ni discurso, por medio de hábitos, juegos, de cuerpo a cuerpo, escapando a la presión del intelecto y por lo tanto de las posibles correcciones.
Esta cultura social consigue que la disposición femenina para el cuidado parezca «instintiva», tiende a considerar como secundaria la labor del padre en el ámbito doméstico y en la educación de los hij@s. De esta manera consigue que la mujer priorice el cuidado de sus hij@s frente a su ascenso profesional, y que proporcione al hombre el colchón suficiente que le ahorre el cuidar de su familia. Bajo estas reglas de juego… el poder de los hombres es generado por el trabajo de las mujeres.
En un país que envejece a marchas forzadas, en medio de trabajos encorsetados, sin flexibilidad horaria, se hace imprescindible la aplicación de nuevas leyes y códigos de buen gobierno, como es la propuesta aprobada el martes 18 de octubre que insta al Gobierno a legislar para que la baja paternal se iguale a la maternal: 16 semanas intransferibles con una prestación del 100% de la base reguladora, y que se proteja la situación laboral del trabajador durante el disfrute de la misma.
Esta nueva ley consigue un gran avance hacia la igualdad, ya que:
-El cuidado y la educación de los hij@s corresponderá por igual a ambos progenitores, la experiencia inicial de tener un hij@ y el apego endorfínico serán muy parecidos.
-La contratación de mujeres no supondrá para las empresas y para la sociedad cargas distintas a la de la contratación de hombres.
-Al involucrar al padre en el cuidado se deja de tomar a la madre como punto de referencia del núcleo familiar; también se deja de alimentar la idea social de que las mujeres requieren atenciones especiales.
-Y lo más importante: por fin se reconoce el derecho de la infancia a ser educada en la igualdad y en la justicia de género; además, al recibir una paternidad activa, se refuerza el derecho de igualdad del niñ@.
«La mirada del padre sobre el niñ@ constituye una revolución en potencia. Los padres pueden hacer saber a sus hijas que ellas tienen una existencia propia, fuera del mercado de la seducción, que poseen fuerza física, espíritu emprendedor e independiente, y pueden valorarlas por esta fuerza sin miedo a un castigo inminente. Pueden hacer saber a sus hijos que la tradición machista es una trampa, una restricción severa de las emociones… porque la virilidad tradicional es una máquina tan mutiladora como la asignación de la feminidad.» Virginia Dependes.
Una sociedad que se atreve a cambiar sus estrategias de incentivos, consigue un profundo efecto en los empleados, empresarios, mujeres, hombres y, en especial, en el futuro de una sociedad que se refleja en la infancia.
Pongamos los ojos en el ejemplo Sueco, una sociedad en la que hasta hace poco se daban los mismos problemas de igualdad que en este país. En poco tiempo todo el mundo se acostumbró a la idea de que los padres debían disfrutar de su baja por el bien de una educación igualitaria, la cultura… El ambiente laboral cambió, el horario comenzó a ser muy flexible y la diferencia salarial entre hombres y mujeres tendía a desaparecer; además comenzó a bajar el porcentaje de divorcios.
Esta mirada a Suecia demuestra que el cambio es posible, y que las soluciones a estos problemas, aparentemente sin solución, no son tan complicadas.
Pero debemos estar atentos y no bajar la guardia, porque para que esta propuesta se convierta en ley tendrá que pasar por trámites legislativos (algo improbable por la situación actual de ausencia de gobierno).
Nuestros hijos merecen cambios que faciliten la convivencia y los guíen hacia un nuevo humanismo integrador e igualitario. Nuevas leyes, como la propuesta recién aprobada, nuevos códigos de buen gobierno y las cuotas necesarias que puedan acelerar y eliminar los sesgos que aún prevalecen. Acciones políticas que tomen en consideración todos los efectos de dominación que se ejercen, a través de la complicidad objetiva entre la escuela, la iglesia y el Estado, ya que es justo allí donde se gesta, en último término, la dominación masculina.
Ahora y más que nunca, a nuestra sociedad le toca imputar socialmente los costes del cuidado de la vida humana y no existen argumentos válidos para pensar que esta idea sea una utopía.
«No hace tanto era impensable aspirar a una jornada laboral de 8 horas, o concebir como derecho de los trabajadores una remuneración durante las bajas por enfermedad, o que fuera respetado el puesto de trabajo hasta que se produjera el restablecimiento de la salud, obtener vacaciones… Si los trabajadores hubieran retrocedido cada vez que se han calificado sus exigencias de delirantes, en este momento no tendríamos ni derechos de los trabajadores, ni seguridad social.
¿Por qué no puede ser un derecho del trabajador disponer de baja remunerada y que se ofrezcan servicios sociales que sustituyan o complementen el trabajo doméstico originado por personas dependientes? ¿Y que las bajas remuneradas no las tomen alternativamente las mujeres y los hombres? ¿Por qué no se imponen, al igual que en otros países, las bajas paternales obligatorias e intransferibles?» (María Jesús Izquierdo).
Nos toca avanzar; avanzar hacia esa incógnita que es la revolución de los géneros, y somos nosotras, las mujeres, las que debemos levantar la voz y mover ficha.
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Yo creo firmemente en la mirada del padre. Y puede que sea una revolución en potencia, pero ha sido la revolución de mi presente. Del presente de mis hijas, educadas al cobijo de la mirada de su padre, de mi presente, gracias al mejor ejemplo de lo que debe significar la corresponsabilidad. Pero comprendo que sea para muchos y muchas, una revolución en potencia. Gracias Marta, por poner la mirada del padre en el centro del debate.
Prometo seguir el hilo.
Begoña.
Muchas gracias Begoña por tu comentario, es un placer leer tu experiencia,
Ojala consigamos reducarnos y transformar las relaciónes de complementariedad, (tú haces una cosa y yo otra y entre los dos hacemos todo lo que hay que hacer) a una relación de reciprocidad y corresponsabilidad como la vuestra (el trabajo es cosa de todos)
Pues yo comencé en los 70, pensado en mejoras para mis hijas. E hice feminista a mi hijo. Algunos avances habido. Y retrocesos. Ver a tantas chavalitas pendientes de los chicos, su físico, sus teléfonos me desmoraliza. A tantas mujeres que recriminan mis opiniones me desmoraliza. Por un rato. Seguiré. Ahora por lo nietas.