De sostener la mitad del cielo a mujeres sobrantes
03/02/2015 en Miradas invitadas
Natalia G. Collado (@NatdiMontgo) es emprendedora (lo que toda la vida se ha conocido como empresaria) especializada en China. Licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración, con especialidad en Estudios Internacionales, por la UCM. Máster en Gestión de la Cooperación al Desarrollo y Ayuda Humanitaria por la U. Pontificia de Comillas y en Estudios de Asia Oriental por la UOC. Diploma de Estudios Avanzados en Estudios de Paz y Seguridad Internacionales por el Instituto Universitario Gutiérrez Mellado. También ha realizado programas de posgrado y especialización en la Beijing Foreign Studies University o la China-Europe International Business School (CEIBS) (Shanghai), siendo de la primera generación de personas becadas por la Fundación ICO en China. Ha escrito numerosos trabajos académicos y de divulgación sobre China y España, cuestiones de seguridad internacional o paz post-conflicto. Durante más de una década ha vivido en Pekín, Shanghai y Nanchang, promoviendo intercambios comerciales con empresas y administraciones públicas españolas.
Tal mes como el que inauguramos con este nuevo post, hace ya diez años, y con la ilusión y valentía de quién comienza a sentirse no sólo parte de este mundo sino mirada activa del mismo, me aventuraba a escribir un artículo en el que analizaba el rol de la mujer en la sociedad china.
Una década es mucho tiempo. Inmenso cuando se trata de revisar la experiencia vital de una persona, los conocimientos y experiencias adquiridas y la madurez de su mirada. E inconmensurable, si queremos estudiar la evolución de un país, y en este caso de un país con una complejidad geográfica, étnica y social tan ingente como China.
Ya no tanto la transformación de China en sí misma, sino el ritmo de la misma, supone un hito histórico sin precedentes. Ha superado las previsiones más clarividentes y sigue sumiendo en el desconcierto a quienes intentan dibujar con pinceladas el horizonte más cercano. Es fundamental, por tanto, tener en cuenta dicho contexto si aspiramos a comprender la evolución del rol de la mujer en China durante los últimos diez años.
Mao Zedong afirmaba a mediados del siglo XX que «la mujer sostiene la mitad del cielo». Manifestaba así su rechazo y oposición a un sistema tradicional que, basado en el Confucionismo había marginado a la mujer al acatamiento de un sistema patriarcal, patrilineal y patrilocal en donde su valor se reducía meramente al de una propiedad y, consecuentemente, cuyo destino estaba escrito por quiénes las poseyesen.
Hace diez años, y analizando el primer lustro del siglo XXI, apuntábamos un escenario muy diferente al concebido por el fervor maoísta sobre la liberación de la mujer y la utopía igualitaria. Junto a las amenazas tradicionales que, lejos de extinguirse, se habían ido adaptando al devenir político, económico y social de China, añadíamos nuevos desafíos. A saber: prostitución y tráfico sexual; discriminación y explotación laboral; diferencias salariales; mayor presión curricular; problemas de conciliación familiar; depresión y suicidio.
Pero, ¿cuál es la situación hoy en día? ¿Se han despejado los nubarrones que cubrían la mitad del cielo hace una década?, ¿Nos encontramos más cerca de alcanzar esa sociedad igualitaria que auspiciaba Mao Zedong?, O por el contrario, y coincidiendo con el cambio de liderazgo y la llegada de Xi Jinping al poder (14 de marzo de 2013), ¿están resucitándose los valores tradicionales y el Confucianismo?[1].
En este sentido, y puesto que un análisis pormenorizado de cada uno de los desafíos nos obligaría a su vez a desmembrar la complejidad y diversidad del país, me gustaría destacar lo que a mi modo de ver resulta extremadamente llamativo, paradójico y novedoso si lo comparamos con el rol de la mujer hace una década.
«Es preferible criar cisnes que tener hijas» (dicho tradicional chino)
En una sociedad donde hasta finales del siglo XX prácticamente el 80% de la población trabajaba la tierra, el nacimiento de una hija suponía una desgracia familiar en tanto en cuanto no podía colaborar en el trabajo agrícola y el sostenimiento de la unidad familiar.
Por todos es conocido el abandono e infanticidio femenino que, recrudecido a raíz de la aprobación de la política del «hijo único» en 1979, ofrece hoy un panorama de tal desequilibrio cuantitativo entre hombres y mujeres que sociólogas como Valerie Hudson han llegado a sostener que podría poner en riesgo cualquier atisbo de democracia en China. Se calcula que en la isla de Hainan hay 135,7 hombres por cada 100 mujeres.
No obstante, y si bien se mantienen medidas como la prohibición de conocer el género del bebé durante el embarazo para evitar abortos selectivos, lo cierto es que esta situación ha cambiado exponencialmente. La mujer ya no es una «boca que alimentar». No sólo se ha independizado económicamente, sino que se ha convertido en muchos casos en el sostén familiar.
El Informe Hurun calcula que 17 de las 358 personas supermillonarias chinas (fortunas superiores a los mil millones de dólares) en 2014 son mujeres. Asimismo, y según el informe de Grant Thornton:
- El 51% de los puestos de alta dirección está ocupado por mujeres.
- El 21% de las empresas que cotizan en Bolsa tienen mujeres en sus Consejos de Administración.
- A nivel mundial cuatro empresas tienen Consejos de Administración formados exclusivamente por mujeres. Dos de esas empresas son chinas: Shenzhen-based Ceetop Inc. y China Teletch Holding Inc.
- La mitad de las mujeres billonarias hechas así mismas son chinas.
Evidentemente, existe todavía mucho terreno que conquistar y en el que trabajar para eliminar las rémoras del pasado y las desigualdades intrínsecas a un país con una disparidad generacional, geográfica y educativa muy significativas. Sin embargo, y los datos son incontestables, las mujeres chinas no están inhibidas a la hora de perseguir su propio crecimiento profesional y el éxito financiero.
«Existen treinta y seis virtudes, pero no tener herederos supone una maldición que niega todas ellas» (Mencio)
El filósofo chino Mencio, el más eminente seguidor del confucianismo, subrayaba con esta frase una de las raíces básicas del concepto de «amor filial»: la perpetuación del linaje familiar.
Actualmente, y a pesar de la incorporación de valores individuales y mercantilistas, la idea de la descendencia como un deber hacia los progenitores y antepasados sigue fuertemente arraigada en el inconsciente colectivo de la sociedad china.
Como denuncia la socióloga Leta Hong Fincher en su obra Leftover Women: The Resurgence of Gender Inequality in China (2014) lejos de contemplar una adaptación de los valores tradicionales al contexto actual y las necesidades de la sociedad moderna, se está produciendo sin embargo un resurgir, avivado incluso por entidades gubernamentales, de los principios más ancestrales de la piedad filial.
Desde el año 2007 medios informativos, revistas, webs e incluso la Federación All-China Women (una organización gubernamental fundada en 1949 con el objetivo de defender los derechos de la mujer en China) vienen insistiendo de forma reiterada en que las mujeres de más de 27 años que permanecen solteras son «leftover women» (mujeres sobrantes).
Ni los estudios, ni la experiencia ni el poder adquiridos son relevantes mientras no estén casadas y no hayan tenido descendencia. «Las chicas hermosas no necesitan mucha formación para casarse con una familia rica y poderosa, pero las jóvenes con una apariencia normal o fea lo tendrán difícil. Este tipo de chicas confían en los estudios para aumentar su competitividad. La tragedia es, que no se percatan de que las mujeres a determinada edad valen menos que nada. Así que para cuando consiguen su Título o su Doctorado, ya son viejas, como perlas amarilleadas» (Texto publicado en la Federación All-China Women con motivo del Día Internacional de la Mujer en marzo de 2011).
Algunas voces desde el Gobierno justifican esta renovada forma de coerción social como herramienta para corregir las consecuencias derivadas del sistema de Planificación Familiar y alcanzar una mayor estabilidad social. Pero lo cierto es que (y contra lo que hace una década e incluso hace más de medio siglo podría preverse) las mujeres chinas vuelven a enfrentarse hoy día a antiguas rémoras que las privan de la independencia conquistada durante décadas de lucha.
Un ejemplo muy significativo de esta regresión lo descubrimos en la nuevas leyes aprobadas por la Corte Suprema de China y relativas al régimen legal de las parejas casadas.
- El 1 de mayo de 1950, y con el objetivo de evitar el desamparo y desprotección de la mujer en caso de divorcio, Mao Zedong aprobaba la Ley de Matrimonio de la República Popular de China, en la cual se garantizaban los mismos derechos tanto para el marido como para la mujer con respecto a la posesión y gestión de la propiedad familiar (Artículo 10).
- No obstante, y desde el año 2011, la Corte Suprema aplica única y exclusivamente el régimen de separación de bienes, por lo que los bienes materiales, en concreto la vivienda conyugal, pertenece a quien haya firmado las Escrituras. Teniendo en cuenta que las mujeres aparecen sólo en un 30% de las Escrituras, al margen del importe aportado para la compra de la vivienda, la desprotección y el ostracismo al que se enfrentan en caso de divorcio son manifiestos.
Algunas paradojas y contradicciones…
Podríamos extendernos indefinidamente y continuar analizando tanto los logros alcanzados durante la última década como los desafíos de género que siguen imperando en la sociedad china. Sin embargo, mi intención al hacer hincapié en los dos puntos subrayados anteriormente, ha sido la de exponer las paradojas y contradicciones a las que se enfrenta la sociedad china en su totalidad y las mujeres, en particular, como sostenedoras de esa «mitad del cielo».
Las sociedades, como cuerpos naturales que son, se transforman continuamente. «Panta Rei» (todo fluye) sostenía Heráclito. No obstante, el feroz y vertiginoso ritmo con el que esas transformaciones se han venido sucediendo en China desde 1979 ha sido de tal envergadura y excepcionalidad que están provocando serias anomalías y perturbaciones en el equilibrio natural de la sociedad así como resucitando lacras del pasado que se tenían como extintas.
La sociedad china ha sido incapaz de avanzar al mismo ritmo que lo hacía su economía o que el país se abría e incorporaba al escenario mundial. Y consecuencia de ello lo hemos podido observar previamente. Al mismo tiempo que las mujeres ocupan el 51% de los puestos de alta dirección (en Europa este porcentaje se reduce al 25%) la sociedad reprueba a aquellas mujeres que priorizan su formación y desarrollo profesional sobre la observancia de valores tradicionales como la «piedad filial», el matrimonio y la perpetuación del linaje.
Así pues, a tenor de lo que observábamos hace diez años y a modo de conclusión, podemos atrevernos a dibujar un horizonte en el que los nubarrones seguirán cubriendo la «mitad del cielo» mientras no exista un firme esfuerzo colectivo, amparado y sostenido por las entidades gubernamentales, para eliminar los desafíos que coleteaban del pasado y las paradojas e incongruencias que, pese al fortalecimiento de la conciencia de género, han surgido en los últimos años y amenazan, no sólo con demoler los triunfos alcanzados, sino con poner en grave riesgo el equilibrio social del país.
[1]El 12 de febrero de 2014, el Presidente Xi Jinping defendía la recuperación de los valores tradicionales y las enseñanzas de Confucio en las Analectas, como contrapunto a la ideología capitalista.
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Muchas gracias por tu mirada sobre una realidad tan compleja como la que analizas en tu post. Quizá las paradojas y contradicciones que planteas las tenemos también en nuestro entorno local, regional, estatal… Una sociedad donde los hombres «ayudan» en las tareas domésticas (de ahí que, por ejemplo, los permisos de paternidad no se consideren importantes). Una sociedad en la que, en general, hombres deciden sobre realidades que afectan a mujeres sin tenerlas en cuenta, y sin tener en cuenta sus necesidades (perspectiva de género)… Una sociedad con medios de comunicación, publicidad, juguetes estereotipados y sexistas…
Afortunadamente, hay cada vez más hombres con perspectiva de género, que se corresponsabilizan de los cuidados, de la vida en el mundo de lo privado {clave para sostener nuestras vidas} y facilitan, animan, estimulan, ceden espacio, se desempoderan para que las mujeres podamos realizarnos en lo personal y en lo profesional teniendo nuestro espacio, nuestra voz, nuestra capacidad propia de decidir y tomar las riendas de nuestras vidas. Y podamos construir espacios (presenciales y/o virtuales) para que las mujeres podamos desaprender roles marcados a fuego por el «mandato de género», podamos recuperar la autoestima, dejemos de exigirnos tanto, seamos capaces de poner en valor nuestras vulner(h)abilidades y podamos construir juntas, desde la diversidad, lugares en los que podamos (re)conocernos, sentirnos nosotras mismas y realizarnos como seres, sujetos, personas. Y, tras este ejercicio personal de reconocimiento, poder construir, en clave de igualdad, otra manera de relacionarnos con otros seres, sujetos (hombres, mujeres, trans…) personas al fin y al cabo.
Después de este rollo que me ha salido…
Me gustaría que cuando puedas nos contaras un poco tu percepción, como mujer, en China:
– cómo percibías a las mujeres chinas;
– qué deseos/prioridades mueven a las mujeres chicas que conoces;
– si es fácil visibilizar a mujeres «referentes» en el mundo de la literatura, arte, cine, deporte, medios de comunicación, política…
Quizá las desigualdades y brechas allí son más exageradas que en nuestro entorno. Sin duda me ha sorprendido muchísimo el dato de mujeres en puestos de dirección. La pregunta que me hago es si alguna de ellas podrá dirigir esas empresas con perspectiva de género, es decir, favoreciendo la igualdad entre hombres y mujeres en el acceso al trabajo en esas empresas, a su promoción, a los derechos de maternidad/paternidad… Aquí ya me resulta Ciencia Ficción, así que… quizá sean mis prejuicios.
Así que en China, no sé… quizá haya «Institutos de las Mujeres» que se encarguen de sensibilizar y elaborar políticas públicas en este sentido. O quizá la sociedad civil sea muy activa y reivindique valores y modelos de sociedad que rescaten el ideal de Mao Zedong de que todas las personas contribuimos a sostener el cielo… Y en caso de sobrar alguien, sobraría quien piense lo contrario.
Me has despertado el interés por saber y conocer más sobre China, así que cuando tengamos tiempo, ¿qué tal si nos hacemos un viaje mental y real por China para descubrir cómo viven, qué piensan y sienten las mujeres y los hombres sobre quienes sostienen los cielos y las vidas? 😉
Muchas gracias de nuevo por tu post, Natalia.