¿Hace falta repensar el modelo de sociedad?
12/11/2013 en Miradas invitadas
Cristina Juesas, @Maripuchi, trabaja como responsable de comunicación en Euskampus Fundazioa, es cofundadora, directora de contenido y editora en el blog unadocenade, ganador del Bitácoras 2012 al mejor blog cultural. Organiza eInnobar cada mes, colabora con SER Vitoria y es delegada territorial de AERCO-PSM en Álava. Un culo inquieto en toda regla.
Tenemos un modelo social que está pensado en otro tiempo y que ya no funciona. Es un modelo en el que las mujeres nos encargamos del cuidado de hijos y tareas del hogar.
Cuando digo tareas del hogar no me refiero a cocinar o limpiar o planchar… me refiero también a la intendencia, a la organización de todo lo que en un hogar sucede: compras, elaboración de menús, planificación de extraescolares y un montón de cosas más.
La Sociedad no está preparada para que ambos miembros de una pareja trabajen a jornada completa o tengan vidas profesionales satisfactorias. No está preparada para que las vidas profesionales sean compatibles con las vidas personales cuando en estas hay hijos.
Porque sí, hay personas que tenemos hijos y vidas profesionales satisfactorias y no queremos renunciar a nada. ¿Hay que hacerlo?
Es cierto que si las 8 horas de trabajo estuvieran algo mejor distribuidas y los horarios estuvieran racionalizados dispondríamos de jornadas más lógicas y adaptadas a la «vida moderna» pero también es cierto que hay veces que el trabajo exige viajes, formación, asistencia a jornadas y otras cosas que prolongan este más allá de las 8 horas de rigor. Es en estas ocasiones cuando la maternidad y paternidad se ven en confrontación absoluta con la vida profesional. Voy a poner sobre la mesa algunos ejemplos…
Adaptaciones escolares.
Desde que los niños se escolarizan hasta que comienzan la etapa de educación infantil (o sea, cuatro largos cursos) el mes de septiembre es un infierno para las familias. Porque no empiezan el cole y ya, como en nuestros tiempos. Ahora van un día sí y uno no… o una semana van media hora al día, la siguiente dos horas, etc
Jornadas escolares continuas.
Está bien que existan las jornadas laborales continuas pero pocas empresas las tienen. Sin embargo, en los colegios cada vez se tiende más a ellas con excusas varias…
Enfermedades
Te casas y la empresa te regala 15 días de vacaciones. Bien.
Operan a tu hijo a corazón abierto y te corresponden 2 días. No tengo más que añadir.
Vacaciones escolares
Puentes, Navidades de 15 días, Semanas Santas de otros tantos, una semana blanca, verde o amarilla en algún momento entre marzo y mayo y casi tres meses en verano. Está claro que los niños tienen que descansar pero… ¿quién les cuida?
Son cuatro ejemplos, podría haber puesto algún ejemplo más.
En todos los casos expuestos (salvo en las adaptaciones, que es un tema moderno) la que se encargó de mí cuando me tocó fue mi madre, de mi madre, mi abuela… ahora también son las abuelas que no trabajan las que se hacen cargo de estas situaciones que es más que evidente que están sin resolver. Y que, con excusas diversas como la crisis, van a tardar en resolverse, si es que alguna vez logramos cambiar el modelo social por uno más justo para todos.
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En el punto enfermedades podríamos extendernos con las enfermedades menores que también causan bajas escolares y por tanto necesidad de reorganización de la jornada laboral de alguno de los progenitores (a ver si adivináis de cuál).
Sin embargo, el ejemplo que citas es tan brutalmente ilustrativo que, efectivamente, no hacen falta más palabras.
Necesitamos urgentemente repensar ese modelo de sociedad, que muy «modelo» ya no es…
¡Bues post, Cristina! 🙂
Hola Nuria… evidentemente, de las anginas no hablo porque «pa qué»…. 😉
Hola, Cristina, encantada de saludarte. Fíjate que no había reparado yo nunca en la tremenda diferencia entre el permiso por casarse y el de enfermedad de hijas o hijos y me ha parecido brutal. Mejor no sacamos conclusiones, porque pueden ser desoladoras. Ya lo haremos otro día.
Además, se me ocurre preguntarme qué pasará cuando ya no haya abuelas; quiero decir, cuando las abuelas ya no sean mayoritariamente amas de casa y no se jubilen hasta los 67 o más o no quieran dedicarse a cuidar de la prole de sus hijas o hijos y, con todo su derecho, decidan irse a vivir con sus amigas a la playa, como «Las chicas de oro».
¿Qué pasará? Tengo curiosidad. Me encantará verlo. Gracias por tu colaboración. Nos leemos.
Por ponerte un ejemplo cercano. Mi madre trabaja aún… Y afortunadamente mis niños ya no se ponen malos con frecuencia pero tuvieron una etapa chunga, como casi todos…
Estas cosas ya están pasando a nuestro alrededor: sólo hay que abrir los ojos para verlo!
Un beso!
Ese es exactamente mi caso Noemí. Yo trabajo, concretamente 12 horas al día… a las 6 de la mañana salgo de casa y entro en ella de nuevo a las 6’15 de la tarde. Tengo 2 nietos a los cuales no puedo cuidar… ni tan siquiera ver cuanto quisiera porque viven en otra provincia a la que resido. Ni yo soy feliz con mi situación, ni mi hija puede contar conmigo salvo causa muy mayor en que tengo que mentir a mi empresa. Somos muchas las abuelas que no podemos hacernos cargo de la situación familiar general y tengo que decir que es un tema que me agobia más de lo que quisiera, porque yo tuve mucha ayuda de mi madre con mi hija y, sin embargo, yo no puedo hacer lo mismo… mis horarios son infames y casi no veo a mi marido… como para ver a mis hijos y nietos…
¡Que vivan los abuelos! También «ellos», muchos de los cuales,ya jubilados también se han encargado más de las familias de sus hijos que antes de éstos.
Cuando digo abuelas digo abuelos… pero muchos también trabajan. En mi caso, aún trabajan ambos padres, por no hablar de lo que apunta Blanca de la movilidad geográfica.
Como sabes, nosotros estamos solitos aquí en Euskadi… y hemos hecho lo que hemos podido… a costa de muchísimo sacrificio… y con empresas que han comprendido… y esto no siempre es posible…
Hablaba de mí, de mi barrio, de otra época.
Sólo con que las empresas, que no tienen ADN, sexo ni -a este lado del Atlántico- «derechos humanos», cambiasen en parte, ya mejoraría la situación.
Discrepo, Mak. Las empresas tienen sexo. Y hormonas. Y género. Vaya que si lo tienen.
Noemi, por qué dices que las empresas tienen sexo, hormonas y género? Tienes alguna bibliografía que puedas compartir?
Hola Cristina,
Completamente de acuerdo contigo. Aunque es cierto que por convicción o por necesidad, las familias en las que ambos miembros de la pareja trabajan están condenados a organizarse y conciliarse (al menos este es mi caso, tal vez sea una privilegiada).
Lo cierto es que vivimos con un modelo de hace mil años, pero queremos evolucionar como los primeros. Y eso, no es posible. Tal vez si nos quitáramos la idea de la cabeza de que estar 8 horas apoltronados en la silla frente al ordenador es sinónimo de productividad, a lo mejor produciríamos mejor, nuestros hijos serían más felices, y nuestras madres y padres (a la sazón, abuelos sufridores), podrían disfrutar más y mejor de su merecida jubilación.
Saludos,
Sonia
Buenas Sonia… es un tema que también planteo…
Si tu trabajo te exige más de 8h, las de rigor + las de seguir formándote, etc, que es a lo que deberíamos tender todos en realidad… tenemos un marrón importante entre manos.
Y lejos de solucionarse, cuanto más piensas sobre el tema, más lío tienes en la cabeza. Yo llevo pensando en ello 8 años y medio, que son los que tiene mi hijo mayor.
Un abrazo
Genial, Cristina, pero es que además ese momento necesario de que alguien ponga un poquito de sentido común como base de pensamiento, se retrasa sin previsión de agenda.
Todos somos conscientes de que, a muchos, nos están sacando las castañas del fuego, aún, los padres de nuestra generación con el cuidado de los hijos, como dices (a la salida del cole, en vacaciones) e incluso en muchos casos, incluso forman parte vital/única de la economía familiar…
De hecho tu puedes verlo un poco en carne propia al estar solos, pero tienes la suerte de cierta tolerancia en el trabajo (en mi trabajo, desde luego, es absolutamente impensable), y dónde tú te refieres al trabajo de amobs con que «no queremos renuciar» yo añado, que ahora ya «no podemos renunciar».
El problema llegará a grado de ecatombe cuando nosotros seamos los abuelos, y tengamos que seguir trabajando, ambos (los que puedan) hasta los 70 o mas, y los ingresos ya no podrán mantener a dos/tres generaciones…
¿Entonces será cuando se pongan a pensar?
¿Ese momento está hecho del mismo material del que se construyó la burbuja inmobiliaria… un material invisible, que de repente, y sin previo aviso se ve… y todo el mundo se lleva el las manos a la cabeza…?
Desde las instituciones ya he escuchado presuponer que los «abuelos» tendría que echar una mano en esta crisis, y esto, además de absolutamente injusto, no es más que una huida sin sentido hacia delante para no afrontar los problemas…
Porque dónde tú te refieres al trabajo de amobos con que «no queremos renuciar» yo añado que con los sueldos que tenemos hoy en día, ya «no podemos renunciar».
Efectivamente. Es así de lamentable, Mario.
Pero creo que pensar qué sociedad queremos no es exclusivo de nuestros políticos y también nos incluye…
¿Qué queremos?
Hay soluciones intermedias, como el teletrabajo, pero no para todo el mundo… porque no todos los trabajos permiten producir en la distancia… Un médico no puede pasar consulta desde su casa, ni un obrero de una fábrica puede controlar una máquina, etc
Es un reto complejo, pero estamos obligados a solucionarlo.
Un saludo.
Hola Cristina.
Me ha encantado tu expresión «Cuando digo tareas del hogar… me refiero también a la INTENDENCIA». Yo uso a menudo esa expresión para quejarme de que, aunque nuestras parejas compartan tareas con nosotras, lo realmente extenuante es la INTENDENCIA. En la agenda de una madre están TODOS sus compromisos laborales y las citas médicas de toda la familia, la lista del super, cumples de hijos y sus amigos, reuniones de colegios, actividades varias, reparaciones domésticas… y llevarle al padre casi toda su agenda (menos sus compromisos laborales), aunque sea un chico moderno que haga de todo en casa.
Así cualquiera, a mi no me importaría hacer muchas tareas del hogar, pero con alguién que me dijera: ahora lava los platos, ahora recoge a los niños. Y si no me dice nada, pues a descansar.
También defiendo que esa cualidad organizativa que la sociedad ha hecho desarrollar hasta límites superlativos en nosotras, las mujeres, también nos ayuda a ser más productivas en nuestra vida profesional y a ser mejores gestoras. Lo único que falta ahora es que se reconozca y tengamos la justa recompensa laboral por ello, lo que aún se ve lejos…
¡Enhorabuena a tod@s por el blog!
Exacto, Gloria. Lo extenuante del hogar es el pasarte el día ordenando (en el sentido literal y metafórico)… 😉 Y estoy de acuerdo contigo en que eso ayuda a gestionar de manera más humana, además, teniendo en cuenta mil factores que son complejos de enseñar o aprender en una escuela de negocios!