Walale
31/10/2017 en Doce Miradas
“5:30 de la mañana. Amanece en la aldea, muy cerca de Kunhinga. El canto desgarrador del gallo rompe el silencio del alba. Esta vez no ha sido tan molesto como sus anteriores actuaciones, a la 1, 3 y 4 de la madrugada.
Luisa ya había amanecido antes. Estaba preparando la ropa de sus 4 hijos varones y sus dos hijas que se tenía que llevar a lavar al pozo.
Poco más tarde, despertaba a sus dos hijos pequeños y los cargaba en brazos. Le acompañarían a lavar la ropa al pozo, ropa que llevaba en un gran cesto hábilmente colocado en su cabeza.
Recorre los 2km que le separan de su destino, y cuando llega hay 3 mujeres más allí, acompañadas también de varios niños y niñas pequeñas. Walale, saluda. Dalale, le responden las demás.
Pasa el tiempo y se siguen uniendo algunas mujeres a limpiar sus ropas. Algunas de las niñas que se encuentran allí aprovechan el pozo para bañarse también. No dejan pasar la oportunidad que les brinda uno de los pocos asentamientos con agua de las proximidades. Después llenarán también algunas garrafas de agua para llevar a sus casas. Hoy no han venido perros a beber agua de allí”.
“Walale” es el saludo habitual en Umbundu, lengua de la provincia de Bié en la que se encuentra Kunhinga, en pleno corazón de Angola. Quiere decir algo más que un “hola”, es el primer saludo del día, algo así como ¿qué tal te ha ido la noche? o ¿está todo bien?
Desde hace ya 4 años, Tania Arriba, Patricia Pérez de Villarreal, Saioa Ajuriagojeaskoa, Amaia Emaldi y Amaia Ormaza, 5 médicas vizcaínas de los Hospitales de Basurto y Galdakao viajan a esta localidad para ayudar en trabajos de cooperación en el Hospital de Vouga. Todos los años invierten una buena parte de sus vacaciones en atender las necesidades de la población de esta zona rural, y aunque no cuenten con todos los medios necesarios para conseguir intervenciones óptimas, la labor que realizan es digna de admiración. Ahora están embarcadas en un proyecto de cooperación para instalar una potabilizadora de agua en las proximidades de este hospital, al que han denominado “Walale, agua y salud para Angola”, que tiene como objetivo proporcionar la cantidad de agua potable necesaria para atender al hospital y a las poblaciones rurales de alrededor. De esta manera, quieren mejorar la calidad de vida de las personas hospitalizadas y de los núcleos rurales cercanos al hospital. La falta de agua potable es un problema que causa gran mortalidad.
Lideresas
Las representación de las aldeas está compuesta básicamente por mujeres. De hecho son mujeres las que lideran las aldeas. Son ellas quienes coordinan y cuidan el buen funcionamiento y convivencia en las mismas. Profesoras, enfermeras, limpiadoras del hospital, son mujeres que destacan bien por su profesión o por su personalidad embaucadora.
Estas mujeres son clave para el proyecto Walale. Se han firmado acuerdos con ellas para que asuman la responsabilidad de sensibilizar y formar a las personas de sus aldeas en temas relacionados con medidas higienico sanitarias.
En la calle, en el mercado, en el pozo, la inmensa mayoría son mujeres. Ellas toman las decisiones que afectan a la familia, a la aldea y a sus grupos comunitarios. Cuidan de los niños y niñas, y hacen las tareas del hogar. También son las que trabajan en las tierras. Es bastante habitual también ver a niños y niñas trabajando la tierra.
Es destacable la contribución realizada por estas mujeres al desarrollo de su comunidad. Hace apenas dos semanas, se celebró el Día Mundial de las Mujeres Rurales, donde se recordó la falta de igualdad de oportunidades de las mujeres que trabajan en el campo respecto a sus homólogos masculinos, a pesar de su gran representación a nivel mundial (⅓ de la población). Como señala ONU Mujeres, cuando se trata de la posesión de la tierra y del acceso a los insumos, la financiación y la tecnología agrícolas, las mujeres se ven mucho más relegadas que los hombres.
Violencia de género
Luisa Adao es la presidenta del área social de Kunhinga. Entre otras funciones, acompañan a las mujeres y sus hijos e hijas en su convivencia con los hombres cuando hay algún conflicto. Es habitual que el hombre abandone a su familia para estar con otras mujeres, ya que en esta parte de África está muy extendida la infidelidad por parte del hombre, e incluso la poligamia (aunque no sea legal). Las agresiones físicas y sexuales en la pareja también están a la orden del día. En Angola cerca de 2000 mujeres son agredidas diariamente.
Las mujeres acuden a Luisa para exponerle sus problemas con su marido, y el área social organiza un encuentro con el hombre para dialogar y ver cómo pueden llegar a un acuerdo, sobre todo para la crianza de los hijos e hijas. En estos casos, se suele acordar que parte del sueldo del hombre vaya destinado a sus descendientes. Si el hombre no acepta, se acude al tribunal de la sede de Kunhinga, para que paguen el porcentaje correspondiente de su sueldo a cada hijo o hija menor.
Pero no es fácil llegar a dar este paso. En Angola 1 de cada 4 mujeres justifica y acepta las agresiones de su marido. En demasiadas ocasiones creen que el marido tiene motivos para pegarlas: atreverse a discutirle, que se le queme la comida, salir de casa sin avisar o rechazarle cuando le proponga mantener relaciones sexuales. Este problema se agrava en las zonas rurales, donde las denuncias por violencia de género son menores que en las ciudad (en muchas ocasiones por desconocimiento o por ineficacia del sistema).
Otra de las funciones del área social es la de organizar charlas e informar sobre temas que afectan muy directamente a la mujer, como el embarazo precoz o los riesgos de las relaciones sexuales sin protección. Intentan concienciar a una sociedad que tiene una de las tasas de fertilidad más altas del mundo (6 descendientes por mujer). Gran labor la realizada por estas mujeres.
Ellas organizan, él las vigila
Una de las cosas que más sorprende a estas 5 médicas en cada viaje es la casi nula presencia de hombres durante el día en las aldeas rurales. La única excepción son los niños, que aún no tienen la suficiente edad para realizar los trabajos destinados a los hombres. Los hombres no suelen trabajar en la aldea. Suelen ir a diario a la ciudad para otro tipo de trabajos (sobre todo construcción o mercadeo). Cuando llega la tarde se ve a alguno que regresa a la aldea. Ebrio, en muchas ocasiones.
También hay otra excepción. Hay un hombre que está todo el día allí: el “Soba”. El Soba es una especie de “vigilante” que vela por la seguridad de la aldea, y es el encargado de que se cumplan las normas. A pesar de que hablaba anteriormente que son las mujeres las que se organizan para tomar las decisiones que afectan a la aldea, tienen una especie de “Jefe” que vigila sus movimientos, e informa al representante del Gobierno en caso de no poder solucionar él mismo lo que considera “salirse del guión establecido”. Ellas organizan, él las vigila.
Tania, Patricia y las dos Amaias han vuelto hace un par de semanas de su último viaje a Angola. Aún tienen mucho que hacer allí. Si consiguen recaudar el dinero suficiente (40.000 euros) el año que viene se instalará una potabilizadora de agua junto al Hospital de Vouga. Y salvarán vidas.
Volverán a ayudar a todas las personas enfermas que lo necesiten. Volverán a llorar, volverán a reír y volverán a vivir una experiencia única que las seguirá marcando de por vida.
Volverán a ser testigos de la fuerza de la mujer en aquellas tierras y junto a ellas trabajarán por mejorar su calidad de vida.
Y las que nos quedamos aquí, nos quedaremos con el corazón encogido. Nos quedaremos con la frustración de no poder hacer más. Pero también nos quedaremos con la esperanza y con la ilusión de escuchar de primera mano sus experiencias y poder colaborar en todo lo que nos sea posible.
Y si tenemos la ocasión, seguiremos mostrando al mundo pedacitos de cómo es la vida en la zona rural de Kunhinga.
Mientras tanto, nos quedamos con esto…
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¡Un proyecto muy elaborado desde el corazón!
Y mucho además Idoia. Eskerrik asko por pasarte por aquí.
Gracias Naiara por difundir la labor sanitaria y humanitaria de estas médicas y la lucha de aquellas mujeres por sobrevivir y hacerlo con dignidad en una tierra tal hostil
Eskerrik asko zuri Elena. Cuando escribía este post, por momentos, daba rienda suelta a mi imaginación y me veis allí, en las inmediaciones del Hospital de Vouga. Ojalá consigamos llevar a acabo este proyecto.
Walale Naiara y medicas:
Que idea tan buena la de estas 5 mujeres: cuantas necesidades básicas (y de todo tipo) tienen esas mujeres y su gente, y cuanto podemos ayudarles.
Animo y a seguir sumando energias a su/vuestro alrededor!
Contáis conmigo para difundirlo a los 4 vientos
Josi