Suelo pegajoso
20/01/2015 en Miradas invitadas
«Nacida en Deusto un 10 de Abril de 1964, año marcado por una excelente cosecha. Criada y formada en la barrica universitaria tanto de Leioa como de Deusto, sigo ganando cuerpo elaborando mi «bouquet», con trabajo sindical. Dedicada siempre a despertar paladares y conciencias, he descubierto detrás de una cámara fotográfica, que el paisaje que más me gusta es el humano. En constante aprendizaje, puedo presumir de mi mejor título:ser la hija de José y Soledad, mis eternos pedagogos.» (@celiaheras)
El 2014 cerró sus páginas con 56 mujeres asesinadas y Enero ha incrementado la cifra con otras 2 víctimas más que ya no tendrán que esperar ninguna medida gubernamental que palíe la desigualdad y la discriminación que sufrieron. Y lo peor de todo es que las perspectivas auguran tiempos poco propicios para buscar soluciones a esta barbarie.
Pero aparte de esa violencia criminal, existe otro tipo de violencia más sutil y cotidiana, que limita o neutraliza las potencialidades presentes y futuras de las mujeres. Se trata de una violencia estructural que se suele denominar “techo de cristal”, entendiendo por este término aquella barrera invisible, difícil de traspasar en la vida laboral de las mujeres que impide seguir avanzando y creciendo profesionalmente.
Estando profundamente de acuerdo con ese término, a mí me gusta más «suelo pegajoso”, término al que ya se refirió Begoña Marañón en su post, y que define el gran obstáculo que nos impide lanzarnos a tener una vida laboral y personal con equidad. Por tanto, es un término que me resulta más completo a la hora de identificar las barreras, impedimentos, obstáculos que tenemos las mujeres en el sistema patriarcal.
Con la crisis, las dificultades existentes para desarrollar nuestra carrera profesional, se han visto acrecentadas, pretendiendo devolvernos al ámbito privado doméstico, del cuidado de las personas. Un trabajo que siempre se ha dirigido hacia las mujeres porque parece ser que nacemos con esa «gracia». Esto me recuerda un antiguo chiste de los años 70 de una mujer renovando su carnet de identidad y la pregunta del funcionario de turno: ¿profesión ? Y dice ella: secretaria, cocinera, camarera, limpiadora, enfermera, peluquera, planchadora, amante, madre, suegra, hija, ….. Y le dice el funcionario: no cabe todo… Responde ella: ahhh pues ponga sus labores.
Esto, que era un chiste, para nuestra desgracia era, o es, una gran verdad institucionalizada. La mayoría de las mujeres tenían de profesión «sus labores» y en este grupo entraba, como no, el cuidado de lo que hoy llamamos personas dependientes. Y aunque es una tarea digna y enriquecedora, no es lo que el sistema patriarcal establece como una carrera profesional, y mucho menos como algo para hombres.
Aunque las cosas han ido cambiando, todavía en el subconsciente colectivo permanece esa idea. No hay más que leer los convenios laborales y ver quién se acoge mayoritariamente a las medidas para conciliar vida laboral y familiar.
Los gobiernos siguen sin ver ni reconocer que los cuidados de las personas dependientes, tanto por edad como por discapacidad, son tarea tanto de hombres como de mujeres, incluido el Estado y todos sus estamentos.
Los países nórdicos que avanzan en sociedades del bienestar social, trabajan institucionalmente la igualdad entre hombres y mujeres no sólo en las empresas, también en los hogares.
Invertir en que los hombres compartan los cuidados es contribuir a que la mitad de la población no sufra la adhesividad permanente a este suelo pegajoso que limita el progreso de una sociedad en su conjunto. Un gobierno progresista y con visión lo tiene que tener claro.
Desde la sociedad civil, la plataforma PPIINA lleva tiempo concienciando, reivindicando y haciendo propuestas para lograr permisos iguales e intransferibles de nacimiento y adopción para mujeres y hombres.
El grado de escucha por parte de quienes toman decisiones en el ámbito institucional y laboral es, para nuestra desgracia, demasiado lento y en ocasiones diríamos que hasta sordo, pero eso no impide que sigamos avanzando para construir un mundo más igualitario y por tanto más justo. Nadie dijo que fuera fácil , pero al menos es ilusionante, algo con lo que el ser humano debe de convivir en estos tiempos de crisis.
Las mujeres no queremos ni morir, ni sufrir. ¡Queremos “despegar” y vivir!.
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Excelente artículo @CeliaHeras, las @DoceMiradas se multiplican y crecen exponencialmente.
Hay que seguir creciendo Venan, gracias a maestros-aprendices como tú, Todo es más sencillo y llevadero. Gracias a doce miradas también por permitirme dejar una pequeña aportación en éste arduo camino que hemos emprendido. Salud y fuerza compañer@s!!!!!
Y lo peor de todo es que no es la mujer la que sin saber por qué va a dar con un suelo en el que se pega, si no que parece que siempre habrá alguien dispuesto a tener el pegamento en la mano para recordarte que de ahí no te mueves…. Y tocara seguir luchando… Y sera una lucha mas en la mochila… Como si no tuviéramos pocas… Pa’lante
Efectivamente Leti, no tenemos un camino fácil , el sistema patriarcal esta muy instaurado e instalado … No va a ser tarea sencilla pero cada vez hay más voces que se alzan y más brazos que se unen en este proceso… Hay cambios , que aunque son pequeños, ayudan a seguir trabajando en la búsqueda de la igualdad real. Hay esperanza porque aquellas personas que empiezan a mirar con gafas violeta , ya no pueden ver de otra manera… Y cada vez somos más… Afortunadamente… Ánimo, tesón y coraje, Leti . Un abrazo Celia
Suelo pegajoso, Para obtener un posgrado, actualmente realizo una tesis en una comunidad indígena, sorprendida quedé al ver, literalmente ver que el suelo pegajoso existe y mucho mas potente de lo que se espera… no solo refiere -como en muchos artículos he leído- a la imposibilidad de avanzar en lo laboral, hay tantas de nosotras que están imposibilitadas de salir de sus casas porque algun hijo llora a la abuela también hay que cuidarla si el esposo no llega alguien debe permanecer en el hogar cuidándolo y protegiendo.. Mis mas sinceros respetos y admiración a las mujeres que solas han criado a sus hijos han mantenido la casa y ademas desarrollan una vida laboral.. Es necesario reconocer el rol de aquellas que solas van contra el mundo patriarcal y como una de estas mujeres me dijo se cree que solo los hombres son los patriarcas también hay mujeres que están a favor de este disfrazado sometimiento femenino por el macho poderoso, nunca olviden que el que lleva la harina si es el hombre aun, pero el pan lo hace la mujer… no olviden nunca eso. Les confidencio a Uds., que mientras realizaba el desarrollo del contexto: lloré empáticamente lloré por la injusticia que muchas de ellas han vivido, por los momentos por las vidas extraviadas entre paños de cocina, en esta comunidad las mujeres nacen para criar hijos cuidar esposos y hacerse cargo de las labores domesticas. Realizando esta tesis, me he encontrado entre los hombres académicos supuestamente avanzados en aspectos de igualdad de roles que no creen en la necesidad de realizar este trabajo. no lo ven necesario!!!! lo hago comprometidamente cada día, porque veo los rostros y las miradas de estas mujeres, llenos de esperanza han confiado en este grano de esperanza, Les llevaré el cine que invita a reflexionar, cueste lo que cueste.
Gracias por tu post, Celia. Entre los suelos pegajosos y los techos de cristal nos movemos todas las personas que vivimos en sistemas capitalistas occidentales; sistemas que han logrado derechos, obligaciones, «estados de bienestar» con bienes y servicios públicos recortables e instituciones públicas que «velan» por el cumplimiento de normas de convivencia.
Pero, ¿qué pasaría si pensamos en otros modelos de desarrollo económico y social donde pusiéramos en el centro a las personas y a la sostenibilidad de las vidas? ¿Qué pasa si en lugar de basar el desarrollo en la riqueza económica la basáramos en la diversidad cultural, la riqueza de saberes, el valor de las emociones, la sostenibilidad de todas las vidas de la tierra, no solo las occidentales? Basar el desarrollo no en el consumo y la obsolescencia programada, sino en el uso con sentido de las cosas, la reutilización, la compartición…
Quizá los suelos y los techos serían otros: las limitaciones y barreras mentales, culturales, normativas e institucionales serían otras… Y quienes mantienen, con todas sus fuerzas, el statu quo de los modelos actuales de desarrollo económico y subdesarrollo humano, se verían obligados a reinventarse para seguir manteniendo el control sobre suelos y techos.
En fin, mientras tanto, habrá que seguir caminando en la toma de conciencia de que esas limitaciones, en muchos casos, solamente están en nuestras mentes… Si somos capaces de pensar alternativas viables, otros modelos de relaciones sociales, comerciales, emocionales, son posibles. Modelos donde la colaboración y el crecer juntas son más importantes que la competición o la dominación.
Yo también creo que los cambios son posibles. Y los cambios comienzan por cada una de nosotras. Y por mostrar en nuestro entorno, realidades aumentadas de injusticias diarias por el hecho de ser mujeres. Afortunadamente, hay muchos hombres que no se sienten cómodos en esta situación de privilegio, así que es hora de ponernos todas las personas a trabajar en la búsqueda de maneras de ser y de relacionarnos, en clave de igualdad.
Gracias a ti Mentxu, por «empujarme» a escribir este post.
La idea es precisamente ir ganando terreno y adhesiones para cambiar el sistema inhumano, injusto y desigual en el que vivimos.
Efectivamente ya conocemos los efectos de este sistema nocivo para la gran mayoría de la sociedad. Sólo unos pocos seres tienen y mantienen privilegios que nos están vetados al resto. Por eso luchamos.
las mujeres sabemos mucho de luchas y resistencia porque desde que el mundo es mundo, nos hemos visto obligadas a luchar por ocupar el hueco que legítimamente nos corresponde.
Vamos ganando terreno porque cada vez somos más mujeres y porque vamos educando a hombres que empiezan a acompañarnos en esta batalla.
Algún día lograremos encontrar el sistema que nos permita vivir en equilibrio y equidad tanto en las relaciones humanas como en las relaciones con el medio ambiente.
Yo lucho con esa ilusión diaria.