30 años de aprendizaje
22/03/2016 en Miradas invitadas
En 30 años hemos pasado de cuidar personas mayores a ser empresarias cooperativistas. Del primer grupo de mujeres que buscaba un empleo digno, hemos logrado crear una realidad empresarial innovadora, que ha contribuido a definir el perfil profesional de una amplia gama de servicios, dignificando la actividad de cientos de mujeres. Nos gustaría compartir las principales lecciones de este apasionante viaje de tres décadas.
Este año celebramos el 30 aniversario de la constitución de nuestro proyecto, Grupo Servicios Sociales Integrados. Cada aniversario ha sido una alegría, porque el camino que emprendimos hace 30 años era incierto. Pero estos hitos, además, nos emplazan a mirar hacia atrás y ver cuánto de aquella identidad queda. En la fotografía de hoy se muestran realidades que ni tan siquiera imaginamos hace 30 años: ocupamos diferentes representaciones en órganos de gobernanza, somos agentes de la Red Vasca de Ciencia, Tecnología e Innovación, llevamos la secretaría de la Red Europea de Empleadores Familiares, y tenemos presencia en otros tantos sitios inimaginables en nuestros modestísimos inicios en la calle Lersundi nº 9 de Bilbao.
En 1983, el cuidado de personas mayores en el hogar estaba confiado a mujeres, en su gran mayoría, en situación de exclusión social, adornadas por toda competencia por el sentido común y la necesidad imperiosa de trabajar. Los planes de emergencia social de la Diputación Foral de Bizkaia fueron el marco que facilitó esta diada recurrente en el tiempo: mujer-cuidados en el hogar. En este contexto nació la ayuda a domicilio en Bizkaia. Una situación de actividad más que precaria, casi marginal, que fue creciendo de forma poco coherente. En 1987, la Diputación Foral de Bizkaia, el Ayuntamiento de Bilbao y Cáritas Diocesanas decidieron ordenar lo que era ya una clara actividad social preocupados por las consecuencias de la altísima contratación de auxiliares en la que estaban incurriendo los municipios.
Nuestra historia comenzaba a escribirse de puño y letra, sobre todo, de Mª Luisa Mendizabal, alma mater de Servicios Sociales Integrados. Fue ella quien aceptó el reto de formar un empresa para la gestión del Servicio de Ayuda a Domicilio de Bilbao, y desde sus propios valores cooperativos adoptó esta forma jurídica para embarcarse en la difícil tarea de integrar en torno a un proyecto empresarial a 35 mujeres que no se conocían entre sí, pero que desempeñaban la misma actividad en hogares de Bilbao. Y comenzó a tejerse la red.
De un día para otro, estas trabajadoras amanecieron siendo empresarias, en una actividad, además, que por no tener, no tenía ni definición. En los servicios de ayuda a domicilio las personas podían demandar tareas tales como pintar la casa, comprar el pan en festivos, reparar un inodoro, cocinar, pasear un perro… Los límites de esa actividad eran muy difusos.
Primer reto para las mujeres que asumieron la dirección de la cooperativa: construir una identidad propia. Para ello, contactaron con profesionales de diferentes disciplinas que llenaron de contenidos las tareas que se llevaban a cabo en el servicio de ayuda a domicilio, las ordenaron, priorizaron y estructuraron de forma cada vez más profesional; fue una época de enorme creatividad e innovación, y de grandes aprendizajes. Más tarde llegaron los diplomas de Gobierno Vasco, del INEM, pero la batalla de S.S.I. por dotar a la profesión de una formación reconocida tardó un poco más en llegar a su meta, y sólo muy o recientemente han entrado en vigor los Certificados de Profesionalidad. Mientras esto ocurría, la falta de normativa, no impidió a S.S.I. que fuse construyendo itinerarios formativos propios, y gracias a este trabajo de tantos años las mujeres trabajadoras (recordad: casi en situación de exclusión social y en el mejor de los casos en circunstancias enormemente precarias) se convirtieron en auxiliares de ayuda a domicilio. Por el camino, hemos aprendido la importancia de dignificar el trabajo, de hacerlo visible y profesionalizarlo, para que la sociedad sea capaz de valorar como es preciso su impacto y aportación.
Hay una lectura más interna en este proceso de formación de la que estamos especialmente orgullosas: el crecimiento personal de las mujeres. En efecto, hemos sido siempre conscientes de que nuestro desempeño profesional requiere formación, y esto implica, también, atender las necesidades propias de crecimiento de las mujeres que prestan estos servicios. Cuando en este sector las cosas aún se hacían de otra forma, pusimos en la agenda cursos para cuidarse y crecer personalmente, conscientes de la difícil situación en la que algunas se encontraban. Ha sido un camino compartido con otras muchas profesionales, que nos acompañaron en esos procesos de empoderamiento personal. Y por último, y desde la exigencia de la toma decisiones como dueñas de su negocio, también se dotaron de conocimiento cooperativo y empresarial.
En los primeros dos años el grupo inicial se fue reforzando con la incorporación progresiva de otras mujeres; hasta 250 auxiliares de ayuda a domicilio se unieron a S.S.I.; completándose la plantilla con 500 trabajadoras en el año 1992. Y así en tan solo cinco años, S.S.I. pasó de ser un proyecto empresarial con una encomienda de regularización de la actividad, a convertirse en una robusta realidad empresarial, con una firme determinación de dignificar el trabajo de las mujeres, especialmente el trabajo en el hogar.
Los valores cooperativos fueron desplegados junto con otros que estas mujeres que ocuparon cargos en los órganos de decisión asumieron como propios: creación de empleo, empoderamiento de la mujer, sostenibilidad ambiental, calidez, flexibilidad, reinversión de los beneficios, etc.. Y en este marco, se adoptaron medidas, hoy algunas superadas por la sociedad, pero ciertamente innovadoras hace treinta años: reducciones de jornadas laborales por cuidado de hijos e hijas, y padres y madres, la fijación de jornada completa en seis horas de trabajo, la exención de servicios de tarde para trabajadoras mayores de sesenta años, los anticipos salariales, etc..
La Ayuda a Domicilio (SAD) actual –servicio recogido en el Catálogo de Prestaciones y Servicios del Sistema Vasco de Servicios Sociales-, es una profesión que exige un certificado de profesionalidad específico para su ejercicio, y que tiene muy acotadas sus realizaciones. En un logro enorme al que hemos contribuido, dejando atrás los años de indefinición y falta de reconocimiento social. Hemos vivido como protagonistas el cambio social que ha experimentado nuestra sociedad, y hemos, modestamente, ayudado a que ocurra. Al igual que el perfil de persona mayor ha cambiado en estos años, también lo han hecho los hogares, los barrios, y la sociedad.
En este viaje continuamos. Hoy S.S.I. se prepara para asumir los nuevos retos que se van a producir en el hogar: la mayor esperanza de vida, la cronicidad, las nuevas tecnologías, la e-salud, los cuidados integrados, etc.. Son transformaciones que nos motivan a seguir la senda de empoderamiento y profesionalización que emprendimos hace 30 años, ahora con unas condiciones diferentes, gracias a la experiencia y a todo lo que hemos aprendido. Contamos con una unidad de I+D+i (Home Care LAb), y con un centro de generación de conocimiento (S.S.I. Training Center que trabajan en el diseño de las formaciones que han de acompañar la llegada de estos cambios en el ecosistema del domicilio.
Y sí: mirando hacia atrás nos reconocemos en los valores y en los motivos que impulsaron con fuerza el desarrollo de una actividad que ha permitido trabajar y, jubilarse, a mujeres con escaso horizonte laboral, en una profesión para nosotras llena de valor y significado.
Artículo escrito a cuatro manos, con la colaboración de Rosa Lavin, directora Económico Financiera de SSI y Presidenta de Koonfekop
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Estoy orgullosa de ser una de aquellas 35 mujeres, valientes, generosas, creativas y muy trabajadoras.destacaría la complicidad y amistad que nos unió y en muchos casos se mantiene.
Gracias también al equipo actual cuya profesionalidad de alto nivel ha puesto al proyecto en un lugar destacado.
Las auxiliares domiciliarias de Bilbao tienen la capacitación y calidad en el desempeño de su profesión acorde con el nivel exigido en el Certificado de Profesionalidad.
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